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Jugadas maestras de

Tal y como cuenta en su libro The 2% Way, el doctor Rolle era un destacado safety (una posición defensiva) en la Universidad Estatal de Florida, pero en lugar de acabar jugando allí, en su último año se fue a Oxford (Reino Unido) con una beca Rhodes. Volvió un año después, fue seleccionado en 2010 y jugó tres años en la NFL hasta que los Pittsburgh Steelers prescindieron de él. Tras ello, centró su energía en estudiar para el MCAT, el examen de admisión a la facultad de Medicina, lo que le llevó a la Universidad Estatal de Florida y con el tiempo a una residencia en el Harvard-Massachusetts General Hospital. Muchos de los procesos y habilidades mentales que le ayudaron a tener éxito en el fútbol le prepararon para ser excelente en el quirófano.

El doctor Rolle nos llama vía Zoom desde el sol de las Bahamas, pero no está pisando la arena. Actualmente es residente de último año de neurocirugía y forma parte de este equipo en el Harvard-Massachusetts General Hospital. Ha pasado los últimos nueve meses en una misión médica para mejorar la atención en entornos con recursos limitados, ha realizado cirugías en el hospital Princess Margaret en Nassau y ha trabajado para ayudar a mejorar el tratamiento neuroquirúrgico en las Bahamas.

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En 2010, su tía Annie Smith, originaria de estas islas, fue atropellada por un coche y murió por un traumatismo cerebral. “A mi tía no la vio ningún neurocirujano en siete horas”, dice el doctor Rolle, de 35 años. “No le hicieron resonancias, ni TAC, ni le dieron un diagnóstico. Murió sin asistencia médica. Ese momento me marcó y fue lo que me inspiró y me motivó a querer hacer algo”.

Eso es lo que hace el doctor Rolle: intentar cambiar las cosas. Sigue su Medicina, un objetivo que llevaba dentro desde que, con 12 años, leyó Manos prodigiosas, un libro en el que el doctor Ben Carson cuenta su historia desde que era un niño, cuando vivía en el centro de Detroit, hasta que se convirtió en un reputado neurocirujano. Al ser muy religioso, el doctor Rolle se pregunta si su corta carrera como jugador de la NFL no fue “Dios diciendo: ‘Te estoy protegiendo de que te lesiones las manos o sufras un traumatismo cerebral y no puedas ser neurocirujano’”. Se embarcó en una travesía de seis años usando la norma del 2% para buscar las pequeñas victorias que le hacían seguir adelante.

filosofía de buscar las pequeñas mejoras en todos los aspectos de su vida, incluida su salud mental, y esto le ha ayudado con todo, desde lidiar con pacientes racistas, con cirugías o con el estrés y la decepción. Estas son algunas de las tácticas clave que le funcionan al doctor Rolle.

CELEBRA TODAS LAS PEQUEÑAS VICTORIAS PEQUEÑAS

EL DOCTOR ROLLE APRENDIÓ una de las EL

habilidades mentales más importantes de su entrenador en la universidad, Mickey Andrews. “Él solía gritarme: ‘Myron, un 2% de mejora en tu desplazamiento hacia atrás’. Se trata de dar pequeños pasos que nos hagan mejorar diariamente para lograr un objetivo que a veces nos parece demasiado grande”, dice. “Lo divides en pequeñas partes y celebras todas esas victorias que te dan fuerza y te motivan”.

También se requiere vulnerabilidad, ser capaz de reconocer y ver tus propias debilidades para poder mejorar. El doctor Rolle aplicó la regla del 2% a su entrenamiento físico y en la facultad de Medicina (haciendo más horas de prácticas o investigando casos complicados). Incluso lo aplica a su vida privada: últimamente se ha esforzado en ser más puntual y en llamar a sus padres más a menudo, sin excusas. Son microcambios que le ayudan a ser la mejor versión de sí mismo.

USA LOS FALLOS COMO UNA MOTIVACIÓN COMO

JUGAR EN LA NFL JUGAR es una experiencia de la que el doctor Rolle habla como su de mayor fracaso. “Hice todo lo que pude y no funcionó; no como yo quería”. Se retiró de la NFL a los 26. Esa experiencia reinstauró en él su deseo de estudiar

“ S E T R A T A D E D A R P E Q U E Ñ O S P A S O S D E M E J O R A H A C I A U N O B J E T I V O M A Y O R Q U E P A R E C E A B R U M A D O R ”

TEN UN PLAN A Y UN PLAN B (Y UN PLAN C Y UN PLAN D) (Y

LAS MANOS DEL DOCTOR ROLLE tienen LAS

un papel importante y vital en su trabajo: un ha pasado de hacerse cortes en ellas en el campo de juego a curar cerebros de personas. En la facultad de Medicina se entrenó para ser ambidiestro usando tanto la mano derecha como la izquierda para escribir, para anudar los cordones de los zapatos y practicar otros nudos y suturas de cirujano. El doctor Rolle se enfrenta al estrés de las cirugías practicando los movimientos de las manos durante horas, visualizando la cirugía de la misma manera que lo hacía antes de jugar un partido. “Porque si el plan A y el B fallan, ya sea porque la anatomía no es la que esperaba o porque hay sangrado o una fuga de la que no me había dado cuenta, ¿cuá les son las opciones C y D?”, pregunta. “Necesito tener otros planes para no ponerme nervioso y quedarme paralizado en ese momento. En la ducha, por ejemplo, cierro los ojos y muevo las manos como si estuviera levantando tejidos con un fórceps para tumores y repito este movimiento una y otra vez. Me anticipo a que haya, por ejemplo, una mayor cantidad de sangre, de la misma manera que me anticipaba a un receptor que acaba haciendo un hitch o un stopand-go”. Si te preparas para la adversidad, es más fácil permanecer tranquilo en un momento de ansiedad.

JUEGA A TOPE, Y TRABAJA MÁS A TOPE AÚN

En la Universidad Estatal de Florida, Myron L. Rolle destacó como safety y luego jugó tres años en la NFL. Actualmente es parte del equipo de neurocirugía general del Harvard-Massachusetts General Hospital y cada día realiza pequeños cambios para ser mejor una jornada tras otra.

LIBERA LAS EMOCIONES PARA TENER EL CONTROL

EL DOCTOR ROLLE TIENE QUE LIDIAR EL

con pacientes a los que han disparado en la cabeza o con lesiones cancerígenas en el cerebro. Perder a un paciente es el día a día del trabajo, pero él no quiere volverse inmune y reconoce que duele. “Si en algún momento llego a estar tan anestesiado ante estas situaciones negativas, entonces ya no debería seguir siendo médico”, dice. “Quiero sentir ese dolor, porque humaniza la situación y me hace esforzarme más con el siguiente caso. Si bloqueamos nuestras emociones acabaremos siendo disfuncionales. Y no puedes ser así cuando tienes la vida de una persona en tus manos”. Cuando el doctor Rolle perdió a su primera paciente en 2013, lloró durante todo el trayecto a casa y llamó a su padre al día siguiente. Esperaba que este le dijera que lo superara, pero lo único que hizo fue reafirmar la buena decisión al elegir su profesión, poniendo de relevancia lo atento y empático que era. “No me importa llorar cuando se trata de hacerlo en espacios en los que me siento a gusto como con mi hermano, mi mujer, mis padres o mis mejores amigos”, dice. “Es una expresión de pena, pero también muestra que me siento cómodo con ellos. Llorar forma parte de la vida”.

ES ALGO PERSONAL ES

SER UN NEUROCIRUJANO NEGRO entre SER

una mayoría de blancos tiene sus propios retos. El doctor Rolle recuerda cómo le han confundido con un empleado de la cafetería o del equipo de limpieza, y en una ocasión el hermano de un paciente le soltó un insulto racista en una consulta preoperatoria. Pero el doctor Rolle decidió seguir adelante con la intervención y hacer la cirugía porque quería transformar lo negativo de este hecho (el haber sido insultado) en algo positivo (salvar la vida de un hombre).

En cuanto a cómo se concentra para una operación, dice que piensa en su familia. “Mi mujer me pregunta: ‘Myron, ¿cómo te preparas para una consulta cuando un compañero te llama

a las 2 de la mañana y te dice que hay una alguien con una hemorragia cerebral en urgencias y tu estás muerto de sueño?’. Y yo le digo: ‘Bueno, es complicado. Te despiertas, te quitas el sueño de la cara y te desentumeces’. Pero a la vez, si esta persona fuera mi tía o mi madre o alguien cercano a mí, me gustaría que quien la atendiera estuviera preparado, con energía, con la mayor agudeza mental y listo para todo. Me pongo a menudo en esa situación y eso me hace intentar dar lo mejor de mí”.

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