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métodos, interacción y contexto

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GLOSARIO

GLOSARIO

enseñanza sino que se da en cualquier situación. Pretendemos ser personas más íntegras, con capacidad y espíritu crítico, analíticas, creativas… y ello solo puede lograrse comprendiendo las diferencias dentro de un sistema.

Todo lo anterior se agudiza en la formación para el empleo. Debemos conocer aquellas características de las personas adultas para poder garantizar el éxito en los procesos de enseñanza-aprendizaje pero también aquellos elementos que influyen en estos procesos como son los propios participantes, posibles activadores del aprendizaje, como motivar, los sistemas de comunicación que se establecen, estrategias de dinamización de grupos de personas adultas así como conocer las distintas estrategias metodológicas que podemos utilizar como profesionales de la formación para el empleo.

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2.1. Elementos del proceso formativo: alumnado, docente, materia a impartir, métodos, interacción y contexto.

En numerosas ocasiones hemos sido espectadores o verdaderos protagonistas de procesos de formación en los que el profesor se centra en la mera instrucción de los contenidos que debe impartir. La práctica ha demostrado, a lo largo de los años, que el contenido de enseñanza es muy importante pero que tanto lo es también el dominio de su impartición. Cuando hablamos de “dominio” nos estamos refiriendo a la preocupación que debe existir para que el proceso de formación sea integral y sistémico. Nos referimos a aquellos docentes que se preocupan no solo por transmitir, sino por hacerlo bien. Y, para ello, deben conocer las características de los alumnos a los que va a enseñar así como aquellas necesidades que presentan, las cuales deben ser el inicio de todo el proceso y los medios y técnicas que deben emplear.

Como veremos a continuación, el éxito del proceso formativo, sea cual sea el área en la que se desarrolla, viene determinado por el dominio y control de los aspectos metodológicos que hacen posible su desarrollo. Traducido en términos propios de las Ciencias de la Educación y más técnicos, esto significa que el profesor debe conocer la Didáctica de la materia que enseña. el término “didáctica” proviene del griego διδακτικóς y significa “ciencia o arte de enseñar”1 . Por tanto, el formador debe conocer no solo el contenido que va a enseñar sino también las mejores formas de hacerlo.

Según Félix E. González (1990)2 “la Didáctica se manifiesta, fundamentalmente, como la actitud reflexiva de índole epistemológica que precede a toda acción en el proceso de enseñanza y aprendizaje, aprendida específica y diferenciadamente durante su ejercicio en el periodo de formación idóneo que antecede a esa

1 Según la definición del Diccionario de la Lengua Española (www.rae.es) 2 Revista Complutense de Educación, Vol 1 (2) – 241-266. Edit. Univ. Complutense. Madrid, 1990.

IMPORTANTE

Los objetivos deben planificarse en función de las necesidades formativas de los alumnos y, en función de estos, debe girar el “cómo” y el “qué” se enseña, ambos igual de importantes en el proceso formativo. acción” (p.264). Félix E. González quiere decir que el formador debe realizar un trabajo constante de reflexión sobre cómo debe enseñar y qué técnicas debe utilizar para que el aprendizaje se lleve a cabo de la mejor forma posible.

Para conocer mejor el desarrollo del proceso formativo, vamos a enumerar aquellos elementos que deben coexistir y deben interrelacionarse a fin de provocar un contexto idóneo de aprendizaje. Como podemos observar en el cuadro siguiente, estos elementos son: alumno, profesor, materia a impartir, métodos empleados, proceso de interacción que se desarrolla y contexto en el que tiene lugar el aprendizaje.

el alumno.

El conocimiento de los alumnos debe preocupar al formador incluso antes de iniciar el proceso de aprendizaje. Este conocimiento permitirá detectar aquellas necesidades que tienen y sobre las que habrá que programar los objetivos a alcanzar. Además, es necesario conocer aquello que es de interés para ellos y más cuando se trata de formación profesional para el empleo puesto que estos alumnos, tienen unas características y unas expectativas concretas.

Es recomendable comenzar el proceso de formación con la obtención de información básica de cada uno de los alumnos a fin de elaborar un perfil. Esta información debe contener datos tales como: nombre y apellidos, nacionalidad,

lugar de residencia, edad, situación familiar, situación laboral, estudios, formación complementaria y expectativas, entre otros. Esta información nos puede ayudar a establecer un primer acercamiento para dise-

ñar el proceso de formación adecuado para los alumnos garantizando resultados adecuados.

Pero, además, es importante conocer la voluntariedad con la que los alumnos asisten para conocer el grado de implicación, expectativas y compromiso que inicialmente tienen; no es lo mismo que, por ejemplo, varios trabajadores acudan a un curso dirigido a personal en activo a las 20 horas de lunes a jueves, de forma voluntaria a que hayan sido “obligados” por sus jefes. Esto condicionará bastante la forma en la que cada uno de ellos se mostrará con respecto al resto del grupo y al proceso de formación.

Aunque la información inicial es muy importante, no debemos olvidar que los

procesos formativos son procesos permanentes y, por tanto, todos sus

elementos pueden sufrir variaciones. Esto debe hacernos pensar que es fundamental que durante el transcurso de dicho proceso el profesor intente seguir extrayendo información de los alumnos con el fin de seguir conociéndolos pero también para conocer las valoraciones de lo que se está haciendo y de cómo ellos lo están viviendo.

También puede ocurrir en algunas ocasiones que, el profesor, tenga ideas preconcebidas de los alumnos y que no intente combatirlas influyendo negativamente en el proceso de formación. Estas ideas pueden hacer referencia tanto a los conocimientos que el alumno tiene, como a la experiencia educativa, laboral o familiar que ha podido ir adquiriendo. Esto sucede por la inexperiencia del docente, por falta de cualificación pedagógica que le ayude a detectar la información necesaria y a obviar esa proyección mental que construimos, ausencia de elementos reforzadores que actúen como motivadores o por una selección inadecuada del grupo de alumnos.

Otro aspecto relevante, y que determinará en gran medida el proceso de formación, es la selección del grupo de alumnos. Hay que intentar que el grupo sea homogéneo y que tengan unas metas comunes que alcanzar y un nivel de expectativa similar y que estén interesados en seguir aprendiendo. Aunque esto que acabamos de decir pueda parecer fácil, no lo es en la práctica. Muchas veces ocurre que, por el hecho de tener que completar un mínimo de alumnos incluimos aquellos que tenemos sin considerar estos aspectos, sin apreciar el riesgo en el que estamos poniendo el proceso de formación.

El aprendizaje del alumno en el proceso formativo puede verse influido por circunstancias:

externas al docente

Selección del grupo. Actitud del alumno Internas del docente

Inexperiencia Ausencia de preparación pedagógica Uso inadecuado de técnicas Ausencia de elementos reforzadores

La actitud del alumno condiciona enormemente el transcurso del proceso de formación y puede venir determinada por la propia formación (nivel de interés que le suscita, horario en el que se desarrolla, voluntariedad…) pero también por el “buen hacer” del docente. Una actitud favorable influye positivamente en el éxito final del proceso de aprendizaje mientras que una negativa la pone en riesgo. Ante la primera, el formador debe reforzarla para conseguir que sea la tónica del grupo. En el caso contrario, el docente tendrá que indagar y averiguar los posibles motivos de esa actitud desfavorable que no contribuye al buen desarrollo de la formación. Una vez lo sepa, tendrá que hacer uso de estrategias que faciliten nuevos alicientes a estos alumnos.

Como podemos observar, los factores que pueden influir en el aprendizaje de los alumnos son muchos y el concepto negativo que el formador pueda tener de ellos y del proceso puede influir de forma negativa. El formador debe intentar, siempre evitar las percepciones negativas que invaden y no apoyan procesos satisfactorios de formación. En muchas ocasiones ocurre que una percepción negativa del grupo de alumnos acaba siendo percibida por éste y los resultados que se obtienen son bastante mejorables.

el docente.

Esta figura es un elemento decisivo en el proceso de formación. Es el profesor el que debe programar los objetivos, los contenidos y adaptarlos a los alumnos. Para hacernos una idea de la responsabilidad que tiene vamos a tomar como referencia el esquema que José Luis Castillejo Brull3 propone cuando habla de acción educativa (p.37):

3 Para José Luis Castillejo Brull la práctica educativa se presenta como una acción racional en la que la intención solo no basta. Deben disponerse y manejare estrategias que conduzcan a su logro (p.29).

Proceso de la acción educativa desarrollado por José Luis Castillejo Brull

Cada uno de estos elementos debe ser desarrollado por el profesor y, aunque él es un elemento más del proceso de formación, tiene un papel relevante en cuanto a que debe responsabilizarse de la satisfacción de las necesidades de formación de los alumnos y asegurarse de su buen desarrollo.

Pero para alcanzar el éxito es necesario también dominar los contenidos formativos y, para eso, debe tener la preparación necesaria. Aunque éste es un factor determinante, no es el único. según oriol amat (2002), también es necesario

que tenga las actitudes adecuadas hacia sí mismo y hacia los alumnos,

y las aptitudes pedagógicas necesarias. Cuando la actitud del profesor hacia sus alumnos es negativa esto se muestra en los resultados también de forma negativa: desmotivación de los alumnos, escasa dedicación del docente. En cambio, si la actitud es positiva, se garantiza el éxito del proceso (p 60).

También, según Oriol Amat, las aptitudes pedagógicas son importantes en cuanto a que el profesor debe dominar el espacio físico en el que se desarrolla toda la acción educativa, los métodos y los medios pedagógicos (p. 61-62). Entre las aptitudes pedagógicas que debe tener podemos señalar algunas:

• didácticas: dominio del contenido, capacidad para comprender la importancia del reciclaje, innovación metodológica, trabajo en equipo y creatividad.

• comunicativas: vocabulario amplio, fluidez, claridad, capacidad de síntesis y argumentación, expresividad.

RECUERDE

Aunque el profesor es un elemento más del proceso de formación es, en gran medida, responsable y debe comprometerse para la consecución de los objetivos. Es un MEDIADOR y DEBE FAVORECER EL DESARROLLO INTEGRAL de los alumnos. Tras todo lo anterior, y conociendo ya algunos aspectos que deben caracterizar la actividad propia del docente, tenemos que conocer también una de sus principales tareas que, hoy día, es considerada prioritaria en todos los procesos de formación: ayudar a los alumnos a “aprender a aprender” promoviendo su desarrollo cognitivo y personal a través del pensamiento crítico. Para ello, hay que desarrollar estrategias en el aula que permitan:

• El desarrollo integral del alumno.

• Fomentar la imagen del formador como un “mediador” entre el alumno y los conocimientos y no un mero transmisor.

• La participación constante del alumno como un principio de acción dentro del aula.

• El aprendizaje constructivo: aprendizajes de los alumnos sobre sus propias experiencias y la información que pueda obtener del profesor y/o por otros medios.

• La reflexión del alumno.

• El desarrollo del pensamiento crítico.

• La creatividad e innovación como una constate en el aprendizaje.

No debemos olvidar que, aunque hay unos parámetros comunes que pueden hacer de la acción docente una acción exitosa en cuanto a la consecución de los objetivos de aprendizaje, cada formador tiene la obligación de “personalizar” el proceso para adaptarlo tanto a sus necesidades como a la de sus alumnos. Además, aquí juegan un papel importante las características propias que le identifican y diferencian de los demás por su “forma de ser y hacer”.

materia a impartir: contenidos.

Cuando hablamos de contenidos de aprendizaje (llamémosle así a las materia que queremos trasladar al grupo de alumnos) nos estamos refiriendo al conjunto de saberes que queremos que los alumnos aprendan. Pero estos saberes no deben ser elegidos al azar ni dispuestos por aquellos que no se involucran ni se preocupan por conocer al alumnado. Elegir los contenidos es una responsabilidad y una decisión pedagógica que corresponde a aquellos que conocen el entorno de aprendizaje y conocen la importancia y la repercusión de esta elección.

Los contenidos, por tanto, deben responder a los objetivos que se han planificado para un grupo de alumnos y deben intentar satisfacer esas necesidades formativas que el grupo posee.

La concepción actual de los contenidos los sitúa junto a los objetivos en el punto de mira de la organización y planificación docente.

La clasificación de los contenidos que parece ser la que tiene más seguidores en estos momentos es aquella en la que se dividen en dos grupos: por un lado,

los contenidos básicos que debe adquirir el alumno en un determinado momento y en unas determinadas circunstancias; y, por otro, los contenidos concretos, que permiten ampliar los más básicos haciendo hincapié en los procedimientos, conceptos y valores que al respecto deben poseer los alumnos.

Una vez que el profesor ha establecido los objetivos, el siguiente paso es definir los contenidos de aprendizaje. El mayor esfuerzo que tendrá que hacer será en la selección y en la secuenciación. Veamos algunos factores que influyen al hacerlo.

SELECCIÓN SECUENCIACIÓN

Validez: cuando los contenidos posibilitan alcanzar los objetivos. Análisis: relacionarlos con los objetivos propuestos.

Adecuación: adaptados a los alumnos Selección de los más relevantes.

Significación: permite comprender la realidad. Establecimiento de consecuencias en el comportamiento y relación. IMPORTANTE

Los contenidos podrían definirse como el conjunto de saberes previamente seleccionados y en torno a los cuales giran las actividades de aprendizaje.

IMPORTANTE

Aunque la LOE (actual Ley de Educación en España) no especifica claramente como deben clasificarse los objetivos, se siguen clasificando en conceptuales (para referirnos a los conceptos, hechos y acontecimientos), procedimentales (para referirnos a las habilidades) y actitudinales (para referirnos a los valores).

métodos.

Los métodos constituyen la base de la acción educativa, nos aportan los elementos necesarios para llegar a desarrollar procesos de formación. Es un concepto complejo y difuso puesto que engloba al resto de elementos pedagógicos.

No vamos a extendernos más porque en las páginas siguientes se les dedica un apartado en exclusiva4

Interacción.

por interacción debemos entender el proceso que se quiere mantener

con los alumnos. Este proceso se caracteriza por ser un proceso recíproco entre ellos y entre el profesor. A través de las interacciones se construye el aprendizaje. Y para que estas interacciones se den es necesario crear un clima de confianza adecuado, un clima en el que los alumnos puedan sentirse parte importante del proceso y sobre el que puedan tomar decisiones.

La interacción debe ser un elemento que el profesor debe buscar cuando se inicia un proceso de formación. Sin interacción no podremos hablar de aprendizaje personalizado y autónomo. Facilitando la participación constante del alumno se consigue, además, reforzarle y motivarle y mantenerlo interesado durante todo el proceso.

Un proceso de interacción no se da exclusivamente entre profesores y alumnos, también puede y debe darse entre alumnos y entre estos, el profesor con otros agentes implicados en el proceso educativo.

Aunque la gran mayoría de los profesionales de la educación se plantean como un objetivo a alcanzar la interacción constante, fluida, dinámica, no todos los consiguen. Esto se debe a que no todos utilizan las herramientas adecuadas y tienen las habilidades necesarias para fomentarla. Es necesario que el profesor tenga entrenamiento y conozca las técnicas que puede utilizar así como aquellas dificultades que pueden impedir que se den procesos interactivos.

Estando como estamos en una sociedad globalizada y una sociedad marcada por la revolución tecnológica, no debemos pensar que los procesos de interacción con los alumnos se dan únicamente de forma presencial. Los entornos virtuales provocan procesos de participación e interacción constantemente y, en muchas ocasiones, con mayor riqueza que en la educación presencial.

contexto.

Iniciar un proceso formativo que no se ajusta a la realidad económica, social, demográfica, cultural… de los alumnos, está condenado al fracaso. En caso de producirse, no será un proceso adaptado a las necesidades reales de los alumnos y ellos, no sentirán interés por formar parte de él.

Cuando decimos que los proyectos, del tipo que sean, y también los formativos, deben adecuarse al contexto en el que se van a implementar, queremos decir que debe recoger aquellas características propias que lo define a través de una formación personalizada para esa realidad concreta.

Por supuesto, ni que decir tiene, que siempre hablamos de aproximación contextual porque no podemos prever ni conocer con exactitud lo que realmente forma parte del contexto en el que vamos a trabajar. Podemos hacer una revisión, una previsión, pero nunca conoceremos fielmente que sucede en esa realidad. Esto ocurre, y tenemos que tenerlo presente, porque el entorno cambia y, con él, sus elementos. Lo que hoy puede responder a las necesidades de un grupo de alumnos puede que mañana no, aún siendo el mismo grupo de alumnos.

Una aproximación a la realidad nos va a permitir conocer qué es aquello que se necesita, quién lo necesita, cómo lo necesita y por qué lo necesita. Nos permite desarrollar un plan de formación ajustado a las necesidades de los alumnos. De esta forma, lograremos conocer sus centros de interés, pero también, tendremos mayores posibilidades de alcanzar los objetivos propuestos

Ahora bien, ¿cómo podemos hacer un análisis de la realidad para poder contextualizar? Podemos utilizar multitud de herramientas pero, siempre tendremos que tener la precaución de contrastar los resultados. Podemos utilizar cuestionarios, pruebas estandarizadas, podemos hacer uso de la observación en ambientes naturales y/o podemos hacer entrevistas. Estos son solo un ejemplo de instrumentos que podemos utilizar. Una característica común a todos, es la posibilidad que nos ofrecen de extraer información que después utilizaremos para planificar los procesos formativos.

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