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Principios De Nuestra Naturaleza Y Breve Deconstrucción de la Distopía Sonoroa

los de las canciones y los discos, incluso el nombre artístico de este proyecto hace referencia a lo oculto, lo oscuro, el miedo y la desconfianza, no queda claro cual es el mensaje. Aunque quizás no sea necesario saberlo. Fernow relaciona su obra con la conspiración entendida como un símbolo del colapso de la sociedad, de la pérdida de fe y del fracaso global.

Nos movemos en un teatro de presencias fantasmales y el sonido es uno más de esos espectros. El pasado nos invade. Para Bernard-Henri Lévy, los espectros y la espectrología, que las sombras de los muertos, los fantasmas, se paseen entre nosotros sirve para que den testimonio de lo que ocurrió en el pasado19. En estos momentos de crisis a todos los niveles, revisitar los fantasmas es una especie de punto de fuga por el que huir del presente y refugiarnos en un pasado idealizado que nunca existió. Pero los fantasmas no nos unen con la vida, si no con la muerte. Vivimos resucitando fantasmas que nos ayuden a hacer más llevadero nuestro día a día, que nos ayude a vencer la frustración, la apatía, la depresión. De este modo la realidad ha dejado paso a otra cosa, a un simulacro. Lo vivimos con la Guerra del Golfo y todos los conflictos bélicos que le han seguido. Las muertes son reales, pero ocurren, en gran parte, fuera de nuestro escenario y nos llegan como un producto a través de los medios de comunicación. Su forma de transmitir lo ocurrido nos crea la sensación de haber vivido algo real, aunque lo que llegase a nuestras televisiones fuera tergiversado, seleccionado y confeccionado para un mejor consumo. Esto provoca que tengamos la sensación de haber vivido algo que realmente no ha ocurrido.

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Estas son las coordenadas en las que se mueve la obra de Vatican Shadow: evoca un pasado que nunca existió y pretende crear un futuro que nunca llegó.

PRINCIPIOS DE NUESTRA NATURALEZA Y BREVE DECONSTRUCCIÓN DE LA DISTOPÍA SONORA

por José Manuel Tena (Distopía Mutante)

El comienzo de la relación con el amor distópico nace entre CDMX Y Berlín, dos de la ciudades que nos vieron crecer para poder afrontar una futura resistencia; espacios siempre agitados que se mueven en el continuo caos, y que han insertado en nuestro ADN su condición que hemos llevado con nosotros en un viaje inesperado hacia un territorio concreto: El País Vasco, punto de encuentro de sonidos audaces, que van desde las fantasías tribales de Joxan Goikoetxea y Juan Mari Beltran a la oscuridad ancestral de Akauzazte -por nombrar algunos ejemplos.

Tras nuestra llegada a la ciudad de Donostia de forma accidentada, hemos podido contemplar que estamos ante una frágil utopía del supuesto nuevo mundo, el no-lugar que necesita ser zarandeado por un movimiento que funcione como el virus que corrompa todo lo establecido; y siguiendo los pasos del Matadeixe de Azkoitia, templo de tradición y vanguardia o de Bilbao con su incansable combate periférico, nace Distopía Mutante, un colectivo que pretende catalizar una escena musical inexistente en esta

urbe, ayudada principalmente por Mogambo (refugio de lo extremo), transgrediendo así los límites del sonido; una ruptura y un viaje al descubrimiento de naturalezas anómalas en hibridación continua, instigadoras del disturbio y generadoras de una experiencia que nos traslade a nuevos estados en la percepción de la materia sonora. En definitiva, intentar narrar distopías codificadas al sonido en el más absoluto colapso.

Nuestra particular idiosincrasia comulga con ese incansable afán del arte en retratar realidades llenas de crueldad y alienación humana, amparadas en la bestialidad de un control totalitario y represivo, donde unos pocos intentan combatir contra este yugo vírico, mecanizado e hipertecnologizado; una realidad indeseable, antítesis del bienestar que otorga caos y dolor, y que se traduce finalmente en una fetichización del ser humano por acercase al sufrimiento de su extinción, gracias a una búsqueda para convertirse en un corrupto benefactor, demiurgo de paraísos infernales. La música ha conseguido insertarnos parasitariamente en nuestro cerebro mundos distópicos mediante una serie conceptos y paisajes cohesionados, logrando tejer una virtualidad inmersiva a cada tema que avanza el álbum. La literatura ha servido de inspiración para algunos grupos o músicos, edificando muros de sonido que rebotan como arquitecturas monstruosas, asfixiantes y sobrepobladas. Encontramos varios ejemplos de la influencia literaria en artistas como David Bowie con el disco “Diamond Dogs” (1974), donde la novela de George Orwell “1984” y un espíritu pesimista y de visión postapocalítica por parte del duque blanco crean un experimento de criaturas antropomorfas del control. Veintiún años después volveríamos a otra pesadillesca aventura con “Outside” (1995), situándonos a las puertas del milenio, donde seguimos a Nathan Alder en la investigación de crímenes artísticos a base de mutilaciones como una nueva moda del arte Underground; un viaje futurista en clave de Tech-Noir.

J. G. Ballard es un autor que ha ejercido de referencia absoluta en la música popular contemporánea por su visión aterradoramente bella y extrema del devenir de la humanidad hacia un nuevo orden natural. Su legado lo podemos hallar en las oscuras y deprimentes visiones del post punk y en la música ruidista que tiende al desastre.

Existen una gran cantidad de álbumes y canciones que utilizan títulos y personajes de las obras de Ballard para intentar musicalizar esos abismos: The Normal con sus fríos y mecánicos ritmos en la canción “Warm Leatherette” (1978), capturan la esencia de la novela “Crash” en la que carne y máquina se unen en el placer; el japonés KK Null con el disco “Terminal Beach” (1996) y su Noise abrasivo y profético; el británico Isolrubin bk y la obra “Crash Injury Trauma” (1993) con sus paisajes industriales llenos de peligro y violencia irracional de un mundo carente de humanidad; o Joy Division en el tema “Atrocity Exhibition” dentro del disco “Closer” (1980). También existen recopilatorios que funcionan a modo de homenaje, como es en el caso de “ A tribute to Ballard” (1999), en el que habitan banda emblemáticas del EBM.

Por otro lado, encontramos ejemplos excepcionales, como el del grupo francés Magma, creadores de su propia mitología en un principio de fábula mística en busca de un amanecer lejos de un planeta tierra enfermo; reflejo de los continuos males que el colonialismo ha ocasionado a los largo de los tiempos.

Una de las grandes fascinaciones y miedos en la distopía ha sido nuestra relación con el progreso tecnológico y las fatales consecuencias que trae consigo imprimir nuestras enseñanzas en lo artificial, encaminados a una posible neo-esclavitud. Desde

comienzos del siglo XX con la vanguardia del futurismo (germen de la música experimental) ha ejercido como la máxima adoración de la máquina, la velocidad y la ciencia; con ella nace el ruido -según ellos, hasta entonces invadidos por el silencio-, y abrazando una educación del oído de la nueva era, que consiste en conquistar la variedad infinitas de sonidos, disfrutando y combinando todas las posibilidades que emana el progreso. El futurismo, por otro lado, también funciona como preludio de ese totalitarismo tan presente en las oscuras realidades que estamos tratando.

El paso a un creciente interés por descubrir la infinitas posibilidades para expandir el sonido, gracias a un dialogo infinito entre máquina y artista, da como fruto un incontrolado crecimiento del monstruo electrónico, en la que alcanzamos una sociedad gobernada por lo que más teníamos a golpe de banda sonora que nos atomiza. La radicalidad de las distintas (anti)músicas que comenzarán a manifestarse a partir de ahora, serán comandadas por distintos proyectos que escucharemos salir como temibles aullidos desde el panóptico al que no podemos escapar. La música industrial mutante es el comienzo de la pesadilla del paisaje árido de color metal que respira entre bombas hidráulicas y oxido; grupos de la primera época dentro de este género son los iniciadores de la cuenta atrás, entre los que encontramos algunos ejemplos: Throbbing Gristle con su ritual psíquico para devolvernos al primitivismo; Einstürzende Neubauten y el catártico objetivo de demoler todo lo que está a su paso; SPK y su discurso que proclama la destrucción del capitalismo para sanar de la enfermedad mental; o Boyd Rice como el peor retrato de la condición humana, entusiasta del fascismo y la misoginia.

Con el avance de los años nos encontramos con el dominio absoluto de lo cibernético y su naturaleza devorada de otros géneros. El cyberpunk con sus arquitecturas imposibles bañadas en luces de neón y sistemas oligárquicos que son combatidos por los hijos de la anarquía a ritmo de Digital Hardcore maniaco y destructivo; subgénero que tuvo como máximo exponente al grupo Atari Teenage Riot, aunque encontramos otros

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