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RICARDO ALEGRÍA Y LAS POLÍTICAS CULTURALES DEL SIGLO XX

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RICARDO ALEGRÍA:

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Jaime L. Rodríguez Cancel

“Cultura es sobre todo, concepto y manera de vida; es estado espiritual que define la fisonomía de una gente, de una nacionalidad”

Dr. Ricardo E. Alegría Gallardo

Un curso compartido

En enero del 2005, tuve el privilegio de proponerle al Dr. Ricardo E. Alegría que impartiéramos un curso para estudiar las aportaciones de sus 18 años en la dirección del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Por ello, ofrecimos conjuntamente en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, el curso Políticas culturales en Puerto Rico: El Instituto de Cultura Puertorriqueña, 19551973. En esa ocasión, con su acostumbrada sonrisa y amabilidad me indicó, “encárgate de las teorías, que yo hablaré de lo que hicimos”. Así iniciamos una reflexión sobre las políticas culturales puertorriqueñas que hoy comparto con el lector.

Principios conceptuales para el estudio de la cultura

Le propuse exponer las principales teorías culturales vigentes, con el propósito de contextualizar el significado de la obra del Instituto, así como de todas las valiosas instituciones y programas culturales fundados por él. Propuse la importancia de la responsabilidad gubernamental contemporánea con la administración de los bienes culturales. Reconocimos y reconocemos aún más en nuestro presente, cómo, el estudio, protección, gestión y difusión de los bienes culturales ocupa de manera creciente las preocupaciones profesionales y administrativas de los responsables de los bienes culturales nacionales.

Ambos reconocimos que esta responsabilidad se enlaza con el reconocimiento, difusión y respeto de los derechos culturales, el establecimiento de políticas culturales amplias que favorezcan a la población y los creadores y el establecimiento de políticas culturales internacionales, fundamentales para el crecimiento de las culturas nacionales. Por ello, compartimos con nuestros estudiantes que el derecho a la cultura ha sido reconocido como el que tiene toda persona para emprender las actividades intelectuales y estéticas que trascienden la educación. De igual forma, este derecho inalienable integra además el acceso al saber, a la literatura y las artes, al igual que su disfrute por amplios sectores de la población. Se refiere no sólo a la apreciación pasiva de los logros culturales alcanzados, sino que incluye además la posibilidad de contribuir activamente al progreso del saber y de la creación de obras de arte. Responde a las responsabilidades crecientes del Estado moderno y debe incorporar las culturas étnicas, las expresiones multiculturales y la comunicación social, al igual que las culturas educativas, recreativas y sociales. En fin, se reconocen como derechos humanos fundamentales, así como la defensa de la identidad cultural y los derechos de la comunidad nacional, en constante transformación histórica1.

Expusimos, que las políticas culturales integran una disciplina orientada al desarrollo cultural, los derechos culturales el patrimonio cultural, la creación artística, las industrias culturales y las relaciones internacionales. En 1967, fue definida en la Conferencia de la UNESCO en Mónaco, como responsabilidad de gestión administrativa y presupuestaria que debe orientar la promoción del Estado, más allá de la esfera educativa. Reconoció que cada estado establecería su política cultural respondiendo a su contexto económico, social y político propio, en función de sus propios valores reconocidos nacionalmente. Su acción se dirige a la defensa y promoción del patrimonio cultural, la cultura artística, las industrias culturales, las casas de la cultura y las expresiones diversas de la cultura popular. Consideró como protagonistas a escritores, artistas, otros creadores, las instituciones y las industrias culturales2. En los valores identificados anteriormente, Alegría fundamentó sus propuestas y proyectos culturales para todo el país, cimentados en estos principios y en su visión antropológica-cultural, estableció nuevas iniciativas internacionales.

Finalmente, acordamos consignar que las relaciones culturales internacionales mantienen tres objetivos claramente definidos, a saber: el enriquecimiento de las expresiones culturales internacionales; la democratización de las comunicaciones; la promoción y enriquecimiento educativo y el fomento del conocimiento sobre la historia de la nación. De igual forma, promueve la interdependencia cultural internacional y la exaltación y respeto de la identidad cultural de las naciones3.

1. Edwin R Harvey, Derechos culturales en Iberoamérica y el mundo (Madrid: Editorial Tecnos y la Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1990), 45-48.

2. Edwin R Harvey, Políticas culturales en Iberoamérica y el mundo: Aspectos Institucionales (Madrid: Editorial Tecnos y Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1990), 15.

3. Edwin R Harvey, Relaciones culturales internacionales en Iberoamérica y el mundo: Instituciones Fundamentales (Madrid: Editorial Tecnos y Sociedad Estatal Quinto Centenario, 1991), 19-20.

Las primeras iniciativas innovadoras

Desde su regreso a Puerto Rico del período de estudios superiores en 1949, encontramos al Dr. Alegría organizando y desarrollando nueva programación y museología, desde el Museo de Historia, Antropología y Arte, así como del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad de Puerto Rico. En esta oportunidad, con la intención de “demostrar la existencia de una tradición cultural puertorriqueña”, tan subordinada por el extenso proceso de Americanización iniciado en 1898. De esta forma, inició un proyecto integrado con el interés de exponer una visión multidisciplinaria de las expresiones y aportaciones culturales puertorriqueñas, desde la época precolonial, la conquista y la colonización, hasta el siglo XX, como largo proceso forjador de las identidades compartidas en la nación puertorriqueña.

Desde esta institución desarrolló el mapa arqueológico de Puerto Rico; promovió las excavaciones arqueológicas en Luquillo (1947), Loíza (1948), Utuado (1949), Ponce (1950) y Mona (1951). Promovió los estudios etnográficos, los dedicados a la música popular, las expresiones afro-criollas, al igual que estableció los laboratorios arqueológicos y promovió el cine documental con el cortometraje de las Fiestas de Santiago Apóstol en Loíza. En el Museo, fortaleció las colecciones artísticas, promoviendo la obra de José Campeche y Francisco Oller; al igual que las colecciones folklóricas, con sus tallas de santos e imaginería popular; rescató el legado del afro-puertorriqueño; desarrolló exposiciones rodantes que visitaron todos los municipios y fortaleció estas iniciativas con el uso de los medios de comunicación. Con el apoyo del reconocido arquitecto Henry Klumb, inició la construcción del Museo en seis etapas, entre 1956 y 1959.

El Instituto de Cultura Puertorriqueña 1955-1960

A finales del 1955, el Gobernador Luis Muñoz Marín se propuso adelantar su tercer proyecto estratégico de gobierno. Establecido el proyecto político con Estado Libre Asociado en 1952 y desarrollado el económico con la Operación Manos a la Obra, impulsó el tercero con la llamada Operación Serenidad. Reconoció la necesidad de que una sociedad que hubiese superado la “necesidad” debería utilizar su fuerza económica creciente para “la ampliación de la libertad, el conocimiento y la imaginación comprensiva”. En sus mensajes destacó consistentemente el propósito de que “la economía debe servir a la cultura”.

Respondiendo a este objetivo estratégico, se aprobó la Ley 89 del 21 de junio de 1955, con la cual se creó el Instituto de Cultura Puertorriqueña, reconociéndolo y facultándolo a ser la institución que estableciera la política cultural. Por ello, se definió su propósito para “contribuir a conservar, promover, enriquecer y divulgar los valores culturales del Pueblo de Puerto Rico y su más amplio y profundo conocimiento y aprecio.”4

Designado por la Junta de Directores, Alegría se dispuso a desarrollar una iniciativa multidisciplinaria profunda, dirigida a superar 57 años de abandono y subordinación cultural, consistente con su educación como antropólogo cultural y fundamentado en sus experiencias universitarias en las universidades de Chicago y Harvard. Sometió un plan de trabajo de dieciocho meses con seis áreas fundamentales, a saber, conservación, restauración, recolección, estudios, divulgación y promoción5. Esta propuesta de dieciocho meses se transformó en su plan de trabajo de dieciocho años.

Entre los logros más sobresalientes del período del 1955 al 1960, destacaron la habilitación del Antiguo Hospital Provincial como futura sede para la operación del Archivo General de Puerto Rico. Su programa adelantó los objetivos de organizar la Colección de Manuscritos e Impresos Musicales; establecer el Archivo de Mapas, Grabados y Fotografías, al igual que el Archivo de Grabaciones Musicales. En la misma estructura estableció la Biblioteca General de Puerto Rico, así como otra en la Casa Museo Luis Muñoz Rivera y una biblioteca rodante, la cual visitó todos los municipios del país. Otros programas únicos e innovadores, fueron el establecimiento de los programas de Conservación y Restauración de Monumentos Históricos, los cuales se encontraban abandonados, impactando doce monumentos. El Programa de Parques y Museos, siguiendo las iniciativas establecidas por la anterior Administración de Parques y Recreos Públicos pero ampliada y renovada con las actuales iniciativas, fundó diez museos permanentes y uno rodante. Estableció el Programa de Adquisición y Conservación de Objetos y Documentos de Valor Artístico e Histórico y estableció el Programa de Conmemoraciones Históricas y Medallas Conmemorativas.

Alegría no olvidó las actividades públicas de formación popular, con su Programa de Conferencias Públicas; el Programa de Exposiciones Artísticas e Históricas; el Programa de la Música Puertorriqueña; el Programa de Teatro; los Talleres de Arte y Artesanías; el Programa de Publicaciones; el Programa de Películas Documentales, así como un Programa de Concursos y Certámenes. Fueron cinco años de intensa acción innovadora y acertada en el rescate, la conservación y educación del país en los valores de su cultura6.

El Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1960-1973

En este segundo informe de logros, destacó el fortalecimiento del Archivo General de Puerto Rico, y el enriquecimiento de sus colecciones de mapas, grabados, fotografías, grabaciones musicales, investigaciones orales, investigaciones folklóricas, así como importantes colecciones y documentos de interés histórico para la investigación y la consulta. Sobresalió además, el crecimiento de las colecciones de la Biblioteca General de Puerto Rico, así como las correspondientes en la Casa Museo Luis Muñoz Rivera de Barranquitas y la Casa Museo José Celso Barbosa de Bayamón. Los programas de investigaciones se ampliaron para extender los temas históricos, los arqueológicos, los folklóricos así como la ampliación de las actividades conmemorativas de los hombres y mujeres ilustres y los acontecimientos históricos emblemáticos de nuestro devenir histórico.

El Programa de Zonas y Museos Históricos cumplió con la restauración de 30 monumentos y el establecimiento de las Zonas Históricas de San Juan y Ponce. El Programa de Museos y Parques estableció 16 museos, entre los cuales destacaron el Museo del Parque Arqueológico del Centro Ceremonial de Caguana; el Museo y Parque Histórico de Caparra; el Museo de Historia Militar en el Fuerte de San Gerónimo del Boquerón; el Museo de Arte Religioso de la Ermita de Porta Coeli en San Germán; el Museo de la Familia Puertorriqueña del siglo XIX del Callejón de la Capilla; el Museo de Arquitectura Colonial; el Mausoleo de Luis Muñoz Rivera; el Museo de Bellas Artes; el Museo de la Farmacia; el Museo del Convento de Santo Domingo; el Museo del Grabado Latinoamericano; el Museo de Imaginería Popular y el Museo Rodante.

En 1973, al cesar su dirección al frente del Instituto, dejó en preparación el Museo de Casa Blanca; el Museo Infantil en el Polvorín del Bastión de Santa Elena; el Museo de las Industrias de la Caña y del Café; el Museo de Historia de Puerto Rico; el Museo de las Culturas Aborígenes de Puerto Rico; el Museo de las Américas en el Cuartel de Ballajá; el Museo del Teatro Puertorriqueño; el Museo de la Historia de la Música Puertorriqueña; el Museo de las Artes Populares; el Museo de Historia y Cultura de Ponce; el Museo del Sello Postal y el Museo del La Historia de la Moneda en Puerto Rico. De manera especial, destacó el establecimiento de la Casa del Libro, con su valiosa colección de incunables y ediciones impresas del siglo XVI, libros raros y otras colecciones de encuadernación. Todavía, a pocos meses de su deceso, se alegraba cada vez que recibía una nueva pieza adquirida para donarla al Museo de la Herencia Africana, con lo cual testimonió su entusiasmo por las aportaciones afrodescendientes a la cultura nacional.

Legó a las colecciones nacionales, numerosas y valiosas piezas de arte y de historia, para el disfrute, aprecio y orgullo de todos los puertorriqueños. Las exposiciones, concursos, portafolios, investigaciones y publicaciones, promovieron la rica herencia y las principales aportaciones del período. La creación del Bienal San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe, ofreció una oportunidad única de intercambio con los artistas de la Cuenca del Caribe y del hemisferio.

Altos logros pudo reclamar para el Programa de Fomento de la Música, con los conciertos de la Banda Oficial de Puerto Rico, la Fiesta de la Música Puertorriqueña, y las investigaciones musicales. El Programa para el Fomento del Teatro Puertorriqueño, destacó con su Festival de Teatro Puertorriqueño, el Festival de Teatro Internacional, los Festivales de Teatro Infantil, Ballets de San Juan y el Ballet Folklórico Areyto. Para el crecimiento de la industria del teatro y la música, Alegría inició la construcción del Centro de las Bellas Artes de Puerto Rico, el cual le sería arrebatado con una política cultural que condujo a intensos conflictos entre el 1980 y 1984.

Atención especial le impartió siempre al Programa para el Fomento de las Artes Populares y las Artesanías, con sus ferias artesanales. Finalmente, todos estos programas se fueron ofreciendo en los municipios, mediante las iniciativas del Programa de Promoción Cultural en los Pueblo, mejor conocido como el de los Centros Culturales, diversificando los públicos a los cuales podía llegar la obra del Instituto7

Esta obra de dieciocho años dirigiendo el Instituto, fue descrita por Alegría de la siguiente forma: “Desde el principio definimos la cultura como el producto de la integración que en el curso de cuatro siglos y medio había tenido lugar en Puerto Rico entre las respectivas culturas de los indios tainos que poblaron la isla, de los españoles que la conquistaron y colonizaron y de los africanos que ya desde las primeras décadas del siglo XVI comenzaron a incorporarse en nuestra población. También dejamos establecido que el concepto de cultura nacional abarca desde las más populares y sencillas expresiones folklóricas, hasta las más depuradas y sofisticadas manifestaciones cultas8

La escuela de artes plásticas

Un lugar muy especial de sus atenciones, le fue concedido a la Escuela de Artes Plásticas. En sus palabras describió sus orígenes: “Desde que iniciamos nuestras funciones comprendimos que para fomentar en Puerto Rico las artes plásticas se hacía necesario ofrecer facilidades a los artistas jóvenes y relacionarlos con los que ya se habían destacado en su campo. Con ese fin establecimos los Talleres de Artes Plásticas, cada uno bajo la dirección de un artista de renombre, quien además de dirigir su respectivo taller, ofrecía asesoramiento y ayuda a personas dedicadas al arte- profesionales o estudiantes- además de ofrecerle el equipo correspondiente9.

7.El Instituto de Cultura Puertorriqueña 1955-1973: 18 años contribuyendo a fortalecer nuestra conciencia nacional (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1978).

8.Ibid., pág. 12.

El Taller de Artes Gráficas fue dirigido en sus inicios por Lorenzo Homar; el Taller de Escultura por Francisco Vázquez Díaz (Compostela); el Taller de Vidrieras Policromadas por Arnaldo Más; el Taller de Cerámica por Amadeo Bennet y el Taller de Murales y Mosaicos por Rafael Ríos Rey. Los Talleres de Arte se establecieron en 1966 en el Hospital y Cárcel Provincial de Puerta de Tierra, bajo la dirección del Dr. José R. Oliver. En 1976 se trasladaron a la Casa de Locos del Campo del Morro, antiguo manicomio de San Juan. Este período le correspondió al pintor Félix Rodríguez Báez, quien no sólo se destacó como integrante de la Generación del 1950, sino que fue además uno de los pioneros de la programación de televisión en Puerto Rico. Entre 1983 y 1987, me correspondió el privilegio de dirigir esta comunidad de aprendizaje artístico como su tercer Director, adelantando su reorganización interna, ampliando su oferta y servicios, su proyección internacional y su acreditación institucional.

Del Centro de Estudios Puertorriqueños al Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

En 1942, el Dr. Alegría publicó en la Revista Caribe un importante artículo fundacional el cual tituló El Centro de Estudios Puertorriqueños. En esta publicación adelantó la que sería su agenda académica desde el 1973, con la creación del Programa de Estudios Puertorriqueños del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Reconociendo la subordinación cultural producto del colonialismo por cuarenta y cuatro años y rechazando la política universitaria de la Casa de Estudios, anticipó su concepción de lo que he llamado la Casa de la Cultura Puertorriqueña.

En el artículo advirtió: “Es por esto que se hace imprescindible la creación inmediata de un centro de estudios que comience a revalorizar lo nuestro, que nos muestre que tenemos valores de los cuales estar orgullosos; que veamos que nuestros cuatro siglos de cultura han dado sus frutos (y) que nos ayude a crear una conciencia nacional.”10

Durante la llamada Revolución Cultural Mundial de la década del 1960-1970, se generalizó un reclamo por la oferta de estudios étnico-culturales en distintas instituciones de Estados Unidos. Estos reclamos de profundidad comunitaria y política, condujeron a la creación de los llamados Black Studies y posteriormente de los Estudios Puertorriqueños. En el proceso de creación de estos programas de afirmación puertorriqueña en los estudios superiores estadounidenses, el Dr. Alegría tuvo una participación importante con sus iniciativas en Leeman College, Hunter College y la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY).

En 1972 se estableció el Centro de Estudios Puertorriqueños del Instituto de Cultura Puertorriqueña, bajo la dirección del Dr. Alegría y de los doctores Luis Nieves Falcón, José Ramón de la Torre y Arturo Santana. Me correspondió el privilegio de integrarme a su segunda clase en 1973. Finalmente, Alegría solicitó del Consejo de Educación Superior de Puerto Rico, el establecimiento del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, siguiendo los lineamientos del establecido por la Universidad de Princeton y la organización iniciada por el Gobernador Luis Muñoz Marín, Jaime Benítez, Pablo Casals y el Dr. Roberto Buxó. Estos fueron los orígenes de esta importante institución que ya ha trascendido cuatro décadas y fue dirigido por

Alegría durante veinticinco años. Me correspondió el privilegio de cubrir la posición del Decano Académico y Catedrático por dieciocho años, pudiendo testimoniar la importancia singular de la institución en nuestro archipiélago, Estados Unidos, Europa y la Cuenca del Caribe.

Pasando juicio sobre la obra del Centro, luego de su gestión, Alegría consideró su legado académico:

“El Centro ha sido muy importante en la formación de profesores que hoy día están desparramados por el país, en universidades, colegios y escuelas superiores en donde están llevando un conocimiento más rico de nuestra cultura nacional. Al igual que el Instituto de Cultura, ha contribuido a este florecimiento de la puertorriqueñidad que estamos viendo.”11

El Museo de las Américas

En 1992 se inauguraron las obras de restauración del Barrio Ballajá y del Cuartel Militar. Con anterioridad, se restauró y ocupó el Antiguo Asilo de Beneficencia como sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Estas estructuras, junto a la Escuela de Artes Plásticas en la Casa de Locos y del Convento de los Dominicos con anterioridad, servirían para adelantar el desarrollo del proyecto del Área Cultural del Campo del Morro, como una oferta excepcional de naturaleza educativa, recreativa, cultural y turística, para el beneficio del Pueblo de Puerto Rico y los visitantes internacionales. El proyecto, concebido y desarrollado por Alegría anticipó el establecimiento de la Galería Nacional de las Artes en el Convento de los Dominicos, el desarrollo del Museo de las Américas en el Cuartel de Ballajá, con donativos de obra para sus colecciones permanentes procedentes de todos los pueblos del hemisferio. Incluía además en su visión, espacios para las Academias Puertorriqueñas de la Lengua y la Historia, así como espacios para el comercio y la recreación.

Alegría fundó el Museo de las Américas en 1992, como su última obra cultural, con el propósito de “promover la historia y la cultura del continente, desde Alaska hasta la Patagonia”. Lamentablemente, las limitaciones de miras en nuestra política electoral impusieron un retraso a este proyecto desde el 1993.

La candidatura como miembro asociado de la UNESCO

Alegría resultó ser además un adelantado de la descolonización cultural y política del país, no sólo por la inmensa y no superada obra, sino por el reclamo de la soberanía cultural del Pueblo de Puerto Rico presentando la del país candidatura como miembro asociado ante esta organización cultural internacional de la Organización de las Naciones Unidas. Durante la década del 1980, mantuvo constantes reclamos ante este organismo internacional, el gobierno de Puerto Rico y el Departamento de Estado de Estados Unidos, en torno al derecho inalienable del pueblo puertorriqueño a su cultura y disfrute, así como el derecho a compartirla a nivel internacional. Al presente, no existe impedimento insuperable a este reclamo, excepto las posiciones que evidencian debilidad por parte de los gobiernos puertorriqueños.

Por más de dos décadas reclamó y reiteró su compromiso de “reconocer el derecho a conservar, defender y fomentar nuestra cultura nacional y por consiguiente a formar parte de la UNESCO”. Importantes reclamos sobre este derecho le fueron presentados al Gen Colin Powell, Secretario de Estado de Estados Unidos y posteriormente a Condoleezza Rice, reclamando ante ambos, el ingreso de Puerto Rico al cuerpo cultural internacional. Las divisiones partidistas promovieron su fracaso.

Resistencia y esperanza en la conciencia para el futuro

Compartí con Alegría una relación de treinta y ocho años, como estudiante, como mentor durante mis veinte años como funcionario del Instituto de Cultura Puertorriqueña y luego durante dos décadas como profesor y decano en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico. Durante todos esos años, fructíferos e irrepetibles, pude conocer al ser humano excepcional, humilde, generoso y gentil. Lo conocí además como un excepcional y hábil administrador de complejas instituciones gubernamentales, educativas y culturales, cuya obra transparente contrasta con la turbia corrupción de los tiempos contemporáneos. Contrasta esta descripción con su fortaleza constituida por principios profundos, la capacidad para la resistencia cultural, un liderato indiscutible y valentía ante el poder de todo tipo. Maravilla su capacidad inigualable para crear instituciones de servicio educativo y cultural al país, pero además, el reconocimiento internacional excepcional e irrepetido, con el cual se convirtió en receptos de sobre más noventa distinciones. Entre éstas, las más significativas son las que se le conceden a individuos excepcionales en Estados Unidos, Chile, España, República Dominicana, Cuba, e incluso por la UNESCO. Sobresale su espíritu de cooperación antillana, con los proyectos de colaboración con los pueblos de la Cuenca del Caribe, particularmente Cuba y República Dominicana.

Finalizo este breve escrito en celebración de su centenario, con una anécdota que contó en la intimidad de su hogar. Recordó sus vivencias entre los indígenas Winnebago, cuando una joven lo llamó “Kipiesquega” con su significado de “joven de los ojos tristes”. En esa comunidad, un anciano sabio le preguntó, “amigo, ¿ha sido también conquistada tu tribu? Imagino su respuesta y conocí como se dedicó por seis décadas a construirla desde la fortaleza de la cultura.

Cierro estos apuntes breves con las palabras sabias y generosas de una Maestra para todos los tiempos, dedicada como los maestros y maestras de esta Asociación que tantos buenos servicios le han rendido a Puerto Rico y al bienestar de nuestras juventudes desde la entrega a la educación. Inés María Mendoza, quien fuera su admirada maestra, evaluó y agradeció su obra, con su acostumbrada claridad y sencillez:

“El patrimonio nacional y cultural estaba descuidado en el país, casi en abandono. Para tratar de recuperarlo y para que toda generación aportara lo suyo se creó el Instituto de Cultura Puertorriqueña. La gente de Puerto Rico se queda maravillada de lo que con poco dinero ha logrado el Instituto. Tal vez el mayor logro ha sido fortalecer el respeto y la estima de los puertorriqueños por sí mismos, por lo que han sido y quieren seguir siendo.

Y esto lo ha hecho Ricardo Alegría con su genio para la sencillez y el buen gusto, con su modestia, laboriosidad y su manera maravillosa y ejemplar de rendir el escaso dinero del pueblo para devolvérnoslo con creces en monumentos que él resucita de la piedra muerta, en las hermosas casas y calles que nos saca de la ruina, en las plazas, iglesias y parques, que como si hubieran sido escondidos, el nos la va encontrando. En solo veinte años, Ricardo ha enriquecido, rescatándola, la viejísima hermosa herencia casi perdida y ante la mirada asombrada de los niños, le ha revelado su historia…Gracias Ricardo.”12

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