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Campañas líquidas, ELECCIONES POSPANDEMIA

Las dinámicas de los recientes procesos electorales pospandemia radicalizan el concepto de “electores líquidos”, expuestos a grandes cantidades de datos, flujos de información continuos y excitaciones emocionales permanentes, que los llevan a procesos de lectura de su realidad en constante cambio.

¿Qué define un proceso electoral en América Latina hoy?

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Si comparamos las elecciones en América Latina con las desarrolladas en Europa, los cambios se hacen prácticamente evidentes. Mientras que en Europa el voto adulto mantiene un porcentaje mayor, en América Latina, en pleno proceso de cambio generacional, el voto joven sigue volteando tendencias y dando sorpresas.

Este cambio generacional latinoamericano viene acompañado de otros dos elementos: de un lado, su enorme insatisfacción frente a los resultados y efectos del proceso neoliberal iniciado en Chile, que causó una generación altamente preparada pero muy pobre.

De otro, el consumo digital pospandemia disparó las audiencias en este escenario comunicativo a tal punto que hoy puede decirse, sin problema, que no solo desplazaron a las audiencias televisivas, sino que están convirtiéndose en un voto incluso más duro del que en otrora se generaba con estrategias de tierra.

La sociedad líquida

Los cambios constantes, el día a día, el hora a hora de flujos de información constante hacen del elector digital un personaje altamente dinámico en su toma de decisiones; no creen en partidos políticos, creen en causas, no son caudillistas, creen en colectivos de economía circular, ven el mundo de forma sistémica y poco a poco demuestran menos interés en la competencia, volcándose hacia la colaboración y el apoyo mutuo. La lucha de las generaciones.

Frente a este elector líquido, las anteriores generaciones luchan por recuperar la vigencia y el espacio de las viejas formas, incluso con el retorno de las derechas hacia tintes fascistas que desconocen el voto masivo y pretenden despreciar la oleada de propuestas de los segmentos jóvenes de la sociedad. Pero cuidado, las viejas generaciones leen a un elector joven “apolítico”, cuando realmente está desinteresado en las formas de la política de los siglos XIX y XX. De no estar interesados en la política en general, simplemente no habrían protagonizado el estallido social que ha sacudido Latinoamérica desde Chile hasta Centroamérica.

La vanguardia política latinoamericana

Tecnológicamente más avanzados y desconfiados de la gene- ración anterior, definitivamente la vanguardia de la política en Latinoamérica la lidera el voto joven.

De sus ancestros, por sus resultados sociales, ambientales, políticos y de crecimiento, se puede decir que están decepcionados, por lo cual consideran que no tienen ni la autoridad técnica, ni moral, ni mucho menos tecnológica, para tomar decisiones frente a la sociedad que pretenden construir para el futuro, una vez resuelvan los problemas que les dejó para su presente el neoliberalismo.

Lineamientos claves de una “Campaña Líquida”

Lo primero para tener en cuenta en una campaña líquida son dos lineamientos de la propuesta de modernidad líquida de Zygmunt Bauman. Desde esta perspectiva, se inicia con un concepto fundamental: la campaña ha de adaptarse permanentemente al entorno político y al estado emocional de los electores. Se refuerza entonces, en este punto, la necesidad de la psicología política, que nos permita entender la coyuntura social del elector y cómo la percibe.

El otro elemento, que desde mi perspectiva hay que tener en cuenta de la propuesta de Bauman, es su preocupación por la relación entre la “individualidad” y los objetivos del sistema. Desde su perspectiva, la individualidad tenderá a destruir el sistema; sin embargo, podríamos deducir que la individualidad a la que se refiere el filósofo posmoderno involucra más al “ego” del individuo dado que, si lo tomamos desde la perspectiva del “talento”, la individualidad, lejos de destruir el sistema, lo enriquecería. Es decir, es el “ego” del individuo el que amenaza el sistema, dado que el “talento” individual, enfocado en el sistema, le permitiría alcanzar las metas de sí mismo.

Otro de los aspectos de esta teoría, aplicado al desarrollo de la campaña, será el “Principio Hologramático”, según el cual cada individuo que hace parte del equipo habrá de reflejar la estrategia desde su talento, hecho que a su vez ha de permitir, al observar la conjugación de talentos, la puesta en práctica de la estrategia.

Para terminar, en una campaña líquida, y gracias al manejo continuo de datos y de tendencias, es necesario tener en cuenta el reacomodamiento del equipo frente a situaciones adversas inesperadas; dicho reacomodamiento se asemeja a los “bucles” que el filósofo chileno Humberto Maturana describe en su teoría autopoiética y que, además, lejos de ser anomalías del sistema, dada su frecuencia, son situaciones absolutamente comunes a los que el equipo de trabajo debe acostumbrarse si quiere mantener la dinámica de campaña que imponen tanto los electores, como las acciones de los competidores durante el proceso electoral.

Una vez abordada de forma muy superficial la modernidad líquida, es necesario dar paso a un análisis del sistema de campaña en el marco de la teoría del caos. Bajo este enfoque, Edgar Morín nos vinculará al fascinante “Efecto Mariposa”, desde cuya perspectiva un pequeño cambio en el sistema podrá alterarlo en su totalidad. Con este contexto, será más importante en la campaña estar atentos a los cambios repentinos en los electores, que en la planeación e incluso en la misma estrategia de campaña, la cual podría cambiar de un momento a otro.

Cuando nos enfrentamos a la posibilidad de encontrar cambios repentinos, es hora de tener en cuenta otra teoría clave, la teoría de la complejidad; ello, haciendo hincapié en que, ante todo, una campaña electoral es un fenómeno competitivo, no la producción lineal de una fábrica. Y es que la teoría de la complejidad nos va a introducir en el escenario de las variables altamente dinámicas, como lo puede ser el voto joven, o el voto informado, o el voto de opinión de grandes ciudades. Desde este referente, hemos de tener en cuenta el manejo de la incertidumbre, que dependerá de la perspectiva del observador, es decir, cada sujeto que se acerque a la campaña tendrá una perspectiva y desde ella construirá su propia incertidumbre, y aun así nadie podrá asegurar el resultado de esta. Y la razón es simple, gracias a la teoría de la complejidad, fue posible descubrir que los datos no son los que desaparecen la incertidumbre, lo que realmente desaparece la incertidumbre es la toma de decisiones.

Curiosamente, ni la izquierda ni la derecha

La realidad a veces se nos presenta de formas muy curiosas; en este caso en particular, de electores líquidos, sociedades de la información y campañas altamente dinámicas, ni la izquierda ni la derecha han acertado plenamente en la lectura.

Por una parte, la derecha más adaptada a modelos competitivos está anclada a su ideología del pasado, basada en el beneficio y los intereses de unos pocos. Desde esa perspectiva, le cuesta tanto la tendencia que prefiere regresar al fascismo con campañas de miedo, violencia e información falsa.

Del otro, la izquierda, ideológicamente más cercana a este tipo de cambio, no logra comprender el modelo debido a que está ensimismada en una estructura piramidal vieja, casi estalinista, que no le permite moverse de forma dinámica por el mismo peso de su burocracia.

Así va creciendo esta vanguardia de la política latinoamericana, con voto joven, concentrada más en el presente que en el futuro, mientras va dando paso a la construcción de su nueva realidad.

Jorge Aguilera

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