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DEL OTRO LADO DEL ESCRITORIO

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LOS CACHORROS

LOS CACHORROS

Estaba por hacer unos trámites legales cuando, al revisar la documentación, me quedé pasmada por las discrepancias que había entre varios papeles. Lo que inicialmente parecía fácil de rectificar terminó tomándome varias semanas y requirió numerosas gestiones.

En una de las dependencias administrativas donde me mandaron me encontré cara a cara con Olga. Me dio la impresión de que era una funcionaria muy eficiente, pero un poco cortante. Nuestro primer intercambio fue áspero. La mía probablemente era una de las muchísimas complicaciones con las que había tenido que lidiar aquel día, y no parecía que fuera a tener contemplaciones conmigo. Para colmo, su computadora se quedó atascada, así que tuvo que reiniciarla. Murmuró que iba a tomarse una aspirina y volvería en un momento.

En su ausencia pedí a Dios que me diera buen criterio para abordar la situación. De golpe lo vi todo desde otra perspectiva. Por un momento procuré no pensar en lo irritada que me sentía con todo aquel papeleo y traté de imaginarme cómo sería estar del otro lado de aquel escritorio.

Mientras esperábamos que se reiniciara la computadora, le pregunté a Olga si alguna vez se había topado con una complicación como la mía. Aquello dio comienzo a un diálogo entre dos mujeres agotadas y hastiadas de la situación.

Olga me explicó que apenas llevaba unos meses trabajando en ese puesto. El año anterior se había divorciado y le había costado mucho adaptarse a su nueva realidad como madre soltera. Me mostré comprensiva y le conté que era misionera y que estaba allí para comunicar el amor de Dios a la gente de su país, a la que le había tomado mucho cariño.

Al cabo de un rato pudo volver a entrar en el sistema e ingresar los datos correctamente.

En los días que siguieron hablamos varias veces por teléfono, pues tenía que verificar cómo iba el trámite. Cada vez que lo hacíamos nuestra comunicación se tornaba más amistosa y menos tensa. Cuando pasé finalmente a retirar la documentación, Olga se tomó la molestia de comprobar que estuviera todo en orden. Nos despedimos como buenas amigas.

Cuando salí sonriendo a la calle, el viento de la tarde me golpeó el rostro. El haberme interesado en los problemas de una persona había transformado una situación conflictiva para ambas en una experiencia positiva.

Natalia Nazarova es profesora de inglés en Ucrania. Durante diez años se dedicó a labores sin fines de lucro en Europa Oriental y Suramérica. ■

El Punto De Partida

Aunque tú puedes influir positivamente en la vida de los demás, la influencia que Jesús puede ejercer es mucho más grande. Si aún no lo has hecho, recibe a Jesús. Puedes hacerlo en este instante rezando una breve oración como la que aparece enseguida:

Amado Jesús, te ruego que me perdones todos mis pecados. Creo realmente que Tú moriste por mí. Te invito a entrar en mi corazón y en mi vida. Lléname de Tu amor y de Tu Espíritu Santo. Quiero conocerte. Enséñame a vivir las palabas de Tu libro, la Biblia. Amén.

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