Volumen 2, Número 1
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Los lances
L
a efectividad de los chinchorros depende del lance, es decir, del sitio donde se pone la red para que pesque. Desde hace mucho tiempo, por ley o por práctica de conservación, los pescadores preferían no usar los chinchorros en las bahías y en las áreas cerradas (áreas de manglares) para proteger a los juveniles ya que los pescadores saben que esas áreas son “viveros de peces.” Hay un cuento famoso en el libro Litoral y otros cuentos de Néstor A. Rodríguez Escudero sobre los castigos que algunas comunidades les daban a aquellos que osaban utilizar el arte en una bahía. El caso de Puerto Real de Cabo Rojo es
uno de ellos, donde los pescadores locales impidieron su uso en la bahía. La importancia de los lances era de tal magnitud que los sitios de los lances tenían sus nombres. En Aguada, por ejemplo, llevaban los siguientes nombres: Camellito La Piedra, el Pozo de los Cocoyos y La Palma Larga, lances que eran usados por varias familias. Todos respetaban los sitios pues funcionaban con un sistema de turnos. Si un grupo familiar quería usar un lugar, ponía “a dormir el arte” en el sitio la noche anterior y al día siguiente realizaban su lance.
Recordando los viejos lances
M
e detuve en el negocio de efectos para la pesca de José Lorenzo en el pueblo de Rincón para entregar el primer número de Fuete y Verguilla, cuando empezaron a hablarme de los chinchorros.
sobre todo “los viejos lances” junto con los nombres de algunos chinchorreros. Aquí van algunos nombres recordados: La Catalana, Las Yerbas, El Bajo Blanco, La Puente, Córcega, Ensenada y La Laja.
¿Por qué los prohíben? ¿Por qué no los dejan, tal vez como atracción turística? Fueron las preguntas con las que me recibieron.
Un detalle de la conversación en el que mis contertulios parecían coincidir es que ya casi no hay áreas para trabajar los chinchorros en Rincón. Es decir, ya la playa no está y el fondo ha cambiado de tal manera que se han expuesto rocas que casi imposibilitarían el uso del arte en algunos de los sitios mencionados.
Israel Luciano Bonet e Israel Luciano Rosario, padre e hijo, ambos pescadores, comenzaron a recordar con nostalgia la pesca con chinchorros y