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4.2.2. Priorización de contenidos

El énfasis en la generalización como elemento esencial de la actuación competente supone asimismo trascender los espacios estrictamente lectivos y trabajar las competencias en otras situaciones, como los recreos, los comedores, las actividades extraescolares o cualquier otro contexto que el centro planifique con intención educativa. Ciertamente, las experiencias que pueden vivirse en el marco de las actividades lectivas son limitadas y por ello es preciso contar con otros espacios donde se plantean demandas reales, situadas, que formen parte de sus prácticas sociales, como analizaremos más adelante.

Contenidos como los competenciales exigen la utilización de metodologías más activas, y sabemos que el avance es más lento si las utilizamos. Esto nos lleva a la necesidad de priorizar algunos contenidos, ya que con todos no podemos.

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Es importante hacer esta priorización de contenidos antes de abordar cualquier innovación metodológica. ¿Cuáles deben ser los criterios empleados para esta priorización de contenidos? Puede ser muy útil el criterio proporcionado por Perkins en su libro La escuela inteligente (2009), que implica trabajar en un curso solo aquellos contenidos para los que sea posible realizar el ciclo de “retener, comprender y utilizar”. Si esto no es posible, el contenido debe ser trabajado en un curso posterior. Cuando decimos retención, estamos hablando de tener disponibles estos contenidos en la memoria a largo plazo para poderlos relacionar con los nuevos contenidos, y así poder hacer un aprendizaje lo más significativo posible. La comprensión significa haber hecho procesos de análisis, de síntesis y de evaluación de los contenidos trabajados. Por último, el uso del conocimiento se refiere a los aspectos más competenciales, es decir, a la utilización de los conocimientos para abordar nuevas situaciones y nuevos aprendizajes, para la resolución de problemas, especialmente aquellos que se dan en la vida cotidiana.

Otros criterios que también pueden ayudar en este proceso de selección de contenidos son los siguientes:

– Pensar en la importancia que un contenido puede tener en el futuro escolar del alumno. – Dar un carácter más instrumental a determinadas áreas. – Prestar atención a los contenidos más transferibles e interdisciplinarios. – Otorgar importancia a los aspectos competenciales y a los conocimientos de base por ellos requeridos. – Promover los aprendizajes profundos y no solo los superficiales.

Una vez finalizada la priorización de contenidos, es importante realizar esquemas y mapas con los contenidos priorizados en los que se muestren sus relaciones y el posible trabajo interdisciplinario, y elaborar una buena secuencia de contenidos. Para elaborar la secuencia de contenidos, pueden tenerse presentes los siguientes criterios:

– Las ideas del aprendizaje significativo, en especial de la memorización comprensiva, la significatividad desde el punto de vista lógico y psicológico y la funcionalidad de los aprendizajes. – La lógica interna de la materia ha de presidir la secuenciación, presentando en primer lugar aquello que se necesita para dar sentido a los conceptos objeto de aprendizaje. – Para secuenciar los conceptos, puede ser bueno ir de los más generales a los más específicos, mientras que para la secuenciación de los procedimientos es importante ir de los más simples o elementales a los más complejos. – Los intereses y la motivación de los alumnos pueden ser también una guía para la toma de decisiones. – Es importante escoger un eje vertebrador de la secuenciación. Normalmente este eje está formado por contenidos conceptuales o procedimientos. En ocasiones, las competencias pueden constituir un sólido eje para esta operación. También los contenidos actitudinales pueden vertebrar la secuenciación. – Podemos escoger un tipo de secuenciación en espiral, volviendo a tratar determinados contenidos, pero ampliando su profundidad e intensidad a medida que vamos avanzando.

Si procedemos así, es importante que en cada nivel queden claros los contenidos fundamentales, cuáles son de iniciación y cuáles son de repaso. Ello hará posible un uso más eficiente del tiempo escolar en la perspectiva de la etapa completa.

En esta priorización de los contenidos, dos cuestiones cobran especial relevancia: qué competencias y contenidos son imprescincibles, y la competencia digital.

a. ¿Qué competencias y contenidos son imprescindibles?

En ocasiones, por querer que nuestros alumnos aprendan lo más posible puede que dejemos de enseñar lo irrenunciable. Coll (2016) propone una diferencia entre básico imprescindible y básico deseable que puede ayudar en esta delimitación. Lo básico imprescindible abarca aquellos aprendizajes que, de no ser aprendidos, sitúan al alumno en desigualdad de oportunidades para seguir aprendiendo y para situarse en la sociedad como un ciudadano con plenos derechos y deberes. Sin embargo, esto no es todo lo que

queremos que se aprenda en la escuela. Sería deseable que cada alumno aprendiera lo más posible y que para ello se garantizaran las mejores condiciones para el aprendizaje.

Definir lo imprescindible es una tarea costosa desde el punto de vista didáctico y también emocional. Quien ha tenido la suerte de acceder al conocimiento y ha experimentado la satisfacción que produce comprender la realidad, se resiste a admitir que algunos de esos saberes no vayan a ser objeto de enseñanza. Sin embargo, no todo cabe en el currículo. El camino que las competencias dibujan debe ser una guía para seleccionar los contenidos. Tomemos como ejemplo la competencia comunicativa: si se quiere ayudar a que todo alumno finalice la educación obligatoria pudiendo expresarse, de forma oral y escrita, con propiedad, adecuación, confianza y disfrutando del mundo que la lectura y la escritura abren al ser humano, los contenidos que deben trabajarse estarán necesariamente vinculados a las situaciones de comunicación: audiencia, intención del autor, contexto comunicativo, recursos expresivos. La gramática será imprescindible en la medida en que permite al alumno expresarse mejor, no como un fin en sí misma.

La selección de los aprendizajes imprescindibles es una herramienta fundamental para atender a la diversidad. Ayudaría a combinar una respuesta común para todo el alumnado, sin limitar a quien quiera y pueda –en el sentido de capacidad de aprendizaje– aprender más. Para cumplir esta función, la tarea debe ser colectiva e incluir la secuencia de aprendizaje. Todo el profesorado, al menos de una etapa, debería compartir la definición de estos aprendizajes, cuya secuencia didáctica tendría que establecerse con claridad. Siguiendo con el ejemplo de la competencia comunicativa, habría que precisar grados de aprendizaje en distintos momentos de la secuencia: ¿Qué significa comunicarse con propiedad y adecuación en el primer curso de Educación Primaria y cuál debe ser el nivel de competencia al pasar a la Educación Secundaria Obligatoria? ¿Qué tipos de textos deberían poder escribir los alumnos en cada fase del aprendizaje?

b. Competencia digital

La escuela actual demanda una combinación equilibrada de enseñanza personalizada, centrada en el alumno, con trabajo cooperativo en red. Las TIC pueden ayudar a lograr esta combinación, partiendo siempre de la reflexión pedagógica. Como afirma Trahtemberg (2000), las TIC abren un campo insospechado para el aprendizaje e inevitablemente estarán en la escuela, pero:

“No lo harán como una vitamina mágica, cuya sola presencia reemplazará el currículo y mejorará los resultados educacionales, sino que requerirán complejos procesos de innovación en cada uno de los aspectos de la escolaridad, incluyendo el currículo, la pedagogía, la evaluación, la administración, la organización y el desarrollo profesional de profesores y directores.”

Por ejemplo, las TIC permiten configurar nuevos escenarios, ligando la dimensión colaborativa que propicia la web con un enfoque competencial, con tareas adaptadas a diferentes ritmos y estilos de aprendizaje. Además, las TIC facilitan la adaptación de la enseñanza a las características de cada alumno, permiten ajustar al máximo los apoyos individuales y posibilitan la atención a grupos específicos de alumnos. Más concretamente, las TIC ofrecen grandes oportunidades como instrumentos para la enseñanza y el aprendizaje, con nuevas posibilidades para representar, procesar, transmitir y compartir información, y también como herramientas mediadoras que hacen posibles nuevas formas de intervención pedagógica: acompañamiento de alumnos con dificultades, soporte para el diagnóstico inicial, instrumentos para la elaboración de secuencias de aprendizaje personalizadas, seguimiento de los procesos de aprendizaje del alumno a través de las huellas que deja en un sistema informático, contacto permanente con la familia en torno al progreso del alumno, etc. Es importante recordar, como insiste Coll (2006):

“No es en las TIC sino en las actividades que llevan a cabo profesores y estudiantes, gracias a las posibilidades de comunicación, intercambio, acceso y procesamiento de la información que les ofrecen las TIC, donde hay que buscar las claves para comprender y valorar el alcance de su impacto sobre la educación escolar, incluido su eventual impacto sobre la mejora de los resultados del aprendizaje.”

La competencia digital del alumno no debe confundirse con el mero manejo de la tecnología, ya que se refiere a su uso reflexivo y crítico. Como señalan Martín y Marchesi (2006):

“Desde la perspectiva de alfabetización básica, la enseñanza de las competencias relativas a las TIC debe tener como objetivo que los alumnos, como futuros ciudadanos, no sean meros consumidores de estas tecnologías, sino que sus conocimientos les permitan usarlas para dar respuesta a sus necesidades y producir nuevos conocimientos. Se trata de hacer de los alumnos personas que controlen estas potentes herramientas en vez de ser controlados por ellas.”

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