Ketty Serrano
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Tercera Edición Agosto de 2018 ©Ketty Serrano, 2013 Una Carta que Cambió mi Vida
Diagramación e Impresión KREO EDITORES CEL. 317 690 4650 www.kreoeditores.com Medellín Antioquia, Colombia. ISBN: 978-958-46-5365-9 Visítanos en nuestra web y haz tus pedidos www.catalogoshema.com CEL. 318 571 4172 info@catalogoshema.com Medellín, Antioquia, Colombia Impreso en Colombia Printed in Colombia Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su trasmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación y otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor.
Prefacio El ser humano, desde el pecado original, ha tenido la tendencia a esconderse, a no descrubrir su verdadero rostro, a ocultar su necesidad más profunda. Se ha escandalizado de sí mismo y ha querido cubrir su fragilidad con algunas hojas arrancadas a la higuera (Gen 3,1ss). Nuestra generación sigue, también hoy, buscando hojas para ocultarse, para no desvelar su profundo temor y la verdad que la martiriza. Las nuevas hojas no son aquellas que protejen los higos en tiempo de verano, sino unas nuevas, más sofisticadas, más acordes al vertiginoso cambio cultural que envuelve inevitablemente a todos los hijos de Dios. Nuestra sociedad
Prefacio
ofrece sin descanso ilimitadas formas y medios de ocultar la verdad del corazón, inmensidad de “hojas” difíciles de controlar, todas con el mismo fin: huir de la propia verdad; huir de lo esencial. Porque lo esencial duele. Duele mucho. Estas nuevas “hojas” del siglo XXI cumplen siempre la misma función de aquellas de la higuera: tapar, esconder, presentar un rostro que no se posee, promocionar la cultura de la aparicencia. Cuando una generación huye de su proprio rostro, pierde el testimonio; al perder el testimonio pierde la profecía; al perder la profecía, pierde la autoridad; y sin autoridad no hay transmisión de la fe. La Iglesia es transmisora de la fe porque tiene autoridad; tiene autoridad porque es profética; es profética porque vive lo que anuncia; y esto sólo es posible cuando se decide no esconder la profunda verdad de la existencia. Dios no puede entrar en comunión con quien se esconde, con quien tapa la verdad de su corazón, con quien huye de su proprio rostro. Sólo cuando el hombre tiene el coraje de lanzar lejos las “hojas” con las que intenta cubrir su fragilidad y su miedo, sólo cuando deja de hacer teatro y desciende al terreno de la transparencia, encuentra el Rostro del Dios Vivo, el Dios de los 4
Una carta que cambió mi vida
pobres, de los desnudos, el Dios del Corazón abierto… la Infinita Misericordia. He aquí la invitación de este pequeño libro, que es una joya de la experiencia larga y sufrida de una hija de la Iglesia Católica. Un camino lento de despojo y de amor, donde poco a poco se aprende a ser pobre, a ser creatura, a ser pequeño, a no huir del proprio rostro y a desnudar sin temor el corazón ante Aquel que ya lo conoce. Un camino no fácil, pero inmensamente liberador. Todos, tarde o temprano, debemos emprender este descenso a la verdad, a lo esencial, a la necesidad más profunda de la existencia… Todos, en algún momento de la historia, debemos hacer un alto en el camino para escribir una carta… una carta que brota de lo más hondo de la angustia… una carta que cambia la vida entera. Fray Basilio de la Anunciación.
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Contenido Prólogo ¡Ten claro qué es lo que quieres! ......................................... 13 ¡Necesitarás perseverar!......................................................... 23 No hay divorcio entre vida y fe ........................................... 35 “Dime con quién andas y te diré quién eres”................... 47 Primer paso ............................................................................... 57 Un auténtico encuentro con el Señor ................................ 63 Escribe tu carta ........................................................................ 75
Prólogo Una mañana mientras estaba en mi habitación orando al Señor, con el corazón partido del dolor, sonó el timbre y fui a la puerta. Era Lilia mi vecina del cuarto piso que me traía a regalar un pequeño folleto con oraciones. Ella había escuchado que la parejita de recién casados estaba buscando a Dios. Ese día experimenté la importancia de ser luz donde quiera que estemos, de preocuparnos por nuestros vecinos, de no tener miedo de tocar una puerta y escuchar un corazón necesitado. De dar de lo poco que tenemos, que puede llegar a ser todo para la otra persona. Lilia estaba prácticamente a punto de salir del condominio pues el apartamento estaba embargado y vivían una dura crisis económica, pero eso no le impidió
Prólogo
acercarse a su vecina y darle ayuda. Ella era una mujer de fe, oraba a diario rogando al Señor por su familia, por sus amigos, por todos. Nunca imaginé todo lo que esa visita podría hacer en mi vida y lo mucho que le agradecería a Dios por ese día. Ese folleto daba unas pautas para orar e invitaba a que le escribiéramos a Dios. Inmediatamente tomé unas hojas y un lapicero e inicié a escribirle mi carta a Dios. Escribí tres hojas por lado y lado que aun después de tantos años conservo. Recuerdo que al terminarla alguien me dijo “para qué pierde el tiempo con eso”, pero la respuesta de Dios fue inmediata y a partir de ese día mi vida ya no fue igual. Dios en su infinita misericordia me ha permitido conocer más personas que han experimentado lo mismo, personas que deseaban que sus vidas cambiaran, que querían casarse y tener un hogar hermoso, o un trabajo con éxito, o una empresa bendecida. En fin, cualquiera que sea su propósito Dios se los ha concedido. Muchas veces te preguntarás ¿Por qué estas personas alcanzan lo que se proponen y a mi vida 10
Una carta que cambió mi vida
aún no ha llegado la bendición? ¿Qué me falta? ¿Por qué a mí no?. En estas cortas líneas te entregaremos algunas experiencias que pueden ayudarte a iniciar un camino de conversión partiendo desde varios puntos de tu vida, solo dos cosas necesitas: Creer en Dios y tener decisión para iniciar.
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¡Ten claro qué es lo que quieres! Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. (Mt 6, 33)
¡Ten claro qué es lo que quieres!
Cuando Lilia salió de la casa, inmediatamente tomé ese folleto e inicié a leerlo con toda la atención del caso. Invitaba a la persona a escribirle a Dios una carta con toda el alma. Cuando terminé de leer encendí una velita e hice una oración para pedirle a Dios que me iluminara y escuchara mi carta. Al terminarla la leí y lágrimas salieron de mis ojos, pues los deseos más profundos de mi alma estaban allí. No se trataba de escribir una lista de mercado, ni de los electrodomésticos que me hacían falta, se trababa de pedir lo que realmente necesitaba o anhelaba en ese momento… mi conversión y la de los que me rodeaban. Recuerdo mucho que le pedí a Dios que pusiera en mi camino personas llenas de Él; laicos, sacerdotes y religiosas, y así fue, desde ese día he conocido gente maravillosa llena del Espíritu
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Una carta que cambió mi vida
Santo, personas en camino de santidad, almas que se esfuerzan a diario por vivir el Santo Evangelio. Personas comunes y corrientes que en su corazón el mayor deseo, es la eternidad bienaventurada, el cielo. Ese mismo día a las cuatro de la tarde me encontraría en un grupo de oración con otros vecinos con los que no hablaba mucho. Luego de salir de allí nos fuimos para mi apartamento y decidimos empezar a reunirnos para orar todos los sábados y hacer el rosario junto con la meditación del Evangelio, al grupo de oración le llamamos “El Jardín del Inmaculado Corazón de María”. Fueron uniéndose más vecinos a nuestro pequeño grupo de oración. El Párroco empezó a ir celebrarnos la Eucaristía en el Condominio y le pedí que fuera mi director espiritual. Muchos de esos vecinos hoy en día siguen las huellas de Jesús, algunos en Grupos de oración, otros en Comunidades de la Iglesia y con dolor debo decir que el sacerdote quien fuese mi primer director espiritual se retiró de su sacerdocio y ahora tampoco es creyente.
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¡Ten claro qué es lo que quieres!
Es grande el dolor que se siente cuando un amigo, hermano, padre o madre espiritual se alejan de la Iglesia, y más cuando fueron las personas que te abrieron las puertas a la vida en el Espíritu, al camino que conduce a la vida eterna. Pero también es importante ver todo esto alrededor, porque podemos llegar a comprender que nunca debemos sentirnos fuertes, sino todo lo contrario, entre más se camina, entre más se avanza, mayores son las tentaciones, mayores las tribulaciones, mayores las luchas a las que se enfrenta quien se ha decidido a ser Santo. Y es allí cuando se debe reconocer pobre, humilde, mendigo del amor de Dios, pues es solo por la misericordia divina que podemos avanzar, continuar luchando cuando tantos de los que venían con uno se han quedado en el camino, han decidido abandonar la lucha, o sencillamente se han cansado y se han acomodado. Un día hace poco mi hijo me preguntó: ¿Mami, cuándo vamos a comprar casa? Mi respuesta fue: hijo he visto que al estar en arriendo hemos tenido que cambiarnos varias veces de casa y el Señor nos ha utilizado para acercar mucha gente a Él, estoy agradecida con el Señor por esto, sigamos orando que el Señor tiene un sitio para nosotros, y será en el momento que Él lo decida.
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Esa respuesta me llevó a recordar lo que ha pasado con las personas que hemos conocido donde hemos vivido, sus experiencias, ver el proceso de conversión que han iniciado y notar como Dios ha obrado en la vida de tantas personas de formas diferentes, ¿qué hace que en unos sea más rápido que en otros?, ¿por qué unos sí y otros no? Realmente la respuesta a estos interrogantes está en la respuesta que le damos a Dios. En esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» Él le dijo: « ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» « ¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?» Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.» 18
¡Ten claro qué es lo que quieres!
Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos.» Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, más para Dios todo es posible.» (Mateo 19:16-21) Anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres… palabras tan grandes y tan profundas que van más allá de vender las cosas materiales, se trata de un morir a las posesiones, se trata de la libertad necesaria para quienes desean seguir a Jesús. ¡Muchos dirán pero yo no tengo nada!, pero si empezamos a escudriñar nuestro corazón 19
Una carta que cambió mi vida
muy seguramente empezaremos a encontrar muchas cosas que son apegos fuertes y que no queremos dejar para poder encontrar esa libertad que necesitamos para que Dios pueda obrar en nuestras vidas. Me he encontrado con hermanos de mucha oración con unos apegos tan fuertes a las personas, que sin darse cuenta las convierten en dioses y cuando les fallan, el mundo se les derrumba. El joven rico no pronuncia ninguna otra palabra luego de la respuesta de Jesús, y así nos quedamos en muchos momentos cuando el Señor nos pide que nos alejemos de algunas personas, hechos o acontecimientos que nos alejan de Él y nos conducen al pecado. Lo primero que hace el Señor es decir “Anda”, es decir, que nos pone en camino, nos indica que debemos avanzar. «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos 20
¡Ten claro qué es lo que quieres!
un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.» Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Juan 14, 1-6) Este es el primer paso creer en Jesucristo, creer en que él es todo lo que necesitamos, creer en todo lo que puede hacer en nuestras vidas, creer en su amor y en la historia de amor que tiene preparada para nosotros. Jesús es el amor más grande de la vida, es el novio perfecto, el esposo perfecto, el mejor amigo, el mejor padre, nos dio la mejor madre, mejor dicho, es todo para nosotros. Pregúntate si ¿vale la pena continuar con ese apego a esa persona que tanto dolor te causa y que no te ama realmente? Pregúntate si ¿el apego a las cosas que tienes te hace 21
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realmente libre o te esclavizan a ellas? Cuestiónate si ¿en realidad seguir empeñado en continuar esa relación que te destruye es lo mejor para tu vida? Son tantas las preguntas que debemos hacernos y tan sencillas las respuestas, que con tan solo empezar a mirar nuestra vida con los ojos de Jesús podemos vernos en realidad como somos y poder iniciar así un auténtico camino de seguimiento de Jesús.
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¡Necesitarás perseverar! Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará. (Mateo 24, 12-13)
¡Necesitarás perseverar!
He leído en varios libros que una de las claves para el éxito es la perseverancia, es una frase que también he escuchado a muchas personas pronunciar y es una frase que en la Palabra de Dios se repite. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará… Y realmente para el seguimiento de Jesús se necesita perseverancia. Para llevar una empresa al éxito se necesita perseverancia. Para encontrar la persona ideal y casarse, se requiere perseverancia. Perseverancia en la oración y en la acción. Una vez terminada mi carta a Jesús, inicié a caminar, y hasta ahora he necesitado de la perseverancia, pues muchas de las cosas que escribí ese día no se dieron de una vez, sino con el paso del tiempo y puedo decir que muy pocas faltan por cumplirse. Tal vez algunas no las podré ver con estos ojos,
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pero seguramente desde el cielo las contemplaré, con la ayuda de Dios. En la carta le pedía a Dios que pusiera personas muy llenas de él a mi lado y realmente las he tenido y las tengo, pero para poder llegar a ellas tuve que luchar, tuve que esperar, tuve que perseverar. A ese pequeño grupo de oración o jardín de flores para la Virgen como le llamaba, un día, dos meses después de escribir la carta, llegó una persona y me habló de unos frailes muy humildes y llenos de Dios. Que chévere poder ir al convento de ellos y conocerlos, pensé, e inmediatamente me puse en la tarea de averiguar su número y llamé tantas veces como fue necesario hasta que pude hablar con el Guardián y me dio el permiso de hacer un retiro en ese lugar. Jamás podré olvidar ese maravilloso día, alabo y bendigo al Señor por haberme permitido conocerlos y poder vivir tantas experiencias con ellos, pues son almas tan llenas de Dios que la verdad me quedaría corta al expresar todo lo que hacen por tantos y tantas, desde la pobreza, desde la humildad, desde la oración, desde una vida de entrega y sacrificio, desde una vida de 26
¡Necesitarás perseverar!
perfecta obediencia y observancia del Santo Evangelio. Ese pequeño convento de Frailes se llama “Ermita la Cruz” y es realmente un pequeño pedacito de cielo, es el sitio al que más me gusta ir, pues allí recargo baterías, es allí donde me lleno para venir a dar, es allí donde me siento libre, llena, en un gozo eterno. Fue entonces, cuando al llegar al convento vimos un fraile que estaba cuidando el jardín, arreglando las plantas, su nombre era Fray Luis María, un novicio, que hoy en día es el Guardián de uno de los conventos de los Frailes. Me acompañaban en ese retiro algunos integrantes del grupo de oración. El Fraile nos recibió y compartimos todo el fin de semana con ellos, allí conocimos otros hermanos que han dejado huella en nuestras vidas como Fray Oseas, quien desde siempre nos ha dado su amor fraterno y nos ha hecho sentir en familia. Ese pequeño convento está ubicado en medio de las montañas, muy sencillo, pobre y humilde, como sus frailes. Con una capilla pequeña, donde en ese silencio absoluto mi alma se elevaba a Dios. Cada vez que ellos oraban y nosotros participábamos de la oración. 27
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Verlos orar, trabajar, evangelizar, fue algo nuevo para mí. Pero también era tan familiar, era lo que le había pedido al Señor, era lo que había soñado. Esa madrugada, como a la una de la mañana, en medio del frío absoluto, sonaban las campanas anunciando que debíamos levantarnos para hacer la primera oración del día, llamada “maitines”, que terminaba con la exposición del Santísimo. Qué belleza, qué paz, qué intimidad con Dios, no había sueño, en mí había tanto amor ese día al sentir poco a poco que mi carta había sido escuchada por Dios. Esos tres días se pasaron tan rápido, que muy pronto volvimos con otros amigos. Luego con otros, luego con otros y así, hasta ahora que continuamos yendo a retirarnos unos días en sus conventos. Fue tan definitivo en mi vida el conocerlos, que ahora forman parte de nuestra familia, actualmente seguimos viajando a sus conventos con nuestros cuatro hijos y con nuevos invitados que quieren ir, que salen al igual que nosotros, enamorados de la comunidad. La perseverancia y la gracia de Dios me permitieron llegar hasta ellos, y hoy en día, no solo vamos a sus conventos sino que ellos, también vienen a nuestra 28
¡Necesitarás perseverar!
casa cuando van de paso, pues viajan en auto stop, debido a su voto de pobreza. Para nosotros ellos han sido y son una enorme bendición, pues como personas ya no somos los mismos, y nuestros hijos han crecido en un ambiente de oración y rodeados de gente que huele a Dios, respira a Dios y ama a Dios. Junto a ellos nace la segunda orden, que está conformada por las monjas, que viven su misma espiritualidad, a las que también conocimos y amamos, y por las cuales oro cada día al igual que por los hermanos. Doy gracias al Señor porque escuchó mi súplica, escuchó esa carta y me concedió inmediatamente aquello que tanto anhelaba. Sigo siendo una mujer débil, torpe e indigna, como escribo al pie de mi firma cuando les escribo a mis hermanos o a mi padre espiritual, pero por gracia de Dios también soy una mujer luchadora, que a pesar de todas las situaciones difíciles que he tenido que enfrentar no he desfallecido ni he dejado de levantar mis manos en oración para rogar al Señor y suplicar su misericordia para mí y los míos. Han sido tantos los momentos de dificultad familiar, de salud, económica, empresarial, en fin, por 29
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todos los frentes de la vida, que hemos tenido que enfrentar, pero ante todo siempre he creído que Dios está conmigo y que nos sacará de su mano. He conocido tanta gente tan buena, tantos que han tenido misericordia de nosotros, he sentido de cerca la muerte, he vivido las humillaciones, he llorado, he sentido la impotencia, la pobreza, el cansancio, la fragilidad, pero sobre todo la eterna fidelidad de Dios para quienes se deciden seguirlo, para quienes al igual que la Virgen María han dado su “SI” a Dios. Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
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¡Necesitarás perseverar!
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue. (Lucas 1, 26-38) Hágase en mí según tu palabra… Estas palabras son tan importantes en mi vida y en la vida de aquellos que anhelamos el Reino de los cielos, 31
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pues se reducen a lo que debe ser siempre nuestra respuesta, ya que solo Dios conoce y sabe qué es lo mejor para sus hijos, qué es lo que más nos conviene y cuál es el peso que podemos llevar sobre nuestros hombros. El cansancio llega, el dolor se hace cada vez más hondo y más fuerte, pero también la gracia nos acompaña, los ángeles vienen a nosotros y nos consuelan. En muchos momentos de dolor o cansancio han llegado personas a mi vida y con sus palabras me han confortado y me han animado a seguir, a perseverar, a continuar amando hasta el final. Los directores espirituales que el Señor me ha regalado han sido personas muy santas, a las cuales les debo demasiado y por los que oro siempre. Han sido claves en mi vida, en la toma de decisiones, y en mi vocación de esposa, madre e hija. Tú también le puedes pedir a Dios ese director espiritual que guíe tu sendero y camine contigo. Es tan importante con quiénes nos rodeamos, lo he llegado a comprender mediante la experiencia de 32
¡Necesitarás perseverar!
vivir cercada de personas que tienen sed de Dios, que le buscan y le aman. En este camino no todo ha sido perfecto. He encontrado personas también que exteriormente se ven llenas de Dios, pero cuando compartimos me doy cuenta que aunque luchan, realmente la carne los vence y no pueden ver, ni verse, pues la oración no se hace vida, son personas que oran y frecuentan los sacramentos, se llenan y llenan, pero “ jamás llegan a dar fruto”. Dios tenga piedad de mí porque es difícil que podamos vernos en realidad si no somos humildes y nos hacemos pequeños para poder escuchar y obedecer la voz del Espíritu de Dios que habita en nosotros. Roguemos al Señor su misericordia.
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No hay divorcio entre Vida y Fe En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda ĂŠl solo; pero si muere, da mucho fruto. (Juan 12, 24)
No hay divorcio entre Vida y Fe
La vida interior se debe hacer exterior. Francisco de Asís nos dice: Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9). El siervo de Dios no puede conocer cuánta paciencia y humildad tiene en sí, mientras todo le suceda a su satisfacción. Pero cuando venga el tiempo en que aquellos que deberían causarle satisfacción, le hagan lo contrario, cuanta paciencia y humildad tenga entonces, tanta tiene y no más. (Cap. XIII: De la paciencia) Estas son palabras totalmente ciertas. El vivir tantas situaciones difíciles hace que nos lleguemos a conocer mejor, hace que logremos bajar a las profundidades de nuestro interior y logremos encontrarnos con nosotros mismos, con nuestra vida y con la misericordia de Dios. 37
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En la carta le pedí a Dios que me uniera a Él muy fuerte, que mi mayor deseo era contemplar su rostro el día que me llamara a su encuentro. Las personas que el Señor ha dispuesto a mi lado han sido tan importantes en mi vida interior y para cada uno de nosotros el Señor dispone de ángeles que llegan a nuestra vida para llenarla de luz, para preparar nuestro camino y enderezarlo si se encuentra torcido. Lo importante es permitir que la luz del Espíritu penetre nuestro duro corazón, lo importante es doblegar nuestra voluntad que en ocasiones se resiste a ceder ante la acción de Dios, lo importante es desear con el alma la santidad, que Dios mismo se encarga del resto. La palabra dice: Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» (Mt 26, 41). En otro capítulo habla de las diez vírgenes: Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. (Mt 25, 2-4)
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No hay divorcio entre Vida y Fe
En este corto camino he visto cómo mi Señor cuida de mi alma, cómo respondió con amor a esa carta que le escribí con el corazón en la mano. Un día me dijo una monjita que estaba conmigo: -“Mi niña llénate de pequeños ayunitos”. Si vas por la calle y te dan ganas de comerte un buñuelo y tienes el dinero para comprarlo, no lo compres, ofrécele al Señor esta pequeña penitencia con amor y por amor. Ese consejo penetró mi alma y desde ese día el Señor me ha dado la gracia de ofrecerle pequeñas penitencias con amor y por amor. No sabía la magnitud y profundidad de aquel consejo que parecía tan pequeño, pero que en realidad es una hermosura, es una forma sencilla de unirnos a Jesús, pobre y crucificado. Él, siendo el hijo de Dios, se hizo pobre, vivió con limitaciones, pero fue feliz. Esa es la diferencia. San Francisco de Asís también nos revela de igual manera la felicidad de vivir sin tantas ataduras, la felicidad de la vida sencilla. En otra ocasión, llegó Fray Luis María a casa, cansado de su viaje todo el día en auto stop. Eran ya las once de la noche y le dije que si podíamos hablar un momento, o que si quería descansar y dejarlo para el día siguiente. Su respuesta fue 39
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contundente: Hablemos... de una vez, “para descansar ya tendremos el cielo”. No recuerdo exactamente ni de qué hablamos aquella noche, muy seguramente necesitaba que me ayudara con oraciones por alguna necesidad en mi vida o de algún amigo, o quizá, necesitaba un consejo. Pero jamás he olvidado esas palabras: “para descansar ya tendremos el cielo”. El ejemplo de una vida que va acorde a esas palabras ha hecho huella en mi vida y sé que en la de muchos. Ahora trato de pensar menos en que debo descansar, trato de ocupar bien mi tiempo, de servir más, de dar más de mi cada día, de entregarme, de amar más y mejor. Es una forma de negarme a mí misma, de morir para que otros vivan. Cuánto bien puede hacer escuchar a alguien, que se sienta escuchado, amado; o mirar a los ojos a quien te habla, con una mirada de atención, de dulzura, de Jesús acogiendo al necesitado, una mirada de amor fraterno. Hace poco el Señor me llamó a servirle durante tres años en una comunidad hermosísima y nueva en la ciudad. Mi celular timbraba desde las cinco de la madrugada y a veces terminaba a la madrugada 40
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del día siguiente. No puedo negar que mi hermano cuerpo se cansaba, se agotaba, pero mi corazón estaba lleno de gozo, lleno de amor, listo para continuar trabajando en la viña del Señor. Fueron tantas las historias que pude contemplar desde ese servicio, fueron tantas las almas a las que pude brindarles un abrazo, una mirada, un pan, un alimento, una palabra, un consuelo, un techo donde dormir, una cama, una oración, un sitio donde morir rodeado de amor y caridad, en fin, el Señor solo necesitó un “SI” de mi parte y de muchos para hacer una hermosa obra en cada uno. Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado. (Cantar 2, 16) En palabras más populares diría: Dios es para mí y yo soy para mi Dios, somos el uno para el otro. Ver cómo Dios está conmigo siempre, cómo me cuida, cómo sale en mi auxilio en todo momento es hermoso, saber que soy para él su niña, su esposa, su alma consentida es algo que me conforta, realmente es todo lo que necesito. Saber que solo Dios es y eso basta.
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Es por ello, que cada día debo cuidar esta relación de amor, cada día debo hablarle a mi Amado, cual enamorados, así es la relación de amor entre el alma y Dios. Al levantarme sé que debo buscarlo para saludarlo, en el día le cuento todo lo que pasa, le consulto mis cosas más importantes y lo veo presente en todo lo que sucede a mi alrededor, tanto en lo bueno como en lo que no lo parece. Hay momentos en donde todo parece brillar y todo sale muy bien, allí agradezco al Señor por su misericordia. Pero hay otros, en donde la luz se oculta y la noche llega, todo es oscuridad y la última estrella que brilla intenta apagarse como leí en el libro “En la Fosa del no-poder”. La súplica es lo único que el pobre tiene, que el alma tiene, la súplica y la confianza hacen que por dura que sea la noche, exista la esperanza de que la luz del sol que nace de oriente llegará. La misericordia del Señor no tiene límites definitivamente, pues no solo me dio personas muy llenas de Él, sino que puso en mi camino, personas que desean ardientemente la Santidad, personas que contemplan su rostro noche y día. El Señor me ha dado inmerecidamente padres espirituales que caminan en santidad. Su ejemplo, 42
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sus consejos y sus oraciones por mí han hecho que pueda escuchar la voz de mi Amado, que pueda correr a sus brazos, que desee ardientemente contemplar su rostro, no solo al nacer para la vida eterna, sino también aquí. Lo busco en mis hermanos, lo encuentro en el necesitado, en el que tiene hambre y sed, de pan y de Dios, lo encuentro en el pobre, en el enfermo, en el abandonado, en el que sufre. Es una unión íntima y sublime la que hay entre Dios y el alma, de Él viene todo y es él todo lo que necesitamos. Cuando la noche llega el alma ya no puede ver con claridad nada, se pierden todas las seguridades y es allí cuando el alma entiende que es Dios quien guía su vida. Muchos santos han experimentado estas palabras y es por esto que han entendido que solo la gracia de Dios es suficiente, que solo es Dios quien hace posible todo, que solo por la gracia de Dios llegaremos al Reino de los cielos. Podemos caminar en la vida y sentir que todo a nuestro alrededor es desolador. Cuando las cosas no te salen bien, cuando estas enfermo y en ruina, y te sientes solo, porque todos se marchan ó solo unos pocos se quedan a tu lado, algunos porque te 43
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aman y te ayudan hasta el final, otros para juzgarte y humillarte en el dolor. Este momento te exije que puedas ver en ellos el rostro de Dios. Un Dios que sufre en ellos, que necesita ser amado, conocer el amor, conocer al Amor mismo. Un Dios que te reclama misericordia y fidelidad. En estos momentos de la vida es donde se entiende la importancia de estar rodeado de personas llenas de Dios. En el corto camino que he recorrido, estas personas han sido claves para alentarme, para exhortarme, para prestarme su hombro para llorar, para escucharme, para amarme, para conocer la palabra “caridad” y experimentarla en mi vida. Doy infinitas gracias a Dios por el padre espiritual que tengo actualmente. El me ha enseñado un camino muy estrecho, y no señalándomelo con el dedo, sino recorriéndolo él mismo. Por el contrario de lo que muchos piensan de la vida espiritual, me ha enseñado a bajar, y bajar, y bajar. Cada día me conduce hacia la pequeñez, a la vida sencilla, incómoda, mortificada, donde no solo te incomodas, sino donde incomodas a muchos, porque buscas ser luz en la oscuridad, ser sal para dar sabor a la vida de todos los que te rodean, donde buscas ser menos para que habite en ti el más, que es Dios. 44
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Un día le pregunte: Padre mío, a veces te sientes como el “bicho raro” y me respondió: - No solo me siento así. Lo peor es que los otros me ven así. Nos sonreímos. Pero realmente es así, nos convertimos en el bicho raro en todos lados, por la forma como vivimos, por la forma como hablamos, incomodamos en donde estemos porque buscamos vivir conforme a la voluntad de Dios, y no como nos indica el mundo moderno. Donde debemos tener una cantidad de cosas materiales para ser felices, donde nos hacemos esclavos de las personas y las cosas, distrayéndonos del plan que Dios ha trazado para nosotros al darnos vida y en el que verdaderamente experimentaremos la alegría, la felicidad y el gozo, y la tan anhelada libertad de la que tanto he escuchado hablar a lo largo de mi vida.
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“Dime con quién andas y te diré quién eres” No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. (Lucas 6, 40)
“Dime con quién andas y te diré quién eres”
Cuanta responsabilidad cae sobre nuestros hombros si somos maestros de nuestros hijos, de nuestros compañeros de trabajo, de todos los que nos rodean. Cuando dirijo la mirada a Dios y veo en él un hombre que murió crucificado por amor, que vivió una vida pobre y sencilla, siendo él el hijo de Dios, pienso que mi vida no debe ser diferente a la de él, que debo vivir así, como él. Es allí cuando debo buscar obedecer a mi padre del cielo en todo, hacer su voluntad y hallar en ella mi felicidad. Un día escuché un dicho que dice: “las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran”, y de verdad que es cierto.
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Una carta que cambió mi vida
El Señor me ha regalado hasta ahora tres directores o padres espirituales, el primero ya no es católico, el segundo fue el primer sacerdote franciscano que conocí en la “Ermita La Cruz”, su nombre es Fray Pedro. De él tengo los mejores recuerdos, fue el guardián de ese convento y luego de unos años lo mandaron para otro convento en Africa. Aún hoy recuerdo su despedida. El último día que lo ví, me impresionaron sus palabras: - “Usted es la única de mis hijas que no está llorando” Le respondí que me hacía muy feliz ver cómo él enfrentaba esta obediencia. Él no quería irse para África, aunque es Francés, ama a Colombia y quería quedarse unos buenos años, pero luego del capítulo general de su Comunidad, le llegó la noticia que debía irse del todo para Tanzania. Fue una noticia no esperada, la verdad, pero la tomó con tanto amor que fue algo bello verlo obedecer con amor y por amor, marchándose, dejando todo, sus hijos espirituales, sus novicios, pues era el maestro de novicios, dejar todas las personas que amaba por seguir al amor de su vida, Jesús pobre y crucificado.
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“Dime con quién andas y te diré quién eres”
En la voz del superior Fray Pedro encontraba la voz de su Señor que lo llamaba. Otro día estaba sentada en la mesa con Fray Leonardo y le pregunté: ¿En cuál convento usted es más feliz? y me respondió: en el convento donde me mande la obediencia. Ver en quienes desean ardientemente seguir a Jesús, un gozo en hacer la voluntad de Dios es una bendición para todos, pues se pasa del dicho al hecho, de la soberbia a la humildad, del orgullo a la pequeñez. Cada vez que Fray Pedro venía a visitarme me traía un libro para leer y a veces más de uno. Cuando los Frailes aparecieron en nuestras vidas mi hijo tenía tan solo dos años, y ahora tiene catorce. Verlo en ese entonces, decirme: “Mami yo también me quiero confesar” fue una alegría muy grande. “Mami yo también quiero recibir a Jesús en la hostia”, “Mami yo quiero hablar con Fray Pedro así como tú”. Feliz, le conté al fraile y aceptó hablar con el niño. Desde ese momento ya no dirigía un alma, sino dos, la madre y su pequeño de tan solo cinco años. 51
Una carta que cambió mi vida
Le traía libros ilustrados de vida de santos, lo confesaba y lo dirigía espiritualmente, o le escuchaba. Nunca supe de qué hablaban por largo tiempo, pero daba gracias a mi Señor porque mi hijo a tan temprana edad ya sentía sed de Dios, debido a la importancia de encontrar en su casa una madre que sigue a Jesús. Lo mismo ocurrió con Catalina mi hija, su deseo de confesarse, de comulgar, de leer libros de Dios. Fue otro regalo maravilloso. Hoy en día, carga en su bolso del colegio un oracional infantil y el libro ilustrado de Santa Catalina de Siena lo tiene subrayado con las frases que más le gustan. Es hermoso ver la emoción con la que lo comparte cuando viene a casa alguna monjita. El Señor ha sido grande con nosotros. Nuestros hijos se han levantado en un ambiente de fe, de amor, de perdón. No solo nuestros hijos se han visto beneficiados con la vida de los Frailes y las Hermanas, sino también nuestros vecinos, amigos y familiares. Hay una frase que recuerdo con una sonrisa en el rostro: “Este hombre ha partido mi vida en dos, antes de hablar con él y después”. 52
“Dime con quién andas y te diré quién eres”
Por gracia y misericordia de Dios, al partir Fray Pedro debía pedirle al Señor me regalara otro padre espiritual que siguiera guiando mi alma. Rogué mucho al Señor por esta intención y llegado el momento le pedí a Fray Basilio fuera mi padre. El acepto. Este fraile, que si llegas al convento lo puedes ver salir con un sayal remendado y descalzo; flaco y con ojeras, es un hombre que ha decidido seguir al Señor. Y en ello ha puesto todas sus fuerzas. Hablar con él, escucharlo, verlo caminar, rezar, predicar, es como si estuvieras leyendo el Evangelio, trata de seguir las huellas de nuestro Señor con fidelidad. Cuando venía a nuestra casa, mis amigas y amigos me pedían que querían hablar con él. Ellos siempre me decían que no se demorarían mucho, que era cosa de cinco minutos. Luego de dos o tres horas salían diciendo: “Este hombre ha partido mi vida en dos, antes de hablar con él y después”. Con el tiempo, empecé a ver cómo sus vidas tomaban un giro y buscaban a Dios. Unos más rápido, otros más lento, otros volvían a 53
Una carta que cambió mi vida
acomodarse en sus vidas y dejaban de un lado la invitación a la conversión. Es una enorme gracia para mi ser su hija, ver cuán infinita es la misericordia de Dios, que después de pedirle en una carta que me regalara personas muy llenas de él, me permitiera conocer mil veces más de lo que pedí. Ver cómo mi vida empezaba a cambiar, junto con la de todos los que me rodeaban. En todo esto puedo ver cómo Dios teje historias alrededor nuestro, ver cómo Dios escribe historias de amor con nuestras vidas, donde nosotros somos el lapicero que se deja guiar por el escritor para redactar la historia que desea. Fray Basilio al igual que todos los hermanos, deja a su familia, sus bienes, sus títulos y se pone en camino. Desea ardientemente la Santidad, la busca, la súplica, se enamora de Dios. Al igual que Fray Pedro a Fray Basilio le llegó el momento de partir luego de un Capítulo General, que es una reunión donde se toman las decisiones de la Comunidad, deciden que debe irse para Italia, la noticia me tomó por sorpresa, pero así como 54
“Dime con quién andas y te diré quién eres”
con Fray Pedro veía en su rostro la felicidad de la obediencia, obediencia que cuesta pero que para éstos hermanos franciscanos es cuestión de ver en la voz del superior la voz de Dios. No puedo negar que después de su partida rodaron sobre mis mejillas las lágrimas en el silencio de la noche.
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Primer paso ¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero? - oráculo de Yahveh -. Mirad que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.. (Jer 18, 6)
Primer paso
La palabra habla que somos como arcilla en las manos del Alfarero, que está trabajando y desbarata la vasija para hacer una nueva. Es lo que el Señor ha hecho y sigue haciendo en mi vida, y es lo que quiere hacer en tu vida, por eso hoy te tiene leyendo estas cortas líneas. El Señor desea hacer una nueva vasija, desea que seas conforme a su voluntad, que seas perfecto, que seas santo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo. (1 Pedro 1, 14-16)
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Una carta que cambió mi vida
A veces vemos la santidad como algo inalcanzable, como algo exclusivo para las monjas o los sacerdotes, pero realmente es un llamado para todos. Es necesario que lo tomemos como un llamado y por tanto, demos una respuesta que lleve a una acción concreta. Hace poco me confesé con un Sacerdote que no conocía y me dijo “hija ponte tú misma la penitencia” quedé de una sola pieza, pues jamás me había dicho esto un padre. Entonces cerré mis ojos y dije, voy a amar hoy. El día de hoy que es lo único que tengo. Normalmente uno tiende a dejar para mañana las cosas y “solo tenemos el hoy”, dijo un día el padre Oscar, palabras que jamás olvidaré y que recuerdo con frecuencia en el día. “Solo tenemos el hoy”, no sabremos si el mañana llega. Pero el padre de la confesión me dijo: concretamente hijita ¿qué vas a hacer ahora que salgas de aquí?, Le dije que tomaría un cafecito con una amiga, porque estaba de visita en Bogotá. El padre me dijo: - La vas a amar HOY, es decir, vas a escucharla con atención, no vas a hablar tú. Vas a escucharla... cosa que me cuesta un montón, pero por amor a 60
Primer paso
Dios trato de hacer cuanto puedo y más de lo que puedo. Esa noche traté de escucharla, de entenderla y de hacer mía su alegría y de hacer mío su dolor. Fue una experiencia tan bonita, entendí esa noche lo que significa amar al prójimo. El prójimo es mi hermano, no es alguien lejano, no es mi amigo, es mi hermano. Dejarnos moldear del Señor es algo que duele, es quebrarnos a nosotros mismos, para nacer de nuevo. El Señor ha venido concediéndome lo que en la carta le escribí. Pero también puedo decir que hoy no soy la misma que escribió esa carta, pues Dios ha obrado en mi vida, Dios ha transformado mi familia, mi esposo, mis hijos, y la vida de mi mamá, la mujer que me ha enseñado lo que es el auténtico amor y servicio. Ella sufre de artritis degenerativa y me acompaña en la casa todos los días desde que me casé. Desde hace dos años no tengo a la señora que me ayudaba en los oficios de la casa y nos hemos dividido el oficio entre todos. Es duro, pero es tan bello poder 61
Una carta que cambió mi vida
con mis manos atender mi familia, hacer lo que me cuesta con amor y por amor. Hay un retablo en la cocina que dice “haced todo con amor” y está frente al lavaplatos, cada mañana cuando estoy lavando la losa, cuando levanto la vista lo veo y digo sí, todo con amor. Mi mamá me ayuda y jamás se queja de nada. Todo lo hace con amor y siempre ha sido así, sirve sin ningún interés, es una mujer sencilla, que dentro de su corazón tiene al Señor. El Señor nos lleva por sendas inexploradas, pero de su mano vamos victoriosos, así nos parezca lo contrario. Él tiene un plan perfecto para nosotros y la demora está en nosotros, en nuestra respuesta, en nuestra docilidad. El primer paso que debemos dar es nuestro “SI” al Señor. Luego de escribir mi carta, continuamente le digo “SI” al Señor en lo que me pide, y es bello ver cómo su respuesta conmigo siempre esta llena de misericordia y amor.
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Primer paso
No solo puso a mi lado Sacerdotes, Religiosos y Religiosas, sino también Laicos santos que han llenado mi vida del amor de Dios y me han ayudado a caminar. Un día estando en un convento de los frailes conocí una señora muy linda que tenía una librería católica, “ese era uno de mis sueños”, trabajar al 100% para Dios, poner mis talentos a su servicio y se lo había pedido en la carta. Esta señora me indicó todo lo que debía hacer para empezar, abandonar mi actual trabajo e iniciar una empresa donde el propietario era Dios. Uno de los contactos que me dió era Rocio Hoyos, una mujer con una voz dulce y encantadora, que tan solo con hablarte trasmite lo que hay en su corazón. Amor a Dios. Ella con su amor, su ejemplo, su oración y mucho más me ha ayudado a perseverar, a luchar, a continuar por llevar adelante la obra que Dios me ha confiado. Han sido muchos los momentos donde he hallado en ella la luz para continuar, una palabra de aliento para levantarme, una corrección para mejorar. Ella ha sido motivo de inspiración para mí, pues siempre he dicho que deseo ser una “Rocio Hoyos”, que la gente como dice Madre Teresa de Calcuta, al
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Una carta que cambió mi vida
verme no me vean a mi, sino a Dios en mi. Donde pueda ayudar con mis talentos a muchas personas desde la fe. Todavía no lo he logrado pero confío en el Señor y en su misericordia. Junto a esa petición que hice al Señor en mi carta de una empresa que trabajara 100% para él, se fue tejiendo una historia bellísima, una historia donde han llegado muchas personas buscando lo mismo, donde este sueño se hace uno solo, pues es el sueño de Dios, ver a muchos trabajando en la Evangelización. El Señor ha ido formando un equipo de trabajo maravilloso, gente tan talentosa, con un corazón tan bonito, donde el Señor se glorifica en medio de todos. Bendito sea el Señor!
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Un auténtico encuentro con el Señor Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. (Sant 2, 17)
Un auténtico encuentro con el Señor
San Francisco de Asís tiene su encuentro con el Señor justamente cuando se va a vivir con los leprosos. La madre Teresa de Calcuta, experimenta el amor de Dios cuando se va a Calcuta dejando su vida en el convento, aún si saber realmente qué era lo que Dios le pedía. Solo se puso en camino a la obra de Dios. A todos el Señor nos pide dejar algo, ponernos en camino, vender nuestras riquezas, nuestros apegos. Cuando dejamos de un lado lo material y buscamos con ansias lo espiritual, el Señor va poniendo todo en el camino, los medios, las personas, las situaciones, todo. Luego de esa carta que le escribí a Dios, todo se ha venido dando. Tal vez de la forma que menos
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Una carta que cambió mi vida
esperé, de la más dolorosa, de la menos esperada, pero tengo la certeza que Dios está obrando en mi vida, que todo lo que he tenido que vivir ha sido porque Él lo ha permitido y ha sido porque así lo ha querido. Todo por mi bien. Es muy fácil encontrar personas que oren, que frecuenten la Iglesia o los grupos de oración, pero es muy difícil encontrar personas que estén dispuestas a dejar sus comodidades por darles más a sus hermanos que pasan hambre y necesidades. El compartir durante tres años, cada domingo muy temprano en la mañana llevándoles un desayuno y el Evangelio a mis hermanos de la calle fue una gran bendición. Ver cómo Dios me hablaba a través de ellos. Era tan hermoso como me enseñaba, que puedo decir que aprendí mucho y los sigo haciendo. Ver cómo se cuidaban entre ellos, cómo eran personas con una historia de dolor inmenso que contar, cómo han perdido la esperanza, cómo nosotros los juzgamos y rechazamos. Con dolor notaba que cuando me los encontraba en la calle no me saludaban, ni siquiera me miraban a los ojos, me dolía, pero me dí cuenta que ellos no se fijan en ti, porque se sienten rechazados.
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Un auténtico encuentro con el Señor
Ver cómo algunos pocos se rehabilitaron y hoy están bien como mi hermano en la fe, Melquicedec, que cada día le pide al padre Orlando en su hogar de rehabilitación que ofrezca la Misa por mí. Es un regalo inmerecido. Siempre recuerdo sus ojos llenos de rabia y dolor el día que lo llevamos a la Fundación, cansado y muy enfermo me dijo: - ¡Me va a dejar morir como un perro! Esas palabras me taladraron el alma, fue como un grito que Dios me pegó para que despertara y lo llevara de una vez. “Melqui”, como le decimos de cariño, ha perseverado. Ha recaído, pero se ha vuelto a levantar y hoy está bien gracias a Dios. Es un ejemplo de perseverancia, porque luego de tres años y varias recaídas, sigue luchando, sigue de pie ante los hombres y de rodillas ante Dios. Hoy tiene una mirada más dulce y siempre lleva una camándula en su pecho, signo de oración y amor a la Virgen que tanto amamos. Melqui se puso en camino, escuchó el llamado a una vida nueva y lo aceptó, respondió y emprendió 69
Una carta que cambió mi vida
el camino, camino que no sabremos cómo termina, por eso hemos de perseverar hasta el final. Un día estaba trabajando en mi oficina cuando me dijeron la busca “May”, May es otro hermano mío de la calle a quien también amo profundamente, y por quien daría lo que no tengo para verlo rehabilitado. Bajé de mi oficina y estaba bien vestido con un vaso grande de jugo de curuba en leche. Le pregunté que qué había pasado, me contó que se había encontrado una plata en la basura y que había salido de la calle, que se había averiguado mi lugar de trabajo y que me quería agradecer por todo. Me dio mucha alegría verlo fuera de la calle, pero sabía que su drogadicción había que tratarla. No quiso ir a la Fundación y al poco tiempo le tocó devolver el dinero que se había encontrado. Tristemente volvió a la calle. Cuando paso por las calles del centro de Neiva siempre mi mirada lo busca y en el fondo desea no verlo allí buscando entre las basuras, sino verlo bien vestido, trabajando en otra cosa y recuperando su vida, sus hijos, su familia.
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Un auténtico encuentro con el Señor
Un día estando en el centro mientras me bajé a comprar unos cuadernos que necesitaban mis hijos, dejé a mi mamá y las niñas en el carro. May nos vió y al ver las niñas en el carro quiso darles un regalito, se acercó al carro y mi mamá asustada le decía que se fuera, mi hija Cata le dijo “no abuelita, nosotros lo conocemos”, les dio un flotador en forma de sapo inflable para piscina y se marchó. Me imagino que gastó todo lo que tenía en ese regalo, sin ningún interés a cambio. Solo por amor. Definitivamente hay tanto que aprender, hay tanto por dar, hay tanto por amar. Las personas siempre tienen algo bueno, por más malas que parezcan y como dice la palabra, “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rom 5, 20) Todo está en cuanto amor ponemos a lo que hacemos, cuanto amor le damos a los demás, cuanto estamos dispuestos a incomodarnos por el bienestar de quienes lo necesitan.
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Una carta que cambió mi vida
Los primeros sábados en la tarde era nuestro Taller de Formación, llegué corriendo unos minutos antes para arreglar el pequeño salón, que era la sala de la casa de paso. Empecé a acomodar la mesa con la imagen de la Virgen buscando que todo quedara bonito. Cuando de pronto sentí en mi corazón que Dios me gritaba que subiera a su otro altar. Era una cama en el segundo piso donde estaba un niño de trece años con un cáncer que lo estaba llevando a la vida eterna, su boquita sangraba y sin embargo al verme sonrió. Sentí un inmenso dolor, lo saludé y me quedé un momento con Él, pero mi corazón estaba que se partía en pedacitos. En la carta le pedí a Dios que me permitiera servirle, me lo había concedido, ahora estaba entre lo más pobres, sirviéndolo, pero no hacía mi parte, pasaba por encima del dolor de mi prójimo, todavía no me dolían mis hermanos. Esa palabra “ la fe, si no tiene obras, está realmente muerta”, retumba en mi mente. Le pedí al Señor me uniera a él, le pedí me regalara gente santa, le pedí acercara a mi familia a él, 72
Un auténtico encuentro con el Señor
le pedí me permitiera servirlo, y todo me estaba concediendo, pero aún mi respuesta no era tan profunda como se necesitaba. Debía ahora dejar todo y marchar para un nuevo camino, uno que toda la vida había soñado, uno que siempre había anhelado en mi corazón. Ahora era Francisco quien me llamaba, era Francisco quien me presentaba a doña dama Pobreza para que me desposara con ella, dicho en otras palabras San Francisco me llamaba a vivir una vida más sencilla, una vida donde día a día debía darme, entregarme, amar. Sin salir de casa, ni ir a ningún lado, sencillamente vivir bajo la observancia del santo Evangelio. Ahora el Señor, “mi amor” como le digo cariñosamente, me invitaba a seguirlo en una vida más pequeña y escondida, pero al servicio de todos. Aunque torpe e indigna, el Señor sabe glorificarse en quienes son la basura del mundo, para confundir a los sabios. ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.
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Una carta que cambió mi vida
Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor. (1 Cor 1, 26-31) Un día vino Fray Daniel a casa y escuché algo que hasta ahora apenas empiezo a entender “uno puede hacer un desierto espiritual estando en la ciudad, en medio del día a día” yo dije ¿esta cosa cómo es? ¡Y es cierto! Porque la paz está dentro de nosotros, no afuera, la guerra está dentro de nosotros no afuera. Cada quien da de lo que tiene como le respondí un día a mi hijo cuando me expresó:
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Un auténtico encuentro con el Señor
- “Mami si Cata sigue así yo tampoco le presto mis cosas” Le dije hijo, las cosas no son así, es cierto que está mal que ella no comparta contigo, pero tú debes compartir, porque siempre debes dar lo mejor, sin importar quién te lo pide, porque cada quien da de lo que tiene y en tu corazón esta Dios.
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Escribe tu carta Encomienda tus obras a Yahveh y tus proyectos se llevarรกn a cabo. (Prov 16, 3)
Escribe tu carta
El año pasado tuve la oportunidad de conocer a Diana una mujer que tenía el mismo deseo de vida, pero que ya no continúa en nuestra pequeña fraternidad. Dianita tiene un testimonio hermosísimo. Ella le escribió una carta a Dios pidiéndole un esposo. Tuvo que esperar varios años, guardándose en castidad, orando, frecuentando los sacramentos, visitando al Santísimo… Hasta que llegó el príncipe azul como se lo había pedido a Dios. Ahora vive un matrimonio lindo, tiene un hombre que la ama y al que ella ama. Contar su testimonio en estas cuatro líneas es realmente hacer un resúmen muy corto, el testimonio de Diana está lleno del amor de Dios. Es una historia de perseverancia, confianza, lágrimas y sobre todo de la infinita misericordia de Dios que
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Una carta que cambió mi vida
responde ante la confianza de un corazón fiel a su servicio. Las personas constantemente dicen que todos los matrimonios son iguales. Yo diría que no, que lo que pasa es que debemos pedirle al Señor nos regale la persona indicada para nosotros, para llevar un matrimonio en santidad y nos permita amar y ser amados. Dianita no escribió la carta y por arte de magia apareció el San José. No. Ella tuvo que esperar, tuvo que llorar, tuvo que cambiar, ser una mujer nueva, si quería un San José, ella debía ser una esposa digna. Hace poco le decía a un amigo que amo profundamente y por el cual oro todos los días de mi vida y lo haré hasta mi último respiro, que si quería una buena mujer a su lado se la pidiera a Dios, lo invité a escribirle una carta a Dios, que orara y sobre todo, que se preparara para recibirla. Él es un buen hombre, tendría todas las cualidades que una mujer esperaría encontrar, pero lastimosamente ha elegido mal. Aún no se ha casado, entonces puede encontrar un corazón para amar, una mujer que estoy segura Dios le concederá, pues siempre oro para que la encuentre y le suplico al Señor se la conceda. 80
Escribe tu carta
El Señor tiene mil formas de llamarnos, cada día inventa una nueva por amor a las almas, lo importante es que atendamos el llamado y decidamos seguirle, pase lo que pase, venga lo que venga y no desfallezcamos hasta el final. La carta que escribí en agosto de 2002, cambió mi vida. Hoy por gracia de Dios ya no soy la misma, ahora puedo verme y recordar este pasaje de la Biblia: Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesú s el Nazoreo y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!» Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios. (Lucas 18, 35-43) 81
Una carta que cambió mi vida
Me siento identificada con el ciego de Jericó, y he conocido a muchos que también se sienten igual, que al escuchar hablar de Jesús lo buscan, y en esa búsqueda aparecen quienes intentan apagar nuestro clamor, nuestro grito, pero es más fuerte nuestro deseo, es más fuerte el querer salir adelante, y nuestro grito sale aún más fuerte de lo profundo del alma y llega al corazón de Dios. Jesús se detiene, nos indica la palabra, y al igual que con el ciego de Jericó vuelve su mirada a nosotros, nos manda a llevar, ¿con quién? Pues con todos y todo lo que nos habla de Dios. Siempre hay alguien invitándonos a un grupo de oración, a una Misa de sanación, a un congreso espiritual, alguien que nos lleva un libro, una oración, alguien que nos escucha, que nos mira con amor, alguien que sin ser consciente tal vez, es enviado por Dios después de escuchar nuestro grito desesperado, que se ha convertido en lo que se llama una “auténtica oración”. Ahora en medio de mi sordera puedo escuchar la voz de Jesús: Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.» (Marcos 5, 41) 82
Escribe tu carta
Es entonces cuando entendemos la importancia de la fe, de continuar adelante sin importar que los demás intenten detenernos, la confianza en la misericordia de Dios y un corazón arrepentido y humillado. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.» (Juan 8, 10-11) ¡Qué palabras tan hermosas! ¡Llenas de tanto amor! El corazón me late con más fuerza y dolor cuando escucho estas palabras porque son para mí, y también para ti. “Tampoco yo te condeno”. El Señor lo único que desea es que nos volvamos a él, si vemos la vida de Magdalena en adelante fue un seguimiento de Jesús, se convirtió. No pecó más. Recuerdo también la mirada de mi padre espiritual, siempre con misericordia, sin importar cuán grave es mi falta, cuánto lejos pueda estar de Dios, me 83
Una carta que cambió mi vida
enseñó a confiar en la misericordia de Dios, me enseña cada día que debo vivir “día a día, piedra a piedra”, pequeños pasos, grandes finales, una vida en Dios se construye paso a paso. He podido experimentar este texto en mi vida, todo por la gracia de Dios. A lo que pedí aquella mañana en la carta, he recibido respuesta. He recibido siete veces siete, la misericordia de Dios y estoy segura la seguiré teniendo, porque el Señor dice: Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.» (Lucas 6, 38) Es por ello que trato de tener compasión y misericordia con todos. No puedo hacer otra cosa diferente que dar de lo que he recibido, pensando que algún día me encontraré con mi Amado Jesús y querré quedarme para siempre con él, y recibiré de lo que he dado, de lo que le he dado a mis 84
Escribe tu carta
hermanos. Soy torpe y débil, con frecuencia como dice San Pablo, siento el dolor de no hacer lo que debo: Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. (Romanos 7, 18-19) Sin embargo persevero. Hace unos meses tuve un sueño muy hermoso. Soñé que caminaba por una calle donde a lado y lado habían casas, veníamos caminando con un grupo de amigos, poco a poco ellos se iban quedando y yo continuaba solo con alguien a mi lado. De pronto, vi un frailecito con una barba blanca pasar muy rápido hasta llegar al final de la calle y pasar al otro lado. El se volteó y me miró. Yo le grité: ¿ QUE HAGO ?
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Una carta que cambió mi vida
Pues sentí que no avanzaba rápido. Levantó su mano y moviéndola con una camándula pronunció dos veces mi nombre y dijo: - “El rosario, el rosario”. En ese momento miré mis manos, entre ellas tenía una camándula blanca, que irradiaba luz. Entonces empecé a rezar y así pude avanzar más rápido hasta llegar al otro lado de la calle, que en ese momento comprendí, era el cielo y la vía que había recorrido era la vida terrenal. Mientras caminaba veía como salían personas de las casas y nos conversaban, los que se paraban a hablar se quedaban ahí y no continuaban; entendí que es lo que nos pasa en ocasiones, nos detenemos en charlas sin sentido, tan vacías y superfluas que perdemos nuestro valioso tiempo, y nos distraemos del plan de Dios. Veía como otras personas se quedaban admirando la belleza de las casas o carros lujosos que había sobre la carretera; entendí que son aquellas personas que se concentran en los bienes materiales y todos sus esfuerzos se concentran únicamente en ello, olvidando para qué habían sido creados. Para amar. 86
Escribe tu carta
Fue un sueño tan lindo que recuerdo como un regalo de Dios no solo para mí sino para todos los que lo han escuchado, pues cuando el Señor nos da algo, es para compartirlo, nada es propio, todo es de Dios. Unos días después viendo unas fotos de los frailes reconocí al frailecito del sueño. Era Fray Tomás. Ahora toma papel y lápiz, busca un sitio donde puedas estar en silencio, enciende una velita, haz una oración al Espíritu Santo e inicia a escribir tu carta, háblale de corazón a corazón, como a tu confidente, Dios te conoce y desea escucharte. «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? (Mt 7, 7-10)
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Una carta que cambió mi vida
Debemos pedir con la certeza que recibiremos lo que pedimos, si es la voluntad de Dios, recuerda desnudar tu alma ante Dios, hablarle con sinceridad y pedir sobre todo tu conversión. Recuerda que no es una lista de mercado, ni electrodomésticos, ni cosas materiales; no está mal pedirle, pero cuando se escribe una carta de amor, se escribe con dulzura y confianza, sobre todo con amor, de enamorado a enamorado, sin ningún interés diferente que permanecer en este amor para siempre. El Señor te bendiga y te guarde, El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga misericordia de ti El Señor vuelva hacia ti su rostro y te conceda la paz. El Señor te bendiga a tí, hij@ al escribir la carta que cambiará tu vida.
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