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El primer campo en Agricultura Certificada

El 7 de mayo pasado, Guillermo Cabrini concretó la primera experiencia de Agricultura Certificada, en su establecimiento “La Madrugada”.

Para Guillermo Cabrini (der.), implementar AC fue simple. Los aportes de su hijo agrónomo y los conocimientos de calidad de su nuera aceleraron el proceso.

Luego de una exitosa jornada de auditoría, SGS emitió el primer certificado de AC, haciendo del 7 de mayo un día histórico para Aapresid. El protagonista es Guillermo Cabrini, un productor de Arias (Córdoba), socio Aapresid de larga data. Días después, Guillermo visitó las oficinas de Aapresid y pudimos preguntarle todo acerca de su experiencia.

¿Cómo podemos describir al Guillermo Productor? Llevo adelante mi actividad productiva en la zona sur del departamento Marcos Juárez y en el departamento Unión, en campos que se encuentran en un radio de 30 kilómetros aproximadamente de Arias.

En la empresa familiar participan dos de mis hijos, manejando tanto campos propios como arrendados. Mi compromiso siempre ha sido dejar los campos que alquilo, en mejores condiciones que las que lo recibí. Para beneficio de generaciones futuras. En sus planteos, los cultivos principales son trigo, maíz, soja y en condiciones circunstanciales, cebada y sorgo. En estos momentos, los dos últimos se encuentran un poco postergados debido a la situación actual de mercado, que no ofrece certidumbre. Recibido en la década del 70’ como Ing. Agrónomo, Guillermo retornó a su pueblo natal para desempeñarse en la actividad productiva en campos propios y en otros que arrendaba a vecinos. Con el correr del tiempo, también comenzó a prestar asesoramiento en establecimientos. Incursionó en la producción de leche y luego de carne. Siempre atento a las acciones que llevaba adelante Aapresid, fue en la década del 90’ que Cabrini comenzó a volcarse a la siembra directa. “La siembra directa es mucho más que la siembra sin remoción del suelo. Todos sabemos que la siembra directa con monocultivo conduce al fracaso”. En un contexto de negativismo generalizado, confió en su intuición y no falló.

La certificación “Existen indicadores en los que calificamos más bajo que en otros, pero lo que nos interesa es el promedio general”, afirma y agrega “apuntamos a tener una calificación promedio más alta, trabajando sobre aquellos indicadores en los que estamos más flojos”. Su objetivo coincide con el propio espíritu de las normas de calidad: la mejora continua del sistema productivo y promete: “el año que viene vamos a estar un escalón más arriba”. Ser el primero en certificar no fue algo que buscó sino más bien un extra, “estoy más para la popular que para el verde césped”, confiesa ruborizado. Es que ser el primero en certificar le supuso algún grado de exposición “mediática” al que no estaba acostumbrado. Respecto a lo que implica el proceso, además de la tasa por hectárea, AC involucra el trabajo de mediciones y registros. En este caso, dependerá del personal con el que pueda contar el productor para realizar las actividades supuestas por la certificación. Para Guillermo, hubo puntos a favor: tanto él, como su hijo son ingenieros agrónomos y su nuera, ingeniera química experta en ISO 9001, todos familiarizados con estas tareas.

¿Qué fue lo que despertó su interés por AC? La primera vez que supe de AC fue gracias a las publicaciones de Aapresid, en la web de la Institución y en el último Congreso nos interiorizamos un poco más en el tema. Al principio, surgieron algunas dudas en cuanto a nuestra dimensión como productores, si AC era para nosotros. Pero sabemos que, en la medida que el sistema avance, existirán explotaciones muy grandes que van a tener peso e impacto para AC. Guillermo trabaja, en total, unas 2000 hectáreas, de las cuales 560 son de la familia. La disyuntiva se presentaba en cuanto a qué cantidad de hectáreas certificar, pero la decisión final fue familiarizarse con el método en la fracción de 200 has y luego ir avanzando con las demás explotaciones.

¿Cuáles fueron sus motivaciones para ingresar al sistema? No me impulsó el beneficio inmediato, creo que la apuesta es “a mediano plazo”. No es como cualquier insumo, factible de cuantificar en una relación costo- beneficio inmediato. El beneficio de AC podrá venir de la mano de las gestiones que institucionalmente está llevando adelante Aapresid. Vínculos con otros países, como se hicieron con Holanda, gestiones con entidades bancarias y con gobiernos provinciales, así como con el gobierno nacional. Guillermo comprende que las opiniones quizás estén divididas y puede haber aquellos que duden del éxito de este emprendimiento pero “también existe la posibilidad de que se superen la expectativas”, sonríe optimista.

¿Qué dirías a los desconfiados? Hoy por hoy no alcanza con conseguir altos rendimientos, hay que hacerlo en forma sustentable. El agro hasta hace poco tiempo permanecía ajeno a los procesos de gestión de calidad, pero en virtud de demandas medioambientales crecientes, el estándar de calidad del consumidor europeo es cada vez es más alto, así como la obligación de demostrar que no se están afectando los recursos naturales en la producción. Y justamente AC permite agregar indicadores de gestión y el primer eslabón de este sistema, son las buenas prácticas agrícolas. Mi deseo es ir creando una “cultura” para aquellos que tengan que continuar, aceitar los mecanismos y mejorar lo que se venía haciendo, acompañando siempre a la Asociación.

En la última reunión de Comisión Directiva, recibiste un reconocimiento como el primer Socio Aapresid que certificó su establecimiento… Cuando me entregaron la plaqueta sentía que estaba en el lugar equivocado, normalmente siempre me encuentro aplaudiendo o aprobando las iniciativas de Aapresid, las mismas que tanto nos han nutrido y servido. Por otro lado, la plaqueta me la entregó gente que admiro por su capacidad de realización y de innovación. Es claro que Aapresid siempre está dispuesta a asumir nuevos desafíos y convocar a aquellos productores que se quieran sumar.

¿Qué beneficios esperás obtener, más allá de aquellos que traen consigo las buenas prácticas agrícolas? Es fundamental que aquellos que decidan certificar no esperen un beneficio inmediato y que intenten alcanzar el cumplimiento de sus objetivos en plazos un poco más largos a los que estamos acostumbrados a manejar en nuestro país. Por lo pronto, el certificado puede ser una exigencia del propietario, brindarnos la posibilidad de diferenciarnos como arrendatarios, poder dar testimonio de la historia de un lote, gestionar desgravaciones impositivas, mercado del carbono (la siembra directa actúa como un proceso secuestrador de carbono). A largo plazo, la demanda creciente de inocuidad, la exigencia de estándares de calidad más altos, la necesidad de determinar cómo fueron las etapas productivas desde el comienzo hasta la elaboración del producto final, poder certificarlo y dar fe de que no se afectaron los recursos naturales puede generar un plus. Valor agregado, marca país.

La Auditoría

En sentido inverso, si ninguna de estas posibilidades se concretara, cosa que no es así porque hay muchas que ya están en marcha, el sólo hecho de ingresar en un sistema de gestión de calidad ¿cree que reporta un beneficio para un productor? Creo que sí. Si bien muchos productores de Regionales de Aapresid o Grupos Crea ya están trabajando con indicadores de gestión empresarial y factores de mayor eficiencia agronómica, la visión de AC es totalizadora y las buenas prácticas se encuentran integradas.

¿Resultó difícil implementar AC? Para nada, me resultó relativamente simple y rápido. Aclaro que en ello tuvo que ver el aporte de mi hijo, como agrónomo, y de mi nuera, que implementa ISO 9001 en empresas industriales. Aún así, creo que quienes no cuenten con ese plus, la certificación también es posible con el aporte de los asesores, que en mi caso fue fundamental.

La documentación ¿le pareció engorrosa? No, para nada, depende de la disposición de cada uno para llevar registros y volcar la información en planillas. En “La Madrugada” trabajan 3 empleados y todos desempeñaron su parte en el proceso de certificación. Ninguno de ellos se manifestó con resistencia a este cambio “entienden que es para el bien de ellos”, explica Guillermo.

¿Y la auditoría? ¿Resultó complicada? No, en absoluto. Se llevó a cabo de manera sencilla, en un clima agradable de trabajo, todos los indicadores fueron evaluados de manera objetiva y se detectaron aquellos aspectos a mejorar. El auditor cumplió con su deber y se fue contento, así como nosotros.

¿Cómo les impactará AC en su futuro? Desde nuestro lugar, deseamos poder expandirlo a otras fracciones y quisiéramos poder dar fe a la comunidad que pertenecemos, de que se pueden obtener elevados rendimientos, en forma sustentable, y contribuir a disipar las dudas que puedan tener algunos habitantes de ciudades y pueblos sobre el impacto ambiental de nuestra actividad.

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