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Adolescente 5.0. María Elena García Romera

Adolescente 5.0

María Elena García Romera

Quiero pensar que lo merezco.

Pero claro, es que disfrutar de nuevo del amor, así, con mis 50 a la vuelta de la esquina y mi mochila de vida bien cargadita… se me hace raro.

Que se dice pronto, pero tengo dos enfermedades potencialmente mortales que han venido de la mano, y a la par que la pandemia, y se han cargado de un plumazo parte de mi historia pasada y futura.

Así que ahora me veo, de repente, envuelta en esa ilusión de adolescente, ese brillo en los ojos, esas “mariposas en el estómago” cuando sé que le vuelvo a ver y una sonrisa pintada en mi cara, que entre tanta incertidumbre sobre mi salud y mi futuro, me sorprende y me dejo llevar.

Vamos, que si yo misma me viera, desde el Yo de hace 2 años, me diría: - Oye, pareces una chiquilla enamorada, ¿es que te has echado novio? - Pues sí. Y feliz de la vida que soy. - Olé tú! Pero, escucha… ¿y se puede ser feliz teniendo como tienes esclerodermia con fibrosis pulmonar y cáncer de pulmón? - Pues sí. ¡Y mucho!, me digo.

Y es verdad. Porque si algo he aprendido con mis diagnósticos es que lo que vale es el “ahora” y disfrutarlo al máximo.

Disfruto de nuevo de los paseos cogidos de la mano. De los besos inocentes. De los besos con deseo. De las caricias. Del olor de su piel.

De las duchas juntos. Del sexo maduro. Del dormir abrazados. Del desayuno en compañía. De miradas cómplices. Y de risas, muchas risas. ¡Cuánta falta me hacían las risas y no lo sabía! Somos un par de payasos.

La esclerodermia ya formaba parte de mí cuando le conocí. Recuerdo perfectamente el día que me preguntó por ella y cómo afectaba a mi vida. Podría haber salido corriendo en aquel momento y no lo hizo. Le conté todo. Transparencia total, como suelo hacer siempre cuando explico lo mío.

-Por cierto, separada y con 2 hijos adolescentes.

Y no se fue.

A los pocos meses, algo cambia y mi cuerpo lo nota. En uno de los controles rutinarios de mi esclerodermia, encuentran un tumor en el pulmón. Más cansancio. Más dolor. Vertiginosa espiral de pruebas diagnósticas y ahí seguía él.

Acompañando. Aceptando. Apuntalando esta torre que soy yo para que no caiga durante a la batalla.

Risas, paseos, besos, sexo, caricias, duchas, desayunos. Tequieros.

Qué bien me vienen.

Los “tequiero” de verdad a veces no se dicen, se hacen.

Muchos de sus tequieros han sido un bizcocho de café, de plátano, de chocolate…

Arroces de verduras o pescado, guisos ricos…

O regalos sencillos: un retrato en acuarela lleno de color, una camiseta con mensaje, una taza para el desayuno que me encanta…

Son tequieros sencillos y sinceros.

Casi 500 km separan nuestros tequieros. Él vive donde yo paso mis veranos. Pero no importa, le tengo junto a mí a mensaje de Whatsapp. -Me darán quimio… -¡Vamos a ello! ¡Tú puedes!

Quimios. 3 ciclos, 3 meses. Carboplatino y vinorelbina. -¡Superadas! ¡Vengo a verte! Y él me espera y de nuevo esa ilusión de adolescente me recorre entera.

Y entre risas, paseos, besos, sexo, caricias, duchas y desayunos, hablamos: -Me operarán… -Te acompaño y te espero. -Habrá cicatrices… -Las besaré. -Siento miedo a no volver a verte… -Volverás. Y más fuerte que nunca. Habrás vencido y aquí estaré para celebrar contigo la victoria.

Qué bonito.

Hace sólo una semana que me han extirpado los ganglios mediastinos. Esperamos resultados de su análisis para poder programar la cirugía del pulmón. Mi tumor se encuentra en el lóbulo superior del pulmón izquierdo. Las quimios lo han reducido y adormilado. No tardaré en entrar de nuevo en el quirófano y me extirparán todo ese

lóbulo. Lo que me quede, pulmón derecho y poco del izquierdo, estará fibrosado por mi esclerodermia. Veremos cómo quedo…

Confío en que todo irá bien. Tengo unos doctores increíbles y un gran hospital.

Me espera una dura batalla, pero… por mis hijos, por mi gente, por mi amor cercano a distancia... por el lujo de la sencillez y el color de la vida... y sobre todo por mi adolescente interior; la que disfruta tanto de las risas, paseos, sexo, caricias, duchas y desayunos juntos y tequieros comestibles y deliciosos… sólo por lo feliz que soy en éste momento, a mis 50 años… saldrá bien y lo merezco. Estoy segura.

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