1 minute read

. 7 Maridaje sonoro.

Next Article
sueños.

sueños.

Francisco J. Navarro.

Va para veinticinco años. Fue en la catedral de Chartres. Con estudios de arqueología y querencia gourmet, me encontré en el interior del templo la vista al cielo, a esos vitrales cual paleta cromática que atravesados por la luz como manifestación de lo sagrado, semejan la Jerusalén Celeste. Recuerdo que contemplaba el amarillo judas y veía un vino blanco de guarda. Que el rojo diablo era el tinto granate de una crianza media. Y que el marrón voto de pobreza o franciscano era un gran reserva, rojo teja. Por mi boca pasaron los ácidos, los afrutados y la astringencia de los taninos. Incluso hoy, si volviera, en el famoso azul de Chartres intuiría la ginebra Puerto de Indias Classic. Sinestesia, supongo.

Advertisement

No ha mucho me reencontré con María Bastida. Máster de Artes en Música en el Real Conservatorio de Bruselas. En la ciudad belga, me dijo, es profesora de guitarra en la academia 21st Music Avenue, al tiempo que cursa estudios de postgrado en Interpretación e Investigación Musical en Bruselas y doctorado en Bellas Artes por la Universidad de Murcia. Como desde estudiante acompañaba guitarra en mano a su padre, Nicolás, bodeguero de la DOP Bullas, a las presentaciones de sus vinos, tuvo siempre claro el tema de cualquier investigación futura. Se preguntó ¿podría conseguir maridar blancos, rosados o tintos con una pieza musical de guitarra? ¿Puede la música influir en nuestra percepción de las cualidades organolépticas de un vino durante una cata? Ya hizo algún ensayo y, al menos, en boca, sí. El vino no se percibe igual según qué música interprete a la guitarra. Habla María de un maridaje sonoro, de transferencia de sensaciones. El dulzor de una moscatel emparejado con armonías consonantes y articulación legato; la acidez, en matrimonio con armonías disonantes, y el amargor, unido a sonidos graves o metálicos. A modo de ejemplo, un blanco macabeo joven y La Parranda de Manuel Massotti, o un tinto crianza untuoso en boca con Rachmaninoff de fondo.

Soy jurado de maridajes gastronómicos, por ello anhelo saber de María en un tiempo no muy lejano si a la guitarra haría percibir un vino más acídulo como sucede al beberlo con un plato dulce; más secante, maridado con el gusto amargo, o sentir un vino más afrutado como sucede con un plato ácido.

T R A Z O 3 . 8

This article is from: