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El doctor Coronado

Esta mañana me visitó el doctor Jesús García: “Va usted muy bien, pronto lo daremos de alta; sin embargo, por el cuadro que presentó —que fue muy grave—, lo estamos evaluando integralmente, nosotros le avisaremos a sus familiares y yo le diré a usted lo que tiene que hacer, usted ya no tiene COVID, pero debe cuidarse de que no le peguen una enfermedad que le afecte los pulmones, sus leucocitos son ahora normales, su corazón y sus riñones no fueron afectados, come bien, orina y defeca normalmente, por los próximos dos meses va a usar oxígeno y va a ser un paciente externo del INER, el día de mañana lo evaluaremos y se decidirá el día de su alta, que ya es muy próxima”. Con esas noticias inicié el día, con una gran alegría porque iba a regresar a casa con mi familia, por lo felices que ellos se sentirán cuando les comuniquen mi salida del hospital y porque estaré cumpliendo con la recomendación de Liz, de regresar pronto a casa. También me percaté de que no había escrito las cartas para mis hijos y nietos que había pensado escribir, tampoco había terminado de escribir la crónica de mi investigación de campo y que, como acostumbro, estaba retrasado y no podría negociar una ampliación del plazo. Cuando me pasó a visitar el doctor Coronado, se despidió y me dijo que terminaba su guardia y que al día siguiente no vendría al hospital. Le pregunté algo que era muy impor-

tante para mí: “¿Por qué tomó la decisión de no intubarme?, decisión con la que estaré siempre agradecido”. Contestó: “Usted llegó grave, era un candidato para la intubación, cuando le pusimos las puntas nasales de alto flujo, el oxígeno estaba al 80 por ciento, que es lo máximo, si sus pulmones no hubieran respondido y usted hubiera comenzado a jalar y meter rápidamente aire, de inmediato lo íbamos a pasar a la intubación sin preguntar, era el próximo paciente, pero usted es un caso raro, a pesar de su gravedad, respiraba bien, respiraba normalmente, como si estuviera menos grave; nosotros lo estábamos checando todo el tiempo, en el momento que cambiara su ritmo respiratorio y comenzara a jalar y meter aire de manera rápida, sus pulmones se iban a comenzar a endurecer, y entonces se complicaría su situación y se presentarían factores adversos. Yo lo estuve monitoreando y todo el tiempo respiraba tranquilamente, es usted un caso raro, eso llamó mi atención, especialmente teniendo una alta necesidad de oxígeno, la verdad es que ese día, por la noche y a la mañana siguiente, usted era el candi-

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Sus pulmones reaccionaron de modo ejemplar, el COVID no le afectó ningún órgano, combatimos su neumonía con antibióticos, pero sobre todo luchamos contra la inflamación brutal que traía en sus pulmones.

dato que tenía prioridad para ser intubado. Pero siempre respiró con normalidad, entonces tomamos la determinación de que continuara así, por esa razón le traje el documento legal donde usted podía arrepentirse de ser intubado. Sus pulmones reaccionaron de modo ejemplar, el COVID no le afectó ningún órgano, cuidamos que no se le formaran coágulos, por esa razón le inyectamos todo el tiempo anticoagulante en el estómago, en placas revisamos cada doce horas sus pulmones y le hicimos constantes análisis de sangre, combatimos su neumonía con antibióticos, pero sobre todo luchamos contra la inflamación brutal que traía en sus pulmones. Yo no lo salvé, usted se salvó. Esperábamos que su rehabilitación durara unas tres semanas y mire, ya casi determinamos su alta, falta el análisis de conjunto de los médicos que haremos el día de mañana, si sus últimos análisis son buenos, pues ya no nos veremos, porque no estaré, pero mis compañeros le darán las indicaciones, nosotros lo dejaremos todo por escrito con base en los resultados del día de mañana. Usted ya no tiene COVID, tendrá que usar un concentrador de oxígeno durante dos meses, lo puede rentar o comprar, son caros, además va a seguir siendo nuestro paciente, se tiene que

cuidar para que no pesque nada que afecte sus pulmones, usted resultó ser un buen paciente”. Se despidió y yo sólo alcance a decirle que, aunque no soy religioso, siempre he pensado que todos tenemos un ángel de la guarda, que ahora había tenido la oportunidad de conocerlo en persona, porque son seres inmateriales. No sé si entendió mi expresión de agradecimiento, se dio la vuelta y dijo adiós. No hice una pregunta final: ¿por qué, cuando me ingresaron al hospital, respiré normalmente, si mis pulmones estaban tan inflamados y mis antecedentes bronquiales no eran los mejores? Tal vez ayudó el tratamiento alternativo que mi hijo me suministró días antes de ingresar al hospital, la esperanza y los buenos deseos de mi familia y amigos para que yo mejorara. Seguramente todo ayudó para que, a pesar de la gravedad, me salvara de la intubación y pudiera contarlo y agradecer al INER estar vivo para escribir esta crónica.

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