El hip hop como una forma de vida y de redención Autor: Marisol Fernández | Yassir Zárate Méndez | Fotografía: Federico Ríos Macías
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iguel Minor encontró en el hip hop una forma de expresión. Durante doce años realizó y condujo el programa Detonación vital, un referente de ese género musical en nuestro país y que se transmitió por Radio Altiplano. Luego de trabajar en la televisión pública de Tlaxcala, donde produjo varios de sus más emblemáticos programas, ha emprendido varios proyectos creativos, que lo han llevado del CERESO de Tlaxcala a los Semilleros Creativos, el programa estrella de la Secretaría de Cultura federal. En esta conversación con Momento Miguel nos abre las puertas de la memoria, al tiempo que nos habla sobre la esperanza que representa una canción rapeada para un recluso que ha perdido su libertad; en contraste, también nos ofrece la ilusión de un niño que sueña con un mejor futuro. Egresado de Ciencias de la Comunicación, se ha especializado en la producción audiovisual. Su tema recurrente es el hip hop, que va del documental al videoclip. Casado y padre de dos niñas que lo acompañan en su viaje creativo, desde su residencia en San José Atoyantenco, municipio de Nativitas, al sur del estado de Tlaxcala ha emprendido varios proyectos que tienen que ver con la educación. “Básicamente es eso, la educación, el hip hop y también la reinserción social que últimamente hemos estado ahí, con talleres y con algunas cuestiones artísticas dentro del reclusorio de Tlaxcala”.
-Platícanos de tu infancia. ¿Cómo creciste en esta comunidad emblemática del estado, también muy cerca de las zonas arqueológicas? ¿Cómo fue tu infancia?
-Pues soy hijo de dos maestros rurales que salieron de su pueblo y fueron a buscar dónde los acomodaran. Eso marcó mi vida un poco, porque no nací aquí. Nací en Ciudad Neza. De muy pequeño nos venimos para acá, justo para recuperar un poco los espacios, los lugares un poco más lúdicos, como no llenarnos de tanta violencia; fue así como llegamos aquí a San José. “Para mí fue un cambio muy drástico, porque como siempre andábamos en lugares diferentes, incluso en la primaria fui a planteles diferentes. En primero fui a una primaria, en segundo fui a otra y así hasta sexto año, que aquí terminé, en un pueblo cercano que se llama Tepetitla. “Pero fue como aprender mucho cómo se mueve la comunidad, cómo se organiza; empezar a entender también que todos se saludan aquí, todos se respetan. Y eso se me queda como una costumbre, como una rutina, que cuando llego a la ciudad, pues es más difícil, incluso me quedo con esa costumbre y empiezo a saludar a todos y todos me ven raro. Siempre he pasado mucho tiempo en el pueblo y eso también ha hecho que aprenda muchas cosas de la comunidad”.
-Y en ese trayecto que tú has tenido por la formación de tus papás, ¿cuál fue la etapa que te marcó o que tienes grabado hasta este momento? -Yo creo que la etapa que me marcó para 8