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Proyecto ATMAR
La comunidad maunabeña al rescate de las tortugas marinas
Por: Luis Crespo
Todos los días, entre los meses de marzo a noviembre, voluntarios del Proyecto Amigos de las Tortugas Marinas (ATMAR, Inc.) patrullan las playas del pueblo costero de Maunabo en el litoral sureste de Puerto Rico. Durante los pasados once años, cumplen su misión con mucha pasión: evitar el saqueo de nidos y la matanza de tortugas anidadoras. Los “vela tortugas,” como les dicen algunos vecinos de la comunidad, son los protectores del tinglar y del carey, las dos especies que anidan en estas playas.
Más de 60 personas han participado de este proyecto que inició con cuatro voluntarios en el año 2001. Durante esa primera temporada, el grupo de voluntarios alcanzó los 32 miembros. Hasta el párroco de la iglesia católica del pueblo, y un ministro pentecostal, formaron parte del grupo durante varios años. El proyecto se inició a raíz de una charla ofrecida en el verano de 2000 por la educadora marina, Lesbia Montero, del Programa Sea Grant de la Universidad de Puerto Rico, institución que tiene un componente educativo en el Recinto de Humacao. En aquella ocasión, se mencionó que en Maunabo anidaban tortugas, pero el saqueo y la matanza de las mismas ponían en grave riesgo a estas especies en peligro de extinción. La falta de recursos económicos y de personal de la agencias, como el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés), no permitían proteger adecuadamente las tortugas y su hábitat. Montero le lanzó el reto a la comunidad: “ustedes son quienes mejor pueden proteger a las tortugas,” dijo. Aceptamos el reto; lo demás es historia.
Los requisitos para ser voluntarios del Proyecto ATMAR son: residir en Maunabo y tener un genuino interés en proteger las tortugas. Los voluntarios son adiestrados, al inicio de cada temporada, en temas como: biología básica de las tortugas marinas, el proceso de anidación de hembras de carey y tinglar, identificación de actividades de anidación como nidos, rastros e intentos de anidar y la manera en que deben proceder cuando encuentren tortugas que estén anidando o tortuguitas recién nacidas en la playa.
Los voluntarios recorren las playas en las primeras horas de la mañana, identifican y ubican el lugar de las actividades mediante marcas colocadas en la vegetación. Luego, se comunican con el líder para informar la ubicación. El líder del grupo visita todas las playas varias veces por semana y, utilizando un GPS, ubica los nidos informados y confirma el tipo de actividad. De esta forma, se evita el conteo repetido y la identificación incorrecta de la actividad.
En algunas ocasiones, es necesario relocalizar los huevos a otro lugar por razones como: su cercanía a la línea de marea alta, la vulnerabilidad del lugar a escorrentías e inundaciones provenientes de tierra y la alta probabilidad de saqueo. Entre los voluntarios, hay dos biólogos que fueron adiestrados y están debidamente autorizados para realizar la tarea.
Hasta el año 2009, durante las temporadas de anidación de tinglar, se efectuaban uno o dos patrullajes nocturnos. A partir de 2010, se patrulla constantemente durante las noches del pico de anidación entre los meses de abril a junio. El propósito de estas patrullas nocturnas es marcar las tortugas, tomar datos biométricos y verificar si estas tortugas fueron marcadas en algún otro lugar.
Aunque no hay datos precisos de anidación de tortugas en las playas de Maunabo, antes de 2001, se estima que casi la totalidad de las actividades de anidación eran saqueadas, y peor aún, todos los años se registraban matanzas de tortugas mientras anidaban. Una vez iniciado el proyecto se ha logrado reducir el saqueo en un 6%. Durante los años 2001 a 2006, no se registró matanza de tortugas, pero en 2007 se evidenciaron dos casos donde mataron tinglares anidando y una hembra de carey en 2010.
En promedio, 125 nidos de tinglar se registran por temporada, con una clara tendencia de aumento en la cantidad de actividades que se registran por año. Se puede indicar que hay una temporada alta (donde se registra la mayor cantidad de nidos) y, luego, una temporada con menos nidos de manera alternada. Los meses pico de anidaje para tinglar son abril y mayo. La temporada de 2011 fue una caracterizada por la gran cantidad de nidos de tinglar. Se contabilizaron un total de 199 nidos y hasta 9 tortugas anidando en una noche. Esto coloca a las playas de Maunabo como las segundas con la mayor cantidad de nidos de tinglar registrados en todo Puerto Rico.
En el caso de carey, el promedio de nidos es mucho menor que el de tinglar con tan solo 44 nidos promedio por temporada, lo que pone de manifiesto que dicha población está en mayor riesgo. El
Orientación y presentación de material educativo a la comunidad en la plaza pública de Maunabo.
pico de anidación para esta especie durante los meses de junio y de julio. En la temporada de 2011, se estableció un nuevo récord de nidos con 104, y también ocupó el segundo lugar con el mayor número de nidos de carey en la Isla. Como muestran las estadísticas, la población está aumentando y el trabajo voluntario rinde frutos.
Asimismo, cabe destacar que el grupo ha logrado generar un cambio en la comunidad. El mismo se ha alcanzado mediante un componente educativo, conferencias en instituciones tales como escuelas e iglesias, participación en programas radiales y televisivos, artículos en periódicos regionales y nacionales y presencia en la Internet a través de la página electrónica: www.tortugasmaunabo.com. Además, la comunidad ha observado que son sus vecinos y amigos, quienes se dedican a conservar las tortugas. En cierta medida, se percibe un sentido de orgullo comunitario, ya que “nuestras” tortugas son protegidas por nuestra gente. Esto ha llevado a que la comunidad se identifique, también, con la protección de las playas. Un ejemplo reciente de la identificación de la comunidad con las tortugas es un artículo publicado en el periódico regional La Esquina (enero 2012), cuyo titular lee: “De guajonales, tortugas y jueyes…todos tenemos un poco.” Cada año son más las llamadas que se reciben de personas para informar acerca de tortugas anidando, del nacimiento de tortuguitas o cuando hay tortugas en problemas.
Entre las proyecciones futuras que tiene ATMAR se encuentran: marcar mayor cantidad de tortugas, colocar un rastreador satelital a una tinglar y una carey, rotular las playas y visitar otras comunidades para estimularles a que se organicen para proteger sus playas y tortugas. ATMAR, por otra parte, ha comenzado a planificar una alianza con una hospedería costera, para ofrecerles charlas a los huéspedes y brindarles la oportunidad de participar en el patrullaje nocturno siguiendo el protocolo del DRNA. A cambio, la hospedería deberá tornarse más amigable con las tortugas al reforestar el frente de playa, reducir la iluminación hacia las playas y auspiciar el costo de un rastreador satelital.
Es necesario que más comunidades costeras, donde anidan tortugas marinas, ayuden a proteger las tortugas y las playas. Si usted reside en una playa en la que anidan tortugas y quiere formar un grupo, le podemos ayudar. Recuerde que más allá de la emoción de ver a las tortugas, éste es un trabajo a largo plazo que requiere seriedad y compromiso con la misión de conservación. Le invitamos a ser parte de estos esfuerzos y a contribuir con el bienestar de las tortugas marinas en Puerto Rico.
La voluntaria Hermelinda Morales se prepara para una presentación en el Faro Punta Tuna en Maunabo.