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En camino hacia la soberanía tecnológica Antonio

Sola*

Si aún no lo queremos ver, tenemos un problema y es que, no por mucho negarlo, va a dejar de suceder. Desde tiempos inmemoriales, la tecnología ha incrementado exponencialmente su velocidad de implantación y los cambios que antes sucedían cada 30 años, ahora suceden cada dos o tres – o menos –, poniéndonos muy difícil que reconozcamos nuestro mundo en apenas un lustro.

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No hay nadie que pueda negarme la tecnología, como tampoco hay nadie que pueda rebatir que esta afecta a todas las esferas de la humanidad: políticas, culturales, sociales y económicas. Está de más decir que la tecnología de hoy tiene la capacidad de cambiar a golpetazos la forma en la que vivimos y nos organizamos como especie.

En este punto estamos cuando vamos avanzando casi sin darnos cuenta hacia la instalación de una inminente soberanía tecnológica, una soberanía que solo “hoy”, en el sentido amplio de la palabra, podemos, todos juntos, orientar hacia una implantación eficiente, responsable, altruista, cooperativa, colaborativa y compasiva, que tenga a la persona en el centro de ese universo.

¡Menuda situación! ¿Cómo abordar semejante gigante? Beto, un com- pañero de vida, siempre pone el símil sobre cómo se puede comer un elefante de 6.000 kilos, y la única manera de comerse algo grande es fileteándolo. Esta historia habla de empezar poco a poco, pero habla, sobre todo, de empezar tomándolo en serio.

En esta línea, este tema que abordamos hoy es de tal magnitud que muchos recurrirán al sistema como responsable de todos sus males; pero aquí incurren en un craso error. El problema no son los sistemas. El problema somos las personas porque somos nosotros los que configuramos los sistemas. Por eso, es imprescindible dar un paso al frente, intentar entender qué nos está pasando y generar esos cambios oportunos que aborden con soluciones temas como el hackeo de personas, la transformación tecnológica, el cambio de ser humano como estamos concebidos hoy o el de civilización. Si no lo hacemos, seremos atropellados por esta metamorfosis tan impactante como revolucionaria.

Hoy tenemos la posibilidad real de, como sociedad, tomar control de ciertas cosas para evitar que alguien dicte nuestro futuro por sus propios intereses. Debemos tener amplitud de mira y construir un futuro solidario. De otra manera, corremos el riesgo de no caer en el lado bueno de la balanza.

*Antonio Sola , es conocido mundialmente como “Creador de Presidentes” por las 16 victorias presidenciales conseguidas en países de África, América y Europa, Antonio es estratega y ha realizado más de 500 campañas electorales de todo tipo. Entiende que ganar es fruto de la ciencia, la técnica y el arte, y que no todos sirven para gobernar. Por eso, valora especialmente la dimensión ética de los candidatos con los que trabaja. Hoy dirige procesos en cuatro de los cinco continentes del planeta y está considerado dentro de los top 5 de los estrategas a nivel mundial. Antonio preside la Fundación Liderar con Sentido Común , nacida para ayudar a cerrar las grietas que nos dividen.

Eso sí, debemos navegar rápidos en estos mundos y es un tema que tiene que ver con la educación y con la detección de liderazgos que puedan ir sembrando para caminar hacia una intermediación distinta, porque la que tenemos ahora está muerta. Necesitamos una intermediación descentralizada y que nos permita, como ciudadanos, tener mayor control de lo que viene.

La tecnología, como tantas otras cosas, es buena si se usa para el bien, pero puede ser peligrosa si se usa para el mal.

Los Estados ya están utilizando la tecnología y este uso se irá incrementando durante los próximos 15 años, hasta que sea masivo. Es probable que la parte participativa llegue al final del proceso. Por eso, estos años son críticos para apreciar hacia dónde evoluciona cada uno.

¿Qué tenemos que hacer como ciudadanos? En primer lugar, estar alerta y ver cómo lo llevan a cabo. En segundo, educarnos. En tercero, ser valientes y participar en los procesos de cambio de manera activa. Es una responsabilidad de todos.

Actualmente se aprecian dos tendencias relacionadas con quién desarrolla la tecnología, es decir, si los Estados generan tecnología propia o si usan tecnología de terceros que puede ser abierta (conocimiento público) o cerrada (con registro).

En el caso de que la desarrollen ellos, estaremos ante un modelo que inevitablemente nos recuerda a China y a generar un gobierno autocrático. Es inevitable si los gobiernos crean su propia red y es que, para ellos, usar tecnologías de terceros supone un problema difícil de sortear.

En el otro lado, aparece el modelo en el que pareciera que está trabajando Europa al desarrollar su blockchain, en el que la mayoría de Estados integrantes de la Unión tiran de la red europea, aunque el trámite que estén realizando sea eminentemente nacional. Todo esto lleva nuestro imaginario hacia países con fronteras difusas hasta su propia desaparición como hoy las comprendemos.

Es importante estar atentos a cómo se configura esta lógica, porque, sin duda, los que lo hagan de forma compartida irán hacia una real implementación.

Por eso, termino con un llamamiento: no nos desvinculemos de nuestro futuro. La tecnología, a veces, nos parece difícil, árida, pero vivimos en ella. Entendámosla, actuemos. Es ahora. Es ya.

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