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HISTORIOGRAFIA INDIGENA

Historiografía indígena

FERDINAND ÁLVAREZ

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[historia-entografía-estudios culturales]

Introducción

En momentos de la conquista de América, o en este caso del Caribe, los naturales que con los cuales se encontraron los españoles, fueron los llamados “Taínos” y los “Caribes”. Muchas de sus costumbres y tradiciones se han perdido con los tiempos. Esto se debió a que desconocían la escritura, por lo tanto las historias y hazañas de los antepasados se hacían de forma oral, por medio de los areitos. Mucho de lo que conocemos de estos grupos, se lo debemos a los propios conquistadores y religiosos que visitaron nuestras tierras.

Uno de los que nos legó un estudio etnográfico sobre nuestros antepasados lo fue Fray Ramón Pané. Él mismo acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje y fue el primero en toda la América prehispánica. Aprendió el lenguaje de los nativos, en este caso los que se encontraban en La Hispaniola. Tenemos que mencionar a otros como Bartolomé de las Casas, González Fernández de Oviedo, Pedro Mártir de Anglería, Joseph de Acosta, el propio Colón, y varios más. Estos nos cedieron sus observaciones y opiniones sobre lo que vieron o de lo que les informaron de cómo eran nuestros indios.

El Dr. Ricardo Alegría nos legó la publicación, Las primeras representaciones gráficas 40 del indio americano 1493-1523, (1986) donde deja ver de forma visual a nuestros antepasados. Pero esto fue en el formato de una serie de grabados hechos en la época de la conquista. Al observarlos, nos podemos plantear cómo los invasores contemplaban a los naturales. Un dato que nos da el Dr. Alegría sobre estos artistas es el siguiente, “[…] los artistas europeos que ilustran las obras sobre el descubrimiento y colonización no han visto a ningún indio y para hacerlo se guían únicamente por las descripciones contenidas en los textos que ellos enriquecen con sus grabados”. (Alegría 1986: 88)

Añade sobre este tema, “La fisionomía del indio tampoco es interpretado fielmente por los artistas europeos, quienes tanto en las facciones, así como en el cuerpo, siguen los modelos tradicionales europeos”. (Alegría 1986: 90) Como observaremos durante este escrito, los europeos querían ver y describían a los grupos conquistados como ellos querían verlos. Se olvidaron de que ya poseían una idiosincrasia y una cultura, la cual fue totalmente trastocada por una visión totalmente diferente.

Sociedades indígenas en las Antillas

Para comenzar con las descripciones, el Dr. Jalil Sued Badillo nos escribió un resumen de las características generales de los naturales de las Antillas. Comenzó haciendo referencia a un trasfondo cultural de los habitantes de las Antillas. Declara que todos vienen de una misma raíz Arahuca. Nos explica que estos grupos impusieron una “cultura agrícola y ceramista” por el arco antillano. Debido a la diversidad de las diferentes islas, surge una “diversidad de ordenamientos sociales y unas claras diferencias en la grados de desarrollo socioeconómico”.

Divide, dependiendo el desarrollo, en diferentes regiones. “En este sentido son agrupables Las Bahamas, Cuba, Jamaica y las Antillas Menores en un nivel de menor desarrollo; y por otro lado Puerto Rico y La Isla Española en otro con un desarrollo más integral e intenso” (Sued Badillo 1989: 11). Creo que esta división es un poco exagerada, ya que lo que se conoce como “Taíno Clásico” llega hasta el oriente cubano. Añade que, “Sin embargo, los esquemas culturales básicos, como el idioma, la comunidad de símbolos religiosos y algunas costumbres y usos, persistieron como elementos característicos a todos” (Sued Badillo 1989: 11). Nos presenta el autor:

Ya para el siglo 13 de nuestra era, las comunidades indígenas de las islas Española y Puerto Rico habían logrado un desarrollo social y económico más avanzado que sus parientes en las otras islas, integrándose dentro de esquemas a los cuales se les ha dado el nombre de cacicazgos. Estos se caracterizaron por extensos asentamientos fuertemente integrados dentro de fronteras geográficas definidas. Aquellas concentraciones de comunidades unidas confederadamente tuvieron un liderato jerárquico (jefes y subjefes) capitaneados por un cacique que ejerció poderes diversos. Bajo su mando se supervisaron las fronteras comunes y se coordinaron los esfuerzos militares, diplomáticos, económicos y posiblemente religiosos. (Sued Badillo 1989: 13-14) Sued Badillo, en este cuaderno y en su primer capítulo, continúa haciendo un resumen de las características generales de las sociedades indígenas en las Antillas, como hemos visto anteriormente. Nos dice el académico: […] los cacicazgos, eran unidades altamente estratificadas en su interior, alejándose del tradicional desarrollo vertical propio de las unidades basadas en las relaciones de parentesco. Y éste, es un hecho de que debemos acentuar porque va a ser en esta trayectoria que podremos encontrar la clave que iban cuajándose entre diversas regiones del Caribe. (Sued Badillo 1989: 14)

Para Badillo el desarrollo religioso y las clases sociales surgen ya que, “[…] fue producto de la liberación progresiva de segmentos de la fuerza obrera de las tareas de producción de alimentos y el surgimiento de excedentes”. Es mi pensar que, al igual que culturas altamente desarrolladas en el mundo antiguo, fue la domesticación de la tierra lo que llevó al crecimiento de todas. Ejemplos de esto podemos observar de civilizaciones como Egipto, Mesopotamia y otras. “La estabilidad económica de los cacicazgos se puede medir también por la permanencia de sus poblados y ésta, puede explicarse, en parte, por la introducción de la técnica de cultivo conocida como el montón en complemento a la tradicional técnica de la roza y la quema” (Sued Badillo 1989: 15). Estas técnicas le daban a los poblados una permanencia y una identificación con la tierra trabajada. Mientras más se producía localmente, menos tenían que moverse a otras regiones o islas en busca de mercancías. Esto le va dando una identidad local y sentido de pertenencia.

Nos complementa otros detalles de estas comunidades; La comunidad en los cacicazgos, fue la dueña de la tierra, mientras que en áreas como Cuba o las Antillas Menores, fue propiedad de los clanes. No tenemos evidencia que señale a esquemas de tenencia de tierra más amplios. Las tareas de producción (siembra, caza, pesca y recolección) se llevaba a cabo comunitariamente en todo el Caribe; pero en los cacicazgos la producción no se repartía equitativamente, sino que los caciques y su familia reservaban para sí lo mejor de la producción. (Sued Badillo 1989: 16)

Sobre la propiedad explica, “La propiedad de bienes, no habían hecho su aparición en forma importante, pero la acumulación de bienes de carácter ornamental y ceremonial ya era práctica de los caciques y nitaínos. El famoso “tesoro” de Anacaona y los siete collares de cuentas de Caonabo son ejemplos ilustrativos”. Comenzaba la propiedad privada, aunque no sabemos si esta interpretación nos puede venir de una mentalidad española y la dejaron plasmada en las crónicas de indias.

Nos deja plasmado como el cacique proyectaba su poder: El poder político de los caciques se ejercía autoritaria y centralizadamente. Nos obstante, para la toma de decisiones importantes como la guerra, se consultaba a los nitaínos y al pueblo. Estas juntas eran más bien de carácter ritual que deliberativo, como los ilustra la asamblea de Mayobanex con su pueblo, en el cual, tras discrepancias entre aquel y este, la autoridad del cacique terminó por imponerse. (Sued Badillo 1989: 16)

Concluye esta parte de su publicación dejándonos saber que muchos se relacionaban entre sí, dependiendo las circunstancias. “Relaciones amistosas y bélicas parecen haber existido entre el Borinquén y los diversos asentamientos de las Antillas Menores”. (Sued Badillo 1989: 17)

En sus estudios se adentró en el rol de la mujer en las culturas precolombinas. En términos generales, y en muchas sociedades modernas se ve de forma inferior y en la nuestra ha tenido que luchar para alcanzar sus derechos. Comienza su presentación con la representación femenina en el “mundo de las creencias”. Se plantea que, “Es de conocimiento general que en las sociedades agrícolas la mujer, por su capacidad reproductora, ha estado asociada simbólicamente a la tierra y, por ende, a los procesos de producción. La trinidad mujer-tierra-luna, por ejemplo, tiene una amplia difusión en la América Prehispánica”. Esto no solo ha ocurrido en nuestro hemisferio, sino en muchos de las creencias de los antiguos, la mujer tiene un rol importante.

Utilizando descubrimientos arqueológicos e investigaciones para probar algunos de los puntos de los cronistas, planteó el profesor:

En Puerto Rico, la arqueología ha encontrado estatuillas femeninas en barro, con órganos sexuales prominentes, asociados al ajuar cultural de los primeros grupos arauacos en entrar a las Antillas. Éste es un ejemplo claro de una temprana asociación de la mujer a los ritos de fertilidad en el Caribe (Sued Badillo 1989: 21)

Tenemos que añadir las representaciones de algunos petroglifos como los del Centro Ceremonial de Caguana en Utuado. La llamada “Mujer de Caguana”,1 la cual se encuentra en un punto privilegiado del batey, es representativo del sexo femenino, como lo describe Badillo.

Utilizando lo recogido por fray Ramón Pané, se nos prueba, por medio de la mitología de prehispánica/caribeña, la importancia de la mujer: “La antigüedad de esta asociación simbólica se confirma por la prominencia de la mujer en los relatos míticos antillanos”. El escritor nos ilustra un relato compilado por el fraile:

Cada uno al adorar los ídolos que tienen en su casa llamados por ellos cemíes, observa un particular modo y superstición. Creen que está en el cielo y es inmortal, y que nadie puede verlo, y que tiene madre, más no tiene principio y a este llaman Yocajú Bagua Maorocoti y a su madre llaman Atabey-Yermao- Guacar-Apito y Zuimaco que son cinco nombres (Sued Badillo 1989: 21)

Según entiende el profesor, la importancia de los cinco nombres: “[…] en una tradición como la arauaca, donde el número de nombres adquiridos en vida, responden a unos importantes mecanismos de diferenciación social, no puede serlo. Mediante la guerra, el guaytiao y después de experimentar situaciones peligrosas se adquirían nombres nuevos que conllevaban a ascenso social”. Esta cantidad de nombres podría ser “alusivos posiblemente, a sus poderes o manifestaciones, es reminiscencia de la tradición familiar matrilineal”. El autor nos da varios ejemplos adicionales de varios mitos en los cuales la mujer es la protagonista.

Uno de los que más llama la atención es sobre el conocido dios “huracán” tanto mencionado:

Siempre se ha sostenido, especulativamente, que el dios de las tormentas, o huracanes-como le llamaba el indio- debió ser masculino y llamarse también Huracán. Tal especulación, a fuerza de repetirse, se ha convertido en verdad histórica. La proyección del dualismo cristiano hizo más difícil cobrar conciencia sobre esta incorrecta apreciación del fenómeno religioso indígena. Ninguno de los cronistas de Indias, al describir los fenómenos atmosféricos asociados al término huracán, deja consignado en forma alguna, que ese fuera también el nombre del agente propiciador. Simplemente señalan, que las terribles tormentas de agua y viento en las Antillas, el indio las llamaba ‘huracán’. La deidad propiciadora se llamó Guabancex y era mujer. (Sued Badillo 1989: 25)

Para probar este punto, nos presenta un párrafo del cronista Pedro Mártir de Anglería:

Veneraban otro zeme de mármol, de sexo femenino al cual asistían como ministros dos masculinos. El uno de estos por mandato de la hembra, desempañaba el oficio de pregonero para con los demás zeme, que mandados por ella prestaban auxilio para conjurar vientos, lluvias y nubes; y el otro, dicen que por orden de la misma, congregaban en los valles aguas que corrían de las altas montañas para que, soltándose por el ímpetu de un torrente, devastase los campos si los indígenas ni habían dado al simulacro los debidos y anhelados honores (Sued Badillo 1989: 25)

Vemos como, según Badillo, la divinidad que azotaba al Caribe con sus vientos y agua, era realmente una diosa, Guabancex. Y que, “Huracán, pues ni es sino la acción que precipita Guabancex y no el tan repetido “dios del mal” contrapartida forzada de Satanás en el dualismo religioso cristiano”. La mentalidad occidental y cristiana, interpretaba a su forma lo que no comprendía. En este caso el dios del mal tenía que ser masculino, como casi todas las religiones occidentales, en las cuales la mujer pasa a segundo plano.

Entrando al plano político nos dice el autor que “fue significativa”. Una de las características del indígena caribeño era que, “En las comunidades como los cacicazgos, parece que la participación política de la mujer dependió del estrato social al que pertenecía. Aunque los cronistas nos hablan de asambleas populares, no precisan las funciones del “pueblo” en estas. Sin embargo, destacan el ejercicio de poder de mujeres “principales” y su parafernalia ornamental correspondiente” (Sued Badillo 1989: 27). La mujer tenía, al parecer, voz en las llamadas “asambleas de pueblo” y podía pertenecer a una clase social determinada. Aunque esto es la interpretación de los cronistas y mentalidad occidentalizada, llama la atención de la igualdad de género.

Amplía sobre este tópico: “La tradición más difundida, establecía la herencia al poder político por la línea materna –rasgo propio de los órdenes basados en la parentela: a la muerte del incumbente la sucedía su hermano o hermana; y en ausencia de éstos los hijos o hijas de la hermana. En este aspecto era la mujer, pues, la que mantenía la estabilidad y la continuidad espiritual del grupo cuya estructura social se basara en la familia consanguínea”. Vuelve a darnos un señalamiento de uno de los cronistas para validar su punto. Volvemos con Mártir de Anglería: [...] dejan herederos del reino al primogénito de la hermana mayor si la hay; si no al de la segunda; y si ésta no tiene prole, al de la tercera, porque hay certidumbre de que aquella es prole nacida de la sangre; pero a los hijos de sus esposas los tienen por ilegítimos (Sued Badillo 1989: 27).

Por otro lado, Gonzalo Fernández de Oviedo difiere de Anglería: Del reino o cacicado e Estados destos indios […] se heredaban e subcedia en ellos, e venía la herencia al hijo mayor de cualquiera de las mujeres del señor o cacique (Sued Badillo 1989: 29).

Agrega sobre esta singularidad el profesor Sued Badillo: “Sin embargo, de no existir estos hijos, el proceso revertía al esquema tradicional de sucesión por la línea materna”. En la sociedad taína, “La mujer tenía, pues, acceso por la línea materna, la paterna o como esposa, según fuese el caso, a la más alta oficialidad política de su sociedad”. (Sued Badillo 1989: 31)

Esta importancia de la mujer creó también un problema en la sociedad indígena. La mentalidad traída por los españoles de lo que era una monarquía la transfirieron a las Antillas. Muchas veces buscaban casarse con las llamadas cacicas para poder obtener poder de sus tribus. Para concluir este tema, “Aquellas mujeres principales cuya participación en la vida política de las comunidades indígenas antillanas fue significativa, fueron gradualmente desplazadas de sus posiciones mediante el sistema de repartimiento y encomiendas”. (Sued Badillo 1989: 32)

Otra característica de la hembra fue su aportación a la economía. Eran complementarias con las del hombre. Nos recuerda Badillo de la acusación que se le hacía al hombre de que la mujer llevaba todo el peso, mientras el varón solo se ocupaba de la cacería y la pesca. Nos explica el redactor que, “Tal acusación de indolencia contra el varón indígena, constituyó entonces uno de los argumentos justificadores para la imposición del sistema esclavista por parte de los colonos del siglo 16”. (Sued Badillo 1989: 33)

Pero sí, podemos afirmar que la mujer tenía algunas actividades propias de ella. Entre estas no señala Badillo, “… faenas agrícolas, recolección, preparación y conservación de alimentos, elaboración de bebidas, medicinas, y venenos; artesanías varias”. Observamos que eran un factor importantísimo de la sociedad.

Las actividades sociales también fueron parte esencial de las características de las damas en la sociedad indígena. Participaba en el juego de pelota y en los areytos. Nos dice el autor que, sobre este último, “el rol de maestro de ceremonia, reglamentado socialmente, entre nitaínos, podía ejercerlo una mujer”. O sea, las féminas podían ser parte fuerte de la sociedad en sus distintos aspectos.

Algo que caracterizó a nuestros naturales fue la monogamia, “…aunque, como ya hemos mencionado, la poligamia era atributo de los grupos nitaínos dominantes” . (Sued Badillo 1989: 47) Nos explica que la educación se distinguía por las clases sociales. Añade sobre la sexualidad, […] el uso de naguas cortas es indicativo de experiencia sexual: las naguas largas son igualmente alusivas, pero estuvieron restringidas a mujeres principales. Antes de casarse parece que tuvo la joven indígena amplia libertad sexual, la cual era tolerada o fomentada socialmente” (Sued Badillo 1989: 49)

Para probar este punto, Badillo nos cita a Pedro Mártir: “La mujer núbil que brindaba sus favores y se prostituía con un gran numero era reputada como muy generosa y honrada por todos”.

En otro punto, complementa lo dicho con que una vez casada, “…se abstenían de relaciones extramaritales”. (Sued Badillo 1989: 49) O sea, este tipo de costumbre, al parecer era parte de la idiosincrasia del aborigen, y era mal vista por muchos de los cronistas. Y entendemos que algunos conquistadores también se aprovecharon de esto.

Sin embargo, el Dr. Francisco Moscoso rechaza las cacicas y explica, En tiempos precolombinos no había “cacicas” como tal, es decir, mujeres ejerciendo la jefatura política. Las madres y esposas de caciques gozaban de un status de prestigio, sin lugar a dudas: pero no eran jefas. Fueron los conquistadores los que, habiendo trastocado los mecanismos de sucesión cacical, adscribieron a las viudas; o las sobrinas o hijas de los caciques, cuando faltaron y no pudieron instrumentarse las reglas sucesorias cacicales anteriores […]. (Moscoso 2008: 93)

Apoyando esta opinión, volvemos a tocar el tema de la mentalidad europea monárquica. Y esto los invasores lo utilizaron para adquirir poder por medio de las mujeres, como si fueran reinos y ellos se convirtieran en reyes.

Por otro lado, el mismo autor hace un análisis sobre las menciones de nuestros naturales en las crónicas. Utiliza varias fuentes que van desde el 1492 hasta el 1582. Durante ese tiempo todavía existían algunos de los llamados “taínos”. Nos deja ver algunas de las características generales de estos a la llegada de los invasores. Hace referencia más a los habitantes de nuestra Isla.

En el prólogo del libro, Caciques, Aldeas, y Población de Borinquén, según el Dr. Luis González Vales, “…es mi criterio, el estudio más serio y documentado, hasta el presente, sobre el problema de la población taína en Puerto Rico…”. (Moscoso 2008: 15) Para buscar las características, tenemos que adentrarnos en los escritos de la época, como lo hace Moscoso, el cual analiza de forma acertada la información provista.

Nos dice el autor, “Como es de conocimiento general, al tiempo del descubrimiento europeo de América gente de la etnia taína habitaban la isla de Borinquén, nombre indígena de Puerto Rico” (Moscoso 2008: 20). Nos describe las migraciones de los grupos culturales, desde los arcaicos hasta los arahuacos. La importancia de las procedencias de los grupos es explicada por el arqueólogo Jorge Ulloa, “…las migraciones fueron el fundamento esencial para explicar el desarrollo cultural precolombino y el motor de la evolución y el desarrollo de los grupos humanos, sobre todo en las Antillas…” (Ulloa 2000: 15). Esto ratifica lo que nos plantea el historiador puertorriqueño.

Continua Moscoso, “Tras varios siglos de interacciones, asentamientos y evolución de descendientes aborígenes antillanos, los indicadores de la arqueología ponen de manifiestos el surgimiento de los taínos como etnia diferenciada y autóctona del Puerto Rico durante el siglo V” (Moscoso 2008: 19). Nos aclara Moscoso que: La formación taína se desdobló en el ámbito del Caribe antillano, particularmente a través de las Antillas Mayores (de Puerto Rico a República Dominicana y Haití, y a Jamaica y Cuba; e incluso Bahamas). Dicho proceso se desarrolló a ritmos dispares, conjugando elementos históricos comunes, así como manifestando especificidades insulares y regionales en el transcurso de los siglos posteriores. Aunque originaron en el contexto de una etapa histórica de tribus, desde los siglos XI en unos lugares, y XII en otros, los taínos se habían desarrollado al nivel de la etapa de cacicazgos, o estados incipientes, con todas las complejidades de la estratificación social, jerarquía política, economía, religión, derecho consuetudinario tribal, cultura e ideología que ello implica. (Moscoso 2008: 21-21)

Nos deja claro el Dr. Moscoso sobre la característica formativa de la sociedad taína. Esto nos podría dar a pensar de cuál hubiera sido el desarrollo de nuestros naturales. Esto si no hubieran sido interrumpidos los invasores europeos. Otra descripción de los indios caribeños es la siguiente,

Los aborígenes de las Antillas Mayores de los siglos XV y de comienzos del Siglo XVI, salvo en algunas regiones aisladas de Haití y de Cuba, no eran pequeñas bandas de cazadores y recolectores. En otras palabras, para ellos hacía mucho tiempo que se había superado la etapa de las comunidades gentilicias de grupos de parentesco primarios que reunían varias docenas de personas en cuevas o campamentos provisionales (Moscoso 2002: 27)

Podemos analizar esta descripción de los antillanos. Nos aclara este historiador, que a pesar de que existieron sociedades ya bastante desarrolladas y sedentarias, también existían las que aún vivían de la recolección y en hogares provisionales. Y añade, “Antes del descubrimiento europeo los taínos, primero como tribus, y sucesivamente como cacicazgos, acumulaban un milenio de vida histórica”. (Moscoso 2002: 27) A pesar de esto, el mismo Moscoso no aclara que existían “diferentes grados de desarrollo y con matices particulares en unos y en otros, estaban configuradas por los cacicazgos taínos”. Esto es, que en algunas de nuestras islas, se estaba desarrollando una identidad propia.

Para continuar, tenemos que aclarar que el Dr. Sued Babillo, se ha dedicado al estudio de las culturas existentes en las Antillas y sus características. De forma sencilla y en base a las crónicas y cartas dejadas por los conquistadores, intenta reconstruir una cultura la cual no dejó nada escrito. Tenemos que dejarnos llevar por las descripciones de “cristianos” que veía como seres inferiores a esta civilización que ya tenía sus propias peculiaridades. El otro núcleo analizado por Badillo, lo son los Caribes, etnia controversial la cual algunos ponen en duda su existencia.

Los Caribes es la raza del prehispánico y de la conquista que más polémicas ha levantado. Uno de los que indagó sobre este conjunto lo fue el propio Badillo. El profesor nos habla sobre este grupo, “La versión dualista de la cultura indoantillana tuvo su origen en los apuntes de Cristóbal Colón” . (Sued Badillo 2002: 33) Esto refiriéndose al origen de la leyenda “caribe”. En el libro Los caribes: realidad o fábula, el autor nos intenta demostrar la invención de este grupo que fue uno de los más controversiales.

Comienza su análisis con las siguientes palabras;

El carácter de las configuraciones sociales prehispánicas en el Caribe es un tema que continúa suscitando controversias. Una de sus vertientes más discutidas sigue girando en torno a si existió una “cultura” caribe o no. Han existido dos sectores de opinión sobre estas interrogantes. El primero, heredero de la tradición apologista de la conquista española de América, han sostenido que existieron dos complejos culturales, diferenciados por su origen, por sus costumbres y tradiciones sociales, por su lenguaje y, más importante aún, por una animosidad tradicional que les mantuvo en perpetua confrontación”. (Sued Badillo 2002: 1)

Añade el investigador: El segundo sector de opinión ha defendido la tesis de la homogeneidad cultural en el Caribe prehispánico, argumentando que las diferencias materiales y sociales que pudieron haber existido deben comprenderse en base a sus desigualdades socioeconómicas y al surgimiento de modalidades regionales resultantes del proceso de adaptación a las variables ecológicas de casa isla. (Sued Badillo 2002: 1)

Sued Badillo nos explica que, “El esquema de interpretación dualista traza su origen a las opiniones de los antiguos cronistas de Indias y a los numerosos documentos administrativos de los primeros siglos de la colonización…”. (Sued Badillo 2002: 1)

Una de las características que más se concede a este grupo es la antropofagia o comer carne humana. Como bien señaló el profesor, mucho de estas peculiaridades nos las da el propio navegante Cristóbal Colón,

Dize más el Almirante, que en las islas passadas estavan con gran temor del Carib, y en algunas le llamavan Caniba, pero en la Española Carib; y que debe ser gente arriscada, pues andan por todas las islas y comen la gente que pueden aver… . (Colón 2003: 195)

Esta es una de las primeras menciones y cómo el Almirante veía y pensaba de este grupo de naturales antillanos. Vuelve a mencionar el tema de la antropofagia, “…y sabido por el Almirante, dixo que por una partele avia placido y por otra no, porque ayan miedo alos cristianos porque sin duda, dize el, la gente de allí es diz que de mal hazer y creía que eran los de Carib y que comiesen los hombres…”. (Colón 2003: 196) Esta es otra mención caracterizando a este conjunto como unos que comían carne humana. Esta es una de las primeras características atribuidas a este aparente grupo cultural.

Sobre este tema, nos dice Badillo, “No fue hasta adentrado el siglo XIX que esta versión de la historia indoantillana comenzó a suscitar cierta inquietud intelectual y algunas emotivas confrontaciones”. (Sued Badillo 2002: 3) Nos menciona algunos ejemplos de personas que combatieron este argumento. “Juan Ignacio de Armas, historiador cubano, publicó en el 1884 una apasionada obra titulada la fábula de los caribes, en la que intentó desmentir la práctica de canibalismo atribuida a los barloventeños”. Añade las palabras de este autor,

No había dos razas en las Antillas, sino una sola de costumbres pacíficas y dulces. La fábula de los caribes fue al principio, un error geográfico; luego una alucinación, después una calumnia. Hoy no es más que una rutina que hay que borrar de los libros de historia, de geografía, de las ciencias naturales y antropológicas; y lo que es más consolador, del catálogo de manchas que aún deshonran la especia humana. (Sued Badillo 2002: 3)

Según el investigador, estas palabras del cubano Ignacio de Armas, resumen su propio pensar y defensa de este grupo.

Otro autor en combatir este hábito lo fue el venezolano, Dr. Julio C. Salas en un libro publicado en el 1920, Los indios Caribes, estudio sobre el origen del mito de la antropofagia. Esta es una de las fuentes que utiliza Sued Badillo para combatir esta característica mal otorgada en los caribes. Nos dice este último sobre Salas y su publicación, “…puso en tela de juicio la versión dualista golpeando con gran acierto las tradicionales acusaciones de canibalismo que se habían hecho por mucho tiempo contra los barloventeños”. Continúa: Salas utilizó un impresionante acopio de datos etnohistóricos y lingüísticos en su obra para confrontar los desaciertos que sobre el indio americano había urdido el proceso de conquista. Además, acusó las implicaciones ideológicas de los escritores de su tiempo censurándoles por aceptar: “extravagantes versiones criticables a etnógrafos, que demuestran con esto la facilidad a ser influidos por la opinión ajena, que han aceptado sin someterla a la rigurosa crítica científica…”. Obras como la de Salas, profesor de Sociología de la Universidad de Mérida, pudo haber tenido honda influencia en el proceso de rectificación histórica en su país, pero en el nuestro pasó casi desapercibida. (Sued Badillo 2002: 4)

Aquí nos deja saber la importante influencia del sociólogo venezolano sobre el estudio de los caribes. Comparo el análisis de las fuentes y de los investigadores de Cuba y Venezuela con la historiografía puertorriqueña.

Badillo luego de indagar lo escrito de estos dos grandes investigadores, nos deja saber el pensar los puertorriqueños como Salvador Brau y Luis Lloréns Torres. Según él, en Puerto Rico, “ningún investigador cuestionó el mito de los caribes…”. Hace mención del arecibeño Cayetano Coll y Toste sobre el tema y le dice que le correspondió, “…la tarea de representar con mayor fidelidad y constancia la versión más exagerada de aquel dualismo”. Y hace mención de la opinión del médico de Arecibo sobre su libro La Prehistoria de Puerto Rico el cual publicó en el 1897:

El Caribe insular, comedor de carne fresca, de instinto belicoso y aventurero, sanguinario, cruel antropófago era antitético del Arahuco, el aborigen antillano, comedor de harinas, pacífico, hospitalario, dulce e indolente. (Sued Badillo 2002: 4)

Aunque, como observamos en los pasados párrafos, la antropofagia es la aparente característica observada, posee algunas más según los testigos de una época. Otra peculiaridad de los caribes, nos dice el autor, “Se ha dicho también, que los invasores caribes solían acosar las poblaciones en las Antillas Mayores, aterrorizándolas con su marcada superioridad naval y militar, y por su habitual predisposición a alimentarse de sus víctimas (siempre masculinas) y robarles sus mujeres". (Sued Badillo 2002:2) Agrega: El argumento dualista aduce la existencia de una llamada cultura Caribe insular que supuestamente habitó las Antillas Menores. Estos caribes –se ha añadido− invadieron las islas desde algún punto continental, violentamente, algunos siglos antes de la invasión española misma. En el transcurso, los caribes dejaron una estela de horror y destrucción a su paso, exterminando y devorando a todos los varones indígenas rivales, pero reteniendo para sí las hembras. De esta unión habría de surgir una cultura mista, a favor de la cual se han aducido “evidencias” tanto de carácter lingüístico como arqueológico. (Sued Badillo 2002: 2)

Sobre el papel de Puerto Rico con los caribes, “Esta confrontación –se ha dicho− le impuso a la isla de Puerto Rico la misión de “frontera de coque” entre las dos culturas; rol que hubo de continuar después de la llegada de los españoles, con la única diferencia que, a partir de entonces, la isla frontera marcaría los límites entre la civilización y la barbarie. Este aguerrido pueblo caribe demostró, pues, igual incapacidad para convivir con los europeos…”. (Sued Badillo 2002: 3) La descripción de las peculiaridades de los caribes, ha sido una de las más importantes aportaciones del Jalil Sued Badillo a nuestra historiografía.

No vamos a entrar en la existencia de los caribes, opinión la cual este autor ha defendido. Estamos describiendo algunas de las etnias de los naturales. Lo que sí tenemos que añadir sobre el tema del canibalismo es lo siguiente: “Ningún cronista francés –como tampoco español– observó práctica alguna de canibalismo, pero en cambio, algunos sí presenciaron otras prácticas, cuya parafernalia bien pudo conducir a los más incautos de ellos a derivar conclusiones equivocadas”. (Sued Badillo 2002: 96)

Explica sobre las costumbres que muchos europeos confundieron con la antropofagia. Es la conservación de los restos de sus enemigos como trofeos de guerra y la de conservar despojos de sus antepasados. Sobre estos nos concluye: “Ambas prácticas intervienen en los rituales de disposición de restos mortuorios, pero pertenecen a contextos sociales diferentes que no deben confundirse”. (Sued Badillo 2002: 96)

Para concluir el tema de los “caribes” utilizaremos las palabras del propio ensayista, “Bajo la designación de ‘caribe’ se han confundido diversos grupos sociales en variadas circunstancias y en diferentes épocas. Genéricamente el término aludió a los que se presentaba como amenaza indígena a la colonización y tranquilada de los poblados, tanto en el Caribe como en el continente. El término fue igualmente abusado por los colonos para encubrir sus manejos turbios y llama la atención cada vez decreciente de la metrópolis” (Sued Badillo 2002: 168-169)

Para retomar unas características generales de los naturales del Caribe en general, incluyendo estos a los Taínos, Macoriges, Ciguayos y Caribes, esto según el afamado investigador dominicano Marcio Veloz Maggiolo, nos plantea los siguiente: Las características del Modo de Vida Cacical podrían resumirse prácticamente, bajo los siguientes puntos: 1-Abandono del sistema de cultivo de roza generalizado e integración de éste y otros sistemas al cultivo en montículos en algunas zonas del Caribe. 2-Relaciones de Producción más orientadas hacia un poder centralizado, manteniéndose en su característica tribal, pero reformulando y afinado su modo de trabajo, el cual se organizará a su vez en un proceso de centralización que no tiene objetivos familiares-auto-subsistencia por ejemplo-sino sociales. 3-Una división social del trabajo por sexo y edad, en donde debido a cierto control central se diversifican los modos de trabajo. 4-Las comunidades segmentarias cada vez los son menos. Los cultivos de roza atenuados por la recolección, los sistemas nuevos como el montículo y la várzea, detiene en parte el proceso de cambio de lugar que fue común siglos antes en la selva tropical y en las primeras ocupaciones de las Antillas Menores. 5-La tendencia hacia la familia nuclear, es por tanto, mayor. El sistema de familia extensa, constituido por la vivienda bajo un mismo techo de familias amplias, se transforma en intenso, en donde el núcleo central es el padre, madre, hijos y a lo sumo abuelo. Por tanto, las grandes malocas o bohíos colectivos, son, en parte, sustituidos por bohíos pequeños o relativamente pequeños, generándose mayor número de casa y de viviendas. Es decir, la gran vivienda se “segmenta” en pequeñas viviendas. Cambio total del Patrón espacial. 6-El cultivo básico de raíces (vegecultivo) se enriquece con otros cultivos, como el maíz. A su vez la producción aumenta, y se integran nuevas variedades botánicas. 7-Las redes de intercambio obligan a un sedentarismo que se basa en cierta especialización de trabajos. Productores de zonas ecológicas ricas en un mismo tipo de producción prefieren recibir intercambios y canalizar su producto al través de la nueva red. Por tanto, un mismo tipo de producción-pesca por ejemplo o recolección de mariscashace posible que un grupo quede sedentarizado en función de que recibe a cambio el complemento de su dieta. 8-Por tanto, los procesos permanentes de adaptación son más definidos, y los ciclos estacionales no resultan tanto un factor definitorio del modelo de vida. 9-Los grupos cacicales abandonan el modelo de selva tropical y generan nuevos modelos de técnicas productivas. 10-La concentración de poderes por asignación social es cada vez mayor, primero en función de las capacidades del cacique, y luego en función ya hereditaria, con especialización del poder y aceptación de capacidades heredadas. El cacique puede reunir características de brujo o shamán, jefe guerreo y jefe político.

Estas diez características, de un modo o de otro comienzan a predominar cuando se inicia la disolución del Modo de Vida Aldeano Igualitario y se dan las condiciones para las nuevas relaciones del Modo de Vida Cacical”. (Veloz Maggiolo 1991: 179)

Aquí tenemos un resumen de muchos de los cambios en el Caribe de diferentes grupos culturales. Creo que es apropiado utilizar esta información ya que cubre las grandes Antillas y las Menores y nos deja ver una unión caribeña.

Conclusión

Durante este ensayo, hemos observado las características de los naturales de nuestras Antillas. Pudimos ver cómo los autores Francisco Moscoso, Jalil Sued Badillo y algunos otros utilizados para reforzar a estos autores, están de acuerdo en muchas de sus descripciones. Ambos utilizaron fuentes similares, ya que lo que conocemos de la forma de ser de los taínos se lo debemos a los cronistas y sus descripciones. Estos lo complementaron con la arqueología para llegar a sus propias conclusiones. Las mismas son muy parecidas e inclusive la visión marxista está presente en ambos autores.

Otra similitud es el tipo de desarrollo de los taínos y dependiendo el ambiente que los rodea. Cada tierra tenía unas características particulares, y esto era parte de las propiedades únicas en el progreso de estos. Podríamos dar por ejemplo las diferencias geográficas entre Puerto Rico, Cuba y La Hispaniola. El tamaño, lo accidentado de la tierra, hace que la flora y fauna sean diferenciadas en cierto grado entre las islas. Este aún lo podemos observar en la actualidad en los diferentes cultivos y dietas entre los habitantes de las mismas.

El origen arahuaco, venidos de América del Sur, está presente en los escritos. Esta es la teoría más aceptada del origen de nuestros antepasados. Por esta razón, aún antropólogos visitan la zona de Venezuela para ver cómo pudieron haberse comunicado y comportado los llamados “taínos”. Se utilizan muchos los estudios lingüísticos de estas tribus, ya que existen palabras muy similares en su hablar, entre lo que dejaron los cronistas y lo que se ha compilado en la actualidad.

La explicación sobre el término “caribe” sobre lo que se refería Colón de que “comían carne”. Ambos llegan a la conclusión que fue un error en la transcripción o que fue intencional para poder gestionar la esclavitud de los mismos. Hasta la mención del sexo femenino hace presencia en ambos, aunque de forma más explicativa en Sued Badillo, ya que él publicó un libro sobre este tan importante tópico.

Aunque Moscoso hace mención sobre las mujeres, su análisis se diferencia. Este nos dice que nunca existieron cacicas antes de la conquista. Y Badillo nos presenta que sí, y da a las crónicas como fuente. Ahora, sobre este último, ¿sería una interpretación errónea de los conquistadores y malinterpretación de nuestro ensayista? Como quiera, uno utiliza la información provista y con base en la misma se llega a sus propias conclusiones.

Lo que sí, muchas de estas descripciones y características escritas en las crónicas y memorias, tenemos que tener en cuenta que son de un punto de vista imperialista. Por lo tanto, tenemos que profundizar más en ellos para poder llevar a conclusiones objetivas.

Notas

1 Walter Murray Chiesa fue que bautizó ese petroglifo con ese nombre.

Bibliografía

Libros

Alegría, Ricardo. Las primeras representaciones gráficas del indio americano. Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Impreso en España (1986).

Colón, Cristóbal. Textos y Documentos completos. Segunda Edición, tercera reimpresión. Edición de Consuelo Varela. Nuevas Cartas: Edición Juan Gil. Alianza Universidad. Alianza Editorial. Impreso en España (2003).

Gómez Acevedo, Labor y Manuel Ballesteros Gaibrois. Vida y cultura precolombinas de Puerto Rico. Editorial Cultural. San Juan, Puerto Rico (1993).

Moscoso, Francisco. Agricultura y Sociedad en Puerto Rico, Siglos 16 al 18: Un acercamiento desde la historia. Instituto de Cultura Puertorriqueña. Colegio de Agrónomos. San Juan, Puerto Rico (1999). _____. Caciques, aldeas y población taina de Borinquén. Puerto Rico 1492-1582. Academia Puertorriqueña de la Historia. Impreso en Colombia (2008).

Salas, Julio C. Los indios Caribes. Estudio sobre origen del mito de la antropofagia. Editorial Nuevo Mundo. Impreso en Estados Unidos (2016).

Sued-Badillo, Jalil. La mujer indígena y su sociedad. Editorial Cultural. Impreso en Puerto Rico (1989). _____. Cristóbal Colón y la esclavitud del indio en las Antillas. Fundación Arqueológica, Antropológica, Histórica de Puerto Rico. Impreso en República Dominicana (1983).

_____. Los caribes: realidad o fabula. (Edición original) Editorial Cultural. Impreso en Colombia (2002).

Veloz Maggiolo, Marcio. Panorama Histórico del Caribe Precolombino. Edición del Banco Central de la Republica Dominicana. Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Impreso en República Dominicana (1991).

Revistas

Ulloa Hung, Jorge. “Migraciones en el Caribe precolombino”. El Caribe Arqueológico. Publicación de la Casa del Caribe. Núm. 4, Año. 2000.

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