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Nota editorial
Actualmente México vive un panorama sombrío por el incremento de distintas formas de violencia social, desde las físicas hasta las simbólicas, las psicológicas y las económicas, que permean en nuestra vida cotidiana, pues ya nadie puede salir a la calle sin temor a experimentar algún tipo de violencia. Sin embargo, dos son los tipos que han experimentado un incremento alarmante en el país. Por un lado, las agresiones de género que van desde el acoso, el abuso sexual, el secuestro y los feminicidios. Por otro, aquellas generadas por el crimen organizado vinculado al tráfico de drogas y a la trata de personas.
Las primeras hacen evidente, pese a los avances en términos educativos, laborales y de derechos humanos, la persistencia de una misoginia estructural que pone en situación de desventaja y vulnerabilidad a las mujeres en general, lo mismo en el espacio público que en el privado. En el último año, las agresiones hacia las mujeres mexicanas han llevado a muchas de ellas a alzar la voz y denunciar de forma individual o colectiva las experiencias de acoso, violencia sexual, agresión física y feminicidios que se experimenta en distintos espacios sociales desde los universitarios, los laborales o los públicos como la calle por donde transitan o el transporte público que usan. Situaciones que se incrementan e indignan más por la impunidad de los agresores y la falta de atención por parte de las autoridades.
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Las segundas, las generadas por el crimen organizado, el narcotráfico y la guerra contra este han dejado miles de muertos y desaparecidos, entre estos civiles que han caído en desgracia, por estar en el momento y lugar equivocado. Estas se han incrementado paulatinamente en todas las entidades federativas y sus causas son múltiples, aunque la opinión pública y los especialistas en el tema afirman que están conectadas al aumento de la desigualdad social que limita al acceso a condiciones sociales fundamentales para el desarrollo de los ciudadanos; y, las prácticas de corrupción de los servidores públicos, que han provocado en los ciudadanos percepciones sobre la nula actuación del Estado para ofrecer soluciones a este problema que afronta la sociedad mexicana. Aunque este tipo de violencia afecta a la población en general, recae con mayor agudeza en los sujetos otrifícados, como las mujeres, los indígenas, los migrantes, los sujetos de preferencias sexuales diversas, sobre todo en situación de pobreza.
Ante este contexto surge una cuestión. ¿Qué causa la violencia y sus distintas variantes? ¿Qué papel juega el poder y la dominación para menguar o potenciar estas violencias? en un panorama donde las imágenes (la tortura, los colgados de un puente, los quemados vivos y los desaparecidos en este país), los estereotipos, las representaciones sociales, e incluso, los discursos xenofóbicos y racistas de dirigentes políticos, tienen a normalizar las violencias. Los ensayos reunidos en el presente número intentan reflexionar sobre estas preguntas, y abordan situaciones de violencia como los feminicidios, el crimen organizado, los discursos de violencia racial hacia los migrantes centroamericanos. Además de tratar sobre las acciones individuales y colectivas de los sujetos que tienden a experimentar otro tipo de violencias, como el racismo, el sexismo o la homofobia. ¿Qué pasa cuando hablamos del hombre mexicano? En torno a esta pregunta Karen Gonzalo Celedonio analiza los imaginarios sobre la masculinidad en México, el papel de los estereotipos, la construcción de la identidad del macho mexicano, como el “macho, el valiente, el poseedor, el mil amores”, eso y muchos más papeles que tiene que reproducir el hombre mexicano para sentirse hombre y ser aceptado como tal. A pesar de los avances sobre otras masculinidades que tiendan a equilibrar las relaciones de género y que cada vez más hombres y mujeres se identifican y promueven la equidad, esta idea tradicional del macho mexicano, fuerte, valentón, proveedor, y la imagen de la mujer como frágil, sensible, dependiente, tienden a legitimar las violencias que van de las agresiones psicológicas al feminicidio.
En el ensayo Feminicidio: panorama y análisis en Guanajuato, de Ana Daniela Flores Falcón y Mauricio García Salas se aborda la problemática a partir del concepto weberiano de dominación de tipo patriarcal y el concepto de subordinación simmeliano, señalando cómo en el estado de Guanajuato, la tipificación del delito es problemática porque la ley no es muy clara al momento de estipularlo. El feminicidio, como efecto del nulo valor del ser mujer, es reflejo de un claro retroceso en la lucha por los derechos humanos y todas las personas, en especial de las mujeres. La poca acción de las autoridades del estado y el creciente número de casos que se presentan, más los que aún no se contabilizan o no se pueden tomar como feminicidios, es de preocupar y discutir las causas.
El texto Narcotráfico y violencia: visiones la problemática desde los planteamientos sociológicos de Durkheim y Weber, de Ana Karen Martínez y Jorge Daniel Preciado, aborda cómo la inseguridad y la
delincuencia que derivan en actos violentos y de terror, pueden ser consecuencia de grados de fragmentación y anomia que experimenta la sociedad mexicana, por un lado. Por otro, producto de la relativa pérdida del monopolio de la violencia legítima del Estado, expresada en su débil presencia, la cooptación de poderes y de instituciones, en los distintos contextos geográficos, que hizo posible que las redes del narcotráfico crecieran y llenaran el vacío que el Estado dejó, creando condiciones que el mismo Estado tampoco atendió, y donde estos se legitimaron, al tiempo que crearon una bola de nieve que deriva en violencia, horror y desamparo.
Vinculado con los anteriores ensayos, el texto de Jorge Daniel Preciado, Conflicto del tránsito de la caravana migrante hacia Estados Unidos y su paso por México. Análisis de reacciones de rechazo étnico racial, constituye un análisis de coyuntura, sobre la caravana de migrantes que empezó a crecer en el 2018. Si bien, las primeras caravanas convocaron la solidaridad de ciudadanía mexicana, los discursos xenofóbicos y de odio racial se fueron incrementando y legitimando con discurso del presidente norteamericano Donald Trump que, para fines electorales, reavivó el discurso supremacista, de odio y racismo hacia los mexicanos, y estos hacia los centroamericanos. Recurriendo a la categoría de etnia, el autor expone, cómo el extranjero centroamericano es pensado como el otro étnico, que irrumpe el espacio del nosotros (sean esos mexicanos o norteamericanos) y es rechazado por su condición de extranjero, marcando la reaparición de un fantasma en pleno siglo XXI de la globalización: el nacionalismo. Otros dos artículos de un corte en apariencia distinto forman parte de este número, Las redes familiares, comunitarias e institucionales como capital social indígena en la solución de problemas cotidianos. El caso de León, Guanajuato, de Marco Antonio Rocha, así como Un acercamiento cualitativo a percepciones sobre la música pop en identidades homosexuales, de Cristian Macías. El primero trata de los indígenas migrantes y las dificultades a las que enfrentan en el proceso de inserción a la ciudad mediados por la discriminación, racismo y exclusión, pero sobre todo del papel de las estructuras familiares, comunitarias e institucionales en tanto capital social para solucionar los problemas cotidianos. El segundo artículo trata más bien sobre la comunidad homosexual y los estereotipos que encasillan a esta población con algunos géneros musicales. Argumentan que géneros como el pop “[son capaces] de unir a varias personas y evocarles un sentimiento en común”, que hablan de aceptación y liberación que
les permite enfrentar situaciones distintas, como violencia, exclusión y estereotipación de sus prácticas y formas de vida por el hecho de ser diferentes.
La revista concluye con un nuevo espacio que hemos llamado Diálogos compartidos. Un espacio destinado a reproducir los discursos colectivos críticos de los estudiantes sobre su experiencia en la universidad, sus recorridos y los dilemas a los que se enfrentan en tanto estudiantes y actores sociales. Los dos discursos que reproducimos apuntan a reflexionar sobre los casos de acoso que se presentaron en el espacio universitario y las acciones emprendidas por quienes levantaron su voz. Estas acciones tuvieron distintas repercusiones, pero la más importante es aquella que hizo virar la mirada de las autoridades universitarias para reconocer el problema e iniciar acciones que garanticen espacios libres de acoso sexual, en especial hacia las mujeres.
Ensayos
Los siguientes trabajos son ensayos producto de lecturas, reflexiones y trabajos de los estudiantes.
re-tratando entornos
revista estudiantil de ciencias sociales