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When fashion & identity collide
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WHEN FASHION & IDENTITY COLLIDE
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“La ropa hace al hombre. La gente desnuda tiene poca o ninguna influencia en la sociedad” - Mark Twain
Izq. 2007. Traje tradicional para el baile Tupay en Perú. Dcha. 2019. Comunidad Kayan en Birbania. Fotografías por Mario Testino.
Definir la propia identidad es parte de perfeccionarse como ser humano, y un proceso importante para ese objetivo es conocer la cultura en la que se vive. Por otra parte, la moda es clave como medio de expresión e identidad de la sociedad y de la individualidad de cada persona.
Algo que siempre me llama la atención en películas postapocalípticas, con tintes de distopía y/o futuros fatalistas es el hecho de que la vestimenta del grupo casi siempre se reduce a trajes idénticos para todos. Como se ve en The Island (2005) o Wall-E (2008), se suprime la expresión libre del ser de manifestarse a través de la ropa. Y esto nos lleva a comprender que la moda tiene una dimensión personal y colectiva esencial para la vida en comunidad.
“Lo que llevas puesto es tu tarjeta de presentación ante el mundo, sobre todo hoy cuando el contacto humano va tan rápido. La moda es un lenguaje instantáneo” (Miuccia Prada, 2007).
Los sociólogos Lang y Lang (1961) (como se citó en Sproles, 1974) explican que la moda es “...una forma elemental de comportamiento colectivo, cuyo poder convincente reside en el juicio implícito de una multitud anónima”.
La ropa es, al final del día, pedazos de telas e hilo combinados que nos abrigan y protegen, pero que tienen la capacidad de contar una historia. Existen diferentes aspectos donde la cultura y la moda se conectan para desarrollar la identidad en común de una sociedad.
Para ilustrar pensemos en que cada pueblo tiene sus trajes tradicionales; estos resumen cientos de años de historia en diseños propios que se emplean para bailes, rituales y tradiciones características de la región.
Los vestuarios portan un gran simbolismo para la cultura de las sociedades. El estudio de los trajes típicos le permite profundizar a la antropología cultural en la definición de los pueblos. Una vez más vemos la importancia de la moda y el significado que cada grupo le confiere.
En Escocia, el kilt, que es la prenda masculina más emblemática hecha con tela de tartán, es más que una pieza de ropa. Para ellos, es un documento histórico de sus tradiciones y orígenes.
Cada color y patrón representa a los diferentes clanes de las Tierras Altas escocesas. Distintos diseñadores como Vivienne Westwood y Alexander McQueen le han rendido tributo en sus colecciones utilizando esta popular tela escocesa representativa de la historia de dicha nación y su turbulento pasado político.
Fotos cortesía de Pinterest.
El kimono es la prenda tradicional de Japón más famosa que une oriente y occidente, reflejado en su impacto en la historia y su popularización en la cultura occidental, al punto de que marcas como Zara o Mango venden este tipo de diseños que han existido desde el siglo VII. Fue gracias al diseñador Kenzo Takada que fueron introducidos los kimonos y las siluetas sueltas y libres a la cultura occidental.
Y como estos ejemplos muchos otros: trajes floreados colonieros de los países latinoamericanos, el traje tejano en Estados Unidos, el traje de flamenca en España, la kosovorotka en Rusia, las túnicas coloridas en Nigeria, vestimenta Rapa Nui de las Islas de Pascua, las chilabas egipcias, el sari de India… y si nos fijamos bien, estas prendas han sido reinventadas en la cultura popular.
Por otro lado, la influencia de la moda en la cultura también se puede observar en la diferenciación de las subculturas y estereotipos de estilo, incluso en los arquetipos de personajes en el cine.
Si alguien te dice punk… ¿Qué se te viene a la mente?
Te apuesto que habrás pensado por lo menos en una de estas imágenes y conceptos: punk rock, negro, peinado mohicano, púas, cuero, actitud desenfrenada, rebeldía, bandas como The Ramones y Sex Pistols, antisistema, pins, grotesco, arneses, Vivienne Westwood, etc.
Ahora bien, si lees subcultura disco… ¿En qué piensas?
Probablemente en ABBA, plataformas, disco music, Bee Gees, Studio 54, los 70, pantalones anchos, Saturday Night Fever (1977), Donna Summer, The Jackson 5, Village People, bola disco, pasos de baile, discotecas, colores metálicos, glamour, mangas abombadas, ostentosidad.
Lo que sí te aseguro es que al identificar una cultura o subcultura determinada SIEMPRE tenemos una imagen visual de moda representativa del grupo o la época, y podemos discernir entre ellas por los elementos de su vestimenta.
La forma como estas modas se forman en cada época y se amoldan a cada grupo es progresiva. La subcultura hippie de los años sesenta y la punk en los años setenta, se formaron como alternativas culturales de la sociedad en sus épocas y sus sistemas políticos, económicos, militares, formas de vestir, música, etc.
Los hippies estaban en contra de la guerra de Vietnam y las políticas radicales, apoyaban el pacifismo, creían en la libertad sexual y utilizaban estupefacientes, y todo ello se vio plasmado en su ropa. Con el paso de los años, la moda y música de esta subcultura (que había empezado como contracultura), se volvieron parte de la cultura mainstream como suele suceder en la actual cultura de masas.
En los setenta, la subcultura punk representaba a los jóvenes en contra de la pobreza, el consumismo y la desigualdad de la época (Ivaylova, 2015). Al estudiar las subculturas se descubre la importancia de estas al otorgarle nuevos significados a la masa y nuevas formas de identidad, y la moda cumple una función vital en ello.
INICIO DE LAS PRINCIPALES SUBCULTURAS Y ESTILOS QUE HAN INFLUIDO EN LA SOCIEDAD
Estilo Preppy
Se populariza en los años 40
1900
1910
1920
Estilo Hipster
Redefinido en los años 90
1930
1940
Subcultura Rock and Roll
Subcultura Teddy Boys 1950
1960
1970
Subcultura Mod Subcultura Hip Hop 1980
1990
Gibson girls
Flapper girls
Estilo Pin-up
Se populariza en los años 40
Subcultura Beatnik
Subcultura Hippie
Subcultura Disco
Subcultura Punk
Subcultura Emo
Estilo Y2K 2000
Subcultura Grunge
“Para mí, vestirse es un instrumento versátil que te ayuda a expresar lo que está en tu cabeza [...] A veces quieres parecer poderoso, o serio o rico. Todos queremos representar algo. Cuando conoces a alguien, entre los instrumentos que tienes, como el diálogo, también tienes la ropa” - Miuccia
Prada
Entre las distintas funciones que tiene la moda, esta sirve como símbolo de poder y estatus para formar la identidad de una persona y de una cultura en general.
Un ejemplo que retrata muy bien eso es el siguiente: ¿Qué tienen en común Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar, el zar Nicolás II y Michael Jackson? Además de ser hombres que pasaron a la historia, claro está, es la moda y un ítem muy específico: la chaqueta militar de estilo napoleónico.
Esta pieza, y los uniformes militares en general, han sido símbolos de poder a la vez que referentes de moda en todo el mundo a lo largo de la historia. Denotan autoridad, fuerza y exclusividad.
Si te fijas bien en los retratos de personajes importantes en la historia, sobre todo de la monarquía o del ejército, estas personas casi siempre aparecen con todas sus condecoraciones y una chaqueta militar. Esto no es casualidad; ellos entienden que las imágenes tienen poder, y la moda es una herramienta esencial para cumplir sus objetivos comunicacionales.
La Reina Isabel I de Inglaterra también conoció el impacto de la moda en la creación de una identidad poderosa y una imagen digna de respetar.
En un mundo de hombres que desconfiaban de ella, utilizó su vestimenta llena de lujo suntuoso para imponer una imagen severa y a la vez, que reflejara su intocable virtud femenina (Thompson, 2021, p. 33). Ella entendió perfectamente el poder y el alcance de la moda en el ámbito político.
Haciendo un salto temporal hasta los años 80, nos encontramos con las working women; era la primera vez que tantas mujeres al mismo tiempo trabajaban en los distintos puestos laborales que en ese entonces eran nuevos para el sexo femenino.
Eran trabajos de oficina, la canción “9 to 5” de Dolly Parton era el lema
De Izq a Dcha. Michael Jackson. Zar Nicolás II. Napoleón Bonaparte. Fotos cortesía de Pinterest.
de ese entonces, y había una realidad muy importante: las empresas estaban dominadas por los hombres.
Las mujeres de la época debían empoderarse en sus lugares de trabajo, hacerse valer ante los prejuicios, y la moda fue una gran aliada para ello. Se popularizó el uso de trajes, el power suit de Giorgio Armani inspirado en trajes masculinos era el nuevo uniforme con sus looks severos, hombreras y colores neutros.
Izq. Película Working Girl (1988). Dcha. Le Smoking. Fotos cortesía de Pinterest.
No era la primera vez que las mujeres usaban trajes desafiando los estereotipos de género y los estándares sociales. En los sesenta, Yves Saint Laurent había revolucionado la moda con su traje Le Smoking, el cual no fue aceptado socialmente.
El mundo todavía no estaba preparado para ello. Treinta años antes, Marlene Dietrich y Katharine Hepburn utilizaban trajes en pantalla (y fuera de estas), simbolizando a la mujer libre vista como rebelde.
Por esta estética del power dressing, cuando pensamos en una mujer trabajadora siempre nos viene a la mente esas imágenes de mujeres en trajes ochentosos que se quedaron para siempre en el inconsciente colectivo.
En otro ámbito, pero siguiendo con la idea de los trajes, en la política el impacto de la moda es trascendental en un mundo tan polarizado y mediático. Como vimos en páginas anteriores, desde los inicios de la monarquía entendieron esto para denotar poder en sus reinos y ante las demás naciones. Hoy en día no es diferente.
La imagen pública de un político es fundamental en la creación del mensaje político y la comunicación de su propuesta (González, 2022), por lo que el correcto uso de la moda es primordial para el objetivo principal: alcanzar el poder.
Una anécdota que refleja esto es el primer debate televisado en Estados Unidos protagonizado por Richard Nixon y J.F. Kennedy en las elecciones de 1960. La imagen joven, decidida, apuesta, amigable y pulcra de Kennedy dejó una buena impresión en los millones de espectadores frente a su contrincante, un momento que pasó a la historia en la cultura popular y la cultura de masas.
Políticos como Angela Merkel y Justin Trudeau tienen el poder de su narrativa visual bajo su control.
Merkel, como primera mujer en asumir la cancillería de Alemania, tuvo un reto superior en términos de su imagen. Logró destacar de una forma elegante e inteligente con su estilo lo cual le fue beneficioso para su estrategia política. Dominó un mundo de hombres en todos los colores del pantone representando su poder como mujer en la política.
Un ejemplo negativo de la relación entre la moda y la política fue la chaqueta que utilizó Melania Trump, ex primera dama de los Estados Unidos, en 2018 y decía: “I really don’t care, Do u?” (Realmente no me importa, ¿a ti?) al visitar un centro de inmigración.
Según el contexto de las políticas represivas de inmigración de Donald Trump, esto fue muy mal visto en los medios. Incluso, su equipo aseguró que “solo era una chaqueta”, pero entre nosotros sabemos que la moda
—especialmente en el foco del mundo— no es solo ropa.
La moda también es un arma política. En Corea del Norte, hay normas que prohíben los estilos, prendas y peinados que representen ideas capitalistas. Incluso, la Liga de la Juventud Patriótica Socialista ejerce como una “policía de moda” y busca que los habitantes se atengan a los lineamientos.
Ropa como los jeans ajustados, las minifaldas y las camisetas con frases en inglés no pueden ser usados con libertad porque pueden ser detenidos o reprendidos con vergüenza pública. En naciones así, la moda es una herramienta de control del Estado. El impacto de la moda en la política y el imaginario público está más vigente que nunca.
2018. Melania Trump. Fotografía de Andrew Harnik.
Corea del Norte. Foto cortesía de Infobae.