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Claire Rousay.Nuevas Identidades

Por Antton Iturbe

Junio de 2019. Takoma, en los suburbios de Washington DC. Rhizome. Una casa/ local de conciertos y toda clase de actividades socioculturales comunitarias. Un festival. Spirits Rise!, inspirado y en su mayor parte nutrido del extraordinario catálogo de artistas que han grabado para Astral Spirits. Sí, para los que leísteis mi entrevista con Nathan Cross coordinador del sello, es el mismo festival en el que le conocí y establecí contacto con el. Pero es que la velada dio para mucho más y no me resisto a volver a ella, aún quedan cosas por contar. Una de ellas, es la actuación de Claire Rousay, probablemente la más deslumbrante de cuantas fui testigo aquella mágica tarde/noche. Se sentó ella sola delante de una batería, y nos sumergió junto a ella en un ejercicio de exploración de las texturas sonoras del instrumento, sin llegar a golpear ni una sola vez una baqueta sobre los tambores, acariciando, golpeando y arrastrando toda clase de objetos sobre su superficie, en el que todos nos sorprendíamos y nos maravillábamos con cada nuevo descubrimiento, como niños que tocan por primera vez un objeto y se lo llevan a la boca para notar su sabor y su textura. La impresión se me quedó grabada para siempre, aunque obviamente no recuerdo ni una sola “nota” del “concierto” y desde entonces, he querido quitarme la espina de haber contactado con ella aquella misma noche y contarle cuanto me había gustado. He seguido su carrera posterior, ampliándose constantemente en nuevas direcciones, cada vez más alejada de esa batería inicial que la identificaba y más personal, intensa

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y conmovedora. Recientemente surgió la posibilidad de entrevistarla y obviamente, esta vez no iba a dejarla pasar.

A: De ti se dice que eres una “no-batería” o la “batería sin batería”, como artista que dejando a un lado su instrumento tradicional “continúa su búsqueda en otros ámbitos sonoros e instrumentos, y de algún modo, sigue siendo una percusionista”. El caso es que según relatabas recientemente en Tone:Glow, en cierto momento dejaste de estar obsesionada con otros músicos y de tratar de imitarlos, para centrarte en escuchar profundamente y sentirte parte del sonido en un sentido mucho más amplio. Esa nueva actitud te ha posibilitado el acceso a nuevos territorios sonoros y a hallar tu propia voz. ¿Cómo se ha dado ese proceso de transformación entre dos perspectivas tan diferentes? C: En realidad, diría que aún estoy en medio de ese proceso. No sé realmente si es un transito lineal o no, pero creo que empiezo a estar “al otro lado” del mismo. Yo empecé mi carrera como batería convencional, identificándome enteramente con un instrumento muy concreto. Pero eso es algo que ya no me interesa. Mucha gente se identifica con un instrumento y se entrega al mismo con disciplina. Pero, en cierto modo, eso se convierte en una trampa para ellos, de manera que terminan no pudiendo aportar nada realmente nuevo o personal. Sin embargo, el instrumento musical debería ser un medio para desarrollar una tarea creativa y no un fin en sí. Así fue como al cambiar completamente mi concepto y mi modo de percibir la batería y la percusión he podido llegar a otros instrumentos, y con esto me refiero a cualquier medio que puedas usar para crear sonidos y comunicar una idea. Trabajar con esta nueva perspectiva, tanto en solitario como en mis colaboraciones ha sido muy liberador. En este sentido, me gusta la idea de improvisar sin denominar el instrumento utilizado a la manera de “tenemos a tal persona al saxofón y a esta otra a la batería…” Hacerlo a ese modo de banda tradicional, crea una identificación muy rígida de la persona con la herramienta, que puede funcionarles a algunos músicos, pero yo preferiría poner a las personas en primer lugar y decir que tal persona está colaborando con esta otra. Esta perspectiva me permite crear más, de manera más satisfactoria y de la que me siento más orgullosa durante más tiempo que si me dedico a ser una batería convencional y trato de imitar a Chris Corsano o a quien sea. Lo cierto es que casi no toco ya la batería, a estas alturas me identifico más bien como artista que hace “cosas”, así en general.

A: Precisamente soy muy fan de Chris Corsano, y le he visto actuando en directo varias veces. Es un músico fascinante pero no tiene nada que ver con lo que tu hiciste en Rhizome cuando te conocí. Chris es un músico magnífico, pero es realmente un batería, es decir, toca la batería de una manera libre y muy personal, pero a la hora de la verdad, se basa en una técnica más o menos “tradicional”. En cambio, lo que tu hiciste era una especie de simbiosis persona/instrumento, en la que ambas dialogabais y os explorabais mutuamente en el escenario y nos hacías parte de ese diálogo. De hecho, diría que no llegaste a golpear la baqueta sobre el tambor ni una sola vez. Te centrabas en acariciar las superficies y arrastrar objetos sobre ellas creando extra-

ños sonidos con esas fricciones. Resultaba hipnótico y me llevo a preguntarme hasta qué punto lo que haces es una especie de “desaprendizaje” de las técnicas habituales. ¿Tiene sentido? C: Sí, creo que sí. Desaprender todos esos hábitos y patrones que se te han impuesto es de gran ayuda cuando te dedicas a la improvisación y buscas crear algo nuevo y personal. Si te aferras a esa identidad que he mencionado antes en todas las situaciones, estás siendo muy poco flexible. Mantener un enfoque siempre muy determinado e invariable puede ser útil para algunos y posiblemente los lleve a sacar mucho más de lo que yo soy capaz en determinadas circunstancias. Pero yo tiendo a centrarme cada vez menos en la destreza técnica a la hora de tocar cualquier instrumento. No sé si usar la palabra maestría, porque nunca he llegado a alcanzar ese nivel con ningún instrumento, pero lo cierto es que alcanzar un cierto nivel de destreza te puede llevar a pensar “toco el instrumento tan bien como cualquiera y sé como controlarlo totalmente”. Cuando, en realidad, el hecho de perder ese control es lo que te permite alcanzar una experiencia más pura. El instrumento te responde cuando lo tocas y además hay gente a tu alrededor que también interactúa en ese diálogo, aunque no sea consciente. Una vez que eliminas la destreza técnica de la ecuación, el ego es lo próximo en caer. Aunque debo admitir que aún me cuesta conseguirlo, porque en el fondo sigo pensando que soy genial ja, ja, ja. Pero bueno, una vez despejas el ego, es cuando realmente accedes a nuevos territorios. A una especie de ignorancia en la que ya no puedes confiar en nada de lo que se suponía que sabías hacer bien y eras buena en ello. Todo lo que puedes hacer es escuchar.

A: En aquel concierto en Rhizome tenía la sensación de que estabas descubriendo como sonaba tu tambor, como si fuera la primera vez que lo tocabas. C: Sí, es una sensación maravillosa, ¿verdad? Incluso si fallas estrepitosamente en esa exploración, siempre aprendes algo y resulta excitante.

A: De hecho, como público también puedes sentir esa misma excitación. No sabes lo que va a ocurrir y temes (o quizá esperas) que en cualquier momento todo va a descarrilar por completo. C: Eso es. Si sientes algo, sea lo que sea, ya vas por buen camino. Eso es todo.

A: Cuando hablamos de improvisación y del modo en la que la planteas en tus actuaciones en directo, un factor que entiendo muy importante y que has mencionado es el de la escucha. Supongo que debes escuchar atenta y constantemente a los músicos que te acompañan en ese tipo de sesiones, algo de lo que a menudo no somos conscientes los que asistimos a la actuación. C: La gente que se dedica a la improvisación lo pasa mal para conectar con los sonidos que se producen a su alrededor en muchas ocasiones. Especialmente si estos

provienen de fuera de la actuación; como la resonancia del espacio o el ruido y las conversaciones del propio público. Pero también se da el efecto contrario, y puede ser el asistente el que esté haciendo un esfuerzo mayor por escuchar que el propio músico. Eso no parece muy correcto, ¿verdad? Cuando actúas debes pensar en toda esta gente que está realmente escuchando, dejar de analizar tanto los sonidos que te van llegando y simplemente aceptarlos dentro de la actuación. Es una tarea complicada, debes hacer varias cosas al mismo tiempo y no sabes dónde poner la atención, pero esa es la esencia de la improvisación. Lo cierto es que le doy muchas vueltas a esa cuestión de que un asistente al concierto pueda estar más involucrado en la actuación que el propio músico. Es algo que me pregunto frecuentemente cuando actúo. ¿Estoy dando tanto como esa persona en primera fila? Si no doy tanto o más de mí misma la actuación no tiene sentido para mí. A: Me parece encomiable y señal de un enorme respeto por tu audiencia, por un lado. Pero ¿no corres el peligro de ser demasiado exigente contigo misma? C: No lo sé. Imagino que a esas personas en primera fila les ha pasado de todo durante el día antes de llegar aquí y están cansados, han pagado por verte (a veces) y a lo mejor se han saltado la cena para llegar a tiempo, o tuvieron que salir antes de tiempo de sus trabajos para llegar al tren, y si no das tanto como ellos, si no estás al 100%, ¿qué les estás dando a cambio? Y sí, como dices, es respeto por el público, pero también por los sonidos que se generan y por los objetos que estás usando para ello.

A: Supongo que eso nos lleva de nuevo a la cuestión del ego, o más bien, a la ausencia de este. C: Sí, claro. Noto que a veces las personas con mayor ego no reparan en los demás músicos alrededor y continuamente tratan de tocar más alto o más rápido que nadie. Y el caso es que no sacas ningún provecho del ego. Nadie te va a contratar en función del tamaño de tu ego. Cuando te comportas de esa manera cierras tantas puertas de ti mismo que no tiene ningún sentido para mi.

A: Tomemos ahora otro ángulo. Una de las cosas que más me ha sorprendido leyendo tus entrevistas es que creciste en un ambiente muy religioso (cristiano evangélico concretamente) y que fuiste además muy devota y eso, obviamente, ha marcado y sigue marcando muchísimo tu vida. Desde mi punto de vista, totalmente ajeno al mundo cristiano, me sorprende mucho que a pesar de no ser ya tan devota ni asistir fielmente a misa como antes, puedas mantener tu fe aún viva y al mismo tiempo puedas tener una mente abierta y tolerante como la tuya. De hecho, se me antoja imposible, pero luego, indago en mis sentimientos, y aunque me reviente reconocerlo, puedo entender que las creencias y la ética cristiana siga permeando lo que haces, porque la verdad es que a menudo a mi ocurre exactamente lo mismo. Nos guste o no, crecimos en un ambiente muy marcado por el cristianismo, y es imposible escapar a una influencia tan poderosa. La profunda marca que deja en ti, en tu psique, es permanente. Al final de-

bes aprender a convivir con ello y manejarlo y por eso me interesa saber cómo gestionas tu fe cristiana y cómo influencia tu trabajo. C: La verdad es que es muy fuerte que unos padres te inculquen que hay algo que es tan importante y trascendental en tu vida desde tan pequeña. Te hablan de Dios, de la iglesia y de todo eso y te dicen que es sagrado, que es lo más importante del mundo. Eso obviamente te marca para siempre. Es muy difícil borrarlo del todo. Estoy bastante distanciada de la iglesia evangélica en este momento, no voy a misa los Domingos ni nada de eso, ni creo en muchas de las cosas que predican. Pero, me sigo preguntando qué más puedo sacar de todo ello. Ha sido una parte enorme de mi vida y si piensas en ello, siempre puedes sacar algún provecho de todas las situaciones. En el tiempo que pasé en la Iglesia estudiando la ética cristiana, obviamente terminé dándome cuenta de toda la hipocresía que había allí encerrada. Es un modo de pensar totalmente corrupto. Usan una lógica circular perversa que te aprisiona. Pero me di cuenta de que una vez eres capaz de romper ese ciclo tan dañino, algunas de esas ideas pueden seguir siendo útiles y relevantes en tu vida. Me refiero sobre todo a conceptos en torno la forma en la que tratas a los demás. Por otro lado, hay algo aún más potente que esa idea del ser superior y es el hecho de que la fe cristiana te permite interactuar con ese ser. Eso sí que es tremendo. Te da ese ser superior y súper poderoso que debes respetar y seguir en todas sus reglas, pero si tienes esa fe, de verdad crees que estás hablando con ese ser. Yo a estas alturas ya no me lo creo, claro, y lo veo absurdo. Pero hay gente que obtiene o cree obtener cosas a cambio de ello, y no es necesariamente algo malo.

A: Hasta cierto punto puedo entender y compartir lo que dices, si trato de abstraerme de toda esa hipocresía y corrupción que rodea a la iglesia, y me centro en las ideas más básicas y radicales de la cristiandad es posible hallar algo valioso. Ideas como la piedad o el amor fraternal o la posibilidad de disolverte en algo que es superior a ti y no aferrarse tanto a los bienes materiales quizá. C: Lo mejor de ello es pensar que si Dios no es real, esos valores deben provenir de personas, de personas que no son dioses, ni son todopoderosos. Creo que esa te puede dar ciertas esperanzas. Significa que hay gente que valora de verdad y con respeto a las personas y al mundo que nos rodea sin desear acumular bienes materiales. No me gusta comprar instrumentos muy caros ni apegarme demasiado a objetos materiales e identificarme luego a través de ellos. Me gusta la idea de interactuar con los objetos sin una agenda preconcebida ni una idea previa de lo que voy a obtener a cambio. De manera que lo que haces, ya sea música o cualquier otra cosa, la haces exclusivamente para ti, sin necesidad de sacar nada en particular pero abierta a explorar y aprender algo de ello. Es una manera muy bella de hacer música. El único objetivo es tratar de hacerlo lo mejor que puedas.

quizá) una artista, y haces especial énfasis en ello. Es algo que he escuchado a diferentes músicos y artistas; esa misma incomodidad a la hora de definirse como tales. ¿Por qué crees que sucede esto? ¿Es posible que hayamos perdido el sentido de lo que es un verdadero artista en nuestros días? C: Me gusta la idea de hablar sobre tu propia vida, tanto aquello que consideres tu vida personal como la creativa, y mezclar ambos conceptos de persona y artista. Es una práctica interesante que además funciona de manera diferente para cada cual. Hay quien puede pensar que traigo cosas de mi vida personal a mi trabajo como artista y me parece estupendo. De hecho, es la perspectiva habitual a la hora de valorar obras basadas en sonidos encontrados, grabaciones de campo etc. Pero lo que de verdad me interesa es verlo desde el ángulo contrario. Es decir, de manera que aquello que buscas en tu obra artística se traslade y forme parte de tu propia vida personal. No creo que eso haga tu obra más valiosa ni nada de eso, pero me siento mucho más conectada a algo que he hecho ya parte de mi vida, en lugar de recortar cosas dispersas que me han pasado y a posteriori, construir algo con ellas. No se trata de ser el narrador de una historia que has creado para publicarla en forma de disco o performance y que luego el público haga lo que le parezca con ella. Le doy la vuelta a esa idea y pienso “ok, en lugar de ser un artista que publica cosas hacia un exterior, puedo ser el artista y el receptor de ese arte al mismo tiempo”. Piensa en todos esos artistas que han hecho cambiar tu vida y el modo en que la percibes. Si puedes hacer música o arte en general que provoque esas sensaciones en otras personas, entonces puedes provocártelas a ti misma.

A: ¿Puedes darme un ejemplo? Siento curiosidad. C: Un ejemplo divertido de mi modo de funcionar puede ser el del uso de “técnicas extendidas” con la batería en una actuación en directo. En uno de mis conciertos recientes se me ocurrió usar el mismo cuenco de metal en el que había preparado la cena para ponerlo en resonancia con el tambor durante la actuación. Con esta pequeña anécdota quiero decir que todo lo que me pasa en la vida fluye hacia el escenario y retorna a través de estos objetos. Otra, más emotiva podría ser una pieza que he titulado “siempre mereció la pena” (“it was always worth it”) en la que una computadora lee textos en una voz monótona. Hice la pieza basándome en algo muy triste que me había pasado, y prácticamente no había vuelto a interactuar con ella hasta que he decidido usarla ahora en una performance en el Café OTO de Londres. Al ir a preparar un texto de presentación de la actuación empecé a trabajar con ella de nuevo y me produjo una sensación completamente diferente a la del momento de crearla, y es posible que, si vuelvo a hacerlo dentro de 1 o 2 años, el sentimiento sea otra vez diferente. Esas nuevas reacciones que te producen tus propias obras se transmiten a tu vida y de ahí retornan en forma de nuevas y diferentes obras. (Es un flujo constante

vida/obra, no hay distinción para mi) Publicar un disco no es diferente de cualquier otra actividad que una persona puede desarrollar en su vida. Cualquier acción que realizas a un nivel microscópico produce un cambio en el mundo. Incluso al cambiar simplemente la posición de ese libro sobre la mesa, alteras la situación del universo. En el caso de una obra de arte me excita pensar que algo que te representa está interactuando con otros seres humanos, aunque tú no estés presente. Es demencial. Me encanta.

A: Esto me lleva a hablar de tus últimos trabajos, cada vez más centrados en grabaciones de campo en las que incorporas muchos eventos y conversaciones muy personales de tu día a día. Me parece muy valiente hacer eso. A mi personalmente me costaría muchísimo exponerme de esa manera. Pero supongo que eso mismo también da un valor especial a tu obra y provoca esas conexiones tan emocionantes como inexplicables y que resuenan tan profundamente en el oyente. Me remiten a una especie de memoria compartida de un mundo que hemos habitado juntos en otra dimensión espacio/tiempo. Me encanta cuando la música me hace imaginar estas cosas y la tuya sin duda lo consigue. C: ¡Oh yeah! Busco aspectos de mi día a día que la mayoría va a poder reconocer y las asocio a sonido provenientes de mis interacciones con diversos objetos. Por ejemplo, cuando escuchas el sonido de una corriente de agua, inmediatamente la visualizas porque se te hace muy reconocible, todo el mundo reconoce ese sonido. Lo interesante, es que puedes llevarlo a otro nivel y decir por ejemplo que toda persona que ha vivido al menos 20 años ha tenido 18 en algún momento y conoce la sensación. Si creo una pieza que gira en torno a mis sentimientos cuando tenía 18 años y de alguna manera lo hago explícito, todo el mundo puede recordar el momento en el que tuvo esos 18, y por supuesto, probablemente no tenga nada que ver con lo que yo viví entonces ni lo que yo transmito en la pieza. Pero gracias a ese nexo común se generan nuevas imágenes y sensaciones en el oyente. Hay tantos puntos en común que podemos explorar en ese sentido e interactuar y dar pie a nuevas creaciones constantemente. Me maravilla el hecho de que el sonido de una situación cotidiana genere imágenes mentales en el oyente y este entre en su propio proceso creativo, a través de su diálogo con tu trabajo. Es fascinante.

A: No siempre sucede con todas las grabaciones de campo, pero a veces, pueden sugerirme todo un mundo nuevo en el que puedo entrar y habitarlo durante 5 minutos o 5 horas. Cuando eso sucede, cuando se da ese trance, es verdaderamente maravilloso. C: Sí, y una vez entras en ese mundo que te ha sugerido el sonido obtienes la llave para poder volver a entrar todas las veces que desees y quedarte todo el tiempo que quieras. No tiene por qué limitarse a la duración de la pieza. Es como un armario mágico.

A: En Tone:Glow decías, a propósito de las grabaciones de campo que “es como tomar una fotografía pero de manera menos invasiva. El hecho de grabar el sonido siempre te aleja un poco de la propia experiencia, pero creo que merece la pena ese pequeño sacrificio para documentarlo sin llegar a romper el flujo de lo que está sucediendo… a la vez que tomas una decisión de grabar algo diferente o significativo en tu vida que luego podrás recordar” C: LA elección de grabar sonidos en lugar de tomar imágenes o fotografías es algo personal. Lo que quiero decir es que independientemente de que la conserves o se pierda porque el fichero está corrupto o la grabadora se estropea o lo que sea, ya has tenido una intención de grabarlo. Por lo tanto, no es sólo una cuestión de documentación. También es una forma de priorizar eventos en tu vida. Se trata de dar un lugar especial en tu memoria a ese momento y cuidarlo para siempre. Lo que me gusta de las grabaciones de sonido es que la gente puede seguir haciendo lo que esté haciendo mientras le grabas, pero si les tomas una fotografía tienden a posar para ella e interrumpes el flujo. Mientras grabas sonido puedes mantener tu interacción con esas personas.

A: En ocasiones te refieres a un periodo de transición en tu vida que entiendo que está relacionado con la transformación de tu identidad sexual. Algo que afecta directamente a tu arte y tu vida y al modo en el que te presentas a los demás, pero preferiría escuchar tu versión de primera mano sin caer en prejuicios. Creo que el término queer es algo que cada persona vive de un diferente, propio y único. C: En realidad lo he vivido como cualquier otra experiencia en la vida, que te va afectando emocionalmente cada vez menos a medida que pasa el tiempo. Es como una rotura sentimental con alguien con quien has tenido una relación muy estrecha. Te va a doler durante un tiempo, pero definitivamente se siente de manera diferente un año o cinco años después de la ruptura, y deja de condicionar todo lo que haces. Lo incorporas a tu vida, lo aceptas como algo que queda en tu registro interno para siempre. Esa transición sexual persona tenía una influencia mucho mayor en mi obra hace 4 o 5 años. Ahora mismo no condiciona tanto nada de lo que hago, simplemente está ahí en mi subconsciente. Soy lo que soy a estas alturas. Por eso, me gusta mucho tu visión

de lo queer. Definitivamente es diferente para cada persona y al mismo tiempo es algo que todos sabemos lo que significa. Me acuerdo entonces de toda esta gente que se declara “anti-queer”, como algo maldito o infecto. Pero es que incluso si dices que no apoyas a los gays, no dejas de tener una relación con esa identidad. Me parece tan estúpido cuando alguien se declara como “no—queer”. Están basando parte o puede que toda su identidad en algo que odian. Es demencial.

A: Otra cosa que me llama la atención es que mucha gente (incluso si son tolerantes con las opciones LGBTQ) necesitan clasificar a todas las personas en unas pocas categorías sexuales, hombre, mujer, trans y poco más. Y yo no lo veo así, creo que cada persona tiene su propia mezcla de todos los ingredientes en una medida u otra, y todas son únicas. El modo en que construyes y vives tu combinación personal es enteramente tuya. C: Y esa forma tan limitada de pensar te lleva de nuevo a la iglesia, a esa idea de que hay una fuerza exterior que está controlando tu vida y el modo en que funciona tu cerebro. Por otro lado, me encanta ver como hay gente muy joven que admite y vive de manera diáfana su sexualidad. Conozco chicas de instituto que viven sus padres y traen a sus novias a casa sin mayores problemas. Es estupendo que ocurran estas cosas. Pero eso no los convierte necesariamente en menos conservadores o más gays que alguien que sale del armario a los 35. Están experimentando el sexo por primera vez y están teniendo las mismas sensaciones en ambos casos, simplemente se está manifestando de manera diferente en cada caso. Usar el término queer para estos casos es muy apropiado, porque es algo que te ayuda a entender lo que te está pasando y al mismo tiempo a ponerlo en perspectiva. Es una idea que compartes con todo el mundo, o al menos con una parte del mundo y eso te da mucha fuerza.

A: Otro tema que me gustaría comentar antes de acabar es el de tu actitud como artista y productora. Me refiero principalmente al modo en que presentas tu trabajo a través de una subscripción en Bandcamp, que te permite tener acceso a todo lo que publicas por una cuota mensual. ¿Qué tal te está funcionando? ¿Es una manera sostenible de trabajar hoy en día y a medio/largo plazo? Y, por otro lado, ¿necesitas esta sensación de libertad y control total para realizar satisfactoriamente tu trabajo? C: Bandcamp es una especial de repositorio de todo mi trabajo y es muy apropiado para ello. A veces sato de un sello a otro, otras publico por mi cuenta y por otro, en ocasiones hago ediciones exclusivamente digitales y en otras hago CDs o vinilos o cassettes. Es una producción muy diversa y Bandcamp me permite ponerlo todo en un solo sitio. Me gusta además la idea de que funcione como una especie de carné de biblioteca que te permite interactuar con toda una colección de obras a tu ritmo y a tu manera, y, por otro lado, me parece perfecto que haya gente que en un momento dado se dé de baja y luego vuelva al tiempo a ver qué novedades hay. Además, el hecho de tener unos cientos de suscriptores me proporciona un sustento financiero que me permite pagar las facturas y no depender tanto de las actuaciones en directo o de otras fuentes de ingresos, aunque siempre podría pedir más jaja… Pero sí, es cierto, esta opción de subir material exclusivo para suscriptores me gusta mucho. De forma que si he creado algo que me ha gustado o he dado un concierto ha sonado especialmente bien, puedo subir una grabación rápida a Bandcamp sin necesidad de esperar 8 meses a tener una edición en CD. Pero puede que no me apetezca que esté disponible para toda la gente que fue al concierto por la razón que sea. Me gusta compartir estas cosas de manera un poco más exclusiva y poder conversar con los oyentes como en una red social. Eso rompe la barrera y la jerarquía habitual entre artista y público. En definitiva, puedo vivir de la música gracias a Bandcamp y eso es fantástico.

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