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7.1.3. Modelos que incorporan la formación del carácter
la innovación basada en la tecnología. Se parte de una autoevaluación del nivel de integración de las TIC y de su impacto en las prácticas innovadoras, a partir del cual se dibuja un escenario de modelo de clase del futuro. – Creación de un guion pedagógico para el aula del futuro, que permita expresar la visión del cambio en cada centro educativo, anticipándose a las tendencias en la sociedad, la educación y la tecnología. – Diseño de actividades pedagógicas innovadoras, que incluyan las ideas innovadoras de la visión del cambio en un contexto realista y práctico. – Evaluación de la innovación en el aula, a través de “proyectos piloto” que permitan evaluar las ventajas y los inconvenientes de las actividades pedagógicas desarrolladas.
a. La dimensión del carácter
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Los modelos presentados anteriormente ponen el foco en las habilidades y competencias, pero dejan en segundo plano el desarrollo del proyecto vital del alumno (una cita atribuida a Skinner determina claramente la importancia del proyecto vital: “La educación es lo que queda cuando olvidas todo lo que aprendiste en el colegio”). En este sentido, el Center for Curriculum Redesign, de Boston, propone un rediseño profundo del plan de estudios, y ofrece un marco completo en las que considera las cuatro dimensiones de una educación (Fadel, Bialik y Trilling, 2016) –conocimiento, habilidades, carácter y metacognición–:
– El conocimiento debe lograr un mejor equilibrio entre los temas tradicionales y modernos, así como la interdisciplinariedad. – Las habilidades se relacionan con la dimensión del conocimiento: creatividad, pensamiento crítico, comunicación y colaboración. – Las cualidades del carácter describen cómo uno se relaciona con el mundo y se comporta en él: mindfulness, curiosidad, coraje, resiliencia, ética y liderazgo. – Por último, la metacognición fomenta el proceso de autorreflexión sobre el propio aprendizaje y ayuda a construir las otras tres dimensiones.
La educación del carácter tiene que ver con la adquisición de fortalezas, virtudes y valores, la capacidad de hacer elecciones sabias para una vida plena, y la capacidad de contribuir a una sociedad más justa. Conecta con una visión de la educación clásica, cuyo objetivo era cultivar en los alumnos confianza y compasión para que sean aprendices eficaces, contribuyan a sus comunidades y sirvan a la sociedad como ciudadanos éticos. Dentro de los retos del siglo xxi, la educación del carácter asume el nuevo objetivo de cultivar en los alumnos la capacidad de actuar como ciudadanos globales, a través de un sentido de la responsabilidad ética y personal que les faculte para tomar decisiones adecuadas en un mundo globalizado (Bialik, Bogan, Fadel y Horvathova, 2015).
b. La mirada holística de Fullan
Las investigaciones de Michael Fullan tratan de transformar los focos aislados de innovación educativa en cambios amplios y holísticos, es decir, en la totalidad de cada sistema. Una aportación muy significativa de Fullan es su comprensión del sentido del cambio y de su complejidad, así como su convicción de que el “propósito moral” –el para qué– es un aspecto crítico del cambio que no se puede desligar de la propia gestión del mismo (Fullan, 2002).
Fullan considera que hay tres nuevas fuerzas que están convergiendo para abrir el camino a nuevas posibilidades de aprendizaje (Fullan y Langworthy, 2014):
– La primera fuerza son las nuevas pedagogías, que representan las nuevas asociaciones para el aprendizaje entre estudiantes y docentes, e incluyen tareas de aprendizaje en profundidad y el uso generalizado de recursos digitales. – La segunda es el nuevo liderazgo para el cambio, que fusiona dinámicas desde arriba hacia abajo, desde abajo hacia arriba, y transversalmente, para generar un cambio más orgánico y que se propaga más rápidamente. – La tercera fuerza es la nueva economía del sistema, que permite que las herramientas tecnológicas y los recursos de aprendizaje que aceleran las dos primeras fuerzas sean más asequibles para todos.
Las nuevas pedagogías son potentes modelos de enseñanza y aprendizaje, facilitados y acelerados por herramientas y recursos digitales. En palabras de Fullan (2013), las nuevas pedagogías requieren que los estudiantes creen nuevos conocimientos y los conecten con el mundo mediante el uso de potentes herramientas digitales. En las viejas pedagogías, la
tecnología sirve básicamente para comunicar contenidos curriculares y reforzar su aprendizaje. En las nuevas pedagogías, la clave es la calidad pedagógica, es decir, las estrategias de enseñanza y aprendizaje y la capacidad del docente para formar asociaciones con los alumnos en torno a los objetivos de aprendizaje. En este caso, las tecnologías no se emplean para facilitar el suministro y consumo de contenidos, sino para permitir que los alumnos apliquen sus soluciones a problemas reales, más allá de los límites de su centro, es decir, para utilizar sus conocimientos en el mundo.
El objetivo de las nuevas pedagogías es lograr lo que Fullan llama el aprendizaje profundo, esto es, un aprendizaje que desarrolla la disposición natural humana para aprender, crear y hacer cosas que realmente generan cambios positivos en nuestra vida y en el mundo. La tecnología ofrece a los alumnos la posibilidad de dirigir su propio aprendizaje y de aplicar sus conocimientos en el mundo exterior a la escuela, por lo que el aprendizaje profundo se define como “la creación y utilización de nuevos conocimientos en el mundo” (Fullan, 2013).
Las actividades de aprendizaje se rediseñan, pues, para proporcionar a los estudiantes experiencias reales a través de herramientas y recursos digitales que les permitan desarrollar y evaluar las habilidades clave para el futuro:
– Educación del carácter: honradez; autorregulación y responsabilidad; trabajo duro; perseverancia; empatía para contribuir a la seguridad y al beneficio de los demás; autoconfianza, salud y bienestar personal; habilidades para la carrera laboral y para la vida. – Ciudadanía: conocimientos globales; sensibilidad y respeto hacia otras culturas; participación activa en la resolución de problemas de sostenibilidad humana y ambiental. – Comunicación: capacidad de comunicarse eficazmente en forma oral y escrita y con una variedad de herramientas digitales; capacidad de escuchar. – Pensamiento crítico y resolución de problemas: capacidad de pensar de manera crítica para diseñar y gestionar proyectos, resolver problemas y tomar decisiones eficaces, utilizando una variedad de herramientas y recursos digitales. – Colaboración: trabajo en equipo; disposición a aprender de los demás y a contribuir al aprendizaje de los demás; habilidad para participar en redes sociales; empatía para trabajar con diversidad de personas. – Creatividad e imaginación: espíritu emprendedor en lo económico y en lo social; consideración y búsqueda de nuevas ideas; liderazgo para la acción.