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¿CÓMO SABER SI ERES BUEN CANDIDATO/A?
from Divergente #22
No hay campañas electorales iguales, y tampoco fórmulas mágicas para aplicar a las diferentes regiones o países, porque todos los contextos son diferentes, y eso radica en que el candidato y la campaña son únicos y singulares.
Si bien es cierto que la investigación electoral es supremamente importante, es decir, las investigaciones cualitativas, cuantitativas, los focus group, la biopolítica, y demás herramientas que son fundamentales para entender el contexto en el que nos vamos a desenvolver, no se puede obviar el elemento más importante de la campaña: el candidato o la candidata. Por eso, es necesario conocer a profundidad sus potencialidades, sus debilidades y defectos, con el fin de enfocar con mayor certeza la estrategia electoral que permita ganar las elecciones.
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Pues bien, la imagen política son todos aquellos atributos únicos, personales, intransferibles, que construyen una reputación creada por los individuos basados en sus emociones, y que es utilizada para acceder al poder público y/o mantenerse en él. Una buena investigación de imagen pública permitirá reorientar las acciones de la estrategia de campaña.
En primer lugar, debemos conocer a fondo el candidato, y para esto se requiere tiempo, pues, como decía Alfred de Musset,
“Nadie se conoce a sí mismo, hasta tanto no ha sufrido”; por ende, el ejercicio primario es centrado en su esencia, en su ser, en sus cualidades y defectos como humano, y luego sí, se analizarán las cualidades y defectos como político. Para llegar a este fin, existen varias clases de metodologías que nos pueden ayudar. Las simples, como el análisis FODA, desarrollado por Albert S. Humphrey, el cual es un método de planeación estratégica utilizado para evaluar las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. O las metodologías especializadas, como la desarrollada por la investigadora Imelda Rodríguez, denominado “Método de Análisis de Imagen Política Contrastada (AICOP)”, en la que se analizan cinco niveles de imagen: nivel ejecutivo, nivel situacional, nivel emocional, nivel sumergido y nivel mediático, que en su conjunto desarrollan la Imagen Global Estratégica (IGE), en la cual se determinan los factores potenciadores (POT) y limitadores (LIM) para posteriormente contrastarlos. Otra metodología es la realizada por Alfredo Dávalos y Bernardo Moreno, referente a los mapas mentales, definidos como una “profundización en el comportamiento del individuo para lograr inferir hacia la colectividad y dar un golpe de táctica para lograr la identificación con el candidato”, consistente en en- trevistas a profundidad con diferentes sectores poblacionales, para obtener una palabra o frase que defina la percepción ciudadana respecto del candidato. Por otro lado, herramientas tan fundamentales como el coaching político ayudarán a confrontar los mayores temores de los candidatos, permitiendo manejar con tranquilidad la campaña electoral y, por ende, todos sus desafíos.
Como coach, he reconocido que los seres humanos estamos llenos de miedos, y así lo ha establecido Pilar Jericó, escritora y conferencista española, quien logró resumir en cinco los miedos que nos frenan para tener éxito en cualquier ámbito en la vida, entre ellos: el miedo al cambio, a la no supervivencia, al rechazo, a la pérdida de poder y al fracaso; estos dos últimos directamente relacionados con las campañas electorales. Por eso, cuando inicio las sesiones de coaching, una pregunta obligatoria para los candidatos es “¿qué pasa si pierdes?”. Bajo el desarrollo de esta premisa, y con la habilidad de los cuestionamientos, puede saberse si el candidato tiene tolerancia a la pérdida o al fracaso, y si va a iniciar su campaña con el convencimiento ganador o con una premisa de pérdida ya instalada en su cerebro y su corazón.
Estos miedos, que creemos que los tenemos desligados de nuestra esencia, los votantes los notan, los sienten; puede que el discurso del candidato sea creíble, pero su expresión corporal no logra disimular esos miedos tangibles que denotan inseguridad.
Otra pregunta infaltable en mis sesiones hace referencia al manejo de las críticas en campaña. Si el candidato tiene un gran miedo al rechazo, reaccionará de manera violenta y pasional, pero si, por el contrario, tiene bien definido en su esencia su ser, y logra conectar con su inteligencia emocional, llevará a buen término su ejercicio electoral.
En una ocasión, en una campaña en Panamá, logré que el candidato manejara muy bien sus emociones y no se desesperó en una entrevista donde la periodista fue altamente incitadora; cuando salió de los estudios me dijo: “se me quedó grabado eso que me dijiste que quien te enfada, te domina”. Otra situación poco tratada en el manejo de imagen del candidato es el de las heridas, que hacen que el candidato actúe con ciertas máscaras. Lise Bourbeau, ensayista canadiense y autora de Las cinco heridas del alma, establece que, por cada herida que tenemos en nuestro interior, los seres humanos desarrollamos una especie de máscara que evita que los demás reconozcan en nosotros este dolor.
Entre ellas a saber:
Herida M Scara
Rechazo Huidizo
Abandono Dependiente
Humillación Masoquista
Traición Controlador
Injusticia Rígido
He tenido la oportunidad de conocer candidatos muy buenos, con grandes ideas, y en los que en las sesiones de coaching descubrimos una gran herida al rechazo, que los hacía huir de grandes oportunidades, porque muy en su interior no se sentían merecedores de su fortuna. Un candidato rechazo un pro bono que íbamos a brindarle varios consultores de Latinoamérica, porque veíamos en él un diamante en bruto, que podía llegar a buen término en su ejercicio electoral. Pero él lamentablemente lo rechazó, porque no estaba seguro de sí mismo.
Otros en los que descubrimos que esperaban pacientemente la “bendición” de un líder político mayor para tomar la decisión de iniciar su proceso electoral y, aunque es una situación muy común en el desarrollo de las campañas electorales, en ocasiones estos candidatos no tomaban ningún tipo de acción porque dependían absolutamente de la aprobación de una persona exterior, porque tenían muy desarrollada la idea del abandono, convirtiéndose esta en su peor herida y su peor miedo a la vez.
En otros casos, he tenido candidatos que han aceptado su baja autoestima, que se ve reflejada en su falta de disciplina, su manera de vestir, inclusive su aseo personal.
En una ocasión, un equipo de campaña me manifestó que el candidato no cuidaba de su aspecto, y que ellos sentían vergüenza de presentarlo a familiares y amigos porque no se veía como el futuro alcalde de su municipio.
Todos estos detalles, aparentemente menores, son percibidos por la ciudadanía, por los medios de comunicación y por el equipo de campaña, evitando la conexión con el votante de manera certera. Una vez se logra generar un movimiento en el candidato, para que mejore ciertos aspectos de su vida personal, innegablemente se logrará un mayor potencial en su trabajo como político y eso lo notarán no sólo sus colaboradores cercanos, sino la ciudadanía en general.
Ahora bien, no todos los candidatos son abiertos a tener este tipo de sesiones, porque temen a ser expuestos o a mostrar algún tipo de emoción en donde sientan que pierden poder; por eso, si no son receptivos a este tipo de insumos, lo mejor será tratar la investigación de imagen con otra técnica. Por último, la esencia de la persona es una, creada a través de conocimientos, experiencias, creencias, entre otros, y las habilidades son situaciones que podemos ir corrigiendo o mejorando, como, por ejemplo, la habilidad discursiva, la forma de vestir, la expresión corporal, entre otros. Por eso, debemos respetar la esencia del candidato y evitar ponerle en situaciones que le generen incomodidad.
Por ejemplo, si el político no es muy afable y es poco simpático, pues será impensable que como estrategia de comunicación se permita entrevistas para un talk show o programa de variedades, puesto que se verá acartonado. Por otra parte, si es un candidato muy afable, pero no utiliza las prendas de vestir adecuadas, puede dar la sensación totalmente contraria.
Independientemente de la técnica que utilice el consultor, es innegable que el conocimiento profundo del candidato en su esencia y en su ser político permitirá elegir adecuadamente las acciones estratégicas y comunicacionales, para que se potencialice su imagen y, por ende, su campaña, logrando su objetivo electoral.