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EN CLAVE DE MUJER Mujeres

Por: P. Fernando MAL GATKUOTH, mccj Roma, Italia

La Buena Nueva de Jesucristo

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Lectura orante de la Palabra de Dios

Comienza: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Invoca al Espíritu Santo: ¡Ven Espíritu Santo, ilumíname! (Tú puedes crear tus propias invocaciones, lo importante es que broten de tu corazón. Repite la invocación lentamente tantas veces como sea necesario para que obtengas el silencio interior para orar).

Lee lentamente la Palabra, varias veces, hasta que la comprendas bien. (El texto completo para la meditación es: Marcos 1,1-8. Yo sólo escribí tres versículos, pero es importante leerlo todo). «Comienza la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Según está escrito en el profeta Isaías: “Mira, envío a mi mensajero por delante de ti, el cual preparará tu camino. Voz del que grita en el desierto:

¡Preparen el camino al Señor; nivelen sus senderos!”» (Mc 1,1-3).

Elige una palabra o frase y repítela lentamente varias veces, deja que llegue a lo profundo de tu corazón, por ejemplo: «la Buena Noticia de Jesús», o simplemente «Mesías, Hijo de Dios».

Medita la Palabra. Ideas breves que te pueden ayudar en tu reflexión: El primer versículo contiene en sí todo el mensaje del Evangelio, tiene como objetivo mostrar quién es Jesús a comunidades de creyentes que no son de origen judío. Marcos es el único evangelista que utiliza la palabra Evangelio, que significa «alegre noticia». La Buena Nueva que comunica Marcos es que Jesús es el Mesías esperado a través de los siglos, en Él se cumplen las promesas de Dios.

Sin ninguna introducción, Marcos presenta a Juan el Bautista, cuya misión es preparar al pueblo para recibir al Hijo de Dios. Esto lo hace con un llamado claro a la conversión y al bautismo para el perdón de los pecados. Juan dice con claridad que él no es el Mesías y que él bautiza con agua, pero el Salvador bautizará en el Espíritu Santo.

Contempla la Palabra para comprender su significado. El llamado a la conversión de Juan el Bautista es actual: nos invita a preparar nuestros corazones enderezando los senderos de nuestra existencia para un encuentro nuevo con Jesús. Nos llama a eliminar de nuestra cotidianidad lo superfluo, para ir con el Único necesario, nuestro verdadero bien: conocer, amar y seguir a Jesús. El papa Francisco dice: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (Evangelii gaudium [EG], 1). Dos preguntas que pueden ayudarte en tu reflexión: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Qué cosas, pensamientos o actitudes superfluas debo dejar para ponerlo al centro de mi vida? (Después de reflexionar un poco, guarda de 5 a 10 minutos de silencio absoluto, sin pensar nada, deja que Jesús hable a tu corazón. Si estás meditando en grupo, después del silencio pueden compartir lo meditado). De la Palabra a la vida. Pasa de la meditación a la acción. Piensa una acción concreta y específica que puedes realizar para hacer vida este texto de la Escritura que has meditado, por ejemplo: Haz un examen de conciencia para identificar los aspectos en los que necesitas convertirte o los pensamientos y actitudes superfluas que debes dejar para poner a Jesús al centro de tu vida.

Transforma tu meditación en ora-

ción. Deja que el Espíritu te guíe para que sea una oración que brota de lo profundo de tu corazón: alaba a Dios, intercede por los demás, pide fortaleza y valor para convertirte. Reza un Padrenuestro y termina como comenzaste: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

José Luis Mejía

wikipedia

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