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El arte de comer.

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sueños.

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José Luis Durán.

Se cuenta de Winston Churchill que era un auténtico maestro en el arte del buen comer. El orondo Primer Ministro británico que llevó a Inglaterra a la victoria frente a Hitler era un apasionado de la gastronomía. En sus cenas con invitados relevantes cuidaba con detalle y por partes iguales comida y bebida -campo en el que, parece ser, también era un gran experto.

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En el libro de Cita Stelzer Dinner with Churchill, se aborda con todo detalle la forma de hacer política del primer ministro a través de los encuentros gastronómicos que organizaba. Para Churchill una cena era mucho más que la mera satisfacción de un impulso primario. Una buena cena era, ante todo, una oportunidad privilegiada para lograr objetivos políticos. Un hombre en cuyas manos estaba la supervivencia de la toda una nación dedicaba tanta atención a elegir el menú y los vinos de un almuerzo con posibles aliados como a dirigir las operaciones de guerra.

De esta forma, gracias a sucesivos almuerzos y cenas con Roosevelt en alta mar, Churchill logró la firma de la Carta del Atlántico y sentar las bases de una privilegiada relación transatlántica que permitiera ir atrayendo poco a poco a Estados Unidos hacia la causa de los Aliados.

Pero no fue Churchill el primer “artista” en el uso de la gastronomía como herramienta política. Ni tampoco el mejor. Quizá el mayor maestro de la Europa contemporánea en este refinado arte fue el político francés Charles Maurice de Talleyrand (17541838). El Pequeño Larousse Gastronomique nos informa de que la mesa de Talleyrand estaba considerada en su época como una de las primeras de Europa. Sus cenas llegaron a ser legendarias, fraguándose a su calor buena parte de las más importantes decisiones políticas de la Europa de su tiempo.

Este genio diplomático hizo famosa la frase de que para negociar con éxito es más importante contar con buenos cocineros que con buenos diplomáticos. Talleyrand contrató a los mejores cocineros de Francia: Careme, Avice, Bouchée... Quizás fuera en parte gracias a ellos que logró sobrevivir en la primera línea del poder político durante cinco regímenes opuestos en la convulsa Francia de la Revolución. Su genio gastronómico ha pervivido tanto como su genio político, dando nombre a platos, salsas y postres que aún hoy se siguen elaborando.

También Murcia contó con personajes que supieron utilizar magistralmente la gastronomía al servicio de sus intereses. Pero esa es otra historia.

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