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Aquella tarde que llovía. Carlos Miranda Fernández-Santos

Aquella tarde que llovía

Carlos Miranda Fernández-Santos

Siempre dejaba para última hora visitar a domicilio a Julián. No sé por qué, pero siempre lo hacía así. Creo que en el fondo pensaba más en mí que en él. Ya había terminado mi consulta y cuando llegaba a su casa me sentaba junto a él en la terraza donde mirábamos ambos hacia el horizonte y hacíamos comentarios irrelevantes sobre el tiempo o cualquier detalle sin importancia.

María seguía el procedimiento habitual y me ayudaba con la ropa, el pulsioxímetro, las gafas nasales, la bombona, aunque yo dilataba al máximo el momento de la exploración porque lo que realmente me apetecía era estar sentado junto a él y dejar pasar el tiempo.

Me relajaba su compañía después de una mañana tan larga.

Ese día, Julián tenía una expresión diferente. No era muy alegre nunca, pero su mirada se clavaba en la mía de forma diferente. Le apreté la mano con la mía y suspiró lo que podía.

Se acercaba lo que los dos sabíamos. Y estaba claro el pacto, ya no saldría de casa ni una sola vez más.

María nos trajo una cerveza muy fría que compartimos como tantas veces y Julián quiso chocar los vasos.

Pasó el tiempo de forma rápida sin ser conscientes de ello. Cuando me levanté para irme, le abracé sin apretar, no sea que se me notara, y en la puerta María tenía los ojos con lágrimas pero sin llorar. Solo le toqué el hombro.

Conducía sin estar en ello. Sentía un peso extraño sobre mi cabeza. La lluvia me ayudaba a estar pendiente. Cuando salí de la carretera principal hacia mi destino, orillé el coche, apagué el motor y estuve un largo rato con la mirada perdida pensando en todo y en nada.

Siempre me gustó la lluvia, desde que era niño, y en septiembre me anunciaba que el verano se acababa y debía abandonar la casa de mi abuela en el pueblo y volver a empezar. Pero ese olor a campo fresco, esa caricia en la frente que me provocaba el agua tan tenue que me mojaba, me hizo darme cuenta que había salido del coche y había comenzado a pasear bajo la lluvia sin pensarlo.

Julián no me hagas esto, espera un poco más.

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