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VISIONES DEL CIELO

Alfredo Carrasco

Todo empezó cuando mi hermano me llamó por la mañana temprano para decirme que habían llevado a mi madre de urgencia al hospital. Más tarde me llamó para decirme que mi madre había fallecido. Al enterarme, me puse a llorar y me quedé en shock.

Entonces empecé a orar y tuve una visión maravillosa. Vi a mi madre esbozando la más bella y celestial de las sonrisas. Rebosaba de alegría. Era como si me dijera: «No te preocupes, Alfredo. Ahora estoy en el Cielo y feliz de conocer a mis hijos que están aquí». Después de ver aquella visión de mi madre en el Cielo irradiando alegría, me sentí en paz y no lloré más.

Sus exequias resultaron ser un testimonio extraordinario. Pudimos reencontrarnos con varios familiares y amigos que hacía tiempo que no veíamos. Tuve ocasión de hablar y entregar algunas reflexiones sobre mi madre. Hablé a los asistentes al servicio sobre el Cielo y la vida eterna. Hice hincapié en que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día y que nosotros también resucitaremos cuando Él regrese, explicando que los muertos en Cristo resucitarán primero.

También hablé de la realidad de la vida después de la muerte tal como se describe en la Biblia y en muchas experiencias y libros sobre el tema. Al final invité a todos a rezar para recibir a Jesús, y unas 50 personas lo aceptaron en su corazón.

Pero la historia no termina ahí. Después del servicio y de mi charla, una señora de otra capilla donde se estaba celebrando el velatorio de otra persona, se me acercó y me preguntó si podía ir a hablar y orar en el servicio fúnebre de su hermana, ya que no contaban con nadie para hacerlo.

Acepté y mi esposa Lorena y yo entramos en la otra capilla. Allí también di una charla sobre el Cielo y recé por la familia del difunto. Unas 40 personas aceptaron a Jesús en su corazón. Estaban muy agradecidas de que hubiéramos venido a orar por ellas. Al final se abrazaban y lloraban de emoción tras rezar aquella plegaria. También me agradecieron efusivamente.

En suma, la partida de mi mamá al Cielo se tradujo en un gran testimonio para mis familiares, amigos y esas otras personas que eran desconocidas para mí, pero no para el Señor, que quería que les diésemos a conocer Su amor.

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