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URBANISMO
Por: Arq. José de Jesús Acosta Pérez
En nuestro imaginario mexicano, de manera natural, cuando visitamos un barrio tradicional o población nos dirigimos al centro de la ciudad y en particular a la plaza principal, porque es el lugar donde encontramos su origen y esencia, donde se encuentra y vive la gente, transcurre lo cotidiano de la vida colectiva a la que asisten sus habitantes. Entonces en un centro histórico esperamos ver una zona antigua, homogénea, con una fisionomía que le da carácter e identidad y que nos permitirá reconocerla y recordarla.
Sin embargo, nuestros centros históricos del Bajío son las zonas de la ciudad que más han cambiado a lo largo de la historia, y de una forma acelerada, a partir de los ideales de modernización de los años 50s. El equilibrio de la concentración, intensidad y variedad de usos que mantenía su centralidad se rompió, de tal manera que se han constituido en zonas mono funcionales (comerciales, turísticas, recreativas, etc.) que durante ciertas horas del día tienen un exceso de actividad y otras permanecen vacías, con problemas de tráfico, inseguridad, abandono y modificación de su ambiente entre muchos otros. Las ciudades se han extendido de manera acelerada, fragmentada y dispersa, con carencia de espacios públicos donde la gente puede encontrarse y convivir. Por lo que toman el centro como espacio de expresión y la apropiación social, como un lugar de encuentro y no de separación, como se vive el resto de la ciudad, para muchos una nostalgia por aquella convivencia perdida. Como paliativo las autoridades han hecho solo intervenciones de imagen urbana, maquillaje temporal que esconde una decadencia de puertas adentro. Por lo que si se quieren implementar estrategias de revitalización y conservación que dinamicen los centros históricos de las ciudades, tendría que buscarse un equilibrio entre su valor histórico y el funcional, principalmente de armonizar nuevas o viejas funciones y las velocidades que tienen. En nuestra sociedad de consumo y de globalización deben considerarse conceptos esenciales que orienten las estrategias de intervención: -Como espacios de comunicación: los habitantes actuales de la ciudad usan poco las plazas y calles y más los espacios de consumo como sitios de reunión privada, bares, paseos de compras y entretenimiento, eventos masivos y una fuerte dependencia de la tecnología.
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