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Pg. 132 Gastrolecturas Academia de Gastronomía

a un menú cerrado donde el entrante eran huîtres à volonté, es decir, barra libre de ostras. Pedimos dos docenas, con la tercera la camarera levantó la ceja y con la quinta nos advirtió del riesgo. Avisó muy tarde. De resultas yo pasé una noche con interminables pesadillas, sin vómitos, pero sí con frecuentes viajes a beber agua. No las aborrecí, pero desde entonces solo tomo una unidad en cada ocasión. La disfruto como si fuera la última y, mientras saboreo el mar, le digo a mi mujer que la quiero. Afrodisiacas sin duda.

TRAZO 1.67

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Comer de cine.

Francisco J. Navarro.

La gastronomía como elemento narrativo en el cine; la cocina como metáfora de pasiones o de ánimos. Del Festival Internacional de cine Gastronómico Ciudad de la Laguna (CineEsCena) a la Culinary Cinema del Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale). Los alimentos, emplatados o durante su elaboración, como protagonistas de películas.

La pasta italiana y la tensión sexual. Sofía Coppola cocinándola para su primo en El Padrino III. Más relajadito recordamos a Jack Lemon en El apartamento. Con la raqueta en la mano, escurriendo los espagueti que prepara para Shirley MacLaine. ¿Y cuál es el beso más cándido de la historia del cine? El protagonizado por Golfo y Reina en la Dama y el Vagabundo. Ese perro callejero y esa Cocker Spaniel tan princesa uniendo sus labios al sorber por extremos opuestos un espagueti. Y él regalándole la última albóndiga del plato como turbadora declaración de amor. ¡Ay! Y con este calor pasamos por alto la mantequilla del Último tango en París, que eso con serlo no era culinario. Si bien en el cine gastronómico se emplea el término "food porn". Y no me hagan traducirlo.

Era tal el hambre de Charles Chaplin en La quimera del oro que al deglutir su bota hervida las facciones de su rostro se iluminaron viéndose ya en Can Roca. La misma felicidad que alcanzaban los niños de Un mundo de fantasía al ingresar en la fábrica de chocolate de Willy Wonka. Impresiona aún cómo Buñuel consiguió que en El discreto encanto de la burguesía asociáramos el Dry Martini con la pertenencia a la elite exquisita. Más llegó el "agitado, pero no revuelto" de 007 y devino en vulgo. Para los amantes de los vinos de Jerez, la película El misterio del palo cortado. Para los del tinto, Entre copas, un viaje por el Valle de California entre bodegas y viñedos.

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