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Nuestras tortugas marinas
Por: Carlos E. Diez González y Michelle T. Schärer-Umpierre
Puerto Rico, como bien indica el nombre de nuestro archipiélago, es rico en biodiversidad. Las aguas marinas y oceánicas que bordean nuestras costas proveen un espacio donde convergen cientos de especies distintas, entre ellas, las tortugas marinas.
El Archipiélago de Puerto Rico, en la isla principal y en las islas adyacentes (Mona, Caja de Muertos, Vieques y Culebra), alberga cinco especies de tortugas marinas: el carey de concha, el tinglar, el peje blanco, la tortuga caguama y la tortuga lora. La caguama y la lora han sido avistadas en pocas ocasiones en las aguas y en las playas de Puerto Rico.
Cada una de estas especies posee cualidades particulares. En este artículo presentamos valiosa información acerca de las características de las tortugas, su hábitat y sus patrones alimentarios, reproductivos y migratorios. Por último, detallamos algunas de las amenazas para la supervivencia de estas especies, muchas de ellas provenientes de las actividades humanas.
Eretmochelys imbricata (carey de concha o “hawksbill”)
La tortuga carey de concha es una de tamaño medio. En su etapa adulta puede llegar a medir 90 cm (3 pies) de largo y pesar hasta 80 kg (176 lbs). La especie se caracteriza por tener un pico puntiagudo similar al pico del halcón (por esto se denomina hawksbill en inglés) con el cual se alimenta de organismos bentónicos que crecen en las superficies submarinas, como las esponjas y los corales, por ejemplo. Esta especie es de caparazón duro cubierto por un material de queratina. Al caparazón se le conoce como bekko en japonés o tortoise shell en inglés. Es de color ámbar y marrón, lo cual luce muy atractivo cuando se pule. El bekko se utilizaba para hacer arte y objetos lujosos tales como abanicos de mano, peinillas, diademas cajas ornamentales talladas y otros adornos como pulseras, anillos y coronas. Se ha usado, incluso, para hacer espuelas para los gallos de pelea.
La venta o tráfico de cualquier producto derivado de la concha del carey es ilegal hoy día porque la especie ha sido designada en peligro de extinción. Algunos artesanos han comenzado a utilizar el cuerno de vaca como substituto del bekko. No obstante, aún en algunos países la pesca del carey es legal aunque no es legal la venta de productos derivados de la concha. Estos países, como por ejemplo, St. Lucia, St. Kitts, Nevis, St. Vincent y las Antillas Británicas disponen de cuotas y periodos de veda para regular la captura de esta especie. A pesar de que esta pesca es restringida, la misma afecta la recuperación de esta especie en peligro de extinción.
El carey de concha habita solamente en aguas tropicales y subtropicales, principalmente en los arrecifes de coral. Los careyes adultos pueden migrar
cientos de kilómetros hacia otras costas (no cruzan océanos) para llegar a sus playas de anidamiento. En Puerto Rico, la temporada de anidación de la tortuga carey se extiende todo el año con un pico durante los meses de agosto a noviembre. Esta especie anida, principalmente, en playas pequeñas, angostas, con barreras de arrecifes de coral y con mucha vegetación costera, por lo que se dificulta encontrar sus nidos. Las playas de anidación más importantes para el carey en Puerto Rico se encuentran en: Isla de Mona, Humacao, Maunabo, Vieques y Caja de Muertos. Isla de Mona es el lugar más importante para la reproducción de la tortuga carey en Puerto Rico y segundo en el Caribe insular.
Durante el año 2012 se contabilizaron 1,975 nidos de carey de concha en todo el territorio de Puerto Rico, incluyendo 1,271 nidos en Isla de Mona. En Isla de Mona, se ha reportado una tendencia de aumento en el número de nidos. Desde 1989 hasta 2012, se ha detectado un aumento de casi cuatro veces más nidos. En 1989, se contabilizaron 250 nidos mientras que en 2012 fueron más de 1,200. En las últimas tres temporadas (2006-2011), se contabilizaron un promedio de 1,300 nidos que produjeron aproximadamente 119,000 neonatos al año. En Caja de Muertos y en Humacao, el número de nidos ha fluctuado significativamente entre temporadas. Entre Humacao a Patillas, por ejemplo, se reporta un rango de 60 a 250 nidos por temporada o el equivalente estimado de 20 a 78 hembras reproductoras. Este número se obtiene considerando que el promedio de puesta de la tortuga carey es de 3.5 nidos por temporada. Cabe señalar, además, que la Isla de Vieques tiene un número bastante significativo de nidos de carey con un estimado de más de 100 nidos por temporada.
El éxito reproductivo del carey de concha, por su parte, varía y está influenciado por las condiciones climatológicas ya que las tormentas pueden erosionar los nidos, las inundaciones pueden ahogar los embriones dentro de los huevos o las temperaturas muy elevadas pueden matar a las tortuguitas dentro del nido. El éxito de eclosión (neonatos vivos que emergen del huevo) que ha sido calculado para las playas de anidación más importantes es de 78%.
Tinglar adulto en su hábitat natural.
Dermochelys coriacea (tinglar, baula, tortuga laúd o “leatherback”)
El tinglar es la tortuga marina más grande de todas. Es la única especie que no tiene un caparazón duro ya que está compuesto de un cuero aceitoso que le permite comprimirse al bucear en busca de alimento. El caparazón del tinglar está formado por un mosaico de pequeños huesos los cuales poseen fisuras. Por ende, al momento de bucear, el caparazón se comprime o estrecha de tal manera que no colapsa ni se rompe. Además, el caparazón del tinglar no tiene los escudos sólidos que tienen las otras tortugas, sino una lámina muy fina de cartílago, parecida a una cubierta de cuero o piel, y por la cual en inglés se le conoce a esta especie como leatherback. Comúnmente puede llegar a medir de 165 a 180 cm de largo (5 a 6 pies) y pesar entre 400 y 500 kg (881 y 1,102 lbs). El récord de tamaño fue encontrado muerto en las costas de Gales en 1988 y pesó 916 kilos (2,019 lbs), midió 2.4 metros (8 pies aprox.) de largo de caparazón, medidos desde la nuca hasta la punta trasera del caparazón. El tinglar es una especie de tortuga marina altamente migratoria y pelágica, en otras palabras, habita principalmente en las aguas profundas del océano. Los tinglares solamente comen aguas vivas que encuentran en toda la columna de agua hasta entre 150 y 232 metros (492 y 761 pies) de profundidad. Estudios de telemetría satelital y recapturas indican que esta especie migra
Nombre científico Nombres comunes Nombre en inglés Nombre científico Nombres comunes Nombre en inglés Hábitat de adultosHábitat de adultos
Eretmochelys imbricataEretmochelys imbricata carey de conchacarey de concha hawksbillhawksbill arrecifes de coral Circumtropical (todos los océanos)arrecifes de coral
Dermochelys coriaceaDermochelys coriacea tinglar, tinglado, laúd leatherback tinglar, tinglado, laúd leatherback oceáno profundooceáno profundo
Chelonia mydasChelonia mydas peje blanco, tortuga verde green peje blanco, tortuga verde green fanerógamas marinasfanerógamas marinas
Caretta carettaCaretta caretta caguama, cabezona loggerhead caguama, cabezona loggerhead arrecifes de coralarrecifes de coral
Lepidochelys kempiiLepidochelys kempii lora, cotorralora, cotorra kemps ridleykemps ridley oceáno profundo Golfo de México y Océano Atlanticooceáno profundo
*Aunque no existen estimados de la población total estos números están basados en los números de hembras que anidan en las playas que se monitorean según informes y publicaciones recientes.
hacia el norte para alimentarse. Estudios realizados por la doctora Molly Lutcavage, de la Universidad de New Hampshire, durante 1998 y 2002, indican que tinglares marcados durante la anidación en las playas de Culebra y Fajardo han migrado al Atlántico Norte hasta Nueva Escocia, en Canadá, y han cruzado el Océano Atlántico hasta llegar cerca de las Islas Azores y al norte de Gales, Inglaterra.
En Puerto Rico, los tinglares llegan durante la temporada de reproducción la cual se extiende de febrero a julio. Esta especie prefiere anidar en playas arenosas, anchas y de alta energía (sometidas a mucho oleaje, con alta pendiente). Las playas del Corredor Ecológico del Noreste, en los pueblos de Fajardo y Luquillo, han sido las más importantes para esta especie en Puerto Rico, seguidas por las playas de Dorado, Culebra, Vieques, Humacao, Maunabo y Añasco. Se estima un rango de entre 500 a 1,200 nidos anuales en las playas incluidas dentro del Programa de Monitoreo del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y un rango de 24 a 129 tinglares anidando en una temporada. El promedio de puesta del tinglar es de 6.5 nidos por temporada. Para el año 2012 se contabilizaron 1,359 nidos de tinglar en todo el territorio de Puerto Rico, incluyendo el récord para la playa de Dorado con 339 nidos. La producción de neonatos de tinglar varía por temporada, pues depende de muchos factores climatológicos como, por ejemplo, las marejadas de tormentas, la cantidad de lluvias e inundaciones costeras y las temperaturas muy elevadas que pueden matar a los neonatos en el nido antes de la eclosión. Es posible estimar un promedio de 75% de éxito reproductivo en las playas más importantes de Puerto Rico y una producción estimada de 54,000 neonatos por temporada. Es importante destacar que, en años de marejadas fuertes, este promedio puede bajar considerablemente ya que las playas de anidación usualmente están expuestas al oleaje fuerte.
Al igual que las demás especies de tortugas marinas, el tinglar enfrenta las amenazas de falta de áreas de anidar y los impactos de las luces sobre las tortuguitas a la hora de encontrar el camino hacia el mar. Pero, además de las amenazas al hábitat de anidación, el tinglar sufre una alta tasa de mortandad en la industria de la pesca del alto mar. Los palangres y las redes flotantes de gran tamaño diseñadas para capturar peces espada, atunes y otros peces pelágicos ahogan a muchos tinglares adultos. La mayoría de estos muere ahogados ya que los palangres y las redes no les permiten llegar a la superficie a respirar. La ingesta de plástico y el enredarse con productos de este material, que a veces son muy parecidos a las agua vivas que ellos comen, les obstruyen el sistema digestivo y causan
DistribuciónDistribución Estimado de población* Playas de más nidos en PR Estimado de población* Playas de más nidos en PR
Circumtropical (todos los océanos) arrecifes de coral Circumtropical (todos los océanos) 22,900 22,900 MonaMona CircumtropicalCircumtropical 35,860 35,860 DoradoDorado CircumtropicalCircumtropical 88,520 88,520 ViequesVieques CircumtropicalCircumtropical 44,560 44,560 N/AN/A CircumtropicalCircumtropical 800,000 800,000 N/AN/A Golfo de México y Océano Atlantico oceáno profundo Golfo de México y Océano Atlantico 2,500 2,500 N/AN/A
la muerte de esta especie en peligro de extinción a nivel mundial.
Chelonia mydas (peje blanco, tortuga verde o “green”)
El peje blanco posee un caparazón duro y puede llegar a medir 120 cm (4 pies) de largo y a pesar unos 230 kg (507 lbs). Se puede diferenciar del carey de concha por su pico achatado que tiene una forma de sierra en la mandíbula con la cual corta las hojas de las yerbas marinas. El peje blanco es una especie con una amplia distribución geográfica que se reproduce en aguas tropicales y subtropicales, aunque también pueden alimentarse en aguas templadas del continente americano. Históricamente, en Puerto Rico, se reportaron varias playas de anidación para esta especie. Sin embargo, sus áreas principales de anidación han ido despareciendo. Son muy pocos los lugares donde, actualmente, se han documentado nidos. Algunos de estos lugares son: Vieques (400 nidos), Mona (20 nidos) y Humacao (2 nidos). En el año 2012 se contabilizaron 296 nidos de peje blanco en todo el territorio de Puerto Rico, incluyendo 274 nidos en la Isla Municipio de Vieques. Alrededor de Puerto Rico, existen importantes áreas de alimentación y de crecimiento para los juveniles y sub-adultos de esta especie. Los pastizales marinos compuestos de yerba de tortuga (Thalassia testudinum) son el lugar preferido de alimentación del peje blanco o tortuga verde. Una de las áreas de alimentación mejor estudiadas ha sido la Isla de Culebra, la cual fue designada como un hábitat crítico (al igual que las aguas alrededor de Isla de Mona) para esta especie.
El peje blanco enfrenta diversas amenazas entre las que figuran la falta de áreas de anidación, los impactos de las luces sobre las tortuguitas recién eclosionadas y los daños que las personas ocasionan en las praderas de yerbas marinas, principal fuente de alimento. Esta especie también muere en las redes y otras artes de pesca que no le permite llegar a la superficie a respirar. Todavía se consume la carne de esta especie en varias localidades alrededor del mundo y la caza afecta la recuperación de la especie. Por ejemplo, en lugares como las Islas Vírgenes Británicas, St. Kitts, Nevis, la costa de Miskito en
Nicaragua y las regiones indígenas de Venezuela y Colombia todavía es legal el consumo de esta especie.
Cabe señalar, además, que el peje blanco enfrenta la fibropapilomatosis, una amenaza que es única del peje blanco a nivel mundial. Esta enfermedad le causa tumores internos y externos y eventualmente le causa la muerte por falta de comida. La ingesta de plásticos que obstruyen el sistema digestivo y causan la muerte es otra razón por la cual esta especie se encuentra en peligro de extinción.
Caretta caretta (caguama, cabezona o “loggerhead”)
Esta especie posee un caparazón duro y puede llegar a medir 110 cm (3.6 pies) de largo y pesar de Puerto Rico. Los resultados de estudios de migración con transmisores de satélite así lo demuestran. Éstos las han localizado en las aguas al sur y algunos varamientos de tortugas heridas o moribundas. Recientemente se llevó a cabo un rescate de una tortuga cabezona o caguama por un grupo de buzos en la costa sur de Puerto Rico. Al percatarse de que tenía una línea de pescar de monofilamento enredado en una aleta delantera que le estaba causando una herida profunda ayudaron al DRNA a llevar a la tortuga al centro de rehabilitación en el Zoológico de Puerto Rico Juan A. Rivero en Mayagüez. Los veterinarios allí determinaron que el tejido del chambón (la aleta) todavía tiene posibilidades de recuperar la circulación y esperan poder liberar la tortuga tan pronto se normalice.
Foto: Pedro Padilla Tortuga caguama en los arrecifes de coral en el sur de Puerto Rico.
hasta 180 kg (396 lbs). Se caracteriza por tener una cabeza extremadamente maciza por los músculos que mueven la quijada los cuales son lo suficientemente desarrollados para fracturar los caracoles y comerse la carne del interior de los cangrejos, de los carruchos y de otros caracoles. La caguama está distribuida en todos los océanos del mundo, mayormente en aguas más templadas y se ve ocasionalmente en nuestras aguas. Esta es especie es más común en las costas continentales y no parece haber sido residente en Puerto Rico ya que no se han reportado nidos de la misma. Sabemos que ocasionalmente pasan por las aguas
Tortuga olivácea anidando en la playa.
Lepidochelys olivacea (olivácea o golfina “olive ridley”)
La tortuga golfina es de menor tamaño que las especies descritas anteriormente y alcanza unos 70 cm (2-2.3 pies) de largo de caparazón y hasta 50 kg (77-110 lbs) de peso. También es de caparazón duro con color de aceituna y habita aguas tropicales pelágicas durante la mayoría de sus vidas donde se sumergen hasta 150 m (492 pies) de profundidad para alimentarse de crustáceos tales como camarones y cangrejos, o moluscos y peces. Solamente llegan a las costas para anidar. El proceso de anidar de la
golfina es muy peculiar, se llaman arribadas. Ellas se agregan en aguas poco profundas cerca de las costas y llegan a tierra en olas de miles de tortugas a la vez. En el Océano Pacífico, arriban en las playas de Centro-América (Península de Osa, Costa Rica y Playa Potosí, México) al igual que en las costas de India. En el Océano Atlántico, se han reportado arribadas menores en Las Guyanas y en África. Esta forma de anidar las hace más vulnerables a las interacciones con artes de pesca ya que la densidad de tortugas cercanas a la costa permanece alta durante las arribadas.
Lepidochelys kempii (lora o cotorra “kemp’s ridley”)
Esta especie es muy parecida a la golfina. Se le nombró Lepidochelys kempii en honor a Richard Todas las especies de tortugas marinas antes mencionadas enfrentan amenazas naturales y otras que están asociadas con las actividades humanas. Entre las amenazas naturales se encuentran las tormentas y los huracanes que destruyen nidos en las playas y la depredación por animales costeros. Ciertas especies son más vulnerables a algunas amenzas que a otras. Por ejemplo, el tinglar es más propenso a caer en palangres y en redes que otras especies. El carey también es más vulnerable a la desforestación costera puesto que anida debajo de la vegetación. Además, la destrucción de ciertos hábitats, como los arrecifes de coral, afecta más al carey y la degradación de las praderas de hierbas marinas perjudica sustancialmente al peje-blanco.
Foto: WIDECAST Tortuga lora anidando en la playa.
Kemp, científico y conservacionista de las tortugas loras. Las loras son las tortugas marinas de menor tamaño y se estima que son la especie más amenazada de extinción ya que sólo queda una población adulta que anida entre en México y Texas, EUA. Estas tortugas no anidan en Puerto Rico ni se ven en nuestras aguas. Forman arribadas de anidación, de manera similar a la golfina, las cuales ocurren de día. Se encuentran amenazadas por la pesca de arrastre para camarón y la contaminación por hidrocarburos como lo fue el derrame del pozo petrolero Deepwater Horizon en 2010 en el Golfo de México.
Carey de concha con mordida de tiburón.
Asimismo, la etapa de crecimiento en la que se encuentran las tortugas determina su vulnerabilidad. Durante los inicios de su ciclo de vida en las playas y las costas, las tortuguitas son depredadas por otros animales marinos y costeros tales como aves, cangrejos, peces y pulpos. Cuando ya son adultas, las tortugas son depredadas por tiburones de tamaños mayores a éstas. Por ejemplo, el carey de concha y el peje blanco habitan en los arrecifes de coral y en las praderas de yerbas marinas donde los tiburones habitan. Cuando suben a respirar, las tortugas están vulnerables al ataque de estos depredadores desde las profundidades y a veces son tragadas enteras o
sobreviven al ataque (ver imagen arriba). Como resultado de las amenazas que enfrentan las tortugas marinas, se estima que solamente una de cada 1,000 tortuguitas llega a ser adulta.
A las amenzas naturales se le suman las antropogénicas, es decir, aquéllas causadas por los seres humanos. La degradación de los hábitats críticos, la deforestación costera, el desarrollo en la costa, la pesca incidental y la caza de tortugas para la obtención de su carne y/o el uso de su caparazón constituyen serias amenzas para la supervivencia de las tortugas marinas. A continuación, se ofrecen detalles de estas amenazas.
Degradación de hábitats críticos
Aunque todavía hay pesca furtiva y robo de huevos en las playas, la amenaza principal para estas especies es la destrucción y la degradación de sus hábitats críticos. El Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) define como hábitat crítico todo hábitat necesario para la supervivencia de especies vulnerables o en peligro de extinción cuyas características se dan únicamente en un área en particular. Se puede entender también como aquellos espacios necesarios para la alimentación y la reproducción de estas especies.
La degradación de los hábitats críticos se da como consecuencia del desarrollo costero que, a su vez, impacta los arrecifes de coral y las praderas de yerbas marinas y aumenta la contaminación del mar. Hoy día, las tortugas marinas no pueden anidar en muchos lugares por falta de acceso a la arena suelta en las playas, o mueren más de las que sobreviven por causa de las actividades antropogénicas (de los humanos). Las construcciones en la zona marítimo terrestre, los gaviones, los muros de protección, las verjas y las fuentes de iluminación artificial amenazan a miles de tortugas cuando intentan anidar o a las crías cuando tratan de llegar al mar.
Deforestación costera
La deforestación de la vegetación natural costera es una amenaza seria en los lugares donde aún hay anidación. Al eliminar las plantas costeras y sustituirlas por palmas de coco, pinos y otras plantad exóticas, las playas dejan de servir como hábitat propicio para la incubación de los huevos en el nido. Además, la vegetación nativa costera ayuda a conservar arena mediante la protección de las dunas y protege las playas contra la erosión. Las playas con bosques costeros proveen un amortiguador que reduce el alcance de las luces que desorientan a las tortugas recién emergidas del nido. Para garantizar el éxito reproductivo de las tortugas que nos quedan en Puerto Rico, necesitamos conservar las playas en su estado natural, esto es con accesos desde el mar, arena natural, vegetación costera y sin contaminación lumínica (oscuras). Esto es sumamente importante ante las amenazas latentes del cambio climático. Las tortugas tendrán que adaptarse a cambios en la temperatura de la arena que afecta la incubación de los nidos y el impacto más severo al hábitat de anidación, el aumento en el nivel del mar. Según se inunden las playas y costas del planeta las tortugas necesitarán otras áreas para anidar en lugares altos fuera del alcance del mar o su extinción finalmente se cumplirá.
Desarrollo en la zona costera
Las tortugas marinas se encuentran bajo amenaza por la reducción de lugares de anidar ya que se han proliferado las construcciones de condominios, casas, muros, carreteras y verjas en la zona marítimo terrestre. Los neonatos que emergen de los nidos en lugares habitados están bajo constante amenaza de la desorientación que les causan las luces prendidas durante la noche que es cuando buscan el camino desde su nido hacia el mar. Al desorientarse por la luz, éstos caminan hacia la carretera, hacia las casas en la playa y hacia lugares donde son depredados por los carnívoros (cangrejos, aves y hormigas). Las mascotas (perros y gatos) abandonadas en las playas también se han convertido en un problema serio pare esta y otras especies de tortugas en las playas de Puerto Rico.
Pesca incidental y caza de tortugas
Mar afuera las artes de pesca con redes, palangres o líneas y la pesca industrial con palangres y redes atrapa y ahoga a miles de tortugas marinas que han logrado sobrepasar las amenazas de sus estados más vulnerables en las costas. También, las redes y las líneas de monofilamento, los trasmallos y los chinchorros usados cerca de la costa atrapan a
las tortugas y esto no les permite respirar en la superficie. Existen métodos para evitar la captura y resucitar o rescatar las tortugas que son pescadas incidentalmente, como por ejemplo, las puertas de escape en las redes de arrastre (conocidos como TED o turtle excluding device, en inglés), los anzuelos circulares en los palangres y el uso de las redes durante periodos cortos de tiempo para que las tortugas respiren y puedan ser liberadas. Desafortunadamente, algunas personas todavía matan tortugas en la playa o en su hábitat submarino para luego vender su carne para consumo humano. Esta forma de pescar era muy común en todo el Caribe ya que las tortugas eran muy abundantes. Pero desde 1973, la pesca y la matanza de las tortugas marinas en los territorios de los EUA esta prohibida. Bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción federal (ESA, por sus siglas en inglés) es un delito tocar, atrapar, molestar, perseguir o poseer cualquiera de las tortugas marinas o sus productos ya sea la carne o cualquier parte del cuerpo incluyendo el bekko. En las zonas terrestres de Puerto Rico el Servicio de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés) tiene jurisdicción sobre los casos de las tortugas marinas y en el mar es el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas (NMFS, por sus siglas en inglés). Las multas por violaciones a las leyes federales y estatales de protección de especies en peligro de extinción pueden llegar hasta $ 50,000 por animal matado y puede incluir sentencias de cárcel de 1 año. El DRNA promulgó la Ley de Vida Silvestre de Puerto Rico (Ley 241 del 15 de agosto de 1999) la cual incluye el Reglamento 6766 protege las tortugas y sus hábitats por ser especies en peligro de extinción.
¿Qué hacer si encuentra una tortuga herida, desorientada o varada?
En caso de que encuentre alguna tortuga en peligro, varada o desorientada en Puerto Rico, debe comunicarse de inmediato con el DRNA para notificarlo y así poder activar el equipo de respuesta a emergencias de la División de Especies Protegidas del DRNA. Los números a llamar en el DRNA son 787- 787-230-5550 o 787-724-5700 en USFWS es el 787851-7297 y para NMFS es el 1-800-853-1964.
Conceptos importantes
eclosión – Salida de los neonatos del nido.
fibropapilomatosis – Virus parecido al herpes humano que está relacionado al sistema inmunológico de las tortugas verdes (peje blanco) y está asociado a la contaminación. Esta enfermedad provoca tumores que afectan la visión de las tortugas y les puede causar la muerte al no poder encontrar su alimento.
hábitat crítico – Todo hábitat necesario para la supervivencia de especies vulnerables o en peligro de extinción cuyas características se dan únicamente en un área particular.
neonato – Organismo recién nacido.
pesca incidental – Captura de un organismo que no es el blanco de pesca.
quelonio – Reptil que posee un caparazón duro que le cubre la espalda y el pecho y tiene aberturas para sacar la cabeza, las patas o las aletas y la cola. Las tortugas marinas son quelonios.
queratina - Proteína que constituye la parte fundamental de las capas externas de la epidermis de los vertebrados y de sus derivados como plumas, pelo, cuernos, uñas y caparazones a la que deben su resistencia y dureza.
telemetría satelital – Tecnología que permite llevar a cabo mediciones remotas (a distancia). En el caso de las tortugas, se les coloca un instrumento que permite medir sus movimientos y patrones migratorios. El aparato tiene una antena que, cuando las tortugas están en la superficie, la misma emite una señal y la envía a tres satélites que la recogen. El dato llega a una computadora en la cual se puede determinar la posición exacta (o casi exacta) del animal.
Amenazas para las tortugas marinas y formas de mitigación
Por: Carlos E. Diez González
¿Qué está ocurriendo con las poblaciones de tortugas marinas en el mundo?
La alarmante reducción de varias poblaciones de tortugas marinas ha llevado a que estas especies se encuentren mundialmente amenazadas o en peligro de extinción; en otras palabras, susceptibles a extinguirse en un futuro próximo o en riesgo de desaparecer debido a la baja extrema en los números de su población. Esta disminución se atribuye, principalmente, al gran número de amenazas antropogénicas (provenientes de las actividades humanas) que afectan a las tortugas marinas, como por ejemplo: la matanza de hembras que están anidando para la obtención de carne, el saqueo de huevos en las playas, la pesca furtiva e incidental, así como la destrucción y la degradación de las áreas de alimentación y de anidación de estas especies.
La pérdida y la degradación de las áreas de anidación representa también una amenaza para la supervivencia de las tortugas marinas. El crecimiento poblacional humano y el consecuente desarrollo urbano en la zona costera constituyen una tendencia mundial que pone en peligro a estas especies. Puerto Rico no es la excepción. El censo de 2010 refleja que el 56% de los habitantes (2,317,189 personas) del País viven en zonas costeras. A esta situación se le suman los múltiples usos que poseen las costas, entre los cuales se destacan las actividades recreativas y turísticas. Las condiciones de las playas en las que anidan las tortugas marinas—playas arenosas, principalmente—propician este tipo de uso. Por lo tanto, resulta común encontrar viviendas, hoteles, restaurantes, áreas de acampar y otras instalaciones recreativas en las áreas de anidación de estas especies.
Debido a esta situación, es importante establecer reglas que permitan el desarrollo de actividades recreativas y turísticas, pero que, al mismo tiempo,
Playa de anidación de tinglar en Ocean Park, San Juan.
garanticen el mantenimiento de las características del hábitat de anidación de las tortugas marinas. Cualquier actividad que se lleve a cabo en las playas de anidación que altere el comportamiento reproductivo de estas especies, ya sea directa (ej. molestando hembras que se encuentran anidando o removiendo huevos y/o neonatos) o indirectamente (ej. removiendo vegetación costera, arena, alterando la pendiente), podría considerarse como una amenaza contra estas especies. Esto se podrá penalizar bajo las estipulaciones incluidas en la Ley de Especies en Peligro de Extinción de los Estados Unidos (ESA, por sus siglas en inglés) y la Ley de Vida Silvestre de Puerto Rico (Ley DRNA-241 del 15 de agosto de 1999) la cual incluye el Reglamento 6766, que
Neonato de peje blanco de camino hacia el mar. protege a las especies vulnerables y en peligro de extinción en Puerto Rico.
Medidas de mitigación ante las amenazas y sus distintos niveles
Ante la diversidad de amenazas que existen en nuestras playas, se han tomado medidas de mitigación cuyo propósito es promover la recuperación y la conservación de estas especies. Las medidas de mitigación se implantan para intentar minimizar el daño ambiental causado por las actividades humanas. La mitigación, es decir, el proceso mediante el cual se disminuye el impacto de estas actividades, puede llevarse a cabo a través de acciones de prevención, control, restauración y compensación en y/o alrededor del área impactada. Existen, por lo menos, cuatro niveles u opciones de mitigación ante la amenaza de degradación de playas de anidación de tortugas marinas. Éstos son: 1) eliminar la amenaza; 2) reducir la amenaza; 3) relocalizar los nidos; y 4) no intervenir. A continuación, explicamos en qué consisten estos niveles.
Primer nivel: Eliminar la amenaza
Eliminar la amenaza es el nivel de mitigación más eficiente, pero a su vez el más ambicioso, ya que, en muchos casos, es muy difícil, y hasta imposible, de ejecutar y de controlar. Algunas amenazas, como la erosión natural por ejemplo (causada por huracanes o por fuertes marejadas), no se pueden evitar y, de existir medidas, serían económicamente costosas y hasta biológicamente dañinas, ya que las amenazas naturales forman parte del funcionamiento de los ecosistemas. Los huracanes son eventos naturales, pero sirven también para renovar los ecosistemas y acabar con algún tipo de plaga que esté creciendo en las raíces de un mangle, por ejemplo.
Segundo nivel: Reducir la amenaza
Reducir la amenaza es una opción viable ante las dificultades que se presentan al tratar de eliminar la amenaza. Con frecuencia, resulta imposible eliminar toda la iluminación en la costa, derrumbar todas las construcciones en el litoral o dejar de visitar la playa. Sin embargo, existen medidas para
reducir las amenazas, adaptar nuestras edificaciones para afectar lo menos posible a las tortugas marinas y cambiar nuestros patrones de conducta y la manera en que nos recreamos sin dejar de disfrutar de los recursos que la naturaleza nos ofrece. Más adelante, se ofrecen ejemplos específicos sobre cómo reducir las amenazas a las tortugas marinas.
Tercer nivel: Relocalizar los nidos
Los nidos pueden ser relocalizados por diversas razones; entre éstas las inundaciones por marea alta y la depredación por parte de humanos y animales. Para relocalizar los nidos, es necesario mover los huevos. Si esta tarea no es llevada a cabo por personal adiestrado, puede tener un efecto negativo sobre la población de tortugas marinas ya que, al trasladarlos, se puede alterar la proporción sexual de los neonatos—debido a los cambios en las temperaturas—y puede aumentar la probabilidad de mortandad.
Durante la temporada de anidación, las tortugas marinas anidan en más de una ocasión y construyen, intencionalmente, sus nidos en diferentes partes de la playa. Algunos investigadores indican que los nidos expuestos a la erosión son genéticamente más débiles que los puestos en zonas más altas o debajo de la vegetación. Por lo tanto, intentar relocalizar estos nidos podría tener un efecto negativo a largo plazo en la población.
Este medida, aunque es beneficiosa para los neonatos, no provee mecanismos para proteger a las hembras anidadoras, ni al hábitat en cuestión, por lo que se recomienda como última opción y cuando se tiene la certeza de que, si no se relocaliza el nido, el daño que sufrirá será inminente.
Cuarta medida: No intervenir
No intervenir es una opción de mitigación aunque esto implica dejar que la naturaleza siga su curso. Esta medida se recomienda ante amenazas naturales difíciles de manipular que pongan en riesgo la vida del mitigador. Ejemplo de ello son los huracanes. Si las condiciones lo permiten, se recomienda la relocalización del nido. Al llevar a cabo esta acción, se debe tratar de imitar las características del nido original, tales como la profundidad y el ancho, por ejemplo. Además es importante monitorear el éxito del nido relocalizado, es decir contar el número de huevos relocalizados vs. el número de neonatos vivos.
Albert y Raymond, miembros del grupo Chelonia, relocalizan los huevos de tinglar para maximizar su sobrevivencia.
Iluminación inapropiada que desorienta a las tortugas cuando eclosionan del nido.
Iluminación inapropiada que afecta los nidos cercanos a la estructura.
Iluminación apropiada porque la luz no llega a afectar los nidos de las tortugas marinas.
Amenazas más comunes y formas de mitigarlas
Las tortugas marinas enfrentan amenazas diversas. Éstas, en su mayoría, son causadas por los seres humanos. La iluminación artificial, la construcción de estructuras para contener la erosión costera, la creación de playas artificiales, la deforestación costera, la compactación de la arena y la basura en la playa figuran entre las principales amenazas para las poblaciones de tortugas marinas. A continuación, se explican, de forma resumida, los efectos de estas acciones antropogénicas, se muestra cómo eliminar y/o reducir cada amenaza—lo que corresponde a los primeros dos niveles de mitigación—y se ofrecen sugerencias de cosas que podemos hacer para procurar el bienestar de estas especies. Es importante recordar que las medidas de mitigación deberán ser planteadas individualmente para cada área, así como para cada especie de tortuga marina, teniendo en cuenta la biología y los requerimientos ecológicos de las mismas.
Coastal Roadway Lightning Manual
(Manual de iluminación para las carreteras costeras) http://www.latinamericanseaturtles.org/archivos/documentos/ coastal_lightning_manual.pdf
Leyes y reglamentos del DRNA
http://www.drna.gobierno.pr/biblioteca
Ley de Especies en Peligro de Extinción
http://www.nmfs.noaa.gov/pr/laws/esa
Sea Turtle Conservancy
http://www.conserveturtles.org/
WIDECAST
http://www.widecast.org
Remoción de arena en la zona costera.
Conclusión
La recuperación de las poblaciones de tortugas marinas depende, en gran medida, de los esfuerzos que las personas realicemos para protegerlas. Llevar a cabo cambios en la iluminación de las estructuras en la costa, evitar la deforestación, tener cuidado en el uso de los vehículos, seleccionar actividades recreativas de bajo impacto en las costas y recoger todas los objetos que llevamos a la playa son formas sencillas de colaborar con la protección de estas especies. El gobierno, las empresas y los desarrolladores también pueden aportar a la conservación de las tortugas. La planificación adecuada, previo a una construcción, ayudará a determinar si un área es apropiada para la edificación o no. Para ello, se debe estudiar cuidadosamente la zona en la que se decide construir y verificar si la misma es hábitat de las especies mencionadas. Las agencias reguladoras, por su parte, deben analizar cuidadosamente el impacto ambiental al momento de emitir permisos para los desarrollos propuestos. Asimismo, las organizaciones de base comunitaria, las escuelas y las universidades pueden trabajar a favor de la conservación a través de la investigación, la educación y la generación de sentido de pertenencia entre sus miembros. Todos y todas, educadores, agencias gubernamentales, organizaciones comunitarias, el sector privado e individuos particulares, por ejemplo, podemos contribuir al buen presente y a un mejor futuro para las especies que habitan en las playas de Puerto Rico.
Iluminación artificial
• Las hembras se desorientan cuando van de regreso al mar luego de anidar. • Los neonatos se desorientan en su camino al mar y, como consecuencia, se vuelven vulnerables a la deshidratación, la depredación y el agotamiento.
• Se deteriora el hábitat debido a la aceleración de los procesos de erosión. • El acceso de las tortugas a la playa queda bloqueado. • Las tortugas quedan atrapadas, de manera fatal, en las estructuras.
Creación de playas artificiales
• Ocurren cambios en la profundidad de los nidos, la temperatura y el nivel de compactación de la arena que alteran las condiciones apropiadas para los huevos. • Si la arena en la playa artificial es demasiado compacta, la tortuga no puede excavar el nido y se aleja de la playa.
Deforestación costera
• La deforestación provoca un aumento en las temperaturas de las playas lo que, a su vez, afecta la proporción de los sexos de los neonatos ya que el sexo se determina por la temperatura de incubación. • Si al deforestar, luego se reforesta con plantas exóticas tales como el cocotero (Cocos nucifera) y el pino australiano (Casuarina equisetifolia), se incrementa el nivel de compactación de la arena, el enraizamiento y la deposición de hojarasca que pueden actuar como trampas mortales para los neonatos cuando salen del nido y causar dificultades para las hembras que llegan a anidar.
Tránsito de vehículos pesados y vehículos tipo radiales (four tracks), cabalgatas y paso del ganado
• Estas actividades compactan la arena, afectan el camino de los neonatos al mar y alteran las condiciones que necesitan las hembras anidadoras.
Basura, equipos y objetos que las personas dejan en las playas
• Eliminar las fuentes de iluminación artificial durante los periodos de anidación y eclosión. • Cubrir, bajar o redirigir las luces. Este método es eficiente, pues evita que el resplandor de la luz llegue a la playa. • Cerrar las ventanas, utilizar cortinas durante la noche o alejar las lámparas de las ventanas. Esta medida se recomienda para casas, apartamentos, hoteles, negocios y luces interiores de edificios que quedan muy cerca de la playa. • Utilizar luces amigables para las tortugas marinas (turtle friendly lights) las cuales reducen la desorientación de neonatos y de hembras que estén anidando.
• Eliminar la construcción de estas estructuras en la playa o en zonas de dunas primarias. • Remover las estructuras localizadas en zona marítimo-terrestre. • Denegar los permisos de construcción de estructuras en la zona marítimo-terrestre. • Evitar la modificación de la vegetación costera.
• No crear playas artificiales en áreas de anidación. • Se recomienda construir fuera del área de amortiguamiento (buffer), la cual establece un mínimo de 25 metros de la marca del oleaje más alto (normalmente donde comienza la vegetación costera). • En algunos países, se han utilizado barreras de contención formadas por materiales naturales que se encuentran en la costa, como por ejemplo, ramas de palmas, cocos, troncos secos y trozos de madera. Estas barreras propician que se acumule suficiente arena, lo que, a su vez, permite gradualmente la reforestación con pastos u otra vegetación costera. • También, se ha tratado de reducir el oleaje y la erosión, colocando rocas en el agua que funcionan como arrecifes artificiales que absorben la energía que llega desde mar. • Crear la playa artificial como medida de reducir la erosión en una playa de anidación.
• Evitar deforestar la costa. • Se recomienda evitar la deforestación de por lo menos 25 metros de la línea de la primera franja de vegetación en la playa. También, se fomenta que se reforeste con plantas nativas, particularmente, aquellas preferidas por las tortugas marinas y que están presentes en áreas costeras cercanas a la playa que se va a reforestar.
• Evitar el uso vehicular, las cabalgatas y el paso de ganado durante las temporadas de anidación y eclosión. • Se recomienda que todo uso vehicular (incluyendo tetraciclos para patrullajes de tortugas), las cabalgatas y/o el paso de ganados se haga bajo el nivel de marea alta y durante horas del día. • Reducir la presión del aire de las gomas de los vehículos para minimizar el impacto de éstos sobre la arena. • Delimitar el área de los nidos con una cinta. Se recomienda un área de 5m2 para el tinglar y 2m2 para el carey y el peje blanco.
• Realizar limpiezas de playa con frecuencia. • Durante la noche, guardar todo el equipo de playa (ej. sillas). • Puede obtener información adicional sobre el control de las fuentes de iluminación artificial en el manual Conservación de tortugas marinas en Puerto Rico: Una guía práctica para las comunidades costeras y los usuarios de la playa, preparado por Lesbia L. Montero Acevedo,
Coordinadora de Educación del Programa Sea
Grant de la UPR.
• Evite la erosión reforestando con especies nativas de rápido crecimiento. Hágalo fuera del periodo de anidación, y tenga en cuenta la especie que anida en la playa.
• Cabe señalar que la playa artificial jamás tendrá las cualidades y características de una playa natural, y que el impacto hacia las tortugas y los neonatos aún no se ha podido determinar. • Al momento de reforestar una playa, se deben de considerar tres elementos principales: 1) época del año en que se va a reforestar, la cual se recomienda que sea fuera de los periodos de anidación, incubación y eclosión 2) la vegetación existente en la zona; 3) la especie que utiliza esa playa, la cual también determinará el tipo de vegetación, 4) así como la distancia, desde la línea de mayor oleaje, hasta donde se debe reforestar.
• En lugar de utilizar vehículos pesados, puede organizar caminatas con su familia y amistades y aprovechar la oportunidad para observar organismos, recrearse y ejercitarse.
• Recoja su basura antes de irse de la playa y coopere con las limpiezas que realizan distintas organizaciones. • Utilice los kayaks y las motoras acuáticas en lugares donde las tortugas no anidan.