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sueños.

sueños.

Chumbos.

José Luis Durán.

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Uno de los elementos más destacados del paisaje semiárido del sureste español fue durante siglos la chumberaOpuntia ficus-indica-. Originaria de tierras americanas, se trata de una planta de la familia de los cactus introducida en la España del Siglo XVI por los barcos que volvían de América. La especie se aclimató excepcionalmente bien a su nuevo emplazamiento hasta el punto de tener actualmente la consideración de especie exótica invasora.

Existen diversas teorías sobre las utilidades que se pretendieron obtener con la introducción de esta planta: desde prevenir el escorbuto en las largas travesías trasatlánticas hasta servir como planta forrajera para el ganado o para la obtención del preciado tinte carmín de las cochinillas que la parasitan.

Sea como fuere, es lo cierto que sus frutos -los higos chumbos o simplemente chumbos- han constituido una fuente de alimento tradicional para el ser humano en los veranos resecos del levante peninsular.

Originariamente utilizado como alimento de supervivencia en el medio rural, no será hasta el último tercio del S. XX cuando alcanzarían relevancia gastronómica nacional de la mano de Raimundo González en el antiguo Rincón de Pepe.

En el magnífico libro De re Raimundo que compendia lo mejor de las recetas del antiguo Rincón de Pepe, se contiene la del Sorbete de higos chumbos, que se elabora con higos chumbos, agua, azúcar, huevo a punto de nieve, canela, vainilla y una cáscara de limón. Es importante triturar los higos sin moler los piñones y se recomienda utilizar una sorbetera y una espátula de madera para su elaboración.

Desde el punto de vista nutricional, se han publicado diversos estudios científicos en los últimos años que destacan su carácter antioxidante y antiinflamatorio habiendo llegado a ser catalogado dentro del grupo de los denominados “superalimentos”.

A pesar de su larga tradición en la gastronomía local y las numerosas propiedades que se le atribuyen, ya no resulta tan fácil encontrar chumbos en los mercados como lo era en otras épocas. La chumbera se ha visto gravemente afectada por la plaga de la cochinilla del carmín, un insecto parásito que genera una cubierta algodonosa sobre las hojas y que si no es atajada, acaba causando la muerte del ejemplar afectado.

Pese a las dificultades, aún hoy se pueden encontrar chumbos que ofrecerán al gastrósofo no sólo una agradable experiencia culinaria sino también un bocado firmemente anclado en nuestra cultura.

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