Todo ello, naturalmente, requiere de un sofisticado sistema de cámaras y un monitoreo permanente. No es de sorprender que la sala de controles desde donde se establece para cada animal su ruta más idónea, supera con creces, en cuanto a número de los operadores, a la propia torre de control del aeropuerto. La cosa se explica porque los aviones se pliegan ciegamente al mandato humano, mientras que los animales tienen un comportamiento imprevisible. El hecho de que los operadores del paso de fauna se hallen trabajando a unos pocos metros de distancia de los aeroportuarios y de que, si bien con un material diferente, ambos grupos se ocupan al fin y al cabo de lo mismo, que es trazar un recorrido seguro para una clase de desplazamientos sumamente delicados, como es el de devolver al suelo un aparato de varias toneladas que flota en el aire, repleto de gente, y de regresar una bestia estresada a su hábiNo es de sorprender que la sala tat familiar, ha propiciado entre las dos agrupaciones cierto contagio lingüístico, que puede notarse de controles desde donde se esen frases de uso frecuente entre los operadores del tablece para cada animal su ruta paso de fauna, del tipo: «aterrizaje sin novedad de tres gacelas de Thompson en túnel F14» o «despe- más idónea, supera con creces, gue exitoso de hiena macho en túnel G4». en cuanto a número de los operaLa construcción de un paso de fauna tan extenso, dentro del cual los animales no tienen a la vista dores, a la propia torre de control la salida y se ven obligados a avanzar guiados solo del aeropuerto. La cosa se explica por su instinto, ha suscitado unos problemas inesperados. Me referiré a los dos más importantes. porque los aviones se pliegan El primero es que no se puede usar el mismo tra- ciegamente al mandato humano, yecto en doble sentido. Un rebaño de búfalos topándose en un túnel con otro rebaño de búfalos mientras que los animales tienen que viene en sentido contrario sería algo tan catas- un comportamiento imprevisible. trófico como el choque frontal de dos jumbos en el aire. Hubo, pues, que construir no uno sino dos sistemas de túneles separados, uno para cruzar de sur a norte, que se marcó con color rojo, y otro para cruzar al revés, que se marcó con color verde. Aun así, se presentó el problema de que un animal que cruza de sur a norte, o sea usando el recorrido rojo, a su regreso tenderá a usar el mismo recorrido, porque ya lo conoce, e ignorará el verde. Por lo tanto, hay que obligarlo a cambiar de idea. Para ello se propuso «encaminar» a los animales hacia la entrada correcta a través de un complejo sistema de fosos, alambrados y patrullaje humano. Sin embargo, además de muy caro y riesgoso, este procedimiento no garantizaba un éxito seguro. La solución, asombrosamente sencilla y barata, la proporcionó un cazador de la cercana tribu nómada orungu. El hombre pidió a los ingenieros que excavaran a la salida de ambos trayectos un foso de metro y medio de profundidad y dos metros de ancho. Explicó su idea. Los fosos representarían un obstáculo menor para los animales recién salidos de la red de túneles, pero un obstáculo al fin. Si no son obligados a ello, a los animales no les gusta saltar, ni siquiera a aquellos que están muy dotados para hacerlo, como gacelas y leopardos, sino que prefieren rodear un obstáculo antes que brincárselo. Así, ante aquel foso que se interpondría entre ellos y la naturaleza, vacilarían un poco, pero dado que vendrían de los túneles, estresados por aquella experiencia angustiosa, el foso no les supondría un impedimento infranqueable y, luego de un breve titubeo, lo superarían con determinación, dando un salto o, tratándose de animales de gran peso (elefantes, hipopótamos y rinocerontes), entrando y saliendo de él. Sin embargo, de regreso, los animales vendrían de la naturaleza, no de los túneles, y su situación mental sería diferente. Aquel foso les provocaría una incomodidad más aguda y no estarían tan dispuestos a cruzarlo a como diera lugar, teniendo a un lado la entrada libre del trayecto color verde. Al percibirlo como una verdadera barrera, optarían rápidamente por usar la otra entrada. Ilustración de Jimena Schlaepfer
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