Violencias contemporáneas y sujetos otrificados
Nota editorial / 7
Nota editorial Actualmente México vive un panorama sombrío por el incremento de distintas formas de violencia social, desde las físicas hasta las simbólicas, las psicológicas y las económicas, que permean en nuestra vida cotidiana, pues ya nadie puede salir a la calle sin temor a experimentar algún tipo de violencia. Sin embargo, dos son los tipos que han experimentado un incremento alarmante en el país. Por un lado, las agresiones de género que van desde el acoso, el abuso sexual, el secuestro y los feminicidios. Por otro, aquellas generadas por el crimen organizado vinculado al tráfico de drogas y a la trata de personas. Las primeras hacen evidente, pese a los avances en términos educativos, laborales y de derechos humanos, la persistencia de una misoginia estructural que pone en situación de desventaja y vulnerabilidad a las mujeres en general, lo mismo en el espacio público que en el privado. En el último año, las agresiones hacia las mujeres mexicanas han llevado a muchas de ellas a alzar la voz y denunciar de forma individual o colectiva las experiencias de acoso, violencia sexual, agresión física y feminicidios que se experimenta en distintos espacios sociales desde los universitarios, los laborales o los públicos como la calle por donde transitan o el transporte público que usan. Situaciones que se incrementan e indignan más por la impunidad de los agresores y la falta de atención por parte de las autoridades. Las segundas, las generadas por el crimen organizado, el narcotráfico y la guerra contra este han dejado miles de muertos y desaparecidos, entre estos civiles que han caído en desgracia, por estar en el momento y lugar equivocado. Estas se han incrementado paulatinamente en todas las entidades federativas y sus causas son múltiples, aunque la opinión pública y los especialistas en el tema afirman que están conectadas al aumento de la desigualdad social que limita al acceso a condiciones sociales fundamentales para el desarrollo de los ciudadanos; y, las prácticas de corrupción de los servidores públicos, que han provocado en los ciudadanos percepciones sobre la nula actuación del Estado para ofrecer soluciones a este problema que afronta la sociedad mexicana. Aunque este tipo de violencia afecta a la población en general, recae con mayor agudeza en los sujetos otrifícados, como las mujeres, los indígenas, los migrantes, los sujetos de preferencias sexuales diversas, sobre todo en situación de pobreza.