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Jinotega - Nicaragua

Población:

123,000 habitantes.

Alimentos importantes:

Maíz, arroz, frijoles, queso, cebolla, yuca.

El lago Apanás fue declarado sitio RAMSAR en 2001 (área de agua de importancia internacional).

Socios importantes:

Organización “La Cuculmeca” junto a 17 instituciones, incluyendo cooperativas hortícolas, empresas privadas, organizaciones sin fines de lucro e instituciones de investigación.

Desafíos clave:

Sedimentación, deforestación, gestión sostenible del paisaje.

Lago Apanás. El lago que alimenta a las ciudades de Nicaragua está desapareciendo.

El 60% de las verduras que se consumen en las ciudades más importantes de Nicaragua se producen a orillas del lago Apanás, el tercer lago más grande del país. Sin embargo, la sedimentación, la deforestación sin control y prácticas agrícolas perjudiciales representan una amenaza para la supervivencia del lago en la próxima década. Se prevé que la escasez de agua cause desempleo y que la disponibilidad de vegetales se vea comprometida. Esto resultaría en una dieta menos sostenible y diversa entre los consumidores urbanos.

Hace 15 años, los agricultores solían esperar a que las aguas del lago Apanás bajaran para poder cultivar en los bancos fértiles de sus orillas. Hoy el agua ni siquiera llega a esos lugares. “El lago se acabó”, comenta Azucena Navarro. Azucena es productora y residente de Sasle, una comunidad alrededor del Lago Apanás.

Apanás se encuentra en el departamento de Jinotega, ubicado a tres horas y media en automóvil desde la capital, Managua, y es conocido por ser un depósito de agua que fue construido en 1964 para generar electricidad. Además, en 2001 fue declarado área Ramsar (área de agua de importancia nacional) por la UNESCO. Pero en los últimos 30 años, el entorno alrededor del lago se ha deteriorado tanto que el Lago Apanás podría desaparecer por completo en menos de 10 años.

Azucena Navarro Azucena, una mujer pequeña de unos 60 años, dice con mirada firme y en voz baja: “Antes, nunca dejó de llover”. Azucena es vicepresidenta de COOSMPROJIN, una cooperativa hortícola compuesta por 77 productores de lechuga y repollo. De su finca genera el 30 por ciento de sus ingresos con el cultivo de verduras y el 20 por ciento de la leche, el ganado y la cría de cerdos, y complementa gracias a la ayuda de sus hijos. Las fuentes de ingresos de Azucena reflejan la realidad económica de las aproximadamente 25,000 personas que viven en las orillas del lago.

En Nicaragua, se estima que 350,000 personas viven de la agricultura. 15,000 de ellos cultivan vegetales y el 90 por ciento de estos productores tienen una pequeña empresa familiar, donde trabajan de 0.5 a 3.5 hectáreas. El 60 por ciento de ellos están activos en el departamento de Jinotega.

En Apanás y sus alrededores, se cultivan el 60 por ciento de los vegetales que se consumen en las mayores ciudades del país, mientras que solo el 3 por ciento del suelo se usa para esto. Del total de seis millones de nicaragüenses, dos millones ya viven en la capital, Managua.

El repollo en los estantes de los supermercados Walmart, la lechuga y los tomates en un Sándwich “Submarino” de Subway (Subway Submarine Sandwich); pero también las verduras que se encuentran en otras cadenas nacionales e internacionales, así como las PYME de comida rápida, provienen de cooperativas de agricultores que operan a orillas del lago. Con un total de 639 miembros, las cooperativas COOSMPROJIN, COOSEMPODA, SACACLÍ y TOMATOYA producen 4,000 toneladas de estos vegetales anualmente. La mayor parte es comprada por mayoristas y minoristas de la capital.

Desde el comienzo de la colaboración con estas cuatro cooperativas en 2012, Ri-

kolto envisionó el importante vínculo entre el suministro de alimentos de la capital y el sustento de las familias en Jinotega.

“Las organizaciones tuvieron dificultades para comercializar sus productos a precios justos. Por eso queremos fortalecer la gestión empresarial y organizativa de las organizaciones y optimizar los métodos de producción. Así queremos garantizar alimentos saludables para los consumidores, menor impacto ambiental y una mejor calidad de vida para las familias campesinas “, comenta Guillermo Gutiérrez, coordinador del proyecto para Rikolto. El proceso de acompañamiento incluyó, entre otros aspectos, la introducción de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) y Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). Esta mejora de la calidad debe garantizar que las cooperativas tengan acceso a mercados mejores y más estables y que obtengan mejores precios.

“Cambiamos nuestros sistemas de producción y aprendimos sobre alternativas comerciales”, dice Azucena sobre la colaboración con Rikolto. “Aprendí de otros productores en Honduras y Guatemala. Descubrí que enfrentamos los mismos problemas que nuestras contrapartes en la región centroamericana. Precios bajos, crisis climática, falta de apoyo gubernamental y acceso limitado a tecnologías y otros métodos para facilitar la innovación: no estamos solos en nuestra lucha. En la actualidad, tenemos grandes expectativas en COOSMPROJIN debido a la reciente legalización de la alianza comercial entre nuestras cuatro organizaciones. Esperamos que con esta alianza nos hagamos más fuertes, que podamos acceder a mercados nuevos y también encontrar formas de vender nuestros productos sin intermediarios.”

Si bien el cultivo de vegetales es importante para satisfacer las necesidades alimentarias de la población nicaragüense, este sector se caracteriza por una falta de

política y de normas a nivel institucional. Tal política debería de regular la calidad y los precios de los productos.

“En Rikolto, apoyamos a las organizaciones de agricultores para que pongan a prueba nuevas formas de colaboración con sus socios agricultores y el mercado en un esfuerzo por crear condiciones más favorables para ellos mismos: los agricultores y sus familias. Aún más allá, les apoyamos para que se conviertan en actores activos en la cadena alimentaria para que puedan influir en los cambios a nivel de políticas, por ejemplo,” explica Guillermo.

MASLAGO: una visión de paisaje para salvar a Apanás

El lago tiene seis afluentes principales: Jigüina, Jinotega, Mancotal, Arenal, San Gabriel y Sisle. Estos ríos provienen de las tierras altas y las colinas que bordean la mayor parte del área noroeste de Apanás, donde se concentra el cultivo de vegetales.

Norvin Palma Desde la granja de Azucena se despliega un panorama de colinas de cuentos de hadas, rodeando un lago grisáceo en varios tonos de verde y marrón. Desafortunadamente, esta hermosa geografía también hace que los ríos transportan desechos desde las laderas hasta el lago.

En 2016, Rikolto comenzó a trabajar en un plan de acción y la constitución de un grupo de múltiples actores para promover la gestión sostenible del paisaje en la cuenca del lago: así nació MASLAGO. La plataforma utiliza el Enfoque de Gestión Integrada del Paisaje (Integrated Landscape Management), un método que une a los diversos sectores: agricultura, silvicultura, energía, pesca, ganadería, turismo y otros sectores. Esto es para lograr soluciones cooperativas e innovadoras aliviando la creciente presión sobre los recursos naturales.

“En ese primer año, Rikolto identificó 22 organizaciones que tienen una influencia directa e indirecta en el área alrededor del lago”, explica Norvin Palma. Norvin coordina proyectos en La Cuculmeca, una organización no gubernamental dedicada a los derechos del niño y el medio ambiente. La Cuculmeca es parte del comité de coordinación de MASLAGO. Norvin define a MASLAGO como un grupo de organizaciones que se comprometen voluntariamente por un objetivo común: la protección y preservación del lago Apanás.

“Es un espacio voluntario, abierto y seguro donde cada uno desde su propia pers-

pectiva puede mostrar cuáles son los efectos en el lago y qué intervenciones podemos emprender juntos”, dice Palma.

Actualmente, el grupo consiste en 22 actores que incluyen universidades, centros de investigación, las cuatro cooperativas de hortalizas, la comunidad indígena, empresas agrícolas y otras organizaciones con proyectos en el área.

Con un sueño común, MASLAGO comenzó el viaje a finales de 2016. La ruta fue determinada por el enfoque integrado para la gestión del paisaje. En primera instancia, se mejoró el conocimiento del paisaje. En 2017, el grupo organizó un foro con todos los actores en el área para intercambiar información y resultados de sus respectivos proyectos y así permitir que todos los participantes en la plataforma compartan sus conocimientos sobre el problema.

Posteriormente se elaboró un escenario del paisaje deseado, con la intención de crear una visión común entre los diversos actores. Luego se elaboró un diseño de las diversas intervenciones en el paisaje. Siguió la implementación del plan y el ciclo fue concluido con una evaluación.

“Primero comprende el problema antes de definir la solución. Con este espíritu, los miembros de MASLAGO identificaron las principales amenazas al lago: contaminación y sedimentación.”

Se dice que es más importante conocer la gravedad del problema que tener una solución clara. Por ello, entre los diversos miembros de MASLAGO, se identificaron las principales amenazas: contaminación y sedimentación. La contaminación es causada, entre otras cosas, por el vertido de desechos sólidos como contenedores de plástico, latas de aluminio, aguas mieles de los cafetales, etc. Además, existe mucha contaminación por actividades agrícolas en las que se utilizan productos químicos. Los recipientes de plástico que terminan en el lago y los productos químicos que se filtran en el suelo pueden tener consecuencias muy graves a largo plazo para la salud de la población. “Otra práctica común es llevar ganado a las orillas del lago y hacer que beban allí. Eso causa contaminación del suelo con orina y excrementos”, dice Palma.

La sedimentación es la segunda gran amenaza. Cada año, los ríos Sisle, San Gabriel, Tomatoya y Jigüina transportan 4,000 toneladas de sedimentos hacia el lago, prin-

cipalmente como resultado de la deforestación y el uso intensivo de la tierra en las áreas de producción.

Más pescadores y menos peces

Por las tardes siempre hay pescadores trabajando en Apanás. Cuando regresan a la costa con sus lanchas sin motor, atracan con redes vacías, ya que la captura del día se deja en una red que se fija en postes de madera clavados en el fondo del lago.

Lenner Hernández

“Los dejamos allí porque la temperatura del agua conserva mejor a los peces. En nuestras casas no tenemos las condiciones adecuadas para mantenerlos frescos”, dice Lenner Hernández, pescador y granjero. “Alrededor de 400 pescadores artesanales trabajan aquí. Desafortunadamente notamos que la población de peces ha disminuido en un 66 por ciento en los últimos cinco años debido a la sobrepesca”.

Según Lenner, la alta tasa de desempleo es una de las razones. “Hace cuatro años trabajábamos con cinco personas en esta área, ahora puedes ver hasta 19 barcos trabajando. No tenemos reglas de pesca aquí”, dice. Los pescadores en Apanás también carecen de infraestructura para sus embarcaciones y no hay controles sanitarios. La demanda de alimentos aumenta con el crecimiento de la población, pero la cantidad de peces disminuye con la contracción del lago.

“En un taller aprendimos que los lagos no se limpian como los ríos y que tenemos menos peces porque el lago se llenó de sedimentos”, continúa Lenner. Los peces respiran por las branquias y extraen dióxido de carbono. Con tanto sedimento flotante, sus branquias se obstruyen y en la edad adulta no alcanzan más de una libra de peso. Muchos ni siquiera llegan a su primera libra, el peso que los pescadores consideran el mínimo para atrapar y venderlos.

Todo cambio requiere educación

Reducir la erosión y la contaminación que amenazan al lago son desafíos importantes. Sin embargo, las organizaciones miembros de MASLAGO ya están acostumbradas a problemas de esta envergadura y ahora tienen una carta ganadora: están unidas.

Más cifras de Apanás

La vegetación boscosa alrededor del lago ha disminuido en un 26 por ciento. Esto significa una pérdida anual de 1.24 por ciento, o 190.22 hectáreas por año. El lago se encuentra a 944 metros sobre el nivel del mar y su cuenca cubre un área total de 641 kilómetros cuadrados, de los cuales 38 kilómetros cuadrados corresponden al plano de agua. Tiene una cobertura forestal de 7,003.82 hectáreas, compuesta por bosques caducifolios y coníferos. El país produce alrededor de 213,000 toneladas de vegetales al año: principalmente cebollas, pimientos, tomates, papas, zanahorias y repollo. El consumo nacional de estos productos es de aproximadamente 230,000 toneladas. Por lo tanto, hay un déficit de 17,000 toneladas de verduras.

La Asociación Nicaragüense de Productores y Distribuidores de Agroquímicos (ANIFODA) también es parte de la plataforma. “Cada año organizamos una campaña para reciclar los envases de productos agroquímicos vacíos”, dice Flor de María Rivas, Directora Ejecutiva de ANIFODA. “Con MASLAGO estamos ampliando el alcance de esa campaña gracias a organizaciones como La Cuculmeca, la comunidad indígena, la Asociación Infantil Tuktan Sirpi (una organización de derechos del niño) y empresas privadas que participaron en los últimos dos años. También trabajamos con escuelas y otros actores de la comunidad para recolectar no solo los envases, sino también papel, cartón y otros materiales contaminantes para el medio ambiente”.

Según las cifras de la asociación que representa a la industria agroquímica - con empresas tanto nacionales como extranjeras - la seguridad alimentaria parece ser un problema importante en Nicaragua. Estiman que al menos el 70 por ciento de los agroquímicos utilizados en el cultivo de hortalizas están en una categoría entre lo que está permitido para el consumo humano y lo que es moderadamente dañino. Sin embargo, la asociación considera esto como un dato alentador.

“Los agricultores necesitan más asistencia técnica”, continúa Flor. “Llevamos cinco años ejecutando dos programas en el área de Apanás: recolectar envases a través de centros de recolección en las cooperativas y capacitar a los productores sobre el uso correcto de las sustancias y equipos fitosanita-

Flor de Maria Rivas

rias”. Además, se les enseña a leer correctamente la jerga en las etiquetas de estos productos para evitar envenenamientos debido a un manejo inadecuado.”

Estas campañas educativas y de reciclaje son parte de las acciones conjuntas de MASLAGO. Con el fin de conocer el nivel de los efectos de este desastre ecológico y alimentario a nivel nacional, también se están realizando estudios e investigaciones. Con cifras concretas se puede demostrar la gravedad de la situación al país y a sus habitantes.

Así, el Centro para la Investigación y Recursos Acuáticos de Nicaragua (CIRA / UNAN-Managua), un miembro de MASLAGO, realizó un estudio para detectar residuos de pesticidas en las verduras más consumidas en Managua. Los resultados hablan por sí mismos. De las 44 muestras tomadas entre 8 especies de vegetales, el 82 por ciento contenían residuos de pesticidas. Y 36 por ciento de estos contenían más que los niveles máximos establecidos en el Codex Alimentarius y las normas de la Unión Europea.

Estas cifras fueron presentadas a las cuatro cooperativas. La intención es que estos datos permitan a los agricultores de estas organizaciones usar y compartir esta

información crucial. De esta manera, se dan cuenta de la necesidad de aplicar buenas prácticas agrícolas (BPA) en su producción para poder ofrecer alimentos saludables a la población.

Confiar en los agricultores y los jóvenes

Otra acción para hacer posible este cambio es la puesta en marcha de siete granjas modelo en el territorio alrededor del río Sisle. El propósito de esto es aprender cómo se puede manejar de manera sostenible las microcuencas que alimentan a Apanás. Estas granjas modelo son ejemplos que muestran cómo la agricultura puede contribuir a la conservación del lago y al bienestar de la población de las ocho comunidades. Son ejemplos que otros agricultores pueden copiar. Los agricultores confían particularmente en otros agricultores cuando se trata de cambiar los métodos de cultivo. Si ven que algo funciona en la parcela del vecino, se animan a hacerlo ellos mismos también.

La Facultad de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Agricultura (FARENA-UNA) lidera esta iniciativa. “Analizamos los problemas de los productores y mapeamos las fincas para que sepan cuánta área

Marcelo Villalobos

poseen y cómo deberían de usarla. Para los caficultores, observamos cuánta cobertura forestal necesitan idealmente y el almacenamiento de carbono en su parcela”, dice Marcelo Villalobos, un estudiante de la carrera de Recursos Naturales. Marcelo y otros seis estudiantes realizan estos estudios junto con los productores.

“Los estudiantes me recomendarán cómo puedo organizar mejor mi finca y calcular la cantidad de tierra agrícola que pierdo año tras año, porque todavía no he sembrado una barrera natural que estabilice la pendiente”, dice Azucena, quien participa en este proyecto piloto con su finca.

Los sujetos de prueba también recibieron estufas ecológicas especiales para reducir el uso de leña y, por lo tanto, la tala de árboles. Estas estufas ecológicas tienen piedra pómez como aislamiento térmico. El exterior de la estufa está hecho de zinc o una mezcla de piedra pómez y cemento. Una chimenea debe evacuar el humo rápidamente. En el interior, la estufa está diseñada para que el humo circule, colocando pequeñas entradas de oxígeno. De esta manera, la placa de hierro, que está encima de la estufa, se calienta. “Con la estufa ecológica ahorro tiempo al cocinar,

utilizo un 80 por ciento menos de leña y no hay más humo en la casa. ¿Qué más quiere una persona? “, dice Azucena con entusiasmo.

Marcelo es de San Juan del Sur, una ciudad costera en el Océano Pacífico que se encuentra a seis horas en automóvil de Jinotega. Está muy entusiasmado con lo que aprendió de los agricultores del norte montañoso. “En Managua, los numerosos restaurantes, cadenas de comida rápida y consumidores privados necesitan vegetales todos los días. Sin embargo, esa dieta podría cambiar drásticamente debido a la escasez de agua. Los frijoles y el maíz, por ejemplo, requieren mucho menos agua que la lechuga y el repollo”. Si todos los agricultores cambiaran, esto tendría un impacto significativo en el consumo de vegetales como lechuga y repollo en nuestra capital.”

Golpes en el camino y sorpresas

Desde el establecimiento de MASLAGO, involucrar al sector público ha sido un desafío. “Es crucial para nuestra misión involucrarlos, porque finalmente ellos son quienes determinan la política pública. Incluso si denunciamos alguna anomalía ambiental o alimentaria, como cooperativas, ONG o empresas privadas, no podemos hacer cumplir las normas”, dice Norvin Palma. “Esto ya era un desafío antes de abril de 2018 y las cosas obviamente no se hicieron más fáciles desde entonces”.

En Nicaragua, desde abril de 2018 estalló una crisis sociopolítica que ha dividido la opinión pública entre los partidarios del partido gobernante, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, y un movimiento de oposición, representado por la sociedad civil.

Después de varios meses de enfrentamientos, la protesta ha dado lugar a una serie de cambios legislativos y el aumento de los impuestos que han afectado a varios sectores económicos del país. El desempleo aumentó y el poder adquisitivo de la población disminuyó.

“Si no vivimos de la pesca, vivimos de la agricultura”, dice Jenner. Según él, la pobreza y la necesidad de alimentar a las familias conducen a la aplicación de prácticas que no son sostenibles para la pesca o la agricultura.

“En el caso de las verduras, los precios no son buenos en este momento. Los precios de los productos agroquímicos han aumentado en un 30 por ciento y el sector cafetero se ha deteriorado. Necesitamos alternativas porque sabemos que esta-

mos comiendo el legado para nuestros hijos”, dice. Debido a este contexto incierto, Norvin Palma enfatiza que el proyecto MASLAGO no está destinado a resolver problemas entre uno u otro jugador. “Es una plataforma con un objetivo común: mejorar la situación del lago y del territorio”.

A veces la ayuda viene de un lugar inesperado. Una de las sorpresas durante este proceso fue la participación de niños a través de los proyectos de La Cuculmeca y la Asociación Infantil Tuktan Sirpi. “Las dos organizaciones que están involucradas en la educación ambiental para niñas y adolescentes, están participando en campañas de reciclaje y trabajando en jardines agroecológicos en las escuelas. Pronto los invitaremos a escuchar cómo imaginan un paisaje en el que el lago Apanás puede ser sostenible, hoy y en el futuro “, concluye Palma.

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