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Dulces torrijas.
from GASTROLECTURAS VOL 3
by um395
María Adela Díaz Párraga.
Y viejas, porque no piensen ustedes que es bocado de ahora, no, que hace mas de dos mil años las gentes ya las disfrutaban. Los romanos, las preparaban con una galleta de trigo, que pasaban por leche, las tostaban en aceite, y las servían con miel. Y claro, como los romanos llegaron a todo el mundo conocido, llevaron con ellos el dulce manjar, que adoptaron con distintos nombres. Los franceses las llaman pain perdu, pan perdido, mezclan el huevo con la leche, lo que es mas rápido, y las fríen con mantequilla. En América, la receta les llegó desde Francia, las llaman franch toast, tostadas francesas. La forma de prepararlas es similar, aunque el baño final es con jarabe de arce. Es un desayuno de fin de semana, y también del dia de San Valentin. Poor knights of Windsor, pobres caballeros de Windsor, un altisonante nombre inglés para las torrijas. Las remojan en vino de Jerez, las fríen con mantequilla, y las bañan con una mezcla de jerez y azúcar. En Portugal, las rebanadas, son propias de los días navideños, y las más parecidas a las nuestras. Para remojarlas lo mismo usan el vino que la leche, y las fríen con aceite. Se dice, que en el siglo XV, se las daban a las parturientas, seria por eso de que el vino sienta bien en esa etapa.
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Y aquí, pues ya ven ustedes, de norte a sur las torrijas son un dulce tradicional de Cuaresma y Semana Santa, y en cuanto llegan estos días morados, las confiterías sacan a sus escaparates el dulce reclamo. Aunque todavía hay casas en las que se siguen haciendo, ya que es algo rápido y sencillo. Una confiesa, que aunque no es golosa, siete por ellas una gran devoción en cualquier época del año.
Se puede decir que son dulces de tiempos de hambrunas, ya que se utiliza el pan duro que queda, con lo que eso del reciclar, ya se venia haciendo en otros tiempos. Leche o vino, pues lo mismo da, los andaluces las remojan con vino, y en el norte usan crema pastelera. El pan ideal es ese esponjoso y grueso, que se bebe la leche perfumada de canela sin romperse, se envuelve en el suave velo del huevo batido, y el aceite bien caliente que les da un moreno tostado. El toque de gracia es ese espolvoreo de azúcar y canela, que las convierte en algo celestial.
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