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La mesa Templaria.
from GASTROLECTURAS VOL 3
by um395
Alberto Requena.
En general, la comida conventual es un ámbito de interés no solo por la intriga que genera todo lo desconocido, sino por haber mantenido la leyenda de grandes aportaciones al mundo culinario, tanto en preparados como en bebidas genuinas, que han hecho las delicias de los profanos. En el caso de los Templarios, hay que partir de que se dieron en una época en la que la esperanza de vida se situaba en torno a 44 años para los hombres y 33,7 para las mujeres. Al ser un promedio y sabiendo de la elevada mortalidad infantil de la época, no necesariamente indica que no eran muchos los que llegaban a una edad provecta, aunque tampoco debieron ser demasiados. Hoy dia, por contraste, la esperanza de vida en España hoy, ha retrocedido un poco, hasta los 82,33 años y para las mujeres en 29.59 años, con respeto a años anteriores. En todo caso, por la actividad de los monjes soldados, los miembros de la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón resulta, cuando menos, sorprendente que estuvieron cerca de duplicar tan exigua esperanza de vida de la época. El fundador de la institución Hugo de Payns alcanzó los 66 años y el último Gran Maestre, Jacques de Molay, quemado vivo en 1314, cumplió los 70 años. Hay una larga lista de Templarios que superaron las seis décadas.
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Con mucha insistencia se difunde que los caballeros templarios disfrutaban de un don divino o, alternativamente, tenían al alcance un brebaje que les hacía mas longevos. Pero, lo más razonable es que tuviera mucho que ver el régimen alimenticio. Se situaba en las antípodas del propio en la burguesía y la aristocracia y lejos de equipararse a la dieta rica en grasas y aporte de abundantes calorías y escasamente variada, con lo que la obesidad era el signo distintivo de la riqueza y el padecimiento de enfermedades como la gota, que asedió a nuestro rey Carlos I, como es bien conocido.
La Dieta de los Templarios no tenía relación con su disposición de fondos, sino con la austeridad directamente implicada en los votos de pobreza, castidad y obediencia que contraían. La Regla Primitiva, redactada por Bernardo de Claraval dedicaba atención a la dieta y suponía tomar en consideración el carácter de monje y la vida de un caballero, que no podía ser eficaz con un estómago vacío. Prescribía no comer carne más de tres veces a la semana, siempre que no coincidiera con un día sagrado y los domingos tendrían dobles porciones. Se advertía de las consecuencias derivadas al sobrepasar las cantidades prescritas. La ventaja de la vida comunal era que todos estaban sometidos al escrutinio de los demás, lo que evitaba el exceso de las raciones de comida. Se combinaba el ayuno con el consumo de vegetales varias veces al dia y los potajes eran muy frecuentes. Los viernes comían como si se tratara del periodo Cuaresmal, salvo los enfermos y los que se encontraban débiles por alguna razón. Otro elemento socializador de la dieta era la distribución de forma equitativa entre todos los miembros de la Orden. Dosis moderadas de vino, completaban la ingesta habitual.
Finalmente, las costumbres marcadas por la Regla de Bernardo de Claraval, contempla aspectos de disciplina en la mesa. Las comidas debían realizarse de forma comunal en el refectorio y cuando por cualquier motivo, especialmente de viaje o de intervención bélica, tuvieran que hacerlo fuera de aquél, lo
Pg. 164 Gastrolecturas. Academia de Gastronomía debían hacer por parejas, controlando que no se sobrepasan y se limitaran a lo que a cada uno correspondía. La obligación de lavarse las manos antes de comer y la exención de participación en la preparación o servicio de las mesas de todos aquellos implicados en tareas artesanales, respondía al control de la propagación de infecciones, adoptado de los árabes. La caza estaba prohibida y el suministro de carne y semillas se hacía desde Europa. No obstante, apreciaban el marisco y consumían con preferencia queso, aceite de oliva y fruta e incluso pudieron poner en marcha la piscicultura. La dieta que convirtió a los Templarios en ardorosos guerreros estaba basada en la alimentación y la higiene. Se trata de una especie de vestíbulo de la dieta mediterránea: poca carne. Muchas legumbres, pescado y fruta fresca. Ingerían el agua en forma de zumo de naranja, buscando un efecto antibacteriano y al vino le añadían la pulpa de aloe, que aportaba elementos antisépticos. Protección cardiovascular, cuidado de la flora intestinal y una forma de vida saludable, son las claves de una Orden histórica, que marcó a la Humanidad por muchos aspectos, incluido el mito y la oscuridad de su final.
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