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El Desparpajo que es el Ministerio de Educación de Costa Rica

Paralelamente y en otros “escenarios” (como se estiliza decir ahora), Colombia nos regala sicarios, prostitutas, timadores, locutores de radio que envenenan las ondas hercianas; y lo mismo sucede con los venezolanos, la mayoría de ellos impositivos, arrogantes y “pagados de sí mismos” y que en la realidad, solo son gentes sin patria ni tumbas donde sepultarlos. Argentina nos envía seudo-futbolistas y seudo-entrenadores quienes se llevan jugosos salarios en este país altamente endeudado con la banca internacional y con un desempleo que sobrepasa todo entendimiento y cordura.

Empero, hay otro tipo de extranjero que llega al país con un pequeño capital, funda su propia empresa y da trabajo a los costarricenses urgidos; o aquel foráneo que ha pedido un préstamo bancario y también crea fuentes de trabajo y se le ve progresar palmo a palmo, día a día, y con él obtienen salarios dignos muchos originarios de esta nación. A esos inmigrantes inteligentes, bondadosos, rectos, humanistas y progresistas, nuestro agradecimiento, admiración y nuestros brazos abiertos por siempre.

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El Desparpajo que es el Ministerio de Educación de Costa Rica

SAN JOSÉ-(Especial para The City Newspaper). Los alcances, los logros en materia educativa, se pueden ver fácilmente cuando transitas por las calles de una ciudad o interactúas con sus gentes. Si tienes un poco de perspicacia, te darás cuenta hasta dónde ha calado el funcionamiento del sistema educativo del país, hasta dónde ha sido eficaz y eficiente y hasta dónde es una verdadera mentira o engaño. Además, si le sumamos a nuestra actitud analítica el hecho de que, en el caso personal, fui profesor de español por espacio de más de 35 años, trabajando tres turnos diarios, de 8 de la mañana hasta las 9:30 de la noche, durante todas las semanas que comprenden el curso lectivo, tienes, entonces, otro ángulo de la situación; es decir, “desde adentro”, donde puedes analizar también a tus compañeros permanentes o “de paso” por los colegios donde trabajaste. Ese soy yo precisamente: un ciudadano de a pie, quien habla circunstancialmente con quienes se presten para una charla más o menos fugaz; un periodista con más de 40 años de experiencia y un profesor jubilado. Y hago hincapié en ello, para que no se me diga que estoy escribiendo por escribir solamente, sino que lo hago con conocimiento profundo de causa.

¡Esto da pena amigo mío, real y dolorosa pena! A esta situación deficiente en materia educativa, debemos aunarle la crisis cultural que estamos viviendo a nivel mundial, en casi todos los campos. Por ejemplo, la música popular que escuchan nuestros jóvenes hoy en día, acusa falta de mensaje, ritmo, cohesión, atractivo y, para colmo de males, incita

al sexo, la drogadicción y la violencia contra el orden establecido (los padres de familia, autoridades de gobierno y valores tradicionales). Los jóvenes consumen esa porquería, la asumen y actúan en consecuencia. La infra-cultura que estamos sufriendo en estos momentos se puede evidenciar en personajes díscolos, que parecen entresacados de una mala historia, creada por un bromista: comenzamos por Jimmy Carter, expresidente de los Estados Unidos, quien entregó el mundo a la criminalidad soviética; los hermanos Fidel y Raúl Castro, propulsores del hambre en Cuba: Bill Clinton, el depravado sexual por antonomasia; Oscar Arias, en Costa Rica, otro lascivo a quien le dieron el Premio Nobel de la Paz sin asidero alguno; es decir, a un auténtico “bueno para nada”, cuyos únicos logros han sido manosear contra sus voluntades a mujeres indefensas (hoy está acusado en los Tribunales de su país, por acciones lascivas contra dos de esas damas); y el largo etcétera de desaciertos alrededor del planeta, se han venido presentando en perjuicio único de la humanidad. En resultado, es imposible que pidamos el surgimiento de personajes del calibre de von Goethe, Martin Luther King, Malcolm X, Mijaíl Gorvachev, Ronald Reagan y mucho menos anhelar a George Washington, Louis Pasteur, Madame Curie y otros más, que engrandecieron a la especie humana con sus acciones, descubrimientos y trabajo.

¿Pero qué tiene que ver lo anterior con el Ministerio de Educación costarricense (MEP)? Simple: ante un ente que no funciona en ningún aspecto, como lo es el MEP, debemos sumarle las inconsistencias, los errores del mundo actual y que permean directa y decididamente las almas y mentes de nuestros jóvenes. Concretamente, en la formación de los maestros de primaria y profesores de secundaria, la calidad es sencillamente deprimente: ¡hay estudiantes que saben más que sus profesores! Son capaces de arrebatarles la tiza y que esos jóvenes expliquen en el pizarrón lo que el seudo-educador no puede explicar. Y con el advenimiento de las redes sociales, vemos a esos mismos educadores dando el pésimo ejemplo, consumiendo licor en fotografías que emplanan en Facebook o Instagram, o escriben sobre sus relaciones extra-maritales u homosexuales (lésbicas también, por supuesto). Esos mensajes subliminales y descarados, los leen sus alumnos, quienes deberían estar protegidos ante tales actitudes y continuar con la imagen agradable y sana de sus maestros. En otras palabras, los educadores de ahora carecen de formación moral, intelectual, disciplinaria y pedagógica, aplicable a las aulas y a su estudiantado. Existe ahora lo que se llama “titulitis”, pues se esfuerzan por sacar pergaminos que los elevan a los rangos de licenciados, doctores y masters, pero ello no obedece al hecho de que quieren fortalecer sus conocimientos y destrezas, sino que desean alardear con los escalafones logrados, ante sus colegas, amigos y familiares; y alcanzar mejores sueldos, que se cifran en millones de colones (moneda de Costa Rica). Pero la ínfima calidad continúa inalterable… son profesionales excesivamente titulados, pero pésimamente preparados, con grandes vacíos intelectuales y personalidades endebles, inseguras e incapaces para ejercer con eficiencia los puestos al frente de los jóvenes, en escuelas, colegios y Universidades. Y las oficinas del Ministerio de Educación están plagadas de burócratas quienes, raramente, han tenido que ver algo con la actividad educativa. Son oficinistas aletargados, lentos e indolentes, a quienes solo les interesan los cheques de pago

y punto. Se les habla de “calidad laboral” y parpadean únicamente, sin saber qué responder al respecto.

Por supuesto que el mal educador hace malos educandos. Es tan aritmético como la sencilla suma de 1 + 1 = 2. Y ese resultado negativo y destructivo consecuentemente, se refleja en la ínfima cultura del pueblo en las calles, con su argot al hablar, sus malas costumbres, el aumento de la delincuencia, la drogadicción, el sicariato, el narcotráfico, el amor desmedido por el dinero, los malos gobernantes, la falta de valores intrínsecos, el desprecio por la lectura y los libros, el auge de más tabernas y menos librerías para comprar obras literarias y la preocupante escasez de intelectuales. En la Costa Rica de hoy, sino tienes la suerte de encontrarte a un hombre viejo, arriba de los 50 años, para sostener una conversación amena e instructiva, podrías pasarte todo un año sin hablar nada con nadie, porque, precisamente… ¡No hay nadie con mínima instrucción! En el caso personal, tuve la inmensa ventaja de que mi padre era un hombre nacido en el Siglo XIX y además era amante de la lectura; fue profesor de primaria y secundaria y precursor del periodismo en el país; ello ayudó a mis inquietudes tempranas, sin duda alguna. Incluso, mis excompañeros del colegio, en esta Capital costarricense, tenían padres de parecido talante al mío y talvez, fuimos de las últimas generaciones de jóvenes pensantes que se dieron en el país. Y así como aceptábamos al “rock” que nos venía de los Estados Unidos, hablábamos con soltura y seguridad de la problemática política, social y económica, que nos rodeaba en aquellos momentos coyunturales. Hoy, esos muchachos ya no se ven, no se escuchan, no existen… Y tampoco el MEP hace nada por crear y recrear sus intelectos, capacidades y prerrogativas. El MEP no hace nada de nada.

Un ministro de Educación consume 8 años y solo tuvo iniciativa para dos cosas

Ciertamente las Instituciones no son las paredes, edificios, escritorios, teléfonos y computadoras… ¡Las Instituciones son las personas! Y esa verdad a los burócratas del gobierno, les cuesta entenderla. Es decir, si “la cabeza pensante”, el titular del ministerio es un blandengue, un apellido en esta tierra donde los apellidos valen más que las obras y las acciones, lógicamente el caos estará servido. Leonardo Garnier (nótese el apellido francés que en Costa Rica “derrite” a unos y a otros), estuvo incrustado, como la mala hierba, en la titularidad del Ministerio de Educación por larguísimos ocho años, ¡dos períodos presidenciales! ¡Aquello daba pena! La ausencia ante la opinión pública, durante largos meses de dicho funcionario, posteriormente sus peroratas ante los periodistas, “ese decir mucho sin decir nada”, sus explicaciones insustanciales, su inacción, su falta de voluntad por robustecer, afinar y hacer funcional a ese ministerio, estancaron a la educación general del país. Pero lo más sorprendente fue que en ocho dilatados años, solo dos “proyectos” (si se pueden llamar así), ejecutó el susodicho: la dieta de los niños de primaria, que debía ser más frugal y menos sintética y que los padres de familia no ingresaran libremente a los

centros educativos. ¡Nada más, en esos dos extensos períodos! Y para colmo de males, el sucesor de Garnier en el puesto, fue más ineficiente que aquel y duró en el puesto, lo que vive un insecto… ¡Nada y en medio de la nada! Pero vayamos a lo concreto: además de los pésimos burócratas (ociosos por naturaleza); los mal formados educadores (en un 95 por ciento de los casos); y los ministros improvisados, quienes saben de educación lo que yo sé de física cuántica, ¿En cuáles otros aspectos hay falencias y yerros en el MEP? ¡En los programas! Se trata de contenidos programáticos viejos, nada funcionales, que no educan, no enseñan, no forman al estudiantado y se han quedado detenidos en el tiempo, especialmente en materias como Filosofía y Estudios Sociales (Geografía e Historia) y en esta última materia debemos agregarle el agravante de que la mayoría de sus profesores (arrogantes naturales), imparten sus clases con fuertes rasgos y sesgos marxistas, distorsionando las mentes de los educandos.

En los casos de la aritmética y la física/química, son dos materias que sirven únicamente para obstaculizar el avance de los jóvenes, frustrarlos y lanzarlos al abismo de la deserción; los exámenes se convierten en una espeluznante guerra de nervios y negativismo en los muchachos, quienes, en grandes porcentajes (impresionantes por demás), sacan pésimas calificaciones y el aplazamiento, más las consecuencias que se desprenden de ello. El país entero está lleno de jóvenes fracasados por culpa de esa matemática nada funcional, cuyas enseñanzas son nada prácticas en la vida normal de toda persona. Es decir, en Costa Rica se explica una aritmética que, al salir de los salones de clase, no tiene funcionalidad alguna.

En resumen, lo que se debe hacer en estos aspectos, es una revisión total, absoluta y “quirúrgica” y arrancar del tejido, de la piel del sistema educativo, todo aquel tema en los contenidos programáticos, que no ayuden al estudiantado y más bien lo ha estado perjudicando durante décadas enteras.

Otro semblante de la crisis radica en el bullying o acoso físico y psicológico que sufren muchos jóvenes, sin que los Departamentos de Orientación de todos los colegios y escuelas, sepan y hayan podido hacer algo al respecto para su erradicación o solución. La muerte de un estudiante del Liceo de Costa Rica, arrollado por el tren, supuso ser para el MEP, desnudarlo en dicho aspecto, porque, tanto sus psicólogos, pedagogos, profesores y orientadores, no supieron reaccionar apropiadamente ante tal situación. Da la impresión de que en todo el tinglado del MEP, el anacronismo, la negligencia y la ineficacia, son los rasgos que tienen atrapado a ese ente ministerial, desde que tenemos consciencia de ello.

Vocabulario tecnicista para enredarlo todo

Es notorio cuando un periodista de determinado medio de prensa entrevista a un burócrata del MEP, sea éste de alto rango o de bajo perfil profesional, las respuestas que se le dan al comunicador, además de ser engorrosamente extensas, no se entienden por el vocabulario que aparenta ser técnico, pero lo único que pretende es ocultar las falencias de dicho Ministerio. Son auténticas “cortinas de humo” que buscan dos situaciones: la “perpetuidad” de esos mismos burócratas en sus cómodos puestos laborales y que nada cambie, ni para bien ni para mal, dentro de ese Ministerio, porque todo cambio supondría ser un peligro latente para la estabilidad y continuidad de los funcionarios dentro del MEP.

Los papeles se encajonan en bodegas en decenas de hileras, que los colegios privados y públicos; las Universidades y otras Instituciones les hacen llegar al MEP año con año, porque así les exigen. Es la burocracia en su máxima expresión: siempre ineficiente y atentando contra el progreso del pueblo y del país. Y en las horas del café, cuyos horarios no están claramente estipulados, los mismos empleados se aglomeran en oficinas o salitas, para disponer de los chismes del día. Actos que hemos comprobado in situ, cuando visitamos dichos despachos.

Por otra parte, el auge de las Universidades privadas, las cuales funcionan, muchas de ellas, en casas de habitación, demostrando la clásica improvisación de los costarricenses, se han dado a la tarea de lanzar “profesionales” a la vida laboral, sin reparar en la cultura individual, si es sólida o endeble, si va a ser un profesional de calidad comprobada o solo un personajillo de esos que parecen ser extraídos de “una banda de producción”, iguales a las fábricas de robots o muñecos baratos. La calidad, por el contrario, no está definida –y tampoco es prioridad-, en los nuevos maestros y profesores, quienes, además, no desean trabajar en zonas rurales, que les resultan “decadentes” e incómodas, sino que exigen ser nombrados en plazas en las cabeceras de provincia y si es en la Capital, mucho mejor para ellos. Es por esa razón que la deserción de los seudo-educadores se produce en grandes cantidades, apenas arranca cada curso lectivo.

Y aquello de que “el educador no solo debe serlo, sino también… parecerlo”, es una exigencia que se ponía en práctica en las décadas de los 70s hacia atrás, retrospectivamente; porque hoy estos seudo-profesionales aparecen con aretes en las narices, orejas, labios; cortes de pelo impresentables y ridículos, mal vestidos y tatuajes por todas las partes visibles de sus cuerpos; amén del vocabulario callejero que dejan escuchar cuando hablan entre sí y en ocasiones, con los mismos alumnos. Es evidente y convincente, que la educación en Costa Rica está en medio de una severa crisis formativa, de valores, de moral y de calidad. Y el problema es piramidal, porque aparece en la punta de la pirámide, en los jerarcas del Ministerio, baja a lo largo y ancho donde permanecen los burócratas y llega a las bases donde está el profesorado y los educandos. El resultado: un país más que

mediocre en cuestiones de educación personal, en la incultura individual y conjunta; y en un ciudadano de bajísima calidad.

Tampoco los educadores que llegan del extranjero aportan gran cosa; por lo general trabajan mucho, por el hambre que les podría sobrevenir en una nación ajena a la suya; pero les importa “un cuerno” si lo que enseñan es bueno, si les va a servir a los jóvenes o nó.

Justificación moral, profesional y personal

Alguien que haya leído lo anterior, podrá preguntarme a manera de reto, ¿Y a usted quién lo faculta, quién lo autoriza para escribir así contra “el sacro-santo” Ministerio de Educación de Costa Rica? Y yo le contestaré: soy hijo de educadores; mis padres eran profesores; incluso mi padre fue co-fundador de la Asociación de Educadores Pensionados (ADEP); y yo ejercí el profesorado en español, en secundaria, por más de 35 años. Por ello, sé que lo que afirmo es la única verdad que prevalece en este país. Además, soy padre de familia de tres jóvenes y tuve la perspectiva que un papá responsable suele tener cuando está vigente ante lo que hacen sus hijos en los centros de enseñanza y de los educadores que les han correspondido en cada nivel. Esa experiencia doble, en mi postura como profesor y padre, me dio una visión completísima, bastante certera y minuciosa de la realidad del MEP y su personal.

Finalmente, para no hacer más largo este ensayo, tengo que aclarar también que soy padre de un joven con autismo, quien asiste a una escuela pública para personas con esa condición y ahí mismo, el profesorado y la parte administrativa, son desastrosas en su desempeño, salvo las rigurosas excepciones del caso. Pero esa es una variable del mismo tema, que estaría tratando más adelante en otro trabajo escrito parecido a este.

Y mi conclusión es más bien un epitafio: si no aparece un reformador educativo que mueva los cimientos y cambie la esencia del Ministerio de Educación Pública de Costa Rica, hoy, mañana o dentro de 20 años posteriores, la nación entera va a sufrir consecuencias peores de las que ahora mismo está sufriendo, porque el analfabetismo, la incultura y la falta de valores van a predominar y con ello se va a perder la sustancia que le da vida al país y todo lo valioso que existe en él. Y un pueblo inculto solo se podrá dirigir a un único lugar… al despeñadero. Y el costarricense ya se está asomando a ese precipicio, sin mucha preocupación de su parte.

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