Laberinto No.1034 (08/04/2023)

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The Dark Side of the Moon: 50 años del álbum concepto

Suplemento cultural de MILENIO LABERINTO
José Homero/ FOTOGRAFÍA: EFE/ ROGER WATERS SÁBADO 8 DE ABRIL DE 2023 AÑO 19 - NÚMERO 1034 HOMBRE DE CELULOIDE FERNANDO ZAMORA Kotlyarenko y los amores de cristal Foto: Breaking Glass Pictures
ATLAS DE PANDORA IRENE VALLEJO
EL
Ilustración: Román
La suerte tenía un precio

EN EL BANQUILLO

Planes

“Debe haber resignación para que la voluntad retome su impulso”, me dice la señorita de las biblias cuando me topo con ella entrando al edificio. Me ofrece un folleto con una imagen borrosa de Cristo. “No soy creyente… busque a la portera”. Pero la señorita insiste en detenerme y me asegura que el consuelo de la fe “es inconmensurable”. Le doy las gracias, meto la llave en la cerradura y me escabullo por el pasillo. Uno de los focos parpadea. Subo con rapidez las escaleras para llegar lo más pronto posible a mi departamento. ¿Habrá visto algo la señorita en mi cara? Me miro en el espejo del baño sin encender la luz. Son las seis de la tarde. Las especulaciones esotéricas de mi amiga hace unas horas en torno a la muerte me dejaron agotada: “grábatelo: no somos solo materia”, “el espíritu con sus alas trasciende límites”, “existen los avatares: presta atención a cada cosa a tu alrededor, por más pequeña que sea: ¡cuidado, puede ser él!” No me atreví a contradecirla. Terminada la comida caminamos por un laberinto de calles adoquinadas, banquetas rotas por las raíces de los árboles. Nos fuimos moviendo entre piedras y baches como si anduviéramos en zancos. Los tobillos se torcieron, las rodillas se doblaron, los cuerpos se enchuecaron para equilibrarse. “Ay, manita, estamos bien locas”, exclamó mi amiga detrás de mí. Le pregunté si quería descansar unos segundos o pedir un Uber. Seguí avanzando y no me fijé en su respuesta. Mi amiga siempre habla, en cualquier circunstancia, sin que le importe en lo más mínimo si el tema viene al caso o si acaba de interrumpir la anécdota que yo, tímida o suspicaz, me animo por fin a introducir con algunos titubeos. En venganza me distraigo de modo muy obvio cuando me platica de una sobrina a la que le ocurrió algo semejante, pero en una alberca, no en un río. Mi silencio la perturba: “¿qué me estabas contando?” Le digo que nada que valga la pena, lo cual es cierto: mi anécdota no nos iba a llevar a ningún sitio. Así imagino a Magdalena y a Marisa, dos de los personajes principales de La novela inconclusa. Son cuatro en total y sus nombres comienzan todos con “M”. Yo podría ser a veces Marisa, quien serecluyehasta la inexistencia. Revisaré la maqueta que construí una madrugada del año pasado en la Comediaapócrifay la añadiré a los incisos que anoto en mi cuaderno para ir elaborando lo que llamo por ahora mifuturo: las Constelaciones (me toca corregir las fechas de Leduc, cummings, Rexroth y resaltar las bondades creativas de la inexactitud: no es solo asunto de racimos, sino de órbitas, redestan sutiles); la lectura continua del libro del Renacimiento (voy en la página 604: “invocar a las musas en una lengua muerta, expresarse con sujeción a un metro, sacrificarse fanáticamente por un estilo”), y mi vida nueva, con sus episodios truncos, cortantes. Anoche recordé el letrero pegado en una de las paredes del baño en París: Those days of mayhem and glory. Tendré que aprender a tratarme con dulzura. _

HOMBRE DE CELULOIDE

Amor de cristal

FERNANDO ZAMORA @fernandovzamora FOTOGRAFÍA BREAKING GLASS PICTURES

Eugene Kotlyarenko es ruso. O lo era hasta el año pasado. Hoy es un estadunidense de origen ucraniano que ha decidido llevar la documentación de su vida al siguiente nivel. El autorretrato de Kotlyarenko poco tiene que ver con geopolítica y mucho con la que llaman “Generación de Cristal”. 0s& 1s, WonderfulCloudy WobblePalace (disponibles en Mubi) son una suerte de prólogo para la que es el día de hoy la más celebrada de sus películas, Spree, historia de un asesino que quiere cobrar su cuota de fama por internet. En el Sundance fue nominada al premio Next: Innovation y en Sitges al Midnight X-Tream. Es fácil suponer que Kotlyarenko es un innovador y su cine probablemente le guste poco a quien busca una comedia romántica para entretenerse.

“Estoy interesada en la realidad y no en la fama y el dinero”, dice Jane. Artista plástica y amante de Kotlyarenko, quien se interpreta a sí mismo en Wobble Palace, la mejor de sus películas hasta la fecha, el Palacio Wobble es una casa pobretona en la que estos dos se enamoraron cuando, varios años atrás, se conocieron en la fila para votar por Obama. Y la frase de ella es aplicable a él. La obra de Kotlyarenko tiene el espíritu de quien prefiere ser fiel a

sí mismo que entrar en el círculo del reconocimiento, el dinero o eso que llaman triunfo.

En 0s & 1s, el filme que lo volvió famoso, Kotlyarenko parece identificarse con el adolescente que accede por compromiso a ir a la fiesta de unos compañeros de prepa. Ahí se pone borracho, hace el ridículo y pierde la computadora. Lo interesante no es la anécdota sino la forma. Este adolescente, nacido a principios de siglo, más que relacionarse con el mundo se relaciona con esta computadora. Con él, Kotlyarenko comienza a dibujar a un personaje que irá refinando en sus siguientes películas. Con la computadora o el celular, hombres y mujeres trabajan, se informan, escuchan música y encuentran satisfacción sexual. El título 0s & 1s es metáfora de la transformación del protagonista en un programa más de su ordenador. En WonderfulCloud, Kotlyarenko vuelve a hacer referencia a su falta de interés por la corrección política. Se interpreta a sí mismo y,

en una comedia al estilo de Woody Allen, pero salpicada de guarrerías, el protagonista es un hombre incapaz de crecer que recibe en su casa a la mujer que le ha roto el corazón. ¿Por qué soporta ella a este cretino que, a todas luces, es un fracasado? Porque ella necesita la firma de él para hacerse con una marca de ropa que puede llegar a valer millones. Y él lo sabe. Sin embargo, la obra que identifica realmente lo que ha sido la búsqueda artística de Kotlyarenko es Wobble Palace. Esta casa que ha unido a los amantes más, incluso, que su ascendencia rusa está llegando al momento en que empieza a desmoronarse. Él y ella coinciden en que quieren una relación abierta. En esta, que es la única de sus películas en que es ella la protagonista, una pareja decide dividir su casa para tener aventuras sexuales. Reaparece aquí, claro, la obsesión por las redes sociales, por el celular, y el amor en tiempos del Tinder. Wobble Palace tiene momentos espectaculares, sobre todo hacia el final, cuando entendemos que, para esta pareja, el amor resulta imposible porque la fama instantánea y el celular se interponen entre ellos. Y no tanto porque sean una “generación de cristal” sino porque los corazones de ambos se quiebran cuando uno sigue queriendo y el otro simplemente ya no. _

-02- 8 DE ABRIL 2023 ANTESALA
El amor resulta imposible porque la fama se interpone entre los protagonistas
Wobble Palace. Dirección: Eugene Kotlyarenko, Estados Unidos, 2018.
Me miro en el espejo del baño sin encender la luz. Son las seis de la tarde

POESÍA

Hay un revuelo cósmico

EVODIO ESCALANTE

Lohashechopocomenorquelosángeles…                                                            Salmos 8, 5

Hay un revuelo cósmico cuando te aproximas. Se sienten tus pisadas en la faz de la tierra.

En algunos lugares empieza a temblar

Y los pájaros huyen en parvadas

Mientras los perros ladran enloquecidos sin saber por qué.

Pero no traes la guerra sino la paz.

Pones tranquilidad en nuestros corazones.

De gasas blancas son tus amplios vestidos

Y es más blanca que el nácar tu inminente presencia cegadora.

Tus hombros abarcan la mitad del cielo

Y tus pechos triunfales bien podrían ser de mujer

Porque huelen a almizcle y un poco a la canela

Que cultivamos en el solar, Pero eres más feroz que Behemot.

Tu boca saca lumbre como un dragón del mar.

En tu inminencia nos postramos y guardamos absoluto silencio, No sea que te enojes.

Alguien se aparta de la masa: quiere besar los dedos

De tus pies, estar próximo a tus columnas, Acariciarte los tobillos,

Y se arrastra en el polvo para llegar a ti.

Tú le tiendes la mano y le sonríes como si no pasara nada

Y haces que se levante.

Como un toro que se pone en dos patas, el hombre

Haciendo prodigios para sostenerse, Intenta tocarte con sus toscas pezuñas Que ignoran lo que hacen.

Todo lo envuelve un pálpito de luz.

Estamos en otro lado, bien puede ser, En otro lugar, en otra hora, En otro mundo que no existe. Cuando abrimos los ojos, ya no hay huella de ti.

Este poema forma parte de Salmos sueltos (Ediciones Tinta Nueva, 2022)

EX LIBRIS

La conversación recuperada

El ensayo se inventó en la segunda mitad del siglo XVI cuando la peste cobró la vida del interlocutor ideal de un hombre parlanchín, quien, algún tiempo después, se encerró en su castillo para tratar de forjar una escritura que expresara su duelo y que funcionara como sucedáneo, aunque fuera imperfecto, de la conversación malograda. Cuando por fin se conocieron, aunque ya habían oído hablar mucho uno del otro, Michel de Montaigne y Étienne de la Boétie experimentaron un flechazo personal e intelectual y en su lapso de proximidad mundana construyeron una amistad modélica, cuya interrupción tuvo consecuencias en la historia de los géneros. Decía Montaigne: “Si comparo todo el resto de mi vida con los cuatro años que me fue dado disfrutar de la dulce compañía y sociedad de esa persona, no es más que humo, no es más que una noche oscura e insípida. Desde el día que le perdí no hago más que arrastrarme y languidecer, y los mismos placeres que me ofrecen, en lugar de consolarme, hacen que se recrudezca el valor de su pérdida”. La invención del género ensayístico, pues, resulta azarosa y responde a la tragedia de una pérdida amistosa. Porque, antes de la muerte de su amigo, nada indicaba que el cultísimo y adinerado, pero perezoso y un tanto frívolo Montaigne tuviera la vocación de escribir y mucho menos que dispusiera de la disciplina y la concentración para inventar un género totalmente nuevo.

Unos años después de la desaparición de La Boétie, Montaigne comenta y publica parte de la obra de su amigo y también entrega a la imprenta los primeros tomos de sus propios “Ensayos”, en los que retoma la conversación con su camarada prematuramente ido y adiciona la plática con un puñado de clásicos variopintos. Tras la invención de Montaigne, el ensayo ha sufrido muchas transfiguraciones e intentos de apropiación y en el mundo contemporáneo la academia a menudo ha utilizado el nombre del ensayo para denotar un método de investigación y conocimiento que pretende ser metódico, objetivo e imparcial y que sirve para certificar competencias y otorgar grados (algo que nunca se le concedió al disperso Montaigne). Sin embargo, el ensayo más disfrutable restituye el elemento conversacional que le imprimió su fundador y deja la satisfacción y ligera sensación de embriaguez de una buena plática en la que caben la mezcla festiva de saberes y personalidades, la feliz digestión de temas varios y el placer de discutir y polemizar sin reñir. En la conversación ensayística se experimentan instantes de identificación extrema y arrobo, esa sensación de recreación y aprendizaje inherente al diálogo relajado y amistoso. Si bien puede decirse que el ensayo en Montaigne nace de la conversación suprimida, este género tiene su auge en los diversos momentos de florecimiento de la conversación pública y su práctica, que tan graciosamente vacuna contra los dogmas y extremismos, es siempre un caldo civilizador, formativo y curativo para el espíritu. _

-03- 8 DE ABRIL 2023
Los trabajos del hombre II/ EKO ANTESALA
ESCOLIOS
ARMANDO GONZÁLEZ TORRES @Sobreperdonar
Tras la invención de Montaigne, el ensayo ha sufrido muchas transfiguraciones

Celebramos 50 años de la aparición de uno de más extáticos y radicales: The Dark Side of A mitad del camino de

he Dark Side of the Moon es una obra cimera. Además de en un sentido estético, permite el avizoramiento del pasado y el porvenir de Pink Floyd, como una elevada cumbre ofrecería, a un observador en su cúspide, de un lado una visión nocturna y del otro el radiante amanecer. Tras el dubitativo periodo iniciado en el segundo álbum y continuado en Ummagumma (1969) y Atom HeartMother(1970), incluyendo los discos dimanados de colaboraciones con cineastas (More, 1969, ObscuredbyClouds, 1972, entre otros), cuyo rasgo principal es la experimentación con los nuevos instrumentos tecnológicos —desde sintetizadores análogos hasta guitarras y pianos preparados, en la tradición de la vanguardia— y de las técnicas de grabación, junto con el interés en las voces y los sonidos de la vida real —preparando el advenimiento de la música industrial, un hecho que presagia ya British Sounds de Jean-Luc Godard—, la banda solo encontró una nueva dirección hasta su sexto álbum. Gilmour reconocería a Meddle, publicado en 1971, como la piedra basal del futuro de Pink Floyd. “Echoes”, “el momento en que encontramos nuestro enfoque” (Gilmour), es la pieza en la que, finalmente, tras tantas tentativas de ensayo y error, todas las influencias, ambiciones y tendencias de los integrantes consiguieron conjuntarse. Resultaba claro que lo que el grupo necesitaba, tras la conmoción causada por la pérdida de su principal fuerza creativa, era un eje que enfocara y concentrara su bullente pero dispersa creatividad. Después de años extraviados en el laberinto de la experimentación, del cablerío tecnológico y de la selva oscura de los problemas personales, a la distancia se avizoraba una luz, aunque esta fuera lunar. Y el medio para avanzar era el formato de canción.

No únicamente los periodos

Texperimentando —y perdiendo el tiempo— en los estudios, probando sonidos, grabando ruidos y voces, sedimentarían en la creación de The Dark Side of the Moon que asimismo la experiencia fílmica, especialmente su aprendizaje con Ron Geesin en TheBody impronta sería decisiva en la integración de Atom Heart Mother decantaron en tal obra. Ahora el horizonte era el álbum concepto, es decir, una obra unitaria, en el que cada canción funciona como un segmento o movimiento, y con un hilo narrativo como conductor. De este modo, la orientación del pop a la conceptualidad —y la pretensión—, detonada por el éxito crítico y comercial de Sgt.Pepper’sLonely

Hearts Club Band de The Beatles (1967), la cual continuaría rigiendo hasta gran parte de la década de 1960, con bandas y artistas como The Who, The Kinks, The Zombies, David Bowie, Queen y muchos otros que se sumaron a la tendencia, confluiría con la idea de que la música debería circular temáticamente, con una trama —¿no un relato es singularmente un hilo, una vía para sortear obstáculos y encontrar una salida?—, exactamente como asimilaron al componer las bandas sonoras para los filmes de Schroeder y Antonioni, entre otros. Al tiempo que la noción del álbum concepto y la cualidad cinemática consiguieron que la dispersión y tendencia al extravío sónico de la banda se encauzara, las primeras influencias estéticas y orientación —o ambición de sus integrantes— retornaron por la ventana. The Dark Side of the Moon se destacaría tanto por su unidad como por lograr que esa fascinación con la

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JOSÉ HOMERO FOTOGRAFÍA PINTEREST

uno de los álbumes of the Moon la vida

tecnología —los hoy famosos sintetizadores VCS3 y Synthi A— y con las posibilidades que ofrecían las técnicas de grabación en estudio —múltiples loops, efectos de sonido, propios de la composición vanguardista, grabaciones con voces y ruidos cotidianos, esa biblioteca de “basura”, como la llamaban—, finalmente embonaran en una pieza musical y no en meros ensayos sonoros. Por ello, The Dark Side of the Moon debe considerarse, no como un álbum vanguardista, sino como la primera incursión de Pink Floyd dentro del posmodernismo: la experimentación se encauza en formatos tradicionales, como lo serían los patrones rítmicos de “Money”, “Time”, “Us and Them” e incluso “The Great Gig in the Sky”, los cuales, respectivamente, recurren a tempos que proceden de géneros y tradiciones tan discordantes como el funk, el rhythmand , el góspel y la música barroca, lo cual no es obstáculo para incluir disonancias, ruido blanco, voces, cintas con sonidos pregrabados, distorsión y demás cacharrería sonora. Es pertinente, con todo, añadir que esta apropiación de esquemas rítmicos reconocibles había iniciado con Gilmour incursionando en el folk en AtomHeart Mother, por ejemplo. No terminan aquí los encuentros. Para los músicos de jazz, el gran momento sucede en vivo porque la improvisación propicia la creatividad: una forma de éxtasis estético que satisface las viejas ambiciones de la vanguardia heroica

de convertir el arte en una explosión efímera. Las actuaciones de Pink Floyd, tras la salida de Barrett, se caracterizaron por una alta dosis de espontaneidad; y a menudo las versiones de cada pieza diferían entre concierto y concierto. Inconscientemente, la banda asimiló la importancia de probar en concierto sus obras en desarrollo. Al respecto, Ummagumma, grabado en total aislamiento, había demostrado que el retiro y la concentración en el estudio no eran lo más adecuado para el desarrollo artístico. El grupo, cuyo proceso compositivo dependía cada vez más de la improvisación, de la jam session, había conseguido trasladar esa energía y creatividad a sus grabaciones, a condición de que previamente afinaran sus composiciones en las giras, que por entonces eran numerosas y sin distinción del escenario. Tal lección la aprendieron, particularmente, con “Echoes”, que antes de las presentaciones era un hatajo de divagaciones musicales —denominadas “nada” y distinguidas mediante números: “Nada uno”, “Nada dos”—, y tras interpretarla en varias tocadas, finalmente encontró su forma. Es por ello que en la creación de The Dark Side of the Moon resultó determinante la prueba en vivo. Cuando la banda comenzó a tocar las piezas que constituirían el octavo álbum, el estilo aún no se encontraba definido, ni en los formatos ni en lo que sería el sonido distintivo. Sin embargo, entre una y otra presentación, las afinaron y concibiendo soluciones que terminarían en el abandono de las secuencias de free jazz en favor de la programación musical. “The Travel Secuence” se transformaría en “On the Run”, con Rogers tocando en el Synthi A; mientras que “The Mortality Sequence” devendría “The Great Gig in the Sky”, con Wright efectuando escalas en la tradición de la escuela dodecafónica, mientras Clare Torry acomete una interpretación más cercana a los gritos de Yoko Ono que a la formación operística o a cualquier otra de interpretación vocal. La relevancia de la espontaneidad musical emerge no únicamente de esa canción, que se convertiría en una de las más conocidas, bellas y queridas del cancionero de Pink Floyd, sino del relevante papel que ahora tenía Gilmour. Alejándonos de las cenagosas aguas de la polémica que rodea a Roger y David, es posible observar que, a despecho de que la idea, las letras y el impulso procedan de Waters, la ejecución e improvisación guitarrística de Gilmour resultaron tan determinantes en el mérito de TheDarkSideofthe Moon, como lo fue la creación espontánea y única de la referida Clare, que de ser considerada meramente una cantante invitada terminó siendo reconocida como coautora de “The Great Gig in the Sky”. ¿Y qué decir de la contribución de Wright? En resumen, The Dark Side of the

Moon es el logro estético de individualidades que encontraron en el conjunto la manera de hacer confluir sus inquietudes.

En esta secuencia es donde retorna el espectro de Syd. Si en su primera encarnación, Pink Floyd atrajo la curiosidad crítica por la índole vanguardista de su música y de sus aspiraciones, y en gran medida se había apartado del pop dominante y de las circunvoluciones bluseras (Simon Frith considera que el primer Pink Floyd es el primer grupo que no procede del blues, por entonces omnipresente), en esta nueva dirección que da inicio con The Dark Side oftheMoon, Gilmour recuperaría el papel catalizador detentado en un principio por las experimentaciones de Barret y las incursiones por los territorios del freejazz y la música concreta que tanto les apasionaban a él y a Wright (los músicos, por contraste con los arquitectos Waters y Mason), y al que poco a poco fueron integrando a Waters.

Obra a mitad del camino de la vida para todos —Waters reconocería, no la impronta de Dante, sino que consideró que a los 29 años de edad se encontraba a mitad de la vida y por ello la recapitulación vital que constituye el tema del disco, en tanto Mason reflexionaba, en una entrevista añadida posteriormente al filme Pink Floyd a Pompeii (1972), que corrían el riesgo de convertirse en una reliquia del pasado—, The Dark Side of the Moon lograría ser un clásico porque supo conciliar vanguardia con patrones rítmicos, melodías fascinantes con experimentos sonoros no menos hipnóticos, secuencias cinemáticas con convincentes estribillos, y sobre todo pareció encauzar al rock hacia una deriva que parecía más filosófica que narrativa. Mientras los álbumes conceptuales de The Beatles, The Who o The Kinks planteaban una historia, una situación o un personaje, el tema de The Dark Side of the Moon sería la alienación, la conciencia, las demandas de la vida adulta. En suma, una reflexión sobre la condición mortal —subrayada por los latidos cordiales que se convertirían en una marca sonora de Pink Floyd, del mismo modo que el cerdo volador se volvió insignia visual—, más apropiada para un ensayo filosófico que para una obra de rock. Todas estas son algunas de las razones y direcciones que confluyeron para convertir a The Dark Side of the Moon en una obra maestra y en uno de los pocos discos que, pese a su edad, en modo alguno ha envejecido, pues las preguntas, que son las de la milenaria filosofía, continúan siendo válidas; y su conciliación de distintas tradiciones musicales, una lección de armonía. _

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Supo encauzar al rock hacia una deriva que parecía más losó ca que narrativa
Pink Floyd: Rick Wright, David Gilmour, Roger Waters y Nick Mason.

La suerte tenía un precio

La levedad, tan celebrada por Italo Calvino, le resta peso a los reveses de la vida

No lo entiendo, dice tu hijo. Tras una afortunada carambola en el juego, esa extraña frase había brotado de tus labios: “puedes darte con un canto en los dientes”. En un intento de explicar lo incomprensible, aclaras que ese canto no es una canción, sino una piedra. Sí, tu frase le anima a golpearse la dentadura con un pedazo de roca. Pero ¿por qué?, insiste el niño, como el sabueso que empieza a olfatear otra estrafalaria ocurrencia adulta. Y tú, empezando a perder pie, respondes que es una antigua costumbre, rara, muy rara. Algunas personas creían que, si tenías suerte, o si las cosas salían mejor de lo esperado, había que pagar un precio, sacrificar algo, provocarse dolor uno mismo. No lo entiendo, zanja él, mientras regresa entre risas y aleteos a su teatro de diversiones.

Quiza por algún temor ancestral, nos sentimos vulnerables ante la felicidad, da miedo incluso nombrarla. Tememos un brutal ajuste de cuentas: si todo nos sonríe, será porque una desgracia acecha a la vuelta de la esquina. A mayor suerte, mayor desastre. Ese presentimiento late en la historia griega del afortunado Polícrates, tirano de la isla de Samos. Cuando estaba en la cumbre de sus triunfos, recibió una carta del faraón advirtiéndole que acumular tanto éxito es peligroso. Te recomiendo que te deshagas de algún objeto que tenga mucho valor para ti: quizá al sufrir su pérdida podrás contrarrestar el exceso de tus victorias. Atemorizado, Polícrates zarpó en un barco, se alejó de la costa y temblando lanzó al mar su joya favorita: una sortija con una espléndida esmeralda labrada. Días después, un pescador capturó un pez para la mesa de palacio y, al abrirlo, los cocineros encontraron en sus tripas el mismo anillo arrojado a las olas. Cuando el faraón se enteró, supo que Polícrates tendría un final escalofriante. En efecto, poco tiempo después cayó en una trampa y murió crucificado por sus enemigos. Todavía hoy sigue vivo ese oscuro presagio, y tendemos a creer que nos cobrarán muy caro cada instante de felicidad.

Quiza por algún temor ancestral, nos sentimos vulnerables ante la felicidad

Como cantaba, por soleá, el jerezano Manuel Torre: “Estoy tan hecho a perder que cuando gano me enfado”. No nos tratamos mucho mejor si, por el contrario, llueven los disgustos: ante errores y decepciones, nos asfixia el remordimiento o, peor aún, sentimos el impulso de castigarnos como penitencia, llegando incluso al extremo de las autolesiones. No en vano, la palabra “culpa” parece estar emparentada con colpus, en latín “golpe”. Terencio estrenó en la antigua Roma una obra teatral titulada Heautontimoroumenos,que significa “el que se atormenta a sí mismo”. Su protagonista educa con tal severidad

y disciplina a su hijo que los rigores provocan la huida del joven. Tras meses sin saber de él, el padre vende su casa, sus propias ropas, sus muebles, todo, y se impone una vida sin placeres. Si era rígido con su hijo, ahora pasa a serlo consigo mismo. Este personaje doliente inspiraría a Baudelaire muchos siglos después un poema autobiográfico en Las flores del mal: “¡Yo soy la herida y el cuchillo, la bofetada y la mejilla! Soy el vampiro de mi sangre”. Pesimistas impenitentes, cuando nos cubre la noche oscura no esperamos el golpe de suerte sino más bien el golpe de gracia.

Mantenemos una sorprendente relación con la prosperidad y la desdicha: casi la misma. Pensamos en expiar la felicidad o la angustia, como si una carga amenazadora acompañase cualquier giro de la fortuna. Entre sus propuestas para el nuevo milenio, el

escritor Italo Calvino reivindicó la levedad: ante las espirales opresivas, proponía quitar peso, pena y gravedad. Afirmaba que, según la ciencia, la estructura del mundo material se apoya en entidades sutilísimas, como los mensajes del ADN, los impulsos de las neuronas, los quarks, los neutrinos errantes en el espacio desde el comienzo de los tiempos. Escribió: “Tomen la vida con levedad, que no es ser superficial, sino deslizarse sobre las cosas desde arriba, no tener piedras en el corazón, soltar los nudos que nos aprietan”. Más vale cantar que darnos con un canto en los dientes. Los pájaros y los ángeles vuelan porque saben tomarse a la ligera. _

© Derechos mundiales de

-06- 8 DE ABRIL 2023 LITERATURA
prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, S. L. © Irene Vallejo. IRENE VALLEJO ILUSTRACIÓN ROMÁN EL ATLAS
DE PANDORA
Sara Poot Herrera: Recuerdo de Raúl Padilla López • Mauricio Montiel Figueiras: El otoño del terror • Fernando Solana Olivares: Ceremonias casuales • Jovany Hurtado García: El joven José Agustín • Carlos Martín Briceño: Carolina Luna, entre el silencio y la ira • Carolina Luna: La avidez
Y, además, en nuestra edición digital:
• Armando Alanís Pulido: Efímeras, de Patricia Velasco • Alma Gelover: Somoza en la mirada de una niña • José Juan de Ávila: Las Musas de América

El n de la novela de amor

NARRATIVA, ENSAYO

Cenota os

Nadie en casa

Vivian Gornick

Sexto Piso México, 2023 128 páginas

Combinando la astucia literaria y lo vivencial, la escritora neoyorquina reflexiona sobre el amor romántico y sus falsos prestigios. En su auxilio llegan Virginia Woolf, Richard Ford, Raymond Carver, Jane Smiley… para corroborar la idea de que la felicidad y la realización personal ya no pueden materializarse en el matrimonio.

Disparos, plata y celuloide

Arlequín México, 2022 154 páginas

Este libro de relatos abre con uno en el cual el protagonista, un joven delincuente, termina considerado un “niño santo” pues tiene el don de hacer milagros; hay que visitar el sitio donde fue asesinado. Otros relatos vuelven a sus andanzas. También, como leitmotiv, el monumento funerario al que alude el título aparece en otros cuentos.

La cabeza de Joaquín Murrieta

Un hijo que odia a su padre, un joven que lidia con su madre prostituta, un padre que cuelga de la rama de un árbol a su pequeño hijo, un matrimonio obligado a extender su monótona convivencia, un entierro bajo la lluvia, son algunos de los temas de este volumen de cuentos que revela a un escritor avezado en los miedos de sus personajes.

El Estado emprendedor

Leer: ¿verdad que sí se puede?

¿Qué esperar de un libro concebido como una invitación, o iniciación, a descubrir los placeres, y algunos sinsabores, de la lectura? No, por supuesto, lo que ofrecen Maura Gómez y Valentina Trava en Terapialiteraria (Aguilar): una serie de consejos desabridos, sin asidero alguno con los libros (a no ser por los productos bendecidos por las oficinas de mercadeo), condimentada con grandes dosis de chabacanería. No, por supuesto, la simpleza con la que una de ellas recomienda la lectura antes de dormir para “pensar en otra cosa y relajarse”.

Lo más lamentable es el tono de jacarandosa buena onda. Como si se tratara de un manual de autoayuda, Terapia literaria se refiere al libro (sin distinguir, por ejemplo, entre Yo antes de ti de Jojo Moyes, Viaje al final de la noche y Los hermanos Karamazov) como “tu compañero en la soledad, el motivo de tus sonrisas, tu abrazo en momentos de tristeza, tu refugio”, Difícil no reconocer tanta ternura. Ya lo dijo Antonio Ortuño: las nuevas sensibilidades palpitan bajo la influencia de Mujer, casos de la vida real

Debate México, 2023 296 páginas

La tesis de este ensayo no puede ser más provocadora: la imagen de los héroes y los momentos estelares de la historia mexicana han sido moldeados, en buena medida, por el cine y la fotografía. De modo que nuestra memoria nacional está más hecha del ritual de una sala oscura que de las enseñanzas de los libros de texto.

Alejandro Rosas

Planeta México, 2023 184 páginas

¿Un bandido generoso? ¿Un justiciero? ¿Un líder militar a favor de las causas populares? ¿Azote de California y de las ambiciones de los rancheros estadunidenses? Joaquín Murrieta fue todo eso, y más, en tiempos de la fiebre de oro, como revela este estudio, con aires de western, fincado sobre una extensa base documental.

Nueva edición de este libro, que apareció como resultado de la crisis de 2008. La cuestión medular para la autora es rebatir el punto que consideraba que la crisis podría ser superada reduciendo simplemente el gasto público. Pero como recuerda Mazzucato, la crisis la provocó la deuda privada y no la pública.

A lo más lamentable hay que sumar lo que resulta más desconcertante. ¿Leer es una experiencia terapéutica? A cada lista de consejos y sugerencias para distinguir un género literario de otro (novela romántica: “Lo principal en este género es lograr que el lector derrame miel”), o proponer una taxonomía del lector según su nivel de autoconocimiento, Maura Gómez y Valentina Trava no pierden oportunidad para recomendar los clubes de lectura, con los cuales parecen llevarse muy bien, un modelo “interactivo”, “dinámico”, lo más cercano a un “proceso de catarsis” y de prescripción contra un “estado crítico” de las pasiones alentadas por la lectura.

Terapialiteraria se ciñe a la noción antedecimonónica de que el propósito de la lectura es “deleitar y modelar el carácter”. El deleite sigue gozando de prestigio pero la modelación del carácter suena a instrucción militar. Lo que nunca está en el horizonte de las autoras es que también se trata de “instruir”: expandir los límites de nuestra experiencia con algo más que palmaditas en la espalda y fórmulas tonificantes. _

-07- 8 DE ABRIL 2023
A FUEGO LENTO
Terapia literaria México, 2023 Alonso Marín Ramírez Ficticia México, 2022 117 páginas Mariana Mazzucato Taurus México, 2023 360 páginas
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placer de leer

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TOSCANADAS

Clavado en una cruz y encarnecido

La cruz es gran tormento. Pero puestos a comparar con otros crucificados, uno de los que menos sufrió fue Jesús de Nazaret, pues tal forma de ejecución está diseñada para torturar durante días. “Padre, si quieres, aparta este cáliz de mí; mas no se haga mi voluntad, sino la tuya”, había pedido el hijo. Sin embargo, el padre sabía muy bien que sin cruz difícilmente habría cristianismo.

“Hijo bienamado en quien tengo mis complacencias”, le respondió el Padre. “Recuerda que es día de fiesta y que antes del anochecer te romperán las piernas”. Mas ante la insistencia del hijo, Jehová de los Ejércitos concedió. “De acuerdo, tomaré tu espíritu a las tres de la tarde. A Dimas y Gestas que les quiebren los huesos”.

Por eso, cuando José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús, Marcos nos cuenta que “Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir

al centurión, le preguntó si era ya muerto”. El buen José era propietario de la tumba donde depositaron al provisionalmente muerto Jesús. Tal parece que Arimatea es tan ficticia como Macondo o Ciudad Gótica. Si se piensa en crucificados dolorosos hay que pensar en las huestes de Espartaco. El historiador Apiano cuenta: “No se encontró el cadáver de Espartaco. Sin embargo, todavía quedaba en las montañas un gran número de sus hombres que habían huido de la batalla, contra los cuales se dirigió Craso. Estos se dividieron en cuatro partes y continuaron luchando hasta que perecieron todos a excepción de seis mil, que fueron capturados y crucificados a lo largo de todo el camino que va desde Capua a Roma”.

Un panorama digno de verse o de cerrar los ojos. Cualquier viajante en esa ruta de doscientos kilómetros se encontraría con un crucificado cada treinta metros, algunos vivos y doloridos,

BICHOS Y PARIENTES

Lo que vamos a ver

Thomas Hobbes nació en 1588, cuando la Gran Armada española amenazaba la invasión de Inglaterra: “Y tanto miedo concibió mi madre que parió gemelos: a mí y al miedo al mismo tiempo”. La autobiografía de Hobbes está en versos, versos de filósofo, y, sin embargo, con imágenes de auténtico poeta: el gemelo del miedo.

¿Cobardía, confesar que el miedo es el primer motor? O lo contrario, mejor: por miedo, prevenimos, nos precavemos, calculamos; por miedo inventamos herramientas, reglas, sentidos: el orden y la orden (ya del derecho, ya de la gramática y la sintaxis) y la inteligencia misma son resultado del miedo. Luego vienen las agrupaciones, para domesticar a la bestia de la violencia y meterla en un chiquero, y “que solo uno mande”.

Casi habíamos olvidado que el poder es hijo del miedo. Por la cosa de algunas décadas en que logramos transformar el gobierno y el mando en una forma de administración pública, lejana de la coerción sobre la voluntad de los ciudadanos. Es lo que hacen las democracias: representantes y servidores públicos y, si no expulsar al poder, al menos domesticarlo. Olvidamos que el poder es una bestia a la que no se le debe aflojar la rienda, porque por cualquier rendija se escapa de nuevo eso que exhibe la portada del Leviatán: un inmenso gobernante, hecho de pueblo, de innumerables pequeñas personas a las que ha incorporado en su propio cuerpo; un ser capaz de decir: “El pueblo soy yo”.

Pero solo fueron unas décadas. A tres siglos de Hobbes, el mismo miedo que llevó a la defensa de un rey por encima de las leyes, el mundo quiso de nuevo adorar a la bestia del poder,

y el miedo fue descubierto de nuevo: “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido”, dice el inicio de Masaypoder, de Elías Canetti. Este temor, la vulnerabilidad original del ser humano, busca protecciones y remedios. Y da con el camino complementario: Hobbes, geómetra y matemático, analiza al monstruo de arriba a abajo; Canetti lo describe de abajo a arriba: “Solo inmerso en la masa puede el hombre redimirse de este temor al contacto. Se trata de la única situación en la que este temor se convierte en su contrario... De pronto, todo acontece comodentrodeuncuerpo”. Y la “inversión del miedo a ser tocado” engendra a la bestia del poder.

Canetti halla el poder como una agregación, una suma inmensa, que halla su goce original en el hecho de sumarse. Uno de sus síntomas es “el placer voluptuoso del número que crece de golpe”, que él halla en los discursos de Hitler, pero que hemos visto abundantemente en las peroratas de autócratas y demagogos; números que saltan y un millón de pronto termina en billón, por pura prodigalidad del delirio a que conduce la masa, el pueblo, no importa si está presente o se asume, si ha llegado por convicción o por coerción: es el goce de la cantidad. El poder requiere siempre ser más. Nunca es suficiente. Pero el miedo esculca por dentro: la voluptuosidad por las cantidades,

otros muertos y pudriéndose. Quienes duraran varios días estarían deshidratándose, inflamándose bajo el sol. Las noches serían espeluznantes, muy largas, con animales rondando, bichos voladores y otros que subirían por la base para comenzar el banquete de sangre, sudor y lágrimas. Comezones sin posibilidad de rascarse y, ¿por qué no?, muchas madres más doloridas que la materdolorosa. Eran esclavos, no hijos del dueño de todo. Esperaban la muerte, no el trámite para irse a gozar por los siglos de los siglos. Entre los crucificadores, Poncio Pilato tuvo mejor suerte que Craso. Hay algunas iglesias que lo consideran santo, si bien algunos historiadores dicen que se suicidó. A Craso lo decapitaron; y sus enemigos le derramaron en la boca “oro fundido a título de mofa”, por la fama que tenía de codicioso. Luego emplearon su cabeza como parte de la utilería en una puesta en escena de Las bacantes, de Eurípides. Alas,poorCrassus! _

que delira con la imaginación, tiene un límite real. Ese poder que el caudillo persiguió por todos los medios, tan deseado y, al fin, tenido, no se deja ver. No es un objeto, ni ocupa tiempo o espacio; es incoloro, insípido, sordo. Solo es perceptible cuando se ejerce, pero ¿qué poder hay en hacer lo que corresponde, en acatar una tautología como “la ley es la ley”, en administrar con transparencia recursos públicos? Eso es mero servicio público. Bajo una misma norma cuentan tanto don Nada como Yoelsupremo. El poder consiste en sujetar a otros y no estar uno sujeto a la norma. Y se verifica, se atisba, justamente al pasar por encima de las reglas. Inmunidad e impunidad, una frente al miedo, la otra sobre la ley, son dos palabras que salpican las páginas de Canetti mientras intenta explicar la diabólica situación del poderoso. Es una dinámica agujerada siempre por el miedo. Nunca halla reposo y requiere verificación constante. ¿Sigo teniendo el poder, es mío todavía? El temor de ya no tenerlo lleva a un delirio insaciable de verificación constante: más órdenes, más anatemas contra los enemigos, nuevas leyes para la salvación del pueblo. No importan ni la utilidad ni la futilidad sino imponer, gobernar: para que sepan, o aprendan, para que no se les olvide. El objetivo del poderoso no es el resultado sino dar órdenes; no es mejorar esto o aquello sino decretar la transformación de la realidad. Y pocas cosas más lastimosas y atemorizantes que un autócrata en su decrepitud. ¡Lo que vamos a ver...!  _

8 DE ABRIL 2023
LABERINTO
DIRECCIÓN: JOSÉ LUIS MARTÍNEZ S. EDICIÓN: ROBERTO PLIEGO EDICIÓN WEB: ÁNGEL SOTO ARTE Y DISEÑO: JOSÉ LUIS MEDINA G. JULIO HUBARD FOTOGRAFÍA WIKIWAND Elias Canetti, autor de Masa y poder
Olvidamos que el poder es una bestia a la que no se le debe aflojar la rienda
CRISTO EN LA CRUZ por Carl Heinrich Bloch. DAVID TOSCANA

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