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Transportistas: Hito Histórico
Los Transportistas: Hito Histórico y Drama Humano
AMÉRICA CENTRAL-(Especial para The City Newspaper) En las fronteras entre Nicaragua y Costa Rica y de este último país con Panamá, se ha dado un verdadero problema con los conductores de grandes camiones de carga (furgones), que transitan por el istmo centroamericano con mercancías que son vitales para el comercio de esta parte del continente. El caso no tiene igual en la historia de la región y ha marcado un hito de enormes proporciones. Los enormes vehículos se han estacionado en las últimas semanas en los límites fronterizos con Costa Rica, tanto en el norte como en el sur, debido a las restricciones sanitarias que ha impuesto el Ministerio de Salud costarricense; es decir, ningún aparato de estos puede ingresar a esta nación, sin que su chofer se haya hecho las pruebas anti-pandémicas, en los puestos instalados para ese fin. De tal manera, más de 60 conductores nicaragüenses fueron rechazados y reenviados a su Nicaragua natal, porque dieron positivos con el covid-19. Evidentemente, las autoridades costarricenses no se juegan ninguna carta que podría ser mortal si contagiaran a grandes cantidades de personas. El dictador nicaragüense, Daniel Ortega, en represalia, ordenó cerrar la misma frontera, hasta que Costa Rica permita pasar a sus choferes, “sin importar si tienen coronavirus o no.” Ha dicho. Y con esa argumentación, Ortega sigue demostrando lo que tiene dentro de su cabeza… Panamá también cerró su demarcación fronteriza en respuesta a las medidas establecidas por el gobierno costarricense; pero cedió después de un fructífero diálogo binacional y retornó a la normalidad. Los panameños no estuvieron de acuerdo con el hecho de que los cuerpos policiales (civil y tránsito), de Costa Rica, escolten a la enorme fila de furgones cuando pasan por el territorio costarricense y que se prolonga por más de 10 horas de viaje, y se les permita hacer solamente una parada técnica en todo ese recorrido. En este punto hay que destacar que esas imágenes de los camiones custodiados
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por las patrullas, rodando por las carreteras interiores costarricenses, han sido impresionantes, pues componen filas interminables de camiones de carga, con destino hacia territorio panameño. La mejor definición que se le puede dar a la gran cantidad de furgones detenidos en ambas fronteras, podría ser “bucle”, un verdadero y auténtico “bucle”, porque ahí han tenido que permanecer sus ocupantes (guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, nicaragüenses, costarricenses y panameños), por más de tres semanas, sin que se puedan mover hacia ningún lado. El drama humano se ha presentado cuando no han podido bañarse, tomar agua potable, cambiarse de ropas, comer apropiada y decentemente y tampoco hacer sus necesidades básicas, como todo ser humano en su cotidianidad normal. Con respecto a la sed y al hambre, el gobierno de Costa Rica, por medio de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), ha estado asistiendo a esos conductores con alimentos, utensilios de higiene y medicinas; aunque fueron los ciudadanos costarricenses que viven en ambas zonas, quienes comenzaron a prestarles colaboración; mientras que, en suelo nicaragüense, se les venden a los mismos transportistas las comidas y el agua. De un lado gratuito; pero del otro…muy al estilo sandinista: con el dinero por delante. He ahí el contraste entre las dos acciones. Para hacer más engorroso y precario el caso de los choferes de furgones y la mercadería que llevan en sus contenedores, el gobierno de Honduras ordenó también el cierre de la frontera para aquellos que tengan matrícula costarricense, en represalia por las directrices fijadas por Costa Rica y dio un corto plazo para que los transportistas “ticos” abandonen territorio hondureño. Es evidente el enojo de muchos centroamericanos. Finalmente, el gobierno costarricense ha tratado de encontrar puntos de acuerdo, pero con la salvedad de seguir con las pruebas a los conductores de los camiones. La situación ha sido muy tensa, la inconformidad se palpa en el aire; algo inédito en la historia del istmo centroamericano y todo por culpa del covid-19, el virus que nos llegó de China.