el futuro empezó ayer
«Disfruto del ocio del kilómetro cero» (PAULINA GAFO CASPIO) Por Pepe Monteserín —¿De dónde eres? —Nací en Gijón, donde actualmente vivo. —¿Por qué estudiaste Veterinaria? —Los veranos escolares de mi niñez transcurrieron con los abuelos ganaderos, cuando las vacas lo eran todo para el sustento familiar; leche, carne, fábrica de objetos, estiércol para las huertas, medio para el estudio de futuras generaciones, de mis padres. ¡Qué mejor juguete para los niños que dar de comer a los animales, acariciarlos, cuando quizás los juguetes no decían nada los animales sí lo hacían. —¿No tenías padres? —Sí, pero trabajaban en periodos estivales y mi hermana y yo íbamos al pueblo, en el concejo de Ponga, con mis abuelos ganaderos. Una ganadería que ha cambiado y está cambiando mucho. —¿Viven tus abuelos? —Vive Nardo; nació en 1928. —¿Dónde estudiaste la carrera? —En la Facultad de León. —¿Qué disciplinas te interesaron más entonces? —La curiosidad tornó más a asignaturas como Bromatología, Tecnología de los alimentos, Medicina Preventiva y de la Salud Pública. —Y al terminar la carrera, ¿qué fue de tu vida? —Trabajé en saneamiento ganadero de Cantabria, en la Clínica Veterinaria de pequeños animales y en la inspección de carnes en un Matadero; actualmente trabajo de veterinaria interina en el ámbito de la salud Pública. —¿Estás haciendo lo que querías?, ¿eres quien soñabas de pequeña? —Mirando hacia atrás unos años, puedo decir que se va perfilando la imagen que de niña tenía de la Veterinaria, hacia la importancia clave de la misma para preservar la Salud Pública, de todos los ciudadanos, de los animales y del Medio Ambiente.
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veterinariae número treinta
Paulina con su abuelo Nardo en el mirador de la carretera de Ambingue; al fondo, Priesca, La Cuesta y El Pierzu, con algo de niebla en el pico.en Ponga.
Paulina en la casa de sus abuelos, en Ponga.
—Vas cumpliendo tu sueño. —Pero triunfar no es ganar, es levantarse y volver a empezar. Y más en esta profesión y esta sociedad tan cambiante. Todos somos segunda, tercera o cuarta generación que trabajaron la Tierra en equilibrio, pero hay que reconocer esa labor y los cambios que vienen. A algunas personas les da miedo el futuro medioambiental, un futuro diferente al que hay que adaptarse. Cuando trabajé en
la clínica de pequeños animales también observé un cambio en el modelo. —¿Qué cambio? —La falta de empatía que hay con la etología de los animales de compañía, con la esencia de su comportamiento. Quizás tengamos menos tiempo para la mera e importante observación de los mismos, base para entender sus necesidades, inteligencia e instinto. Me gustaría recalcar la presión a la que se ven sometidos los clínicos en ocasiones, emocionalmente y económicamente; se respetaba más la figura del veterinario años atrás, y no digamos las demandas por la muerte de algún animal. La medicina no son matemáticas. —¿De no haber estudiado Veterinaria, qué carrera hubieras escogido? —Psicología. No quisiera parecer reivindicativa pero, al hablar con compañeros de profesión, de clínica de pequeños animales, considero que el estrés que sufrimos es un tema importante; son muchos y complejos los conocimientos médicos y en cambio escasa la preparación para lidiar con la insatisfacción, dolor e incomprensión del cliente, que genera miedo, ansiedad y desgaste en nuestro colectivo. Me preocupa la falta de formación en gestión del cliente; la necesidad de asignaturas específicas como Psicología y Comunicación. —Relaciones humanas. —Sí, me lo dijo mi último jefe, cuando me presenté: lo más importante es las relaciones entre las personas. Entre compañeros he tenido gratas experiencias, gente dispuesta a ayudar, y deberíamos hermanarnos más los veterinarios, hay muy buena materia humana en el sector. —Supongo que una de las cualidades del profesional sanitario será su disposición a escuchar a la clientela, tanto
