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4.3 La migración profundiza la diversidad: migración y culturas

En los últimos cincuenta años, Conocoto, al igual que todo el Ecuador se ha convertido en un destino migratorio de países vecinos. En porcentajes es difícil saber cuántas personas nacieron en Conocoto y cuántas no.

Conocoto tiene una población compuesta por indígenas, campesinos, mestizos, afro ecuatorianos, migrantes, mujeres, hombres, jóvenes, viejos, niños, niñas, personas con oficio y sin oficio, profesionales y no profesionales; diferenciados en sus estructuras socioculturales y económicas, en sus cosmovisiones, expresiones artísticas, alimenticias, lingüísticas, religiosas y sexuales. Eso constituye la diversidad poblacional.

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A pesar de que esta diversidad ha estado presente en toda la historia de Conocoto y en las luchas ciudadanas, la percepción colectiva considera que el término “diversidad cultural” se refiere solo a la étnica. Pero la diversidad va mucho más allá de aquello y uno de los elementos es la migración. Pero, la valoración de la migración ha traído diferentes reacciones. Hay quienes aceptan a migrantes o los “toleran”, otros son indiferentes y un tercer grupo los rechazan. En Conocoto, en algunos casos las tres formas relacionales se unen.

Los hallazgos encontrados en migrantes entrevistados posibilitan una inicial discusión sobre el tema y definición de grupos diferenciados: 1) migrantes de otros lugares del Ecuador, 2) migrantes de otros países que llegan en condiciones de desventaja y que en general se sienten obligados a enviar divisas a su familia, 3) migrantes de otros países que llegan en condiciones de ventaja y, 4) personas que nacieron y viven en los barrios periféricos de Conocoto, que sienten que Conocoto no es su territorio.

El primer grupo, en general, son personas que escogieron estos espacios para construir su hogar, trabajar o estudiar. Tienen interés y buena disposición de “arrimar el hombro” para lograr mejores condiciones de habitabilidad en su sector, pero participan poco o nada en la vida de la parroquia. Algunos conservan algunas expresiones culturales de sus lugares de origen y se reúnen ocasionalmente con sus paisanos. La gran mayoría de la población hace parte de este grupo humano.

El segundo grupo, al querer entrevistarlo, sostuvo que “ellos no quería ser identificados como migrantes” sin argumentar la razón. Probablemente sea porque la mayoría de ellos no dejaron su país, su lugar natal, por voluntad propia, sino empujados por condiciones económicas y sociales para mejorar sus ingresos o por conflictos políticos o desplazamientos bélicos para resguardar sus vidas. En general, con esta población, el intercambio cultural se torna difícil, al menos cuando se trata de establecer relaciones que no se encuentran en su cotidianidad.

En este grupo, la migración forzada acarrea la pérdida u ocultamiento de rasgos identitarios. El esfuerzo por acoplarse a otra cultura, la falta de aceptación de los habitantes, entre otros, les obliga a enfrentar situaciones dolorosas y traumáticas causadas por el rechazo, el racismo, la xenofobia e intolerancia de las personas que se consideran “dueños de casa” o porque la situación del país por sí misma ya es difícil. A lo largo de la investigación, el estudio del tema permitió oír y recoger frases como “qué le pasa a éste, en nuestro país tienen que comer lo que hay, no decir qué platos les gustan y cuáles no”, “la llegada de éstos incrementó los robos”, “en su país decidirán lo que quieran, en nuestro país, decidimos nosotros” (como si esto fuera real), “de qué arrabales habrán venido y aquí quieren hacerse los muchos”, “nos están quitando el trabajo” entre muchos otros decires, incluidos los insultos.

En el tercer grupo: migrantes que llegan a Conocoto en condiciones favorables, con trabajo calificado, nuevas oportunidades de inversión, estudios, servicios sociales, entre otros. Este grupo llega por voluntad

propia exhibiendo las particularidades y bondades de su cultura.

Pedro David llega desde Colombia a Conocoto en 1975. En sus ojos “… encontró un pueblo muy tranquilo, con gente laboriosa y sin envidias, con gastronomía parecida”. Comenta que cuando llegó a instalar su fábrica “no había los materiales y herramientas necesarios, en cambio ahora no requiere salir a Quito porque el valle cuenta con todos sus requerimientos. Su fábrica se convirtió en un instituto de enseñanza donde aprendieron el oficio muchos de los que ahora tienen empresas de este ramo”, agrega que “… cuando quería divertirse prefería ir a Cali porque era más fácil que llegar a Guayaquil”.

Almuth, alemana, llegó en el año 1979 a Conocoto, al barrio Ontaneda Alta, con un conocimiento previo de la cultura ecuatoriana, pues antes vivió en Quito y en Píntag. Su llegada al país se dio por la contratación de su marido, un ingeniero suizo conocedor de textiles; amén de los conocimientos y afinidades de Almuth, en relación a: turismo, botánica, agricultura y ganadería. Llegaron para quedarse y han participado activamente en la organización barrial.

Estos y otros casos similares de migrantes, al aportar con conocimientos, habilidades y recursos, generaron nuevas oportunidades de progreso e innovación y contribuyeron a la construcción de un mejor Conocoto. Además se convirtieron en sujetos para emular y admirar. Esta condición de migrantes favorecidos les ha otorgado un status distinto al del primer grupo de migrantes.

También hay historias de migrantes que han llegado a establecerse acá, debido a su relación con sus cónyuges, nativos de Conocoto. En estos casos, muchas veces escuchan vocablos u observan costumbres, que no pueden asociarlas a sus diferentes expresiones culturales. Un ejemplo de ello está en la apreciación de esta nueva realidad por parte de Edeusa, migrante boliviana, que al comienzo <<tuvo dificultad para entender algunas palabras y expresiones que se usan de distinta manera, -a pesar de que hablamos el mismo idioma-. Le costó adaptarse a la comida (a los granos y a las sopas) pues viene de una zona ganadera, donde se come mucho los asados. Le admiró del valle la diversidad de las frutas. Allá es muy marcada la afición a la música regional, pero al resto de artes se presta poca atención e importancia. Aquí pudo ver variedad de manifestaciones artísticas: música, danza, pintura y literatura. Aquí la gente lee más y hay más actividad artística>>.

El cuarto caso: migrantes en sus propios territorios. Muchos de los pobladores de los barrios de Conocoto, generalmente llamados “periféricos”, se identifican con su barrio pero reconocen pertenecer a Conocoto, únicamente para el uso de los servicios públicos; dicen: “voy al pueblo solo a pagar el agua y la luz, o, a ver a mi hija en la escuela”. Los demás aspectos de la vida cotidiana como las fiestas, el deporte y las reuniones de amigos se realizan en el propio barrio. Esta desvinculación en relación a la parroquia de Conocoto se acentúa cuando prefieren hacer sus compras semanales en el mercado de Sangolquí, pues “incluso hay más facilidad de buses para allá”. Algunas pobladoras de Ontaneda Alta

dicen que bajan a Conocoto “solo para ir al centro de Salud”, en cuya lucha y gestión por su construcción y funcionamiento no participaron, porque no era “obra para su barrio”.

Patricio Robalino define a Conocoto en toda su diversidad, riqueza y contradicciones como “…tierra rebelde, referente de lucha, donde se descubrió la obsidiana, los asentamientos indígenas; en donde están nuestras raíces y tengo el convencimiento de que lo que da la libertad, no es posible perder” y a su vez, añade: Conocoto es “pacato, responde a una estructura social de ricos y pobres, de seres que discriminan, como los del centro a los barrios de la periferia. Conocoto es todo eso a su vez”. Y, en respuesta, los barrios discriminan al centro. Es necesario superar esta dicotomía, a fin de lograr el desarrollo integral de la población.

Cada caso reproduce respuestas distintas que hacen notar que la percepción sobre migrantes da cuenta del lugar donde se los ubica. La percepción de algunos conocoteños, sobre todo en lo relacionado a migrantes no favorecidos, se reduce a considerarlos como los generadores de conflictos sociales. Hay mucho celo y un tanto de egoísmo e indiferencia para reconocer la situación de los migrantes, sus habilidades y aportes.

La mayoría del comercio informal y de emprendimientos en Conocoto está en manos de migrantes. Aunque no se reconozca, ellos también aportan al desarrollo local y del país. Organizar su actividad en el marco del ordenamiento urbano, hará que su aporte sea positivo.

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