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Cómo es una sala de urgencias?
Medía unos 50 metros cuadrados, había varias enfermeras y cinco pacientes, de los cuales tres estaban intubados y dos esperábamos nuestro turno para la intubación. Por alguna extraña razón de la vida, difícil de explicar, intubaron a la otra persona y a mí me pusieron algo que llaman “puntas nasales de alto flujo”, que consiste en un tubo flexible como el que utilizan para bucear, ligado a un aparato que lanza oxígeno caliente a alta presión; esas puntas me salvaron, ya que al recibir mis pulmones ese chorro de oxígeno caliente, comenzaron a reaccionar y frenaron su deterioro. Pasé el resto del día mirando el techo y con el rabo del ojo a mis vecinos intubados. Por la noche un joven médico me visitó y me dijo: “Soy el neumólogo de este turno, ya lo vamos a pasar a un cuarto, sólo hay que esperar a que esté listo”. Hacia a las 11 de la noche llegaron dos camilleros y me pasaron de mi cama a una camilla, cruzamos pasillos y un jardín a cielo abierto y llegamos a un edificio, subimos por el elevador al cuarto piso y llegamos al que sería mi cuarto, el número cuatro del pabellón catorce.
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