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Acciones de la �ca Fiscal
IEE Plantel Ciudad de México
ACCIONES DE LA ÉTICA FISCAL
Cada comunidad está integrada por personas, que viven bajo una misma norma�vidad, en un contexto determinado que reclama cubrir necesidades básicas, para hacer la vida civil en un modo digno en vista del futuro. Esta convivencia trae consigo que dicha relación con el paso del �empo sea más compleja, y al serlo, se puede tener como consecuencia que pierda la caracterís�ca de tener una prác�ca sana de los valores como desarrollo cultural, y se llene de vicios que no permitan su desarrollo potencial a través de sus capacidades educa�vas como culturales. Es aquí donde es necesario tener presente una conciencia del obje�vo de la educación de la é�ca fiscal, que es la ejecución de la recta razón el uso de las prác�cas fiscales para el cuidado del patrimonio material e inmaterial del Estado. Desde el momento que se vive en sociedad, se comparte un patrimonio común, que hay que cuidarlo como procurarlo para las futuras generaciones.
¿Cómo nace la educación de la é�ca fiscal? Desde un modo elemental desde los mismos orígenes del hombre, ya que, por naturaleza somos seres sociales que, a través de una ac�vidad determinada, logramos el sustento de la existencia co�diana, forjando relaciones del trabajo donde se procura el patrimonio. La realización de una vida cívica empieza desde los primeros años de educación, que nos lleva a tener un trabajo que nos da un sustento vital, que hacen valer los derechos humanos, como salud, educación, vivienda, alimentación, entre otros.
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A par�r de esto, se adquiere un compromiso con el Estado que es aportar del salario, una porción que ayude social, al desarrollo de un país. Fomentando un cúmulo de riquezas, llamada impuestos, para el incremento del patrimonio común que ya se había nombrado anteriormente.
La esencia de la é�ca fiscal parte de la Cons�tución, donde se establecen reglas y mecanismos para llevarla a cabo generando el bienestar común, cubriendo las necesidades básicas de la sociedad, como son el agua, la luz, el mantenimiento de las calles, servicios públicos, etc. Todo lo nombrado anteriormente parte de los impuestos, bajo una recaudación y administración sana, que es la base de la é�ca fiscal. El sustento de la é�ca fiscal es la aportación económica justa y digna a par�r de las ganancias laborales, esto se logra con los valores que se van aprendiendo, cuyo efecto es realizar hábitos de conducta fiscal digna.
Desde el principio de la civilización existe una contribución social, regulado por las normas jurídicas, La responsabilidad de aportación social �ene de suyo una máxima un mínimo vital, lo cual se puede reducir al decir que nadie puede dar lo que no �ene y que actualmente algunos lo han desviado por la desviación de impuestos. En este punto se debe promover la é�ca fiscal, bajo una campaña de acciones transparentes respetando la Cons�tución.
Con el paso del �empo la estructura de la sociedad se volvió más compleja, por lo que las normas que regían la conducta de sus miembros sufrieron la misma suerte, ya que el individuo puede realizar conductas no adecuadas, lo que obligó a que la regularización de los pagos se convir�era en forma estructurada cada mes hasta llegar anualmente a la Declaración Anual. Al igual que conllevó la incorporación de penas por la no obediencia. La complejidad de las necesidades de la sociedad trae consigo que se tengan que buscar los medios para cubrirlas, es aquí donde la función del Estado como célula norma�va toma importancia, ya que éste debe buscar las fuentes por medio de las cuales se allegará de los recursos para sa�sfacerlas, así todo ser humano, paga impuestos, tanto en sus compras como en sus diversos servicios.
“La vida en común de los hombres genera necesidades comunes o públicas, que aprovechan de un modo global y no discriminado a los sujetos agrupados en una colec�vidad; luego tales sujetos deben subvenir mediante una aportación económica a la sa�sfacción de aquellas necesidades” (Mar�n Oviedo, 1971). Para la sa�sfacción de estas necesidades colec�vas el Estado presta servicios a sus gobernados, a través de una buena administración.
Citando a Mar�n Oviedo (1971), “hay necesidades públicas, luego hay que subvenirlas por todos”. Es aquí donde el deber de aportar económicamente para la sa�sfacción colec�va cobra relevancia, ya que este deber �ene la caracterís�ca de moral, por lo tanto se inmiscuye al ámbito de la é�ca fiscal. La coacción en el ámbito de la é�ca fiscal conlleva una ac�tud prudente y justa socialmente, ya que la persona �ene ese sen�miento o deber moral que le dicta su conciencia de realizar una acción de manera correcta o no; por lo que a través de un acto libre, se determinará el si es necesario el grado de culpabilidad en que haya incurrido. El nivel de culpabilidad al no pagar los impuestos debidos, cons�tuye una infracción que deba ser reparada o compensada a través de la imposición de una sanción, ya que no solo se encuentra a nivel de un impacto económico y é�co del ciudadano, quien deberá hacer un juicio de conciencia y llevar a cabo la reparación del daño realizado o, en su caso, la modificación de la conducta presentada al no tener un comportamiento fiscal justo. Para trasladar al plano é�ca fiscal ese sen�miento de culpabilidad, la norma deberá generar esa conciencia moral en el individuo, haciéndole saber que el pago de impuestos, es necesario para el desarrollo y funcionamiento de las ac�vidades colec�vas, para el Bien Común de la misma sociedad.
La é�ca fiscal debe ser respecta, para el cumplimiento de la misma, ya que si no se pra�ca podría ocasionar un daño social grave y, por consiguiente, al propio individuo. Hoy en día se pueden ver las consecuencias del desvío de recursos que marca una huella en el desarrollo nacional. Los generadores de la prác�ca de la é�ca fiscal, forman cívicamente al ciudadano en personas responsables y sensibles de la realidad social, a través de la realización de ac�vidades que fomenten el crecimiento económico de un país. Las acciones de la é�ca fiscal generan autoexamen, que consiste en una deliberación sobre los actos genera la capacidad de determinar si la conducta realizada va en contra del ordenamiento fiscal, pero también que tenga la percepción crí�ca de cumplir con las obligaciones fiscales. Si todas las personas verdaderamente tuvieran conciencia de lo que se podría lograr pagando impuestos de una forma justa, se podría generar una cultura de respeto a las ins�tuciones administra�vas y un incremento de beneficios sociales. Decir que “la valoración de injusta o justa es a nivel personal del propio individuo, como dice Mar�n Oviedo” (1971), es dejar de lado lo que la Nación demanda a nivel económico y polí�co, dando como consecuencia la pérdida del patrimonio nacional.
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Texto: Dra. María Begoña Saíz Núñez IEE Plantel Ciudad de México
Por lo anterior se puede afirmar que es moralmente obligatorio cumplir con las normas que establecen cargas a los par�culares para el beneficio de los demás. Pero moralmente, la percepción de contribuir a través de los impuestos para el desarrollo de la sociedad, se ve empañada por diversos factores que influyen esa percepción, como puede ser, entre otros, la mala distribución o redistribución de la riqueza, la malversación de la misma, la inequidad del tributo, la capacidad contribu�va, y haste el fraude fiscal.
La redistribución es aquella que se lleva a cabo a través de la obtención de recursos por un grupo de individuos (contribuyentes), para poder sufragar el gasto público, y que no necesariamente el destino de este gasto público debe ser la satisfacción de necesidades del mismo individuo que aportó esos recursos, sino que es utilizado para generar satisfactores a otro sector de la población que lo necesite, quienes pueden ser o no contribuyentes de impuestos; a esto se le denomina política de desarrollo.
La vida social tiene como fin fiscal el Bien Común, que se traduce en tener condiciones óptimas para una existencia digna desde el nacimiento hasta la muerte, respetando los recursos naturales del país, cultura como su identidad. La creación de este Bien Común exige, entre otras cosas, justicia social de los componentes de la sociedad, que aporten los recursos necesarios para el buen funcionamiento de los servicios públicos, a través de los cuales el Estado se fortalece.
Con respecto al fraude tributario se puede decir que es el acto tendiente a eludir una norma jurídica que impone una carga tributaria; moralmente este engaño puede obedecer a razones que arraigan en la conciencia del contribuyente. Así mismo la malversación o la mala distribución de las riquezas a través del gasto público, genera en el individuo el sentimiento de que los recursos de los cuales se tiene que desprender, que con mucho esfuerzo ha logrado obtener, sean utilizados discrecionalmente y, muchas de las veces, en beneficio de unos cuantos.
Ahora bien, si los centros públicos o polí�cos, como el Estado, son por su misión los remodeladores de la conciencia moral de los individuos, parece evidente que es a aquellos a quienes corresponde de un modo principal esa tarea moral.
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El Estado y los demás entes sociales, ejercen esta función educa�va de las conciencias individuales a base de dos instrumentos: creando normas jurídicas y mediante la acción polí�ca. Las primeras para pretender regular la conducta social de los seres humanos, y la segunda que consiste en definir valores que deben ser perseguidos por la sociedad.
Es así, que la norma jurídica está reves�da de una función moral, y por lo tanto de hecho y de derecho, deber ser jurídicamente obligatoria; por lo que toda norma jurídica formal, es obligatoria. Y esta afirmación jurídica será moralmente aceptada, en la medida en que el individuo asuma en conciencia una serie de principios básicos expuestos anteriormente, y que hacen que la obediencia jurídica signifique la realización de la conducta socialmente debida (el deber ser).
“La é�ca en lo fiscal debe generar patrimonio cultural y material en la sociedad. El ejercicio en torno a lo fiscal debe tener la capacidad de atender las necesidades de sus conciudadanos, debe escuchar para poder hacer de un escenario contable, un rendimiento social y económico digno, donde el trabajo será el impulso de un constante rendimiento que genere una riqueza justa” (Saíz Núñez, 2016).
Como lo establece para estos úl�mos el ar�culo 31 fracción IV de la Cons�tución: “..son obligaciones de los mexicanos… Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como del Distrito Federal o del Estado y Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes.”
Se ha visto desde �empos an�guos, que lo que mo�va a un individuo a realizar un acto es el fin por el cual decide llevarlo a cabo, y es así que desde que el ser humano vive en sociedad ha tenido como fin primordial el Bien Común, tanto individual como colec�vo, como lo cita Aristóteles (2015) en la obra É�ca Nicomaco expresa “porque bien es de amar el bien de uno, pero más ilustre y más divina cosa es hacer bien a una nación y a muchos pueblos”.
Por eso, la é�ca fiscal ha tenido un papel muy importante en la regulación del actuar del ser humano a través de las normas sociales y jurídicas, ya que permiten establecer una moralidad, a la cual se �enen que acatar los gobernados de un Estado, este busca una ciudadanía respetable, con una responsabilidad social, y de no hacerlo actualizarían la conducta de la infracción y por consiguiente hacerse de una sanción. En el ámbito de lo fiscal también es aplicable lo anterior, ya que cada individuo debe, como establece nuestra Cons�tución, contribuir al gasto público para que el Estado pueda llevar cabo sus funciones que le corresponde como ente público, y permi�r así el crecimiento y el desarrollo económico del país. En esta tesitura se habló mucho de la é�ca del contribuyente, quien lleva a cabo un examen de conciencia moral, para determinar si debe desprenderse de una parte de su riqueza para sufragar las transferencias públicas, igualmente a través de este juicio valora lo justo o injusto de los tributos; todo esto determina que el contribuyente considere ciertos factores para no cumplir su deber legal, como pueden ser: la corrupción, la evasión, el comercio informal, las altas tasas de impuesto, etc. En síntesis, el Estado en su función detonante del crecimiento y desarrollo a través de la polí�ca fiscal, debe ser é�co en lo que respecta al uso de los recursos de sus gobernados, ya que dichos recursos u�lizados en los servicios públicos deben, por lo menos, ser redistribuidos equita�vamente, administrados eficientemente y que cumpla con su fin de gasto público; y no que dicha riqueza solo se quede en manos de unos cuantos, sin que el beneficio se haga de manera colec�va, como sucede comúnmente en nuestro país. De la misma forma, el Estado debe concien�zar a los encargados de la administración hacendaria, de su función social y económica, la cual, si no es realizada de manera eficiente y con un sen�do de beneficio colec�vo, generará riesgos y desigualdad en el desarrollo del país.
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Todo lo anterior se puede lograr a través de una estrategia de �po educa�va, tanto para el sujeto ac�vo como para el sujeto pasivo de la relación tributaria, una educación tributaria encausada con la concien�zación de los valores de una cultura tributaria bien establecida. Pero esta estrategia no tendrá, en opinión personal, un resultado posi�vo, si no se genera en el ciudadano la percepción de que las aportaciones que realiza para la función pública del Estado, son ejercidas correctamente para el bienestar de la misma sociedad, y no en beneficio de un puñado de personas allegadas al poder público. Si el Estado logra que los ciudadanos cambien su percepción del mal manejo de los recursos públicos, se podría decir que éste contribuiría de manera voluntaria y con un alto sen�miento de responsabilidad moral, y no solo con el ánimo de no infringir una norma legal y evitar su correspondiente sanción.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Aristóteles. (2015). É�ca a Nicómaco. Barcelona, España: Olmak Trade S.L. Benavides Pinilla, V. L. (2013). É�ca pública, Educación y Tributación. Ciudad de Panama, Panama. Mar�n Oviedo, J. M. (1971). Reflexiones sobre E�ca Fiscal. Universidad Complutense de Madrid. Mary Thais, V., Ramirez de Egañez, T., & Moreno Briceño, F. (2016). É�ca y Cultura Tributaria en el Contribuyente. Daena: Interna�onal Journal of Good Consciencie, 58-73. Procuraduría de la Defensa del Contribuyente. (2016). La é�ca del contribuyente (cuaderno III). Ciudad de México: Procuraduría de la defensa del contribuyente. Recuperado el 25 de julio de 2016, de h�p://www.prodecon.gob.mx/index.php/home/cc/publicaciones/nu mero-iii Saiz Nuñez, M. B. (14 de Marzo de 2016). Lineamientos de la é�ca fiscal. Bole�n IEE, 30-32. El contenido editorial de cada ar�culo publicado en este medio no cons�tuye una consulta par�cular y por lo tanto, Bole�n Fiscal IEE, su equipo editorial y sus autores, no asumen responsabilidad alguna de la interpretación o aplicación que el lector o des�natario le pueda dar.
Dra. María Begoña Saíz Núñez
Docente del IEE
Doctorado en Ciencias Humanas por la Universidad Simón Bolívar y el Ins ti tuto Balmesiano de Barcelona, España. Doctorado en Filoso fí a por el Ateneo Filosófico-UCIME. Maestra en Comunicación Visual por la Universidad Simón Bolívar. Maestría en Filoso fí a por la Universidad Nacional Autónoma de México. Diplomado en Filoso fí a por el Ins ti tuto Balmesiano de Barcelona, España. Licenciada en Filoso fí a por la Universidad La Salle.