Dejarte ir para encontrarme a mí Karla Camila Castro Marmolejo UAEMex Querido ajeno: En mi mente parecía sencillo nombrarte así, y dentro de esta nausea que estoy pasando, tengo mis razones para saber que esto nunca fue nuestro, fue ajeno. A veces olvido el sonido de tu voz o esos pequeños detalles que tenías conmigo, la comida que solías comer, las canciones que solías escuchar, todas las veces en las que me dijiste que nunca iba a estar sola, y la peor de las mentiras, que me ibas a cuidar. Y es que lo que han dicho al menos para mí se convirtió en realidad, que el primer amor nunca se olvida; pero casualmente no me está molestando olvidarte. Al contrario, se me hace el mejor método para volver a ser feliz, porque al final del día si las cosas pasan es porque algo te quería decir la vida, algo a gritos. Y eso que la vida me quiso decir es: “nada es para siempre.”
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Quisiera poder hablar claro, porque sé que tanto te disgusta que divague en mis pensamientos y diga cosas sin sentido. Empiezo a entender que realmente no me dolía decirte adiós a ti, a tu persona, a tu esencia; me dolía decirle adiós a todo lo que hice por ti, de hecho, me daba rabia despedir a la persona en quien me convertí cuando te tuve cerca. Pero no me refiero a esa persona gris, en la que tiempo después me transformé, más bien, al coraje que gané cuando llegaste a mi vida y tuve que luchar por lo ajeno, por un lugar que no me correspondía, a los comentarios que todos me decían sobre el tipo de persona que eras, a los muchos malos tratos. Eso, eso era de lo que me estaba despidiendo cuando te vi partir, cuando supe que no volvería a ser la misma persona después de ti. Y entonces fue cuando me di cuen-