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Abrazo del baobab. Mari Carmen Romero Borrallo
El abrazo del baobab
Mari Carmen Romero Borrallo
Cierro los ojos y, como cada noche, intento conciliar el sueño. Doy más de una vuelta en la cama y al final es el cansancio el que me vence y me duermo.
Sueño con un árbol enorme, es un baobab con hojas de un color verde precioso. Es un árbol inmenso, repleto de hojas en movimiento. Me siento bien, estoy en calma y comienzo a caminar hacia al baobab.
A cada paso que doy, el árbol crece, se eleva un poco más y yo comienzo a elevarme también. Al mirar hacia abajo, veo que el suelo ha desaparecido, y cuando miro hacia arriba, las ramas del baobab comienzan a acercarse a mí, me rodean por completo y me abrazan. En ese momento, me doy cuenta que soy parte del árbol, ya no hay dolor, y respirar resulta tan fácil…
Hace 18 años me diagnosticaron una enfermedad rara autoinmune, una de esas enfermedades congénitas que afectan al tejido conectivo y que te cambian la vida por completo.
Recuerdo el día del diagnóstico como si fuera ayer, la cara del especialista mirando la pantalla del ordenador, su cara de asombro al mirar los informes, y recuerdo también cuando se dirigió a mí para explicarme todas las cosas que cambiarían a partir de ese momento.
Durante estos últimos años, he superado más de un brote, algunos más importantes que otros, y he aprendido también a caminar con la enfermedad. Yo siempre digo que ella es mi compañera de viaje, una compañera con la que tienes que lidiar quieras o no.
Prefiero conocerla bien, aunque es algo traicionera y siempre me sorprende.
Son muchas las veces que pienso en el árbol de mi sueño, me imagino que sus ramas son mis bronquios. Quiero liberarlos de la dureza que soportan con la enfermedad, quiero que me abracen como las ramas del baobab y que desaparezca el dolor.
Hay días que me cuesta tanto respirar que la medicación no es suficiente, entonces el abrazo del baobab es apretado y me ahoga.
En cambio, hay días en los que siento que me fundo con el baobab, que soy parte de él. Es entonces cuando abrazo la vida y vivo el momento.