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Discurso de despedida de generación. Antropología

Discurso de despedida de generación. Antropología 2

7 de junio de 2019

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Antes de concluir con esta etapa, nos viene a la mente nuestro primer día de clases, cuando alguien nos dijo ¨los psicólogos odian a su familia, los sociólogos a la sociedad y los antropólogos a toda la humanidad¨. En ese inicio éramos 21, entendiendo poco de lo que era la antropología, durante el camino, 15 de ellos se dieron cuenta de que no estaban hechos para esta vida y de que tal vez, no eran lo suficiente para la antropología.

Las vivencias durante este proceso de aprendizaje, las prácticas, el trabajo de campo y todo lo que aconteció, nos hicieron comprender el largo camino que cada uno decidió emprender. El estudio de una ciencia social nos ha exigido, sin excepciones, un cambio radical en nuestra forma de ver el mundo, un cambio que esperamos sea el mejor en beneficio de la sociedad a la que hemos decidido dedicarle nuestra vida.

La antropología nos ha regalado las mejores vivencias hasta el momento, con guante blanco nos ha molido los prejuicios a golpes, nos ha enseñado a fuerza de errores y correcciones lo difícil de comprenderle y vivir para ella, para criticarla, como nos encanta criticar todo, pero principalmente, para luchar por mejorarla y hacerle saber al mundo que ¨la antropología no estudia las zonas arqueológicas ni a los dinosaurios¨.

Durante cuatro años, compartimos experiencias y la vida misma entre nosotros, aprendimos la importancia de trabajar en equipo, lo valiosa que es la ayuda mutua, el reconocimiento y el orgullo por los logros del otro, gracias por ser el mejor grupo de compañeros, porque sin dudarlo los volvería a elegir a cada uno de ustedes incontables veces más.

En este día vale la pena agradecer a la familia por el acompañamiento, por todo el apoyo, porque desde un principio aceptaron nuestro futuro como antropólogos y tal vez más de uno se resignó. Gracias a cada familiar aquí presente por regalarle al mundo un antropólogo más, desde ahora han adquirido el compromiso de exigirnos y demandarnos a todos por igual, el cumplimiento de nuestro deber, desde ahora es tarea nuestra demostrar por qué valió la pena estudiar antropología.

A los amigos y las redes de apoyo que se crearon en todo el país, gracias, por tanto, por las innumerables risas y por la construcción de conocimientos en conjunto. Gracias

a ustedes compañeros, por salvarnos los unos a los otros en los momentos difíciles, por enseñarnos y corregirnos cuando el ego parecía inundar nuestras cabezas. Gracias porque por ustedes y nosotros es posible pensar en universidades.

Sin ustedes, familia y amigos, no hubiera sido posible encontrarnos aquí y ahora, terminando, celebrando el hecho de concluir una etapa tan importante como lo es concluir una carrera universitaria, y por el deber que nos compete, es menester decir que agradecemos el privilegio de haber sido universitarios, sin embargo, comprendemos que al ser un privilegio no todos tienen la posibilidad, por todos los que no pueden aunque quieran, es deber de nosotros hacer algo para que deje de ser un privilegio y pase a ser un derecho, el derecho humano de conocer.

No podríamos despedirnos sin antes agradecer a los y las profesoras que dedicándose al noble quehacer de la enseñanza nos guiaron en este andar, estando aquí presente o no, gracias a Mónica Marín, Víctor Vaca, Ileana Schmith, Ángel Serrano, Mónica Elivier, Vanessa Freitag, Luis Miguel Rionda, Alejandro Montelongo, Sara Eréndira, Sandra Estrada, Ana Leticia, María Eugenia, Rubén Ramírez y, especialmente a la doctora Ivy Jacaranda Jasso, muchas gracias por el diálogo, gracias a todos por enamorarnos, cada uno a su manera de la antropología, sin ustedes, tal vez ninguno de nosotros estaría aquí.

A pesar de las carencias dentro de la institución, no podemos pasar sin agradecer el haber podido entrar, sin embargo, también es deber criticar y visibilizar los problemas que se han manifestado, a nombre de mis compañeros, exigimos respeto por siempre para todos los estudiantes, de todas las escuelas, de cualquier grado, ni una más, ni uno más, no más acosadores en nuestros salones, no más violencia en nuestras instituciones.

Para finalizar, solo me queda decir que entre estas escasas seis personas que hoy estamos terminando, hay quienes aman a los animales, se dedican a la educación para niños de primaria, al arte de la improvisación en el canto, a la organización ciudadana, a los hermanos migrantes y a los pueblos indígenas con sus bosques. Como dijo alguna vez uno de los más grandes latinoamericanos ¨Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo¨. Cada uno de nosotros les agradecemos las enseñanzas y esperamos vean en estas seis personas el producto de esta gran aventura llamada universidad.

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