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ESTADOS ESTATAL
PUEBLA
PRETENDE ESCUCHAR Y CORREGIR ERRORES
Informará el alcalde avances en 240 días poder corregir”. Explicó que decidió dividir en tercios el año, por lo que a finales de enero cuando se cumplieron los 120 días dio un reporte; el segundo a los 240 días, que se cumplen este mes, y el tercero a los 12 meses. “No es un informe, sino más bien vamos a hacer un corte del trabajo que hemos realizado en la administración”, aclaró. Asimismo, indicó que la evaluación a su gabinete es permanente y de acuerdo a los últimos informes que ha recibido, los funcionarios han cumplido las metas trazadas, por lo que descartó nuevos nombramientos.
Logros. El munícipe capitalino aclaró que no es un informe de labores, sino un un corte del trabajo que ha realizado la administración panista LIZ HERNÁNDEZ
El presidente municipal, Eduardo Rivera informó que realizará “un corte de caja” para informar a la ciudanía los avances que ha tenido el municipio en los primeros 240 días de su gobierno, así como escuchar a los poblanos y corregir errores. Indicó que esta acción la llevará a cabo entre el 11 y el 13 de junio, días en los que se cumple el segundo tercio de su primer año al frente del Gobierno de la ciudad. “Estaremos haciendo un corte entre 11 al 13 de junio, que se estarán cumpliendo estos 240 días, para poder también estar en contacto con la población, informarles de cómo ha habido un antes y un después a la entrada de esta administración, pero también escuchar para
El edil explicó que la evaluación se mantiene en todas las áreas del gobierno municipal, incluyendo a directores, y los resultados más recientes muestran que están cumpliendo con las metas marcadas, por lo que no piensa realizar cambios en el gabinete.
JAIME CID
METAS CUMPLIDAS
SEGMENTOS. El primer año de la gestión de Eduardo Rivera fue dividida en tercios, por lo que este es el segundo.
VIERNES 3 DE JUNIO DE 2022
Daimon Todos necesitamos contar una historia
purgante @revistapurgante
E
ra de noche, apenas pasadas las 3:00 am. La ciudad ya había menguado y su sonido estaba casi extinto. Solamente las farolas parpadeaban y entre su pulsar eléctrico podían distinguirse grillos y pequeñas ranas citadinas ocultas en los jardines llenos de pasto de alguna casona oculta detrás de una fachada derruida. Caminaba tranquilo, sin miedo a la oscuridad. De vez en cuando, un coche con rumbo desconocido y sin dirección fija me rebasaba sin precaución. Se podía notar, sin algún tipo de capacidad de observación, el típico manejar de alguien que, como es normal, muere de sueño a esa hora o maneja para encontrarse con el beso añejo de una botella de alcohol barato. Podía escuchar la vibración de sus suspensiones desafinadas sobre el adoquín mal colocado, de ese que pretende dotar de aires coloniales a un pequeño pueblo conurbado y sin identidad propia. Caminaba escuchando. Pretendía no existir, oculto por mis ropas negras y mi pelo libre y revuelto. Nadie me veía y si acaso alguien pasó a mi lado, no se detuvo a observarme. No llevaba mucho tiempo caminando. Unos minutos atrás, si a alguien le hubiese interesado, me podía encontrar sentado en una fría banca del pequeño parque en el zócalo. El aroma de la ciudad y el cansancio me habían dejado en un estado de aletargamiento profundo y me llevó a meditar cosas aparentemente sin sentido. Un pensamiento se robó el
protagonismo de todos los demás y ello me levantó de mi lugar. ¿Cómo es tu nombre? Me levanté al notar los giros en mi mente creados por mi pregunta. Noté que no era la típica que llamaba al frente un “¿Cuál?”. En pensamientos escuché ¿Cómo es mi nombre? ¿Cómo es tu nombre? Una cosa me llevó a la otra. Levantarme me ayudó a volver a mí. Caminar me hizo escuchar y necesitaba hacerlo, escucharlo todo: voz, sonido, ruido, música y mi nombre. Mi mente iba y venía desde un estado de ensoñación bastante familiar al sentimiento de obnubilación propio de una botella del alcohol o una cajetilla de cigarros baratos, pero aquella noche no había bebido ni fumado. Solo quería caminar hasta olvidar quién era, escuchar mi nombre en una voz similar a la mía que no viniera de mi interior. No, no era un corazón roto. Tampoco enamoramiento. Si pudiera definirlo sería comodidad, paz, libertad de ser nada para encontrar mi magia. Caminé un par de cuadras entre casonas y vecindades dormidas, coloridas casas de balcón rodeadas por grandes patios traseros que no les pertenecían. El eco de mis pasos retumbaba en sus patios; mi sombra se proyectaba en los zaguanes y anaqueles. De vez en cuando me ladró un perro malhumorado, demasiado pequeño o histérico como para hacerle caso, solo era ruido intentando ocultar la melodía de mi nombre; los grandes no me prestaban atención, solamente respiraban tranquilos. / Ángel Torres Para seguir leyendo, ingresa a www.revistapurgante.com Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS. LEE MÁS COLUMNAS