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Pudor gastronómico.
from GASTROLECTURAS VOL 3
by um395
José Luis Durán.
La escasez de alimento marcó durante siglos el día a día de las familias en esta Región, tradicionalmente pobre. La falta de agua y los desastres naturales, unidos a una economía de fundamento casi exclusivamente agrario, hacían que la escasez fuera moneda corriente para la mayor parte de la población murciana. Excepción hecha de los estamentos privilegiados que, lejos de escaseces, gozaban de una cocina elaborada y magníficamente presentada, -como revelan algunos suntuosos servicios de mesa que han llegado hasta nuestros días- la mayor preocupación del grueso de la población no era otra que procurarse el alimento diario.
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En el libro de Juan García Abellán “La otra Murcia del Siglo XVIII”, publicado por la Academia Alfonso X el Sabio en 1975, se incluyen datos muy reveladores sobre el dramático alcance que tuvo la escasez de alimento en estas tierras. Concretamente, da testimonio de la peculiar terapéutica empleada por el médico Andrés Chacón, que en la Murcia del S. XVIII recetaba como remedio al raquitismo infantil caldo de carne de perro. Añade el autor que, como testimonio de aquélla singular terapéutica, nos ha quedado “llamar encanijado a la criatura tratada con el dicho canino cocimiento”.
No sabemos las razones que guiarían al Doctor Chacón a prescribir tan particular dieta, pero probablemente, más que una extravagancia o simple falta de ciencia, lo que pretendía el buen médico era aportar a los enfermos pobres la proteína necesaria de la manera más asequible posible -aunque para ello tuviera que dejar de lado los tabúes gastronómicos occidentales-.
Es lógico que, en un contexto de escasez, hablar sobre gastronomía fuera cuestión de mal gusto en según qué ambientes. En unos casos por ostentoso e hiriente para el hambriento y en otros por repugnante para el acaudalado. Si el alimento era bueno –y por tal se entendía lo caro- era mejor no decirlo porque podía ofender a vecinos con menos posibles o despertar envidias y si era sencillo –y barato- tampoco porque podía hacer pensar equivocadamente al interlocutor que se estaban atravesando estrecheces. Aún hoy pervive en algunas personas muy mayores ese pudor antiguo a la hora de hablar de comida.
Los tiempos han cambiado para bien y la gastronomía se ha transformado en un tema más de conversación, como puede ser el tiempo o el fútbol. Las redes sociales están salpicadas de publicaciones gastronómicas ya sin pudor, ilustradas además con fotografías con encuadres estudiados. Bendita impudicia.
T R A Z O 3 . 5 9