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Creative crossover: fashion + film

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CREATIVE CROSSOVER: FASHION + FILM

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Toda buena película tiene vestuarios significativos que se identifican con facilidad. Pensemos en los zapatos rojos de Dorothy en The Wizard of Oz (1939), el vestido rojo de Julia Roberts en Pretty Woman (1990), el traje de Superman o el sombrero y chaqueta de cuero de Indiana Jones.

Son prendas y accesorios que se quedan en el imaginario colectivo mucho tiempo después de ver el film. Pero lo que las vuelve icónicas son también las personas que llevan puestos esos elementos, y que junto con sus actuaciones, las convierten en piezas relevantes.

Las celebridades, los artistas, las alfombras rojas, los lujosos vestuarios… la moda encuentra un aliado en los protagonistas del cine y toda la fascinación y curiosidad que gira en torno a ellos.

Desde los años 1910-1920, el cine no ha dejado de fabricar stars; son las que se exhiben en los carteles publicitarios, las que atraen al público a las salas oscuras […] Con las stars, la moda brilla en todo su esplendor y la seducción alcanza el cénit de su magia (Lipovetsky, 1987, p. 242).

Vamos al cine a ver historias que nos representen, o que nos muestren circunstancias que nos hagan imaginar más allá de lo que conocemos, pero al salir de la sala de proyecciones, al terminar una serie, queremos más. Saber sobre los actores, sus vidas, la ropa que usan es una afición muy propia de la cultura pop y deriva en algunas de las tendencias y comportamientos más famosos. Pero el punto de partida es la pantalla grande.

Con actores como James Dean y Marlon Brando en la década de los cincuenta, el estilo juvenil rockero, despreocupado, varonil, cool, fue liderado por estas estrellas al actuar en películas como The Wild One (1953) en la que Brando utilizó una chaqueta biker de cuero negro dando esa imagen fuerte de pandillero.

1939. The Wizard of Oz. Fotos cortesía de Pinterest.

La chaqueta roja, camiseta blanca y jeans de Dean en Rebel Without a Cause (1955), era el look que todos los jóvenes querían imitar por su simpleza y frescura. Estos actores eran el epítome de los valores de los jóvenes rebeldes de la época posterior a las guerras mundiales.

El binomio moda y cine influye en la forma como la sociedad actúa y se viste, en sus deseos y expectativas por ser dos áreas con gran impacto visual.

Es a partir de los años treinta, luego de la Gran Depresión, cuando realmente comienza la fascinación por el cine. Al acabarse el hedonismo de los locos años veinte y ante la pobreza, el desempleo y la recesión económica que predominaban, el séptimo arte, paradójicamente, tuvo un boom. Al ver tanta desesperanza en las calles, las personas querían disfrutar algo diferente, idealizado, y su refugio fue el cine.

Nada le impedía a las personas el soñar con los trajes, vestidos, glamour y números de baile que veían en pantalla. Desde ese entonces, el crear una ilusión que traspasara el cine fue fundamental y para crear una imagen que resonara la ropa debía estar a la altura.

Arriba. 1955. Rebel Without a Cause. Abajo. 1953. The Wild One. Fotos cortesía de Pinterest.

Gilbert Adrian fue el mayor responsable, durante la Era Dorada de Hollywood, de magnificar los vestuarios con detalles lujosos, nuevas telas y superposición de texturas. A él le debemos algunos de los vestuarios más magníficos que han existido en el séptimo arte: Letty Lynton (1932), Dinner at Eight (1933), Marie Antoinette (1938), The Women (1939), The Wizard of Oz (1939), Ziegfeld Girl (1941), entre otras (Jackson, 2017).

Su contribución traspasó Hollywood y con su trabajo elevó los trajes del cine al nivel de Alta Costura. La relación entre moda y cine empezaba con fuerza.

Llevó el diseño de vestuario de cine a un nivel infinitamente superior al convertirlos en vestidos para la venta minorista en 1932. También, fue el precedente para que hoy en día marcas lujosas colaboren en películas y creen sus diseños, como fue el caso de Prada en The Great Gatsby (2013). Con Adrian el diseño de vestuario se convierte en parte del mundo de la moda.

Las personas estaban tan maravilladas con las creaciones que veían en el cine que se empezó a notar masivamente la inspiración de la sociedad y las tiendas en las películas para vestirse y crear colecciones.

En los años treinta, los estudios permitieron comercializar prendas basadas en el guardarropa cinematográfico de una estrella creando nuevas tendencias. Macy’s en Nueva York fue la primera tienda en abrir un comercio de Cinema Fashions que vendía atuendos con la estética de las películas que estuviesen transmitiendo (Trapnell, s.f.).

Adrian cambió el diseño de vestuario en Hollywood con sus diseños, así como también inició tendencias fuera del cine.

Arriba. 1933. Dinner at Eight. Abajo. Tienda Cinema Fashions. Fotos cortesía de Pinterest.

Arriba Izq. Gilbert Adrian. Arriba Dcha. 1932. Lenny Lynton. Abajo. 1941. Hedy Lamarr en Ziegfeld Girl. Fotos cortesía de Pinterest.

Como vimos anteriormente, las películas, las estrellas de cine y sus representaciones en pantalla influyen en la sociedad. En la década del treinta, Marlene Dietrich usó un esmoquin en Morocco (1930), y fue la primera vez que lo hacía una mujer en un film, lo cual significó un gran impacto en la lucha femenina por liberarse de estereotipos de género.

Greta Garbo y Katharine Hepburn también fueron pioneras en usar looks andróginos en el cine que desafiaban a la sociedad, pero que representaron una gran inspiración para las mujeres y la superación de sus restricciones femeninas.

Luego, en la década de los cincuenta se crearon una serie de arquetipos de mujer que continúan vigentes: Marilyn Monroe, la rubia sensual e ingenua, Grace Kelly, la rubia fría y distinguida, Audrey Hepburn, la niña-mujer símbolo de elegancia intemporal. Y ello se debe a los papeles que interpretaron en pantalla pero también, y de un modo decisivo, a la ropa que lucían en sus películas (Ramos, 2007, p. 197).

Todas estas actrices con sus famosas películas influyeron en la sociedad del momento y las formas de vestir. Marilyn puso de moda lo sexy y revelador, los labios rojos, que aunque en su época fueron vistos como vulgares, años después son modelos del estilo clásico.

Grace y Audrey, por el contrario, en cada película que hicieron fueron aplaudidas por el público en general y sus imágenes en cintas como Rear Window (1954) y Breakfast at Tiffany’s (1961) respectivamente, han quedado grabadas en el celuloide y en la memoria colectiva. Las tres fueron y son referentes culturales, del buen estilo e inspiración para diseñadores y marcas hasta el presente.

Otro ejemplo es la figura de Brigitte Bardot en el cine. Gracias a películas como Et Dieu… créa la femme (1956) y Le Mépris (1963), representó el estilo y el esteotipo de la mujer francesa cuya belleza y sensualidad es natural y encanta a cualquiera, poniendo de moda el bikini. “El brigittismo introdujo una nueva visión del deseo femenino y de su libertad, una nueva visión de la conquista estética, más directa, más natural” (Vigarello como se citó en Nannini, 2016, p. 27).

Las mujeres de occidente de la época empezaron a vestir más

1930. Marlene Dietrich en Morocco. Foto cortesía de Pinterest.

effortless: minivestidos de día florales, mini faldas y suéteres, zapatos de tacón bajo, gabardinas, vestidos tejidos, lazos al cuello y en el cabello, blazers, shorts cortos, peinados “desarreglados”… en ocasiones, un estilo aniñado sexualizado, muy propio de los sesenta a lo “Lolita”.

Este es un estilo que se ha mantenido vigente, y que en el imaginario colectivo hemos catalogado como el “típico estilo francés” que otras estrellas como Jane Birkin y Anna Karina ayudaron a que se popularizara a través del cine, y que va más allá del estilo: es una forma de ver la vida que el movimiento cinematográfico conocido como Nueva Ola Francesa puso de moda con sus películas que renovaron el cine con nuevas técnicas, narrativas, montajes y estilo minimalista.

Arriba dcha. Marilyn Monroe. Abajo dcha. Grace Kelly. Abajo Izq. Brigitte Bardot. Fotos cortesía de Pinterest.

Más adelante, en la década de las hombreras y la ropa aeróbica, Richard Gere apareció en American Gigolo (1980) con ropa Armani y se volvió el símbolo del hombre perfecto con un traje de diseño reformulado y atractivo que todos quisieron emular.

¿Se acuerdan cuando tocamos el tema del empoderamiento femenino por medio de trajes en los ochenta para afrontar el mundo laboral? Working girl (1988) fue la película que representaba este mensaje, y cuyos atuendos fueron replicados por ser inspiración al tratarse de una mujer que triunfa en el mundo corporativo. Aunque hemos hablado de filmes, es importante destacar que la industria televisiva en los ochenta se diversificó y las personas también empezaron a tomar inspiración para vestirse de sus pantallas en casa con series como Dynasty (1981–1989) y todo su lujo, maquillaje y accesorios brillantes. Otras series como Miami Vice (1984–1989) eran referentes para

Richard Gere en American Gigolo. Foto cortesía de Pinterest. los hombres con sus camisetas de cuello abierto y trajes.

En los noventa, las series reinaron en el estilo cotidiano: desde The Fresh Prince of Bel-Air (1990-1996), Beverly Hills 90210 (1990-2000), The Nanny (1993-1999), Friends (19942004), Sabrina the Teenage Witch (1996-2003), Buffy the Vampire Slayer (1997-2003) hasta Sex and the City (1998-2004) o The Sopranos (19992007), por nombrar algunas.

Arriba. Friends. Centro. Sex and the City. Abajo. The Nanny. Fotos cortesía de Pinterest.

Y en el cine de esa década, Clueless (1995) y The Matrix (1999) tuvieron dos de los vestuarios más influyentes en la moda de los últimos años. El segundo, con sus trajes futuristas totalmente negros, pantalones de vinilo, gabardinas largas de cuero negro con efecto patente y lentes de sol minimalistas se convirtieron en piezas que veinte años después no pasan de moda.

Clueless, por su parte, fue un referente renovado para el distintivo estilo que vemos en la película: el preppy style, y que posteriormente diversos artistas han tomado de inspiración para sus creaciones.

En los 2000, las telenovelas en Latinoamérica como Floricienta (2004-2005) y Rebelde (2004-2006) tuvieron un gran impacto en la cultura pop y la vestimenta de esos países.

Adicionalmente, el nuevo milenio trajo consigo algunas de las películas más populares en el género juvenil

Izq. 1999. The Matrix. Dcha. 1995. Clueless. Fotos cortesía de Pinterest. como Bring it On (2000), Legally Blonde (2001), The Lizzie McGuire Movie (2003), How to Lose a Guy in 10 Days (2003), Mean Girls (2004), Confessions of a Teenage Drama Queen (2004), 13 Going on 30 (2004), High School Musical (2006), The Devil Wears Prada (2006), que son parte de la cultura pop y sus vestuarios han inspirado la forma de vestir de dos generaciones principalmente: la millennial y la Z.

“Las películas de la escuela secundaria arrasaron en los cines e inspiraron a una generación de mujeres jóvenes a bajarse los pantalones a la cintura, subirse los dobladillos y adquirir la mayor cantidad de camisetas con logos, micro bolsos y tacones altos y puntiagudos” (Pike, 2021), es decir, el famoso estilo Y2K que décadas después la moda trajo de vuelta y que podemos ver en series como Euphoria (2019- ).

Arriba. 2004, Mean Girls. Abajo. 2001, Legally Blonde. Fotos cortesía de Pinterest.

Edith Head. Foto cortesía de Pinterest.

La relación simbiótica que existe entre cine y moda es extensa y progresiva, como toda buena relación duradera. Ambas toman elementos de la otra y mutuamente se enriquecen de sus aportes. El cine y sus protagonistas han cambiado la forma como las tendencias permean y como la moda se hace masiva.

“Es una relación en la que se alimentan el uno del otro y es muy difícil identificar qué va primero, si el cine o la moda, porque siempre están trabajando juntas” (Beltrán-Rubio, 2022).

No toda película es capaz de crear una tendencia, pero de vez en cuando aparece un film o personaje que provoca un movimiento o una preferencia de moda como hemos visto.

Además, los vestuarios de películas son componentes visuales que nos transmiten información acerca del personaje que lo lleva puesto. Vestimentas que, como en la vida real, nos comunican la personalidad, los deseos, sueños y aspiraciones de la persona interpretada. Cada una de las películas que he nombrado hasta ahora tienen vestuarios que han sido referencias en el mundo de la moda, pero lo más importante, potencian la narrativa de las cintas de las que son parte y las hacen memorables.

El diseño de vestuario es toda una destreza, como cualquier tipo de diseño lo es. Tiene un aspecto psicológico (proteger la fantasía del personaje del actor) y un aspecto material (debe ser resistente al baile, sudor, viento, agua y el uso constante). Además, los vestuarios deben ser vistos como naturales al personaje, que transmitan información importante a través de detalles imperceptibles y en sintonía con los demás elementos de la película (Munich, 2011, p. 2).

Qué aburrido sería el cine sin sus variados vestuarios ¿no? Y así mismo en la cotidianidad y la historia. La moda le da un valor estético a la vida que solo las personas podemos reconocer.

Dos mentes brillantes que entendieron el poder de la moda en el cine y el impacto de esta en la historia y sus personajes fueron Edith Head y Alfred Hitchcock. [Hitchcock] convirtió el vestuario en uno de los elementos más emblemáticos de sus películas y su carrera. El director inglés jamás pasó por alto el valor de la ropa y, en cambio, vio en ella una herramienta. Para él, una historia se contaba mejor visualmente, por lo que siempre se esforzó en hacer que sus filmes funcionaran aún sin diálogos o sonido… Entendiéndose el vestuario como una suerte de extensión visual de la personalidad, Hitchcock vio en él la oportunidad de construir sus personajes y desarrollar sus historias (Álvarez, 2019).

En cintas como Rear Window (1954), To Catch a Thief (1955), Vertigo (1958) y Psycho (1960), el vestuario —diseñado por Edith Head— es un personaje más, revelando características opuestas a las acciones que se ven, actitudes secretas, moral en disyuntiva, etc. Pero también, aun sin oír lo que dicen los personajes, puedes conocer qué tipo de personas son; en Rear Window, la protagonista, Grace Kelly, tiene un guardarropa que denota elegancia, clase y estilo en su máxima expresión (Álvarez, 2019).

1955. Grace Kelly en To Catch a Thief. Fotos cortesía de Pinterest.

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