2 minute read

Tiempo de castañas.

Next Article
sueños.

sueños.

Belén Pardo Cifuentes.

Las castañas, fruto seco por excelencia cuando llega el frío y los puestos callejeros invaden de su olor a la ciudad, es un alimento saludable que desde la antigüedad ha sido base de la alimentación: los romanos plantaron castaños masivamente ya que su fruto, junto con el trigo, era primordial: se usaban como sustituto de los cereales, sobre todo en épocas de escasez, la harina de castañas se utilizaba para la elaboración de pan y pasteles.

Advertisement

La llegada del maíz y la patata hicieron que las castañas perdiesen protagonismo, pero, aun así, a día de hoy, siguen siendo muy demandadas como alimento, cuya composición es más parecida a la de un cereal que a la de un fruto seco, dada su alta fuente de fibra y de hidratos de carbono complejos que aportan la energía necesaria para afrontar los cambios de tiempo.

El contenido en grasa de las castañas es inferior al de otros frutos secos como las nueces o las almendras, y su contenido calórico también, por lo que son el aliado perfecto para saciarse entre horas. Además, al ser absorbidas por el organismo de una manera lenta mantienen los niveles de azucares equilibrados y se evita la sensación de hambre. Destacan también por su contenido en vitaminas del grupo B (B1 y B6), C y E. También contiene minerales como el potasio y el fósforo.

Para una mejor digestión es recomendable consumir las castañas cocinadas: asadas, en puré, compota, confitura o en almíbar como el famoso marrón glacé, porque al ser un alimento rico en taninos, si se consumen en crudo pueden producir alguna molestia intestinal. También es conveniente que, si se recogen directamente en el bosque, se almacenen durante una semana para que su contenido en taninos disminuya.

Para escoger correctamente las castañas hay que elegir las que sean más grandes, sin manchas, de color brillante, piel tersa, sin perforaciones y que, al apretarlas, estén duras. Una vez elegidas las mejores castañas hay que saber conservarlas y cocinarlas. Se deben de guardar en un cesto amplio para que no cojan moho y situado en un sitio fresco, seco y alejadas de la luz. Se pueden congelar para que duren más tiempo y una vez descongeladas es recomendable rehidratarlas colocándolas en un recipiente de agua durante dos horas para que se hidraten. Antes de cocinarlas se sumergen en agua para ver si todas están en condiciones óptimas, las que floten es mejor desecharlas ya que o están vacías o no están buenas. Y ya, por último, antes de cocinarlas hay que hacer una incisión en la parte más blanca para que no salten o revienten.

Y, como valor añadido a sus beneficios gastronómicos, la harina de castaña mezclada con agua, miel o aceite se utiliza en cosmética en forma de mascarilla para proteger el cuerpo del daño celular causado por los radicales libres, por lo que repara y regenera la piel. Alimento ideal para satisfacer el apetito, estimular el sistema nervioso, sin gluten y positivo para los diabéticos entre otros

This article is from: