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Las cicatrices están ahí. Son cicatrices de vida": Luz Helena Dimas

Por: EDWIN HENAO ACEVEDO

Coordinador del Departamento de Comunicaciones UNIAGUSTINIANA

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Comunicador Social y Periodista de la Corporación Universitaria Minuto de Dios

En noviembre de 2017 todo cambió para Luz Helena, y no solo porque aprendió a vivir con una enfermedad a la que todos temen, en especial las mujeres, sino también, porque entendió lo importante que es para quienes la rodean. También comprendió que Dios, solo pone pruebas a quienes ama, y sabe, que son capaces de superar, como ella lo hizo, tras ser diagnosticaba con un cáncer de seno.

Luz Helena Dimas, es la Coordinadora de Registro y Control Académico de la UNIAGUSTINIANA, un cargo que ha tenido por ya casi 10 años, desde que ingresó por primera vez a trabajar en la universitaria. Ella recuerda cómo empezó un 3 de julio de 2018.

“Un amigo que trabajaba para otra universidad me contó que estaban buscando a una profesional con mi perfil, hasta entonces apenas abrían la Universitaria y me recomendó enviar la hoja de vida. A los días me comunicaron que tenía entrevista, me llamó mucho la atención, porque todo estaba por hacer, y eso me gustaba. No pasaron muchos días para decirme que el cargo era mio”.

Luz Helena, es Licenciada en Administración Educativa de la Universidad San Buenaventura. Especialista en Administración de Empresas de la Universidad Antonio Nariño.

Desde ese entonces, y hasta el año 2017, todo había transcurrido con normalidad, algunos problemas, sí, pero problemas que todos tenemos pero que terminamos por resolver; pero ese año, comenzaría a vivir, tal vez, la época más difícil de su vida, y probablemente, la que más la llevó a crecer como mujer.

“En noviembre de ese año (2017) recuerdo haber sentido algo diferente en mi cuerpo, siempre le he prestado mucho cuidado a mi salud, y por eso es que ese día supe que algo no estaba marchando bien. Fui al médico y de inmediato me enviaron exámenes, entre ellos, una mamografía. Esa misma semana, cuando salieron los resultados de los exámenes, el médico me remitió al cirujano de seno. Ahí comencé a comprender que, en serio, algo no andaba bien”.

Todo fue muy rápido para ella, tal vez por eso fue que no lo asimiló de la manera más normal, y es que no era normal, tampoco, era diferente; en pocos días ya la estaban preparando para una biopsia. “Fue justo días antes de salir a vacaciones”, contó.

El 15 de enero de 2018 cuando le comunicaron que se entregarían los resultados de la biopsia, pensaba en ir sola al médico, pero su hija Lorena, de 19 años de edad, insistió en acompañarla, y hoy reconoce que fue la mejor decisión.

“No olvido ni la hora, eran las siete de la mañana, todo me parecía muy raro, ¿por qué tenía que pasar acompañada?, me pregunté; el médico me dijo que se trataba de un cáncer de seno”, agregó Luz Helena, aún con gestos de sorpresa por recordar todo lo que vivió.

Lorena, su hija, siempre estuvo muy segura de la posición que adoptaría en caso de que fueran malas noticias. “Ella se demoró bastante en el consultorio con el médico. Comencé a entender que debía prepararme. Después de mucho rato de esperar el médico me hizo pasar; cuando me contaron, solo pensé en apoyarla, ella estaba muy triste y yo sabía que debía ser ese apoyo que ella necesitaba”, contó Lorena.

La hija de Luz Helena confiesa que lo más difícil de todo, quizá no fue la noticia, porque lo asumió con entereza, sino tal vez el estar alejada de su mamá y asumir muchas de las responsabilidades de la casa, pero también comprendió que esta era una oportunidad para aplicar lo que había aprendido de su mamá, y sobre todo, brindarle mucho amor.

“Siempre hemos sido muy unidas, pero creo que ahora aprovecho más el tiempo con ella; creo que, de esto, uno solo termina entendiendo que debe amar más a sus seres queridos, porque mañana uno nunca sabe lo que pueda pasar”, puntualizó Lorena.

Otro de los aspectos que marcó más esta situación para Luz Helena, era que se estaba enterando de la noticia, poco antes del día de cumpleaños, pero más que eso dice ella es que en su familia no se había presentado este tipo de antecedentes.

Proceso de tratamiento y recuperación

Si bien, Luz Helena, no asumió de la mejor manera la noticia de su enfermedad, ya que al principio pareció querer ignorarlo, poco a poco empezó a hacer cada cosa que le decían los médicos, y la EPS, que por cada examen la llamaba y hacían seguimiento a su situación.

“Cuando me hablaron de que me iban a sacar el tumor y me harían reconstrucción yo decía sí a todo, pero de verdad, en mi mente no alcanzaba a dimensionar la gravedad de todo aquello que estaba ocurriendo”.

Narra cómo le comenzaron a hacer, según ella, de todo: fotos, dibujos de cómo sería la reconstrucción y muchos exámenes.

“Para el 1 de febrero ya estaban citándome a operación, recuerdo que a las 6 de la mañana ya estaban preparando todo; iba tranquila a pesar de todo, estoy segura que Dios me dio la fortaleza y me cargó en sus brazos. Fueron casi nueve horas de operación, al principio, antes de perder la conciencia, solo recuerdo que pensaba mucho en mi hija”, contó.

Luz Helena confiesa nunca haber recordado estar tanto tiempo en un hospital, incluso cuenta entre risas, como se demoró más en llegar al hospital que en dar a luz a su hija, porque en menos de lo que imaginó ya estaban dándole salida.

También recuerda el apoyo tan importante que recibió de su familia, pues además de su hija, estaban su cuñada Ana María, sus hermanos, su papá, sobrinos, compañeros de trabajo; todo giraba en torno a ella, y no lo podía entender.

“Cuando me vi la primera vez en el espejo me trató de dar depresión, lloré muchísimo; saber que no podrías velar por ti mismo, que estás sujeta a lo que los demás hagan por ti, es difícil, pero gracias a Dios me entregué a toda mi familia y fue más fácil superarlo; ahora todas las fiestas las hacían en Chía, en donde yo estaba”, dice entre risas Luz Helena.

Confiesa que existe un antes y un después de esta situación. “Somos seres humanos y somos tan vulnerables… Comprendí el amor que me rodeaba, tanto de mi familia, como de mis compañeros del trabajo. Antes me sentía una persona más, pero con esto entendí lo importante que era para para mi familia. Todos los días le doy gracias a Dios por eso”.

Por su parte, Ana María, su cuñada, y a quien ella tanto le agradece, contó cómo vivió esta situación, pero también, contó en qué momento decidió entregarse de corazón al cuidado de la persona a la que considera como su hermanita menor.

“En este tipo de situaciones lo más importante es el amor, por eso desde el inicio busqué la forma de dárselo todo, incluso, le puse una misión a mis hijos: no dejar deprimir a la tía, hacerla sentir importante y amada todos los días”, dijo Ana María.

“La admiro, porque en la vida este tipo de situaciones se deben enfrentar como ella lo hizo. Con valor, con el amor, la voluntad y la cooperación de una familia, se logra siempre salir adelante”, concluyó.

Es tiempo de volver

De todos los recuerdos que guarda Luz Helena, sobre todo durante su proceso en lo laboral, destaca el apoyo que recibió de su jefe, el Vicerrector General, Dr. Ricardo Rojas.

“Fueron las primeras palabras de aliento que recibí, y creo que de las más importantes. En ese momento estaba muy confundida y las palabras que él me brindó fueron claves para entender que todo estaría bien”, expresó Luz Helena.

El Vicerrector le dijo que no debía preocuparse por nada, mas que por su salud, y que contaba con todo el apoyo por parte de la Institución.

“Dios nunca me soltó, desde el principio, hasta el final de esta situación, siento que me mantuvo en pie; uno nunca está solo, y si Dios está dándote una nueva oportunidad, es porque eres muy valiosa para él. Fueron tres cirugías, casi tres meses por fuera, sin embargo poco a poco fui recobrando la fuerza, la autonomía, y por supuesto la fe, que siempre mantuve intacta”, dice.

“Hoy estoy muy bien, las heridas sanaron; las cicatrices están ahí, pero son cicatrices de vida, de otra oportunidad. Pienso que siempre debemos estar pendientes de nuestra salud, conocer nuestro cuerpo y darle el valor que se merece; hacernos el autoexamen y no dejar las cosas para después”.

También cuenta que confía en las oraciones, por eso agradece a todas y a cada una de las personas, “que oraron por mí, que me llamaron, que me enviaron un mensaje. De verdad que mi recuperación no hubiera sido posible sin todas esas muestras de afecto y cariño. No me cabe en el corazón la dicha de sentirme tan querida por la universidad y por mi familia. Agradezco a la UNIAGUSTINIANA, yo digo que San Agustín hizo algo en mí que me hace quererla tanto; gracias a eso, he logrado cumplir muchos sueños”.

Luz Helena dice continuar pendiente de su salud, volvió a trotar y ahora valora cosas que antes no hacía; quiere viajar y seguir creciendo en su trabajo y su profesión.

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